Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en el
programa “Síganme los buenos” del domingo 22/09/13 por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
ORDENAR
ADENTRO Y BARRER AFUERA
Siempre que una fuerza de seguridad, si por
tal se tiene a la policía, ha significado parte de un botín político o
partidario, las tramas internas han sido el dique de contención para la
operatividad hacia afuera.
Existe un tácito reconocimiento, seguramente
llevado de la mano de la improvisación y del apuro en plena campaña
proselitista, en el sentido de comenzar ahora a transparentar como si todo,
hasta hoy, hubiera sido parte de las oscuridades de algún sector del poder, que
es donde se esconden el delito y su principal aliada que es la impunidad.
Seguiremos con la vieja, ajada, impropia e
inútil costumbre argentina del remiendo por encima de la audacia creativa, del
progreso, de la honestidad funcional que nos permita a los cordobeses -como
parte del cacareado cordobesismo- volver a la casi olvidada costumbre de la
tranquilidad.
Porque la seguridad no es tan solo sentirnos
protegidos de los ladrones, asaltantes, arrebatadores, secuestradores reales o
virtuales, narcotraficantes, violadores, estafadores, mecheras o carteristas,
sino que merecemos salir a las calles y a las rutas con la saludable certeza de
volver sin contratiempos, porque el amparo de la prevención es el primer paso
(eso de “primer paso” me suena) en el camino que conduce a la seguridad.
Pero si los patrulleros no tienen nafta, el
personal no alcanza, trabajan deprimidos por los bajos salarios, están
semidormidos porque debieron cumplir con adicionales para llegar a la dignidad
del sueldo o no tienen uniformes, es para pensar que tenemos una policía que
como en los tiempos dictatoriales se ocupaba de cuidarse hacia adentro
relegando a la comunidad a su suerte.
Si sigue siendo repetido paisaje ver a los
coches de la fuerza estacionados frente a las comisarías, preparados como para
un desfile mientras los barrios esperan patrullaje, eso no ha servido nunca ni
ahora tampoco sirve ni servirá jamás, porque la policía en la calle, a la
vista, circulando y no estacionada en lugares previsibles, es lo que ahuyenta a
los enemigos de la ley.
Un hecho preocupante es reconocer ahora,
recién ahora porque el número de muertos en los caminos cordobeses es
escalofriante, que hubo tolerancia policial hacia el excesivo consumo de
bebidas alcohólicas de los que manejan y se anuncia pomposamente eso de la
“tolerancia cero”, estilo que no debió quebrantarse jamás.
Todos estos aspectos y más aún, los
vinculados con la gestión decente, honesta y eficiente dentro de un ambiente
con las modernas tentaciones por su cercanía con los mercaderes del vicio
-droga, juego, sexo, alcohol y otros- hace que los descarriados en la familia
policial resalten más que los sacrificados, honestos, postergados, arriesgados
y profesionales de alma con que cuentan sus filas.
Cuando en los medios son más las noticias
que involucran a policías en prácticas delictuales que el número de hechos
esclarecidos, es porque algo está podrido dentro de la institución.
Una podredumbre que coloca a todos en la
incómoda e injusta sospecha generalizada.
Por supuesto que hay buenos policías y
héroes inolvidables.
Pero también están los otros, los que
nuestra sociedad no merece y es necesario erradicarlos cuanto antes, escarbando
en sus antecedentes y sin importar los padrinazgos ni pagos de favores.
Ordenar y adecentar adentro y después barrer
afuera.
Y mientras no se implante como hace tiempo
la sociedad lo reclama, una genuina política integral de seguridad, de nada
servirán la incorporación de tecnología, el mejor armamento, los chalecos
antibalas más seguros, la flota de vehículos, los helicópteros y los aviones;
las comunicaciones, las sofisticadas cámaras callejeras, la actuación de los
“buchones”, las partidas de gastos reservados y el fervor de los buenos, si los
malos avanzan ayudados por la desorientación, el empecinamiento y la ignorancia
de la realidad en la que están anotados muchos políticos.
Y no me vengan con endurecer las leyes,
porque las leyes están y solo es necesario que se respeten, se apliquen y se
controle su cumplimiento.
Mientras la preocupación institucional de la
policía sea más hacia adentro que hacia fuera, nada de lo que se pretenda hacer
servirá.
Ni siquiera los cambios en la conducción,
para seguir igual.
Esto no es ser escéptico ni apocalíptico.
Basta con ser cordobés.
Y memorioso.
LLEGO LA PRIMAVERA
Evoco allá lejos las ansias con las que
esperábamos cada 21 de septiembre con expectativas mayores que la nochebuena,
el año nuevo o el propio cumpleaños.
Más allá del picnic junto al río con sol, nublado
o lloviendo; del acné, de la primera curda con sangría o del piquito que
robamos a la compañera de banco, estaba la maravillosa actitud de sentirse
joven, mucho más joven que los viejos de 30 años.
Esperábamos ese día, el Dia de la Primavera, el Día del
Estudiante, sin sospechar ni conocer la preocupación de nuestra maestra, que
debía ingeniárselas para contener a esa banda mafiosa de 40 vándalos que
aguardaban de ella algo más que el sándwich y la coca, sino a veces descubrirla
como mujer, en el escote o en las piernas.
El Parque Sarmiento, las costas del Lago San
Roque o las orillas del Suquía en La
Calera eran las ansiadas metas de nuestra liberada y evidente
revolución hormonal.
Nadie por entonces tenía la idea del raviol,
del paco ni del porro, sino la fijación del porrón.
La mayoría de los varones, ya en la
secundaria, asumíamos la sonrojada vergüenza de comprar un preservativo, dentro
de la mayor ignorancia acerca de su colocación y uso.
¡¡Eramos tan pavos, como lo indicaba nuestra
edad!!
Y ellas eran tan bellas y deseables, como lo
imponía nuestra líbido en etapa de crecimiento y explosión.
Pero ahora, antes de empezar a plumerear el
nicho y por una cuestión de nostalgia, asumimos la íntima llegada de la mejor
estación del año, como si los relojes se hubieran detenido.
Es una cuestión de saber vivir.
Es una cuestión de saber crecer y madurar.
No debemos empeñarnos en ser eternamente
jóvenes.
Lo trascendente, es evitar sentirse viejo.
Por esa juventud, a la que miramos con el
amor, el cariño y el respeto de la inútil envidia, ¡salud!
POLICIA
CAMINERA SOLO DIURNA
Hay situaciones en que las estadísticas no
ayudan para nada, pero en este caso se trata de la excepción.
En las peligrosas rutas cordobesas, la mayoría
de los accidentes ocurren cuando ya se ha ido la luz natural que le da paso a
la penumbra; a la oscuridad.
Y así como la luz se manda a mudar
religiosamente al atardecer, lo mismo sucede con los paseanderos, porque no son
patrulleros, de nuestra Policía Caminera, una caja móvil y diurna que la
imaginación del cordobesismo inventó para recaudar.
De prevenir, ni hablemos, porque esa es la
eterna materia pendiente del gobierno provincial, ahora más enfrascado por la
cercanía electoral, en que no se sigan descubriendo cosas, que en preocuparse
por la gente.
Los vehículos de la Caminera se hacen ver,
si, en las adyacencias de las estaciones de peaje, pero ha pasado a ser una curiosidad
verlos recorrer las vías principales, y ni qué hablar de los caminos
secundarios.
Y los accidentes ocurren allí, en esos
ámbitos, cuando las tinieblas han derrotado al sol y la imprudencia y el
descuido se pasean por las rutas sin que nadie las detecte, las controle y las
neutralice.
Después de ese mea culpa, un himno a la
permisividad, ya sabemos que también en la caminera la cuestión era hacerse
ver, pararse a entrampar incautos y darle rienda suelta al talonario de
supuestas infracciones, muchas de ellas inventadas para mostrar una eficiencia
mentirosa.
De ahora en más, a trabajar seriamente en
patrullar, prevenir y ordenar, más que en recaudar y hacerse odiar.
Las elecciones están demasiado cerca para
descuidarse en detalles tan obvios, que después ingresan a las estadísticas,
sobre todo a la hora de contar los votos para darse cuenta que mentir en la
ruta, equivale a perder en las urnas.
TARDIA
TOLERANCIA CERO
Más que un oportunista anuncio de aplicar la
tolerancia cero, ha sido una clara confesión de haber permitido hasta ahora
cualquier desborde en materia de consumo de bebidas que alteran, entre otros
sentidos, la capacidad de conducir un vehículo por rutas y calles.
Fue necesario el desplazamiento de una
cúpula de mando para caer en cuenta que el alcohol es uno de los principales
componentes de las tragedias camineras y el hecho de haber bajado la guardia en
los controles, se refleja en las espantosas estadísticas.
¿Qué es lo que controlaba entonces la Policía Caminera?
Se limitaba a ver si se pisaba una línea
amarilla, si las luces de posición estaban encendidas o si el conductor tenía
colocado el cinturón de seguridad, siempre de día.
Y por esa tarea burocrática y virtualmente
inútil a la hora de la prevención, pasaban por alto, a sabiendas o por
ignorancia, el control que más vidas hubiera salvado: el de la presencia de
alcohol en los automovilistas.
Haciendo números al voleo, se me ocurre
pensar que una boleta por faltas menores lleva una tramitación de 10 minutos en
el lugar, mientras que el control serio de alcoholemia insume más tiempo y un
costo bastante mayor por los elementos que se requieren.
Y si se privilegiaba la sanción segura
contra quienes no tenían las luces encendidas, el cinturón colocado o la
sospecha de haber pisado una línea amarilla, es para tener la certeza que la
función de la Caminera,
entonces, era esencialmente recaudatoria.
Parece que desde ahora las cosas serán
distintas.
Sin embargo, y para que la población no se
desentienda de la problemática, bueno sería hacerle entender a la gente que la
prevención y la lucha contra el consumo excesivo de alcohol, no es solo tarea
de la Policía Caminera.
Comienza en la ciudad, a la salida de los
boliches, pero esencialmente en el hogar, que es donde se consolidan los
hábitos y las costumbres.
ALGO
SOBRE LA MEGACAUSA
De acuerdo con las leyes vigentes, la Provincia de Córdoba es
directamente responsable por los ilícitos cometidos en el seno mismo del
Registro y al depender este organismo estatal del Ministerio de Finanzas, los
efectos jurídicos de estos actos delictivos impactan inevitablemente en el
Poder Ejecutivo provincial, porque el ministerio es parte integrante del poder
central.
La legislación
contempla y manda a la provincia a responder y resarcir a los usuarios del
servicio público que presta el Registro, por los daños ocasionados ante su
obrar jurídicamente erróneo, y también hacerse penalmente responsable.
Sin embargo, en la causa del Registro, la Provincia se ha sentado en el banco de los querellantes y muchos abogados defensores, incluídos asesores letrados, es decir defensores de oficio, se han mostrado disconformes con esta figura, reclamando su presencia en otro banquillo, el de los acusados.
Sin embargo, en la causa del Registro, la Provincia se ha sentado en el banco de los querellantes y muchos abogados defensores, incluídos asesores letrados, es decir defensores de oficio, se han mostrado disconformes con esta figura, reclamando su presencia en otro banquillo, el de los acusados.
Las tragedias de Once, de Cromagnon, y lo
sucedido en el Borda, constituyen ejemplos judiciales en este sentido.
En esos casos se negó al Estado Nacional y
al Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires constituirse en querellantes, ante la posibilidad de recibir
querellas u otras acciones judiciales en su contra, y, de hecho, la justicia
Nacional procesó a Jaime y Schiavi por mal desempeño de la función
pública.
Escapar a las
responsabilidades erigiéndose en acusador de aquello por lo que
posiblemente altos funcionarios debieran responder, resulta incompatible y
sospechoso.
Si
además se combina con el ilegal abuso de la prisión preventiva y la ceguera del
Poder Judicial en la materia, resulta un peligroso cóctel como el de las
drogas, donde lo único que falta, es que la provincia aparezca como
querellante.
Si es por sorpresas, en los últimos años los
cordobeses estamos preparados para todo…
INCENDIOS:
POLITIZACION DEL DRAMA
Se ha quemado, hasta ahora, una superficie
equivalente a más de dos capitales cordobesas.
Noventa mil hectáreas o diez metros
cuadrados, cuando son utilizados políticamente, es prácticamente lo mismo.
No es cuestión tampoco de revolear una media
a diestra y siniestra, tirando acusaciones al voleo.
Pero siempre, desde el fondo de la historia,
tanto los políticos como los gobiernos, de todos los signos y tendencias se han
servido de situaciones críticas o felices de las que sacaron partido.
Nada ha cambiado en ese sentido, aunque el
intercambio de artillería dialéctica y mediática tenga a la ciudadanía como
azorada testigo de una disputa inútil y perniciosa.
Las llamas llegaron en el momento casi
exacto que explotaba el escándalo del narcotráfico enquistado allí, en el
núcleo de la cúpula policial con indudable conocimiento de los niveles
superiores.
La realidad de la droga, archisabida por
todos y hasta hace poco sugestivamente ignorada por la policía y descuidada por
la Justicia,
fue una oportuna cortina de humo que compitió con el humo auténtico de los
incendios.
Y la disputa sorda por el rédito
preelectoral tuvo los protagonistas de siempre; descalificaciones y promesas,
anuncios y visitas, lamentos y esperanzas, pero nadie tuvo la honestidad de la
autocrítica, para reconocer lo que no se hizo y por eso ocurrió lo que ocurrió
en esta “melange”, tanto con respecto a la droga como a los incendios.
Que la Nación no ayuda según el pretexto delasotista, y
olvida todo lo que pagamos los cordobeses con la boleta de EPEC, y la Nación que le pasa factura
por los generadores que ellos mandaron para que Yacanto tenga luz.
Déjense de vueltas, acusaciones cruzadas y
conventillos y pónganse a trabajar en serio por la gente más que por los votos.
La gravedad de la situación impone que
alguna vez, desde el poder, se obre con grandeza.
EL
SINDROME DEL MIEDO
Dos manifestaciones palpables del miedo; del
miedo a perder; del miedo al fracaso; del miedo a ser rechazado por el pueblo
que lo llevó hasta donde está, fueron el paso atrás en el tratamiento
legislativo de la designación de autoridades policiales para la lucha contra el
narcotráfico, y las posiciones ciclotímicas con sesgos esquizofrénicos de la
relación con la justicia federal.
Estoy hablando, por supuesto, del gobierno
provincial, abrumado por el impacto mediático de lo que todos, todos conocíamos
pero no había salido a la superficie.
Y cuando salió fue tal el estrépito que las
contradicciones pasaron a ser más evidentes que nunca,
Desde un ministro que culpaba a los perros,
hasta quien sostenía que los bomberos no necesitaban que les llevaran nada,
pasando por legisladores que acusaban a la oposición provincial de politizar
una cuestión judicial de cabotaje timoneada, según el cordobesismo, por un
conspicuo fiscal federal simpatizante del modelo K.
Una situación de tal puterío que está
socavando los cimientos institucionales de la provincia.
El PJ gobernante, que se juega a muerte por
la continuidad del signo a través de los relevos tipo posta, tomá vos y después
me lo devuelves, está invirtiendo más en comprar silencios y aplausos que en
los gastos propios de una gestión.
Las escandalosas partidas asignadas a
publicidad son un síntoma inequívoco de la desesperación, y de las ansias por
conservar el poder a costa de cualquier precio, ya sea monetario o político.
Y en este doloroso escenario, donde otras
necesidades y urgencias pasan a un injusto segundo plano, lo que más se
advierte es lo que decíamos al principio: el miedo.
Porque el miedo es una sensación atávica que
permite distinguir entre valientes y cobardes y no creo que haya muchos que
puedan enseñarme lo que es el miedo, por las situaciones críticas que me ha
tocado vivir.
Entonces, aquella postura ciclotímica, es la
que ahora camina entre la valentía de asumir y confesar la realidad de la que
forman parte, o apegarse a la cobardía de la desesperación por abandonar la
sensualidad del poder.
Es una simple elucubración desapasionada,
que se basa en los últimos hechos incontrastables.
No soy amigo ni enemigo del cordobesismo ni
del kirchnerismo.
Soy un periodista que siente lo que dice y
dice lo que piensa.
No soy periodista militante de nadie, sino
independiente.
Yo no invento las noticias.
Y no peleo por pelear.
Peleo porque soy cordobés y no quiero que me
estafen, ni que me tomen por imbécil.
TV
SATELITAL EN LAS VILLAS
Me parece magnífico que los sectores más
postergados de la sociedad como es la creciente cantidad de villas, puedan
gozar de la televisión satelital de alta definición, aunque no puedan ver los
canales locales.
Lo de TV satelital para todos, es otro de los
grandes logros que se suma a los históricos autos para todos, pescados para
todos, carne para todos, fútbol para todos, bicicletas, ropa, juguetes y un
montón de otras cosas para todos.
Mientras tanto y apelando al inclaudicable
sentido de la paciencia que caracteriza a los argentinos, roguemos que no
demoren la justicia para todos, la seguridad para todos, los medicamentos para
todos, la educación para todos, el trabajo para todos, pero todo esto, en serio,
y para todos.
Será la mejor manera de sentirnos felices
todos y no tener que apelar, como alguna vez se hizo, a que se vayan todos.
Y en ese caso también, que no quede ni uno
para semilla.
¿Vió lo que ocurrió hace poco?
No se fueron todos, y así estamos.
Casi todos …
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