Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del 12/04/15 emitido por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
UN PASO
ATRÁS
Víctor Brizuela, un radical de alma,
inventó el verbo “repentizar” y casi seguro
nunca pensó que sería aplicado años después por un gobernador peronista.
En una reacción saludable y políticamente
oportuna, el gobernador hizo dar un paso atrás a esa intención de grabar la
patente en algunas autopartes y ciertas piezas de las motocicletas, bajo el
pretexto que sería una manera de atenuar o terminar con el robo de coches en
Córdoba, con una policía que hace tiempo no informa la creciente cantidad de
hechos de esa naturaleza que se registran.
La operación se haría en el interior de
puertas, baúl y capot al módico precio de 490 pesos y para el caso de las motos
en el cuadro y en otros dos lugares, a 250 pesotes y sería obligatorio para los
vehículos nuevos y para concretar, en los usados, el trámite de la
transferencia.
Fue la protesta popular más fulminante de
los últimos tiempos, multiplicada mediáticamente con datos relacionados con el
costo no para los usuarios, sino para los “afortunados” concesionarios, que se
quedan con el 92 por ciento de esas sumas y dejan el 8 por ciento restante para
las exhaustas arcas provinciales.
Cada uno de los aparatitos utilizados para
marcar la chapa cuesta alrededor de 3.000 pesos y en la planta dedicada a ese
frustrado menester contaban con seis de ellas, más un compresor que aporta el
flujo necesario de aire comprimido.
La capacidad operativa era -y suponemos que
lo sigue siendo, pero en “stand by”- de alrededor de 700 vehículos por día, lo
que representaría una recaudación diaria de 300.000 pesos si se calculan 500
automóviles y 200 motocicletas y llevando esos números a un mes con 20 días
hábiles, llegamos a los 6 millones en ese lapso.
Realmente un flor de negocio con relación a
lo que supone una limitada inversión con bajísimo nivel de riesgo, porque el
parque automotor de esta Córdoba caótica es de alrededor de 750 mil autos y
vaya Dios a saber cuántas motos.
Otro sector “laboral” desilusionado es el de
los ladrones, que habían optado por cambiar de rubro para dedicarse a llantas,
asientos, carburadores, tapas de cilindro, cajas de velocidades, espejos y volantes
preferentemente con airbag.
Las razones del momentáneo fracaso de este
brillante negocio son de carácter político, porque nadie entiende cómo se
lanzan a una aventura de tales características, cual es el solapado impuesto
que encubiertamente esconde, precisamente a 90 días de las elecciones
provinciales de incierto pronóstico para todos los segmentos incluyendo al
oficialismo.
A lo mejor -todo es posible- junta más votos
suspender la medida que pegar carteles o machacar en radios, canales de TV y
gráfica y además resulta menos oneroso, salvo para quienes ganaron la
licitación hace un par de años, acondicionaron el galpón, tomaron personal y
gastaron altas cifras iniciales en el equipamiento.
Ahora, el gasto mayor de esos empresarios
será sin dudas la contratación de abogados que le hagan un juicio a la
provincia por la abrupta desvinculación.
Pero no hay que desesperar -esto para los
inversores- porque gane quien gane se encontrará si es el continuismo
partidario, con un mecanismo ya listo para recaudar no tanto pero que ayuda, y
si es la oposición, lo aplicará y frente a las lógicas y previsibles protestas
tendrá a quien echarle la culpa.
Seguramente el grabado de piezas queda en
pié, habrá que enfundar la parafernalia y tener paciencia porque en materia de
“negocios” con base política o ideológica, los inversores y sus padrinos nunca,
jamás pierden.
Pierde la gente y eso a ellos poco les
importa.
LOS VENDEDORES AMBULANTES
Para muchos cordobeses, los vendedores
marginales que operan en la vía pública fuera de los lugares para ellos
destinados y al margen de la ley, son una especie de mal necesario y como tales
tendríamos que tomarlos.
Los simplistas miran a esos personajes como
el resultado de un problema social que hay que solucionar, permitiéndoles
ejercer una competencia desleal cuando existen mecanismos y sitios adecuados
para que ejerzan su tarea.
Pero la realidad demuestra que no todos son
buscas que con sacrificio procuran el sustento diario, sino que responden a
organizaciones perfectamente aceitadas, que lejos están de la producción
artesanal sino que son las piezas finales de una maquinaria de evasión, y en
otros casos de reducción de mercadería mal habida o de contrabando.
Los que invaden el centro cuando el capricho
municipal se encrespa contra el intendente, no son los mismos que ocupan el amplio
y concurrido parque Las Heras con muy buena acogida por parte de la gente.
Tampoco son los que virtualmente han tomado
la plaza Rivadavia de Alta Córdoba, donde ahora los vecinos no pueden gozarla
en su amplitud, porque los kioskos ocupan desde los bancos para descanso hasta
los veredones y todo otro sitio que pueda quedar libre.
Allí se da la mixtura del sacrificado
artesano que expone y vende su esfuerzo y la avivada de los vendedores de
chucherías made in China, y de esa incorporación al comercio que son los
senegaleses, según se dice amparados por su condición de refugiados, pero que
en muchos casos son exponentes de la irrespetuosidad y la prepotencia.
Los vendedores ambulantes son un problema
que debe solucionar la municipalidad solo con el peso de la ley, y en
salvaguarda de los derechos que protegen a los comerciantes que tributan
impuestos, y bastante caros.
Y si los inspectores por capricho o mandato
sindical se niegan a trabajar, la comuna cuenta con un plantel de jefes lo
suficientemente numeroso, como para salir a la calle y velar por los derechos
de la gente.
No siempre la culpa es de los empleados,
cuando los jefes son concientes de la grave situación y se hacen los
desentendidos.
Ellos también pueden pagar adicionales a la
policía para tener a salvo su integridad, una integridad que no pueden gozar
los comerciantes y vecinos afectados por esta situación.
MARIOTTO Y LA “OBEDIENCIA DEBIDA”
Este martes último, la madre y la hermana de nuestra presidenta
Sra. Cristina Fernández Vda. de Kirchner recibieron una distinción de manos del
vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, quien ansía ser considerado sucesor
de Daniel Scioli en aquel territorio.
Ofelia Wilhem y Giselle Fernández fueron
reconocidas en el Senado de Buenos Aires por el respaldo de ambas a la gestión
parlamentaria según la convocatoria, aunque el mérito de las damas fuera ser
parientes de la primera mandataria. El acto fue en el Teatro Argentino de La Plata e incluyó a mujeres
académicas, deportistas y del arte, entre otras representantes de diversas
actividades.
Las agraciadas recibieron una medalla de oro
y en el caso particular de doña Ofelia y de Giselle, se informó que la
distinción tuvo por objetivo resaltar la tarea de ambas en la formación de la Sra. de Kirchner.
"Pienso en Eva Perón y en Cristina como
dos mujeres emblemáticas y como ellas tantas compañeras que ponen el mismo
temple para sostener a su familia y a sus barrios", dijo en su discurso el
vicegobernador Gabriel Mariotto.
Que nadie piense entonces que el
reconocimiento fue por haber contribuido al logro de su condición de exitosa
abogada, ni como principal protagonista de esta dudosa “década ganada”, la protección
a su cuestionado Vice, la contención de la inflación, su excelente relación con
el Papa Francisco o la modernización del país, entre otros aspectos salientes
del modelo nacional y popular.
Porque en realidad, la distinción y las
doradas medallas no fueron para la Sra.
Presidenta sino para sus dos directos familiares.
Para un vasto sector de la población
argentina es probable que se haya tratado de un acto de justicia, aunque para
otros no pocos, fue una acabada y lambiscona expresión de dócil e interesada
obsecuencia política de alguien como Mariotto, con vocación de eternidad en su
cargo actual o en algo superior.
Y como siempre me encantó el compromiso de la docencia aunque no
pueda ejercerla por carencia de título, no he perdido mi sentido solidario a la
hora de facilitar la tarea de mis queridos colegas.
En tal sentido me he permitido recopilar,
con el animo de enriquecer las eventuales crónicas acerca de ese acontecimiento
social y político que tuvieran que preparar, una serie de sinónimos con los
cuales para no caer en redundancias, podrán referirse al Sr. Vicegobernador de la Provincia de Buenos
Aires, don Gabriel Mariotto, dentro de un marco de respeto.
Apelando al diccionario de la RAE y su anexo de sinónimos
encontramos los vocablos sumiso, rendido, sometido, vasallo, fiel, reverente,
esclavo, pupilo, manso, obediente, servil y obsecuente, sin que ellos sean
todos porque siempre hay que tener la paciencia de hurgar.
Por eso hurgando en los rincones de mi
biblioteca que es un monumento al desorden, un canto al caos, el desbarajuste,
el desparramo, la anarquía, el laberinto y el enredo, tuve la fortuna de caer
al encanto del lunfardo, ese “slang” rioplatense que muchos dicen dominar
aunque ni siquiera son capaces de traducir lo básico.
No fue una sorpresa, porque tanto en prosa
como en verso aparece una sinonimia avasallante para el caso que de ninguna
manera me pienso guardar y vamos al grano: olfa, chupamedias, adulador,
rastrero, manyaoreja que es un italianismo; lamesuelas, batilana, oleculo,
alcahuete, alcaucil y otros no tan caballerosos y educados.
Me encantaría fracasar en la materia
“futurología”, porque ya estoy viendo que en plena campaña a alguien -no creo
que a Mariotto porque seguro lo retaron- se le pudiera ocurrir realizar una
ceremonia similar y distinguir a D’Elía por su diplomacia y a doña Hebe, por su
valiosa contribución a la honestidad, la concordia y el idioma.
MAS DELA MEGACAUSA
MAS DE
El principio de igualdad ante la ley,
consagrado en el artículo 16 de nuestra Constitución, establece que todos los
seres humanos son iguales sin privilegios de sangre, nacimiento, fueros
personales ni títulos de nobleza.
Sabemos que el Estado a través de la
política criminal ejerce el control social, comprendiendo desde la fase
legislativa hasta la ejecución de la pena y
Zaffaroni define a la pena como un "hecho político, un hecho de
poder".
Y si de ejemplos se trata nada mejor que la
pena sufrida por los imputados en la causa del Registro de la Propiedad , que fueron
encarcelados durante años, violentando toda garantía constitucional, sin haber
pasado previamente por ningún juicio.
Los delitos de cuello blanco como el tráfico
de influencias, la corrupción y el enriquecimiento ilícito, suelen envolver y
complicar a prominentes autoridades públicas.
El término de empleado público abarca desde
el más bajo jerárquicamente hasta los jueces, diputados y presidente de la República , pero sin
embargo a la hora de aplicar las leyes la conducta no es igual para todos.
Lo de la megacausa es un mojón porque
mientras que empleados inferiores del Registro fueron imputados y encarcelados
por estar en la agenda o en la sábana telefónica de otro imputado, denuncias
concretas contra altos funcionarios fueron desoídas o archivadas.
Resulta patético escuchar que se atribuya a
personas comunes, sin enriquecimiento ni fortuna, daño a la fe pública mientras
quienes fueran los verdaderos responsables del momento, sólo cambien de cargo o
de destino, sin investigación alguna y libres de sospecha.
Sin igualdad y con privilegios de
fueros, estamos lejos de la
Justicia.
CRISTINA
Y EL PAPA
Estuve leyendo con detenimiento un escrito
que su autor pomposamente tituló “Carta abierta al Papa Francisco”, donde
resumiendo, le cuestiona que vaya a recibir otra vez la visita de la presidenta
Cristina de Kirchner en el Vaticano.
Como si el pontífice fuera un mozalbete sin
experiencia, mi comprovinciano y colega Alfredo Leuco pretende torcer
decisiones que en este caso, más que Francisco, toma Jorge Bergoglio, ex máxima
autoridad de la Iglesia Católica
en nuestro país, y perfecto conocedor del paño.
Francisco ya lo reconoció días atrás, que
los políticos argentinos, de todos los colores, lo habían usado con el pretexto
de las visitas aparentemente desinteresadas que luego se tradujeron en
declaraciones altisonantes, difusión masiva de fotografías y en algunos casos
extremos pasó a ser figura en remeras y otras vestimentas.
Advertir de ciertos exagerados peligros a un
dignatario que ha sabido neutralizarlos a todos, es como ofender su capacidad
de raciocinio, su calidad diplomática y lo que es más, su condición de jefe
máximo -con perdón de la palabra así utilizada- de la iglesia Católica.
A lo mejor el Papa recibe a la Señora porque esta vez y
hasta ahora no es candidata a nada y en ese caso los intereses propagandísticos
quedarían desvirtuados, relegados a un mero plano social y diplomático por
tratarse hasta ahora de una jefa de Estado.
Jorge Bergoglio es grandecito, ha sabido
capear más de un temporal que le vino desde adentro, como las barbaridades que
se dijeron de él desde afuera, por parte de quienes ahora dicen respetarlo
después de haberlo humillado y vilipendiado, de lo que jamás se disculparon.
Dejen que reciba a la Sra. Presidenta como lo haría
con Morales, Castro, Pútin, Bachelet, Dïlma o Maduro.
Jugando como local allá en la
Santa Sede , Francisco será quien ahora
ponga los puntos sobre las íes, de las tantas íes que el Papa ha venido
atesorando celosamente desde mucho antes de aquella histórica fumata blanca.
Es Papa, es bueno, es diplomático, es
condescendiente y es sobre todo política e ideológicamente indulgente.
Y de cándido, ya lo verán, no tiene nada.
SOBRE EL SAMURAI
Nunca consideré prudente ni aconsejable
tratar como “justiciero” a nadie que hiciera justicia por mano propia y menos
aún cuando existe una lamentable y sangrienta violencia de por medio.
Aunque nuestra Justicia tenga el rótulo de
ser lenta, pachorrienta, burocrática y siestera, preserva esa majestad que como
justicia y todo lo que encierra el término, luce en incontables circunstancias.
Yendo a los hechos y opinando más desde la
lógica que desde la pasión, la indignación, la impotencia o la bronca, me
permito opinar que el ser humano, por lo general, reacciona defendiendo lo suyo
cuando advierte que nadie más lo hace por él.
Cuando es el Estado el que debe proveer
seguridad y amparo por las vidas y los bienes de la comunidad, y ese cometido
está lejos de cumplirse, las actitudes individuales por desesperación son la
consecuencia lógica.
Porque si existiera prevención policial en
lugar de pasear patrulleros y controlar a los laburantes que se desplazan en
motos, la policía desbaratara las madrigueras donde bien conoce que están los
delincuentes, estos episodios serían solo cosa de la televisión o del cine.
Si la policía actuara en serio y sin
ataduras de ninguna clase contra el escandaloso crecimiento de la fabricación,
alargamiento, distribución, venta y consumo de sustancias prohibidas, el índice
delictivo descendería hasta el punto de poder mostrarlo a la comunidad, acción
que desde hace tiempo se oculta bajo siete llaves, por vergüenza propia o para
esconder la propia incapacidad de combatirlo.
Un hombre reaccionó violentamente dentro de
su casa, después que lo redujeron a la impotencia y torturaban a su familia.
¿Tendrá idea el fiscal actuante de lo que
eso significa?
¿Puede un juez colocarse tan solo un
instante en el lugar de la víctima y buscar protegerla, en lugar de
investigarla como ahora lo está haciendo?
Es obvio que el procedimiento es legal, que
se ajusta a las leyes, pero vivimos instancias lamentables y horrendas en que
la ley casi no existe, superada por el mayor poder de quienes la violan.
El hombre de Cerro Norte, modesto laburante,
no tiene la culpa de la inoperancia preventiva de quienes debieran ampararlo.
El es solo una consecuencia.
Una consecuencia filosa, pero consecuencia
al fin.
CLOACAS COLAPSADAS
La ciudad puede tener muchos problemas como el caos urbano, el
reinado de las tinieblas, el descuido de parques y plazas, la desatención de
los semáforos, las casi permanentes paralizaciones parciales o totales del
transporte de pasajeros o las diarias injurias a las que nos someten las dos
empresas que dicen -y cobran muchísimo por no hacerlo- que son responsables de
la recolección de residuos domiciliarios y limpieza de calles.
Todos esos dramas que ya son parte de la
penosa rutina de los cordobeses capitalinos, son menores y casi podemos decir
insignificantes, cuando se comparan con el colapso de la red cloacal y sus
consecuencias insalubres y poco atractivas al olfato.
No es grato para nadie vivir acosado por las
heces y su peligrosa condición de apestante del ambiente.
Es cierto que se ha hecho bastante encarando
obras que no se ven y casi no sirven para florearse en una campaña electoral,
pero que son, básicamente, para mejorar nuestra calidad de vida.
Lo que ahora se impone es una toma de
conciencia de los vecinos que deben entender que esos sistemas a veces colapsan
por la ignominia de arrojar a las colectoras elementos que entorpecen su
funcionamiento.
La mala leche de sostener que si colapsa el
sistema tiene la obligación de arreglarlas la municipalidad porque para eso se
pagan impuestos, es de una triste bajeza cívica.
Y peor aún, cuando es fácil advertir, que
más allá del daño pretendidamente atribuido a descuidos, no es otra cosa que
indisimulable sabotaje, de aquellos que nunca faltan a la hora de oponer
posturas políticas o ideológicas.
La ciudad es de todos, todos tenemos la
obligación de cuidarla porque serán quienes nos sucedan los que la gozarán como
nosotros alguna vez la gozamos.
La ciudad no es de Mestre, ni será de
Dómina, de Olga ni de Mongo, sino que seguirá siendo nuestra, de los que la
amamos, la cuidamos y la respetamos.
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