Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” emitido el 18 de agosto de 2013 por AM580 Radio
Universidad de Córdoba.
VEHEMENCIA
Y DESEQUILIBRIO
Una actitud adulta, para alguien demasiado
emparentada con el poder, impone en estos momentos dejar de lado las agresiones
y las descalificaciones, porque a los oídos republicanos suenan como
desesperados cuestionamientos fuera de lugar y superados en los tiempos.
Es fácil pensar en locuras ajenas, cuando no
se asumen las limitaciones propias, ni la verdad histórica de haber promovido
ascensos inmerecidos o de promocionar en su momento a ciertos cultores y
ejecutores del fracaso.
Dejemos de lado la permanente sospecha que
la ubica como blanco de ataques machistas por su femenina condición, que no
siempre es sinónimo de debilidad, porque en ciertos momentos supo tener agallas
como para que muchos la envidiaran.
Pero si ahora su estado mental, sus
preocupaciones, o sus ansias de poder la hacen desvariar en algunos aspectos de
sus dichos, el problema ya no es de políticos ni de sociólogos, sino de
siquiatras.
Es hora ya, me parece, de obrar con
seriedad, madurez y sobre todo con respeto no tanto a la ciudadanía, sino a la
vigencia de las instituciones que son más sagradas que los hombres.
Me parece que lo dicho en los últimos días
la ubican más en el terreno de la intolerancia que en el de sus lógicas
expectativas políticas.
Lo mejor que tendría que haber hecho Chiche
Duhalde, de quien estoy hablando, sería esperar una oportunidad un poco más
propicia y no en medio de la crisis de conducción que los argentinos estamos
viviendo, reflejada crudamente en las urnas.
EL
RECLAMO POR GANANCIAS
Palabras hay como
atropello, abuso, confiscación, despojo, prepotencia recaudatoria, etc. para
calificar el pago del impuesto a las ganancias que afecta a los trabajadores.
Desde Córdoba y por iniciativa gremial se ha
levantado la voz más que de repudio, corporizada en un reclamo formal ante la Justicia para que cese
tal accionar, que bien puede inscribirse como cualquiera de los calificativos
anteriores.
Un Estado angurriento, sediento de reservas,
atribulado por sus deudas tanto financieras como sociales hacia algunos
sectores postergados, no ha encontrado en su cacareada imaginación una mejor
manera de recaudar.
Ya no alcanzan la soja, la producción
automotriz, el altísimo IVA que se paga, para cubrir las necesidades de un
presupuesto que año tras año cierra con pérdidas, según se desprende de la
realidad cotidiana.
No neguemos la existencia de algún bienestar
en ciertos segmentos de la comunidad,
beneficiados con subsidios, créditos blandos, ayudas del tesoro nacional y
otras ventajas.
Pero si es cierto eso que dicen, que las
mayorías no se equivocan, dejémonos de discursos, promesas y mentiras y hagamos
entre todos, incluyendo al gobierno, lo necesario para superar la situación.
Cobrarles el impuesto a las ganancias a los
jubilados, es un genocidio financiero, es la tortura a los más vulnerables y es
desconocer el sacrificio que han vivido, prestándole al Estado sus aportes por
décadas, para que ahora se los administren de manera vil, afectando esos
recursos a otros destinos.
Los jubilados solo recuperan lo que le
prestaron al sistema, y eso no es ninguna ganancia, al igual que el sueldo de
los trabajadores.
Si la justicia existe, se hará justicia.
Pero si continúan esquilmando a quienes
trabajan o se jubilaron, es porque la justicia es solo una delirante fantasía.
Y eso, para la democracia, entraña un
inédito peligro.
HOMENAJE
A LA MEMORIA DE
SAN MARTIN
Las versiones escolares sobre la vida y obra
de José de San Martín, medio como que no encajan con lo que fue la realidad del
ilustre personaje, Padre de la
Patria.
Y en las cuestiones históricas, cuando uno
carga algunos años, entiende que lo mejor es consultar a distintos autores, más
allá de los textos que nos hacían leer.
Es cierto que nació terminando febrero en
Yapeyú, de donde dos años atrás habían expulsado a los jesuitas.
El pueblo no era un paraíso, sino un
asentamiento de indios guaraníes y poca presencia del hombre blanco.
Seguramente los únicos españoles eran don
Juan de San Martín, designado allí por la corona gobernador intendente, y su
familia.
Esa región era tan complicada, que no se
sabe si el nombramiento era un premio o un castigo.
El matrimonio no era noble ni mucho menos.
Doña Gregoria Matorras no aportó alcurnia ni
dinero.
Vivieron y murieron siendo pobres.
José de San Martín fue hijo de carenciados.
No tuvo cuna de oro, sangre azul ni
privilegios.
Hasta se decía que era hijo de una india.
En los libros de la primaria, San Martín era
hijo de nobles y tenía que casarse con una dama de la sociedad porteña.
Se casa con Remeditos, hija de un
comerciante ligado a intereses británicos.
Dicen que la familia de ella cuestionaba esa
relación.
Tanto fue así, que al injertado pariente lo
nombraban despectivamente el plebeyo, el soldadote, el indio o el tape.
Cuentan que una vez, cuando los Escalada no
invitaron a la mesa de la familia al asistente de San Martín, el Libertador se
instaló en la cocina para comer con él.
Y cuando le regalaron un costoso ajuar a la
novia, hizo que lo devolviera porque la esposa de un soldado no necesitaba esos
lujos.
Hay más para hablar de San Martín…
San Martín formó el Regimiento de Granaderos
a Caballo, lo armó y adiestró uno a uno a soldados y oficiales.
Lo integró con gauchos, indios que hizo
llevar desde su tierra natal, artesanos y algunos marineros que habían quedado
varados en el puerto de Buenos Aires.
Después incorporó a un grupo muy reducido de
jóvenes de la alta sociedad.
A este ejército de composición popular se
agregaron luego en Mendoza algunos escuadrones de negros, ex esclavos.
En el actual norte argentino, San Martín
hizo buenas migas con otros grandes revolucionarios de la época como Manuel
Belgrano y Martín Güemes, ambos despreciados por los poderosos.
Con éste acordó una táctica de pueblo en
armas para contener a los realistas que se proyectaban desde el Alto Perú.
Con Belgrano, que era abogado y economista,
hizo gran amistad y recibió experimentados consejos para la lucha contra la
minoría conservadora, provinciana y porteña.
Los libros de la primaria omiten por
ejemplo, que Güemes fue muerto por una partida realista, a la que fue entregado
por la oligarquía salteña.
Es que el guerrillero patriota irritaba a
los grandes terratenientes, ya que la aplicación de la
Ley Gaucha, una especie de reforma agraria
en medio de la guerra, era perjudicial para sus intereses.
Tanto se acosó a Manuel Belgrano, que murió
pobre y abandonado, cuando había dado toda su fortuna, que no era poca, a la
causa revolucionaria
En la ciudad puerto, las masas populares se
levantan contra los déspotas de Buenos Aires.
Los poderosos convocan al Ejército de los
Andes para reprimir a los insurrectos.
San Martín se niega a ser verdugo de su
pueblo y esa desobediencia le cuesta la enemistad de la oligarquía rioplatense
y por otro lado el cariño de los patriotas.
Seamos libres y lo demás no importa nada,
dijo a sus soldados en una proclama, allá por 1820.
Después el exilio, la enorme pena y la
muerte.
Fue en Boulogne-sur-mer, de hoy hacen 163
años.
En eso si, coinciden los libros.
Desde entonces, San Martín nos hace falta.
CON VENCEDORES Y VENCIDOS
Observando los resultados del pasado domingo
desde el punto de vista geográfico, aparecen claros indicativos que muestran al
oficialismo nacional ganando en las provincias más castigadas por la pobreza,
pero electoralmente sostenidas con planes, subsidios, bolsones y toda la
variedad que ofrece el asistencialismo.
Es probable que sea un análisis elemental y
primario, alejado de los enciclopédicos estudios de las consultoras y los
gurúes, pero nadie puede negar que es la más cruda realidad.
En el único nivel que se lo niega en un
delirante desafío a la insobornable exactitud de las matemáticas, es desde la
cúpula del poder que pretende el milagro de la conversión de una derrota en
victoria porque bien sabemos que todas las derrotas son huérfanas.
Nadie desde arriba supo ni quiso
escuchar los avisos del descontento
-para hacerlo hay que tener grandeza- que se hicieron ver y oír en las
protestas cuyos mentores y asistentes se alejaron de las conducciones de una
oposición casi ausente que solo trabajaba hacia adentro, en su búsqueda
permanente de consolidar espacios propios.
La soberbia cimentada en un legítimo 54 por
ciento desoyó también el clamor que
generaban la pobreza, la inflación, la inseguridad, la corrupción, la
prepotencia de empeñarse en imponer el discurso único, que es el ADN de la
intolerancia y del autoritarismo.
En nuestra patria chica la reacción del
electorado no fue muy distinta, porque aunque algunos soñadores de Puerto
Madero lo piensen a la inversa, en el interior inteligente el vidrio ha dejado
hace tiempo de ser parte de nuestra alimentación.
Lo preocupante, lo ofensivo, lo riesgoso con
miras al futuro, es el empecinamiento de un triunfalismo apolillado que ve
blanco lo que es negro, o niega con necedad política un escenario social
contundente que es el mejor consejero, la brújula indiscutible si de modificar
el rumbo se trata.
Los agoreros de las ideologías, los
vendedores de eternidades, los aplaudidores de los errores, esos que consideran
traidores a la patria a todos los que piensan distinto, debieran tener la
grandeza antes que nada, de reconocer haberse equivocado.
No quiero que pidan disculpas los
mercachifles del humo ni los “periodistas militantes”, patéticas marionetas de
un carnaval al que ellos mismos le robaron la alegría.
Pero al menos, que modifiquen sus conductas
porque deben terminar con el palmear de espaldas cuando hay errores, basándose
en un porcentaje que en su momento fue abrumador, pero que ahora adelgazó hasta
menos de la mitad.
Más que muecas desagradables y forzadas, a
veces el silencio de la prudencia y del respeto se impone como la actitud más
piadosa.
El domingo pasado, también en Córdoba fue
una fiesta.
En las fiestas nunca falta un mago que de la
galera saque un conejo.
O una coneja.
UN NIÑO
Me piden que me porte bien, pero cuando era
niño veía que Tarzán andaba desnudo, Cenicienta volvía después de medianoche,
Pinocho era mentiroso, Aladino era medio ladrón, la Bella Durmiente
era vaga, Blancanieves vivía con siete amantes, Caperucita le mentía a su mamá,
Betty Boop se vestía como trola y Popeye fumaba pasto.
Dentro de todos esos malos ejemplos, creo
que salí bastante decente…
Cuando uno cree que hace
mucho dejó de ser niño, es el momento en que más niño uno se siente.
Porque el camino del
desamor, de la indiferencia, de los relojes apresurados y de las envidias,
siempre nos hace regresar al desamparo de la infancia perdida.
No es bueno llorar
cuando se ha dejado de ser niño, siéndolo aún.
Es tan cierto que de
niño, se busca en la magia de un juguete el reemplazo de los afectos.
Por eso nunca transformes en olvido tu rebeldía de
niño, tus caprichos de niño, tus sueños de niño ni tus lágrimas de niño.
Ser así te hará seguir
siendo niño y harás de tu intemperie un abrigo íntimo y seguro.
Nunca ahogues al niño
que llevas en tu alma.
Porque tienes un corazón
de juguete.
Y algún día te pediré
que me lo regales.
No lo quiero para jugar,
porque tengo miedo que se rompa.
Lo quiero para tenerlo,
apretado y conmigo, hasta morir.
EFRAÍN
URBANO DE CORDOBA
¿Para qué caer en la grandilocuencia inútil
y postrera, de enumerar las virtudes de alguien a quien conocimos
indudablemente virtuoso?
Todo se está diciendo; todo se dirá hasta
que el estrépito social llegue a su techo y comience el camino que lleva a
instalarse en la memoria, ese archivo insobornable que atesora, hermético a cal
y canto de los tiempos, el ciudadano prontuario de cada uno.
Las personas públicas cuando son amadas,
reconocidas y respetadas, superan a los años y su desgaste; a las envidias y
sus cicatrices; a los contratiempos y sus antídotos.
Esos -los años de los años- son los senderos
que llevan a la inmortalidad sin dolor porque al transformarse en ejemplo
mitigan el pesar que provoca la ausencia.
La verdad, me resulta complicado hablar del
viaje sin retorno de alguien que vivió viajando por los tiempos, sin irse
nunca.
Bischoff no ha muerto.
Anda por allí, recogiendo historias.
Es tan inmortal y eterno, que seguramente
escribirá la tuya.
Y la mía.
NO
SOMOS NADA
Un reciente dictamen judicial, sobre que el
descuartizamiento de un muerto no es delito, nos hizo caer en la cuenta que
hemos perdido hasta el respeto por nuestro paso al estado cadavérico.
Los velatorios han ingresado a la historia,
y solo se dan cuando se trata de ciertas personalidades que incluso después de
muertos, siguen despertando interés en algún sector de la sociedad.
Igual que la vigencia de las canchas de
paddle, se vienen apagando las luces mortecinas y la música de Wagner o de
Mendelssohn en las circunspectas y llorosas salas velatorias que de floreciente
negocio pasaron a formar parte de las excepciones en el acostumbrado e
inevitable rito de morirse.
Allá lejos quedaron las noctámbulas
tertulias matizadas con café, ginebra y otras bebidas más espirituosas que el
muerto con las manos obligadamente cruzadas sobre el pecho, su color cetrino,
la mortaja blonda y el aroma agobiante de los crisantemos, las calas y los
pabilos en combustión.
Adiós a los cortejos, los autos negros y las
tumbas.
Es tiempo de cenizas y de urnas.
Más allá también pasaron de moda aquellas
expresiones del duelo como la vestimenta negra, la faja negra en la manga del
saco, la corbata negra, el tul negro en las mujeres y la visita dominical a la
tumba llevando la inútil y tardía ofrenda que algunos floristas pícaros vendían
-y aún venden- varias veces.
Los entierros espectaculares también pasaron
a los recuerdos, salvo que se tratara de próceres vivientes, altos dignatarios
o todo aquel cuyos deudos necesitaran del mundano estrépito social.
Y el vetusto ceremonial de adioses, abrazos,
gemidos, lágrimas de cocodrilo, cuentos verdes, madrugadas etílicas, coronas,
palmas, cruces de flores, letras doradas sobre telas violetas, orfandades,
viudeces y tantas otras expresiones así fueran de cariño auténtico o de
hipocresía, sucumbió dolorosamente frente a la vigencia, la comodidad y el
ahorro que representa la cremación.
Se terminó aquello de algunos cementerios
del interior que crecían más que sus pueblos.
No es acertado pensar en la purificación por
el fuego -se me ocurre porque estoy vivo- sino en la simplificación de un
final, porque nadie puede sentirse tan culpable como para que lo achicharren
aunque sea cadáver, como exculpación de nada.
Resumiendo, indicar póstumamente que te
cremen es abreviar la pena de agitar los pañuelos de la despedida, es mitigar
de antemano los adioses, es acelerar y asumir dinámicamente el duelo, es
concentrar el dolor que se transforma en íntimo e inviolable recuerdo.
Epicuro tenía razón: “La muerte temida como
el más horrible de los males, no es en realidad nada pues mientras nosotros
somos, la muerte no es, y cuando ésta llega, nosotros no somos”.
A lo mejor por eso para nuestras leyes, una
vez que morimos pasamos a ser lisa y penosamente, “una cosa”.
MAS ACERCA DE LA MEGACAUSA
El lunes pasado salieron
en libertad dos abogados y un médico imputados en la causa de las ART y que se
mantenían en prisión preventiva desde hacía tres años, situación que ya ocurrió
en la megacausa del Registro de la Propiedad.
El motivo de la
libertad fue justamente eso: el haber cumplido el plazo máximo super
excepcional de prisión preventiva, lo que desde algunos sectores se considera
esta actitud como una barbaridad jurídica, porque si la prisión
preventiva debiera ser una excepción, su prolongación más allá del plazo
máximo de dos años que fija la ley, es una medida sumamente
extraordinaria, que casi no debería
existir.
Sin embargo en la
megacausa, y acorde a todas las irregularidades del proceso judicial que
venimos comentando, la extensión de la prisión, por un año más al cumplirse los
dos, se ha convertido en otra de las reglas
de esta evidente injusticia penal
paralela.
Sistemáticamente, al
cumplirse los dos años de esta especie de secuestro extorsivo, el fiscal Gavier
solicita al Tribunal Superior de Justicia una prórroga de la prisión,
amparándose ahora en "la complejidad de la investigación", obteniendo la confirmación a su pedido en la
totalidad de los casos y en un tiempo récord promedio de 48 horas,
que mucho dista de los largos meses
que deben aguardar los imputados para
obtener respuesta a sus pedidos, por parte de ese mismo tribunal.
No existe respeto alguno al principio de excepcionalidad que marca
la ley, ni al derecho a defensa y a ser oído, ni al mandato de igualdad ante la
ley, ni al acceso a la justicia, ni a cualquier derecho existente.
Recordemos que los
tratados internacionales de derechos humanos a los que nuestro país adhiere,
establecen un plazo razonable de duración de la prisión preventiva, manifestando
que se deberá ordenar su cese cuando su
duración excediera de dos años porque también dicen lo mismo la Constitución Nacional
y la Provincial
y uno tiene la convicción que los magistrados están obligados a cumplirlos.
Sostienen algunos
estudiosos del tema, que este exceso afecta
también la confianza que el sistema de derecho le debe brindar a la
población, porque, al prolongarse
el encierro aumenta también la posibilidad de que el imputado, aún siendo
inocente, sea hallado culpable, como lo dice la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, para
"justificar lo hecho".
El total de los que
padecieron la prisión preventiva en esta causa, ha recibido condena y en casos
sin pruebas, injuriando a los estándares internacionales, pasando a ser un mero
trámite que pretende blanquear las anormalidades cometidas y que venimos
comentando.
Como vienen las cosas,
será difícil que se llegue a saber quiénes se apropiaron de tantas tierras, en
esto que bien se puede calificar, por la falta de respeto a las leyes, como una
fiesta del delito y la consagración de la impunidad.
En tanto, conocidos y verdaderos beneficiaries de las maniobras investigadas no estuvieron detenidos ni una hora...
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