Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos” del domingo 7-12-14, emitido por AM580 Radio Universidad de Córdoba.
ARBOLITO
NAVIDEÑO
Mañana es el día que la
liturgia impone el armado del clásico arbolito de Navidad a la espera del Niño
Dios y no de Papá Noel, como anunciara un colega por Canal 12 días atrás.
Será también el día que se enciendan todas
las luces del clásico árbol gigante sostenido por la antena de esa televisora,
y el enorme arbolazo que el cordobesismo instaló en la Plaza España, mientras barrios
enteros carecen de alumbrado, Epec corta el servicio cuando se ve agobiada por
la demanda y en una de esas, encuentran la manera que los cordobeses paguemos
el consumo de tantas horas-luz en el portal de entrada al Parque Sarmiento.
En muchos hogares se repetirá el rito con
arbolitos de todos los tamaños, curiosamente, se me ocurre, más grandes
mientras menores sean los recursos.
Pero en todos los especímenes verdes,
plateados, dorados, rojos, de plumas o de cualquier otro material, el único componente
infaltable, sin dudas, será la esperanza.
Esperanza en un mundo mejor; esperanza en
alcanzar un destino que venimos persiguiendo -o nos persigue- desde muchos años
atrás; esperanza en poder crecer lejos de los sobresaltos, de la corrupción, del
maltrato cívico, de la ofensa gratuita, de la mentira, de la indiferencia y de
la barata demagogia.
Los regalos que se colocan al pie del árbol,
aparte de las golosinas, las remeras, los celulares, las blusas, los juguetes,
los perfumes o los sobres con efectivo, que alguna vez se complementen con
augurios positivos que tiendan a la unión y no a la fragmentación de la
sociedad.
Porque precisamente son los tiempos de
crisis, en todo sentido, lo que nos alejan del prójimo cuando más nos
necesitamos.
Que al
armar el arbolito, recordemos que la solidaridad merece transformarse, más que
en sentimiento, en una maravillosa manera de vivir.
OMNIBUS
INCENDIADOS
Fue demasiado apresurada la actitud del
actual titular de la UTA
quien se está despidiendo para entregar el mando a su oposición sindical,
cuando exigió que el intendente les pidiera disculpas por sospechar que la
quema de ocho ómnibus del transporte urbano podía haber sido intencional.
Mientras esa sospecha era compartida por la
gran mayoría de la sociedad, y confirmada luego por las pericias técnicas, el
saliente sindicalista buscó dejar en su tropa una imagen de dureza después de
su derrota, porque seguramente como oposición, necesitará fortalecerse como
carteludo e intransigente, con miras a recuperar la conducción el día de
mañana.
Una muestra cabal del divorcio existente en
la relación entre servidores y usuarios, con absoluto desprecio por los daños y
las pérdidas ocasionadas, no tan solo por un incendio que alguien generó, sino
por el salvajismo de los paros sorpresivos que hicieron naufragar conquistas de
otros trabajadores, tan trabajadores como los choferes aunque con sueldos
sensiblemente inferiores.
Se supone que será imposible, pese al empeño
que se ponga en la investigación, conocer la identidad de los autores
materiales e intelectuales del incendio de los colectivos, pero de algo la
sociedad puede estar segura: que existen mafias ligadas a la actividad, que
buscan el beneficio propio a expensas de sus rivales y de lo que es más grave,
de la sociedad que los tiene como responsables de un servicio caro y con
permanentes desajustes.
Cuando la prepotencia se enquista en un
gremio poderoso, de nada sirven las hipocresías posteriores al daño que recibe
la sociedad.
El tema está en manos de la justicia y es
desde allí que debe surgir la verdad de lo acontecido, aunque los responsables
de las llamas sigan siendo anónimos, y a la vez conocidos por todos.
PULSEADA
POR GANANCIAS
Moyano el camionero ya estaba con el
cuchillo entre los dientes, listo para ir a la pelea mediante un paro, en apoyo
de la demanda sindical por la eliminación de eso que le llaman impuesto a las
ganancias, cuando en realidad es un desvergonzado despojo, sobre un dinero que
no es ganancia sino mensualidad.
Ahora, con el anuncio presidencial de
eliminar ese descuento al menos en el medio aguinaldo, las cosas se han
calmado, los ánimos están sosegados y sin dudas existen negociaciones en el más
alto nivel tanto del poder como del sindicalismo, para que la situación de
conflicto pueda superarse.
Hasta allí lo que dicen los diarios y
comentan quienes dicen conocer la intimidad de esa relación ciclotímica que une
a la dirigencia de los trabajadores con el gobierno.
Ahora un detalle: más allá de lo que
resuelvan por su cuenta, riesgo y conveniencia los dirigentes, ¿las bases
estarán conformes?
Se me hace que estamos muy cerca de ciertas
definiciones en cuanto a los liderazgos gremiales, siempre más emparentados con
los arreglos que con la combatividad.
Arreglos que los fortalecen en sus
apetencias políticas por seguir utilizando al gremio y a sus bases, como
trampolines para el ascenso a las ligas mayores de la conducción nacional.
En suma, los dirigentes pueden opinar,
resolver y acordar, pero que no olviden que se deben a sus bases, que son
quienes mandan en las calles.
Y la calle, como bien lo sabemos, cada día
está más dura.
SOBRE
“COUCHING” O SECTAS
Tuvo alguna repercusión
un comentario del domingo pasado, cuando me referí al peligro de confundir esa
nueva moda que le llaman “couching ontológico” con las sectas.
Me llamó una señora algo alterada,
confesando que ella es una de las guías de esas prácticas y que era una gran
autodidacta, sosteniendo que no siempre es necesario pasar por la universidad
para dedicarse a esa actividad, que en muchos casos han contratado algunas
empresas medianas y chicas, seducidas por el canto de sirenas que les asegura
que la gente rendirá más y que las ganancias, lógicamente serán espectaculares.
No dijo que en muchos casos es un factor de
envidias e intrigas; de peleas irreconciliables entre quienes aceptan la ilegal
imposición de prestarse a esas prácticas y aquellos que desconfían de su nivel
científico y de sus milagrosos resultados.
Me dijo entre otras cosas, a lo largo de 20
interminables minutos, que estaba equivocado el ejemplo que aporté, de la rata
en el laberinto que nunca va hacia atrás, sino que encara a lo desconocido.
Le comenté que me parecía, eso de integrar
grupos misteriosos, una propuesta más cercana al Maestro Amor, el abusador
condenado en Catamarca, que algo con rigor científico para aplicar en grupos
humanos con un cierto nivel intelectual.
No entendió razones, me dijo que había
estudiado esa materia, no sé si en Academia Pitman o un curso por
correspondencia o leído mucho del tema en Google, pero de estudios serios
prefirió no hablar.
La invité a este espacio y se escandalizó,
diciéndome que no se quería someter al escarnio público y que la acusaran de
chanta.
Hice todo lo que pude, y quiero dejar a
salvo el respeto que personalmente me inspiran quienes han estudiado en serio
esta cuestión y me tranquiliza saber que al menos para los charlatanes, este
espacio no es apetecible.
LA
MEGACAUSA
Asociación de Pensamiento Penal es una
organización no gubernamental integrada por personas que forman parte,
precisamente, del sistema penal: jueces, fiscales, defensores, estudiantes,
profesores e investigadores de universidades de todo el país ocupados en
mantener la vigencia de los derechos humanos en el sistema penal.
En su página web se sostiene que un inocente
preso es el más estrepitoso fracaso de la razón y nos ubica ante una extraña
situación donde la atrocidad y la apatía se confunden lastimosamente. No podemos
quedarnos inmóviles ante el dolor gratuito causado por el Estado de manera
racional y metódica bajo el manto de la aparente justicia.
La persona señalada como autora de un
delito, de repente se ve atrapada en una liturgia de lo irracional, frente a un
sistema burocrático con innumerables ritualismos que lo abraza con fuerza y lo
arrebata de la sociedad, de su familia y de sus amigos; lo aprisiona y lo
somete a un descenso continuo en un abismo absurdo donde no queda más remedio
que mendigar justicia.
El principio de inocencia no es más que una
infantil quimera, los sospechados son señalados por la prensa, la gente y la
justicia como delincuentes. En nuestro sistema existe un verdadero divorcio
entre la lógica y el uso de la prisión preventiva. Basta con que alguien nos
crea culpables de un delito para que se nos prive de la libertad cautelarmente.
Este excelente alegato se ajusta con
perfección a lo ocurrido en la causa del Registro de la Propiedad.
Cientos de personas, en su mayoría
trabajadores y sin antecedentes, arrebatadas de la sociedad, de sus
familias y amigos y encarceladas durante años para ser
investigadas; condenadas mediáticamente mucho antes de ser juzgadas y
obligadas a transitar lentas sendas burocráticas, mendigando una justicia
que sólo encontraron fuera de Córdoba y del país. Y todo esto, realizado
de manera racional y metódica bajo el casi solemne manto de la aparente
justicia.
El divorcio entre la lógica y el uso de la
prisión preventiva continúa y a eso lo vemos a diario.
Es necesario remarcarlo asumiendo un
compromiso con la libertad y porque en estas circunstancias, cualquiera de
nosotros y porque a cualquiera se le ocurra, puede transformarse
caprichosamente en otro inocente preso.
KOLEKTOR
Y LA TRAMA
Pocas veces se ha dado un escandalete tan
notorio que colocara en la picota de la desconfianza a varios exponentes del
periodismo cordobés.
Uno de ellos, centro de la cuestión por su
manía profesional de investigar, tuvo conceptos poco amigables con algunos colegas,
desacreditándolos bajo la acusación de recibir dineros de la publicidad
oficial.
Siempre se ha sabido de casos ocultos por la
propia vergüenza o el sentido de culpa, pero ahora las cosas han llegado muy
cerca de los abismos sin retorno, a las buenas relaciones que siempre hemos
cultivado entre los trabajadores mediáticos.
El tema Kolektor, empresa que en su tiempo
fuera sinónimo de responsabilidad social empresaria, se instaló ahora en
Tribunales, donde debió estar desde su comienzo para evitar inútiles e
inconducentes manoseos de prestigios, famas o notoriedades que siempre se
fortalecen en el terreno de las dudas.
Quien grabó a quién, quien se beneficia o se
perjudica con las cámaras ocultas y para qué se hicieron, son cuestiones a
dirimir en Tribunales antes de erigirse, desde ninguno de los sectores, en
jueces, fiscales, defensores o verdugos.
El tema es demasiado complicado y serio como
para terminar en la liviandad de un sainete.
Es cierta una verdad pregonada: la mayoría
de los programas de la televisión por cable y muchos del sistema abierto,
subsisten por la vigencia de la publicidad oficial ya sea municipal, provincial
o nacional, pese a que todos conocemos que por lo general, es un sistema de
premios y castigos, por la creencia del poder en que con esos recursos no se
compran espacios, sino que se pagan aplausos o silencios.
Al margen, mucha de la culpa que esto suceda
se lo debemos a la hipocresía empresaria, que pregona su apoyo a los esfuerzos
de producción local y después le manda la plata a Tinelli, por citar un caso.
Y con esto, en lo personal, no predico para
que dejen de poner plata en la TV
de Buenos Aires, sino para que esos empresarios tengan el decoro de callarse la
boca.
Volviendo al tema Kolektor y perdón por haberme
ido por las ramas, al intentar desentrañar la maraña de acusaciones cruzadas,
inevitablemente debemos caer a la sospecha de una mejicaneada.
Alguien se quedó con pesos de otro, o el
otro con pesos de alguien.
Lo mejor, que esté donde está, aunque
debamos agregarle otra sospecha, en cuanto a la utilización no tan solo
política, sino partidista del estrépito mediático y del alboroto en la
sociedad.
Por las dudas, debo confesar que me mantengo
hace algún tiempo, en una postura que considero inteligente aunque
económicamente desastrosa: sigo sin aceptar publicidad oficial.
La tuve de Kolektor hasta hace más de un
año, pero me la levantaron cuando reiteré mis críticas al gobierno de la
provincia y al inventor del ahora conmovido cordobesismo.
¡Ahh! Y también me levantó su auspicio
publicitario Aguas Cordobesas, desde que por razones y papelones obvios comencé
a cuestionar la calidad de su producto y llamarla Algas Cordobesas, un par de
años atrás.
En periodismo, buscar el liderazgo a costa
del respeto hacia los colegas, abandonando la mesura en los planteos temáticos,
no lleva las cosas hacia el olvido.
Ni siquiera deja heridas ni cicatrices.
Solo genera odios y suele convertirse en un
implacable boomerang que lógicamente, no perdona.
PIROTECNIA,
¿SI O NO?
Es el dilema de todos los años: por una
parte es necesario preservar la integridad de vidas y bienes, prevenir
accidentes y alejar aquellos fantasmas de las salas de primeros auxilios de los
hospitales con los quemados esperando ser atendidos el 25 de diciembre o el 1
de enero.
Y en otro extremo del problema, la
prohibición de la venta de pirotecnia afecta a muchas personas que al no
conseguir trabajo, intentan en 15 días hacerse de algún dinero instalando
puestos callejeros aprovechando la falta de controles.
Es en consecuencia un doble problema social
que hay que atender y esa es la función del Estado.
Existe legislación al respecto y solo hay
que respetarla y hacerla respetar, por encima de los altos intereses que movilizan
a empresas dedicadas a la venta de pirotecnia.
La prevención, en este sentido, debe tener
énfasis en el control de la calidad de los productos y en los márgenes de
seguridad que ofrecen para su manipulación.
Prohibiéndolos pensando en los humanos y en
las mascotas y dejando lugar solo a las luces, transforma este negocio en
marginal, y bien sabemos de la fascinación que provoca todo lo prohibido.
Se reclama, si, la mayor prudencia y
responsabilidad sobre todo de los padres desaprensivos, que después lloran en
el Instituto del Quemado, frente a episodios que pudieron evitar.
¡ARRIBA
DANIELE!
Sin siquiera despeinarse, el furibundo y
combativo dirigente máximo de los municipales de Córdoba logró un aumento de
salarios por encima de las propias apetencias.
El eterno Ruben Daniele, que es contador y
nada improvisado en materia de números, a lo mejor derrumbó las previsiones del
porcentaje del presupuesto destinado a la masa salarial, que es exagerado
porque supera el 60 por ciento, dejando poco dinero para la atención de
servicios y ejecución de obras.
Y seguramente desde el poder, piensan que se
acabaron los problemas, que no habrá más asambleas que son paros encubiertos, o
retención de servicios, que son paros abiertos, por haber alcanzado algo que
los afiliados ni siquiera pedían porque están conformes con sus sueldazos.
Error.
Por ahora pasa, todos se aman, todos se
respetan, muchos trabajan y otros como siempre haciendo lo que se llama “la
gran Meolans”: nada.
Pero ya verán que el estado de conflicto
permanente no se ha superado y reaparecerá en cualquier momento, con un reclamo aquí que se
soluciona, y salta otro allá que lleva su tiempo, la cuestión es que nunca los
municipales en su totalidad están conformes.
Salvo con su secretario general, que todo lo
consigue.
Esta cuestión de ninguna manera es casual.
¿Por qué, por ejemplo, los gastronómicos, o
los empleados de comercio, o los trabajadores de la sanidad no tienen éxito en
sus planteos por mejoras salariales?
Es tan
simple como lógico.
Ninguno de ellos, ni por cerca como los
municipales, los de Luz y Fuerza o los de la UTA tiene esa enorme cantidad de rehenes: un
millón y medio en la capital y casi tres millones y medio en toda la provincia.
Ese es el mejor argumento a la hora de
imponer demandas y caprichos.
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