3 de enero de 2016

S.L.B.: BIENVENIDO 2016 - CONTROVERSIA CON LOS JUBILADOS - EL JUEGUITO DEL VERANO - EL SEMI ABANDONO DE LA CIUDAD - EN FERIA, LA MEGACAUSA DEL REGISTRO - MALTRATO A LA COLEGA KARINA VALLORI - EL MENTIROSO NUNCA JAMÁS DE LOS CORTES DE LUZ - ¿QUÉ LE PIDEN LOS NOTABLES A LOS REYES MAGOS?, etc.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 3 de enero de 2016 emitido por AM580 Radio Universidad de Córdoba.

¡BIENVENIDO 2016!


   Aunque tengas un día más, te esperábamos con ansias.
   Varios han sido los años inquietantes que los desencuentros nos empujaron a pensar en la desintegración social, en la mal planteada batalla de pobres contra pobres, de obreros contra obreros, de laburantes escogidos contra laburantes postergados, de jubilados con privilegios contra jubilados con hambre, de encandilados con el modelo contra ilusionados por otra cosa, de ciudadanos respetuosos contra ciudadanos autoritarios …
   Fueron más las cosas que nos separaron que aquellas que intentaron unirnos.
   Fue -desde ambas veredas- privilegiar el vaso medio vacío por encima del vaso medio lleno.
   Fue mirarnos con inéditos odios utilizando afrentas nuevas.
   Para muchos lo importante era dejar la mecha encendida en lugar de permitir que entre todos encendiéramos la esperanza.
   El interrogante de qué fue lo que nos separó a amigos de amigos, a parientes de parientes, a papistas de papistas, a peronistas de peronistas, a radicales de radicales o a derechistas de derechistas quedará para el juicio insobornable de la historia, pese a que todos los argentinos -todos- algún protagonismo en tal sentido nos reservó la realidad diáfana para muchos y turbulenta para otros.
   Llega el 2016 con su recóndita inocencia y en la virginidad de ese almanaque seremos los argentinos de buena voluntad los que inscribamos las fechas trascendentes que superen a los tiempos, a las lejanías, a las diferencias que tanto nos han distanciado.
  Queda mucho por hacer, resta mucho por potenciar (no caigamos en la trampa de pensar que todo lo que se hizo está mal) y es mucho también lo que merece respeto sobre todo de quienes no lo hicieron, hacia quienes lo están intentando.
   Hemos pisado el invicto umbral de un nuevo año.
   Sepamos aprovecharlo con el patriotismo y el empuje de todo aquel que se sienta con la obligación de luchar por la Argentina grande, sin exclusiones ni privilegios; sin corrupción y con honestidad; con respeto por la opinión ajena e inmunizados contra los espejismos políticos, ideológicos y económicos; vacunados contra todas las formas que disfrazan a la demagogia; lejos de los populismos que emparejan hacia abajo.
   ¿Existen los milagros?
   El tema es para un eterno debate.
   Que nuestro milagro tenga forma de progreso, bienestar y calidad de vida.
   Tantas riquezas, vocación de grandeza, espíritu de sacrificio y el honesto esfuerzo son los componentes que lo hacen posible en la guerra frontal contra las utopías.
   Ya estamos en el 2016 con burbujas y estrellitas en el alma.
   No es sólo un año más aunque para los viejos sea un año menos.
   Es el año nuevo que merece ser recibido con el corazón pleno de ilusiones, anhelos y perspectivas.
   Los argentinos merecemos que sea un año fundacional.

CONTROVERSIA CON LOS PASIVOS


   La inusitada manchancha de beneficios que tuviera el delasotismo inicial con jubilaciones anticipadas y otorgamientos por miles a quienes no habían aportado jamás ni un mísero peso, puso en terapia intensiva a los números de la Caja que otrora lucían al menos ordenados.
   Así y todo las cosas se mantuvieron más o menos en un carril de tranquilidad, hasta que desde el gobierno echaron mano a esos aportes para destinarlos a fines que lejos estaban de satisfacer íntegramente a los auténticos y genuinos pasivos, esos que le prestaron a la Caja sus dineros mensuales para que los administrara y no para que los dilapidara.
   Ya en etapa de recuperación no quedaba otra salida que ahuyentar de la conducción a los verdaderos dueños de la Caja que son los jubilados, decretándose una intervención que lleva ya una punta de años y según sostienen, con los números en un pronunciado tobogán, pero manejados políticamente desde la gobernación.
   Ya terminó según dicen, el sainete de vos me debés, yo nada te debo que ocupó las marquesinas durante demasiado tiempo hasta que con histórica demora la justicia le dijo a la Nación que tenía que pagar lo que estaba adeudando.
   Pero como parece que los números en rojo de la provincia son tan contundentes, que ni con eso alcanzaba, sumado a la perversidad de un diferimiento del pago de los aumentos, en cifras enormes que eran como ponerle una curita a un elefante bombardeado por decenas de cazadores.
   Entonces, a la hora de la triquiñuela, vino esa otra genialidad de ponerse al día con los aumentos, pero franeleando de tal manera los números de las liquidaciones que pasó a ser un acto de justicia, la certeza de pagarles menos que antes.
   ¡¡Ahh!! Pero eximen a muchos del pago del impuesto inmobiliario, sin decir, por supuesto, que ese ahorro de los viejos ya lo estaban escamoteando con el maligno jueguito de las liquidaciones.
   Así están las cosas, mientras los funcionarios juegan a que son generosos y justos, los viejos les están sirviendo a los gremios estatales -manejados como bien lo sabemos desde el poder- para que protesten con tal pretexto, mientras van acomodando sus demandas de futuras paritarias.
   No hay mucho para celebrar ni aplaudir, pese al enorme despliegue publicitario desatado en torno de esta cuestión que debiera avergonzar a los gobernantes.
   Porque si los capos del sindicalismo estuvieran en serio junto a sus bases, no se hubiera visto abrazados en el festejo de no sabemos qué a José Pihen -dirigente delasotista de los empleados públicos- y Santiago Daniele, pontífice kirchnerista de los municipales, en una concurrida parrilla cordobesa.
   No fue posible, en la extensa mesa, detectar la presencia de ningún jubilado.

JUEGUITO DE VERANO


   No es de nuestro estilo realizar concursos y entregar premios porque estimamos que es una manera de mantener como rehenes a los escuchas, hasta que se anuncia a los ganadores.
   Por eso, esto de los jueguitos de verano no es otra cosa que una manera de pasar el tiempo sin tensiones pero con imaginación y creatividad, porque vamos a dar a conocer todas las respuestas de la participación de nuestros oyentes.
   Y este es el planteo inicial, especialmente para jubilados pero pueden participar quienes quieran.
   ¿Qué le pondrías en los zapatitos al ex interventor casi vitalicio de la caja de Jubilaciones de la Provincia y actual Ministro de Finanzas, Osvaldo Giordano?
   ¡A pensar, y si lo creen pertinente, con todo respeto!

EL TRISTE ABANDONO DE LA CIUDAD


   Días pasados un auto taxímetro fue parcialmente devorado más que por un bache, por una especie de aljibe urbano que alguien tuvo la genialidad de cavar en plena avenida Chacabuco.
   El resto de las calles dejó de contar con tareas de bacheo a las 8 de la mañana del día en que se inició la elección para Intendente Municipal, porque esa tarea fue parte esencial de la campaña.
  
Los cabrones vándalos de siempre rompieron la tregua que seguramente acordaron, y volvieron a destrozar luminarias y generar cortocircuitos en el sistema de iluminación de la ciudad, que volvió a ser campo propicio para el fortalecimiento de un hampa que ya sabe que las oscuridades son sus cómplices y que la policía está más preocupada en cuidarse entre ellos que hacia afuera.
   Los vecinos han sido desalojados de las plazas y la mayoría de ellas, tomemos como emblema a la de Alta Córdoba donde se instala una muestra con poquitos artesanos y demasiados “industriales” de mercaderías diversas, que ni siquiera dejan libres los bancos que antes se utilizaban para sentarse.
   La Plaza Colón ha pasado a ser una especie de asilo a cielo abierto, hediondo meadero y algo más donde se han aposentado los cirujas con sus clásicas pertenencias a bordo de changuitos de supermercados y los vendedores de películas ilegales.
   Es cierto que al problema social alguna solución hay que darle, en un país que durante años se cansó desde el poder, de negar una pobreza creciente y tan sostenida como desatendida.
   Ahora la ciudad merece que quien debe hacerlo, tiene la obligación de ocuparse de esa problemática para que cada ciudadano ocupe el lugar que le corresponde dentro de la sociedad si es que pretendemos calificarla como organizada.

  Las plazas publicas son para el público, no para los avivados que se disfrazan de artesanos o los que prefieren un hotel bajo las estrellas en lugar de un refugio para indigentes, de los que en la ciudad existen.
   La Municipalidad de Córdoba, es cierto, pregona sus desagües, las cloacas, los nudos y otras obras pero eso no basta para dignificar la calidad de vida de los cordobeses.
   Pero si de todo lo que recauda la Muni, en sueldos se va cerca del 70 por ciento, ni Mandrake podría encarar las obras pendientes, necesarias y tan postergadas por esa insaciable angurria sindical de priorizar lo que la mayoría no merece por encima de las necesidades de los vecinos.
   Alguna vez, y que sea pronto, llegará el momento de equilibrar esta balanza en la que el ciudadano injustamente desde hace bastante tiempo, lleva las de perder, con el agravante que lo esquilman con los impuestos.
   Y eso si, es una verdadera injusticia.

LA MEGACAUSA DEL REGISTRO

   Con el mes de enero sobreviene la feria judicial y muchos procesos, entre ellos la megacausa, presentan un receso al menos oficial en la espera de resoluciones, y digo oficial porque en la práctica, muchas de estas situaciones parecen estar en receso permanente.
   Quedó atrás el mediático y pomposo "lanzamiento" de la causa con el ruidoso  allanamiento y publicitadas detenciones.
   Ningún diario escribió después que aquellos primeros presos fueron sobreseídos de sus acusaciones.
   Durante años las prisiones, juicios y condenas ocuparon coloridas contratapas pero nadie publicó las absoluciones ni los Dictámenes Internacionales que expresaron que lo actuado violaba toda normativa vigente.
   La febril diligencia para perseguir y apresar se acompañó de una lenta, tranquila, pausada y meditada investigación de los acusados detenidos, que, sin apuros, desembocó en condenas efectivizadas por la inercia del encierro cuya confirmación “a posteriori” es legítimamente cuestionable. 
   En la contracara, denuncias e incluso cámaras ocultas que involucraron a allegados al poder gobernante se manejaron con estricto secreto de sumario por parte del Poder Judicial y, por supuesto, con constitucional libertad.
   Todo acallado ahora, sabemos que la problemática continúa vigente, esperanzada en el destape de alguna verdad.
   La justicia viene lenta… lenta.
   Las condenas son “express”.

LA AGRESIÓN Y LA INACCIÓN


   Los periodistas sabemos, al abrazar la profesión, que nos entregamos a una tarea de alto riesgo aunque no estemos destinados a cubrir  una  guerra u otro episodio bélico que haga  peligrar la vida.
   Lo triste es cuando la prepotencia a caballo del alcohol -o de otras sustancias- transforman en “valientes” a delirantes descerebrados, que para asegurar su impunidad por los daños que ocasionan pretenden que el periodismo no documente una realidad.
   Nadie más que la dirigencia  debiera  neutralizar  el  previsible y peligroso accionar de esos elementos antisociales. La función de la policía en las protestas gremiales, no se debe limitar sólo a cuidar el lugar ni para impedir que se dañe el césped de  las plazas,se quemen los árboles y rompan vidrieras, sino garantizar como sea el estricto cumplimiento de las leyes.
   Otra vez y ya van tantas, que no vale la pena recordar porque han sido episodios de violencia extrema, perpetrados frente a la presencia de contingentes policiales que se limitaron a la tarea contemplativa de acompañar a los manifestantes abriéndoles el tránsito y vulnerando -a sabiendas- los derechos del resto de la población a circular libremente.
   De los enormes daños al patrimonio ciudadano -contenedores, vidrieras, automóviles, mercadería, bancos de plazas, arbolado, etc.- no se sabe que alguien haya pagado por ellos en lo material ni en lo penal, con lo cual por más que se lo niegue, hay una grosera consagración de la impunidad para los piquetes sindicales de protesta.
   De los periodistas golpeados por los manifestantes ampliamente identificados, en Tribunales hicieron parodias de actuaciones para dejar todo en la nada, y cuando esos hechos se hicieron públicos con profusión de imágenes, no se recuerda que un solo fiscal se haya tomado el pesado trabajo de actuar de oficio salvo en este caso.
   Resumiendo, estamos desprotegidos por la ley y están más amparados los violentos tal como sucede en nuestra sociedad: los honestos nos vemos obligados a vivir entre rejas de protección mientras los delincuentes andan sueltos y a sus anchas.
   ¿Por qué maltrataron, humillaron y golpearon a la colega Karina Vallori, joven pero con elevada experiencia en coberturas callejeras, abogada y movilera en TV? Por dos razones: una por tratarse de una mujer, “bocadillo” para los patoteros -contra un hombre se irían en caca-  y otra por cometer la torpeza de trabajar en lo suyo, documentando una demanda gremial que tendrá sus razones pero nunca tan valederas como para castigar cobardemente a nadie.
   Y la policía, de privilegiado testigo, sin actuar frente a la flagrancia de una agresión que pudo haber tenido peores consecuencias, mostró una actitud que da pié para pensar con fundamento que las instrucciones recibidas de su recóndito jefe no incluían preservar la integridad de nadie, salvo la propia.
   Y como en las obras de final previsto y sin sorpresas, salieron las voces grandilocuentes de la corporación sindical repudiando el hecho, cuando todos sabemos que son los malos dirigentes los que motivan y arengan “a su tropa” en las asambleas en cuyos escenarios (¿quieren fotos?) por lo general suelen quedar muestras de ciertas inclinaciones como característicos tetras de cartón y latas vacías, etc.
   El Gobierno de la Provincia emitió asimismo una declaración imperdible sosteniendo que “la libertad de prensa es uno de los principales pilares de la democracia y entre todos debemos defenderla y respetarla”, que es precisamente una de las grandes omisiones como en el caso que ahora nos ocupa.
   No faltarán quienes se quejen por la reacción mediática tratándola de acción corporativa, y la verdad es que si no nos defendemos nosotros, está visto que la autoridad no se toma ese trabajo, al menos de garantizar la integridad de nadie salvo de la propia, de las vallas y de los funcionarios acovachados en sus despachos.
   El ataque perpetrado contra Karina Vallori, Marcelo Carretero y Antonio Pissoni solo por documentar una protesta y “por pertenecer Canal 12 al grupo Clarín”, ha sido una deleznable muestra de incivilidad e intolerancia, llevada a cabo por patéticos exponentes de la derrota, trasnochados nostálgicos de lo que no supieron defender.
   Con el material gráfico y fílmico existente, más los testimonios, la Justicia tiene casi hasta las impresiones digitales de los autores como para encartarlos debidamente, para que estas situaciones no se vuelvan a repetir porque vulneran incluso la legitimidad de cualquier reclamo porque la violencia pasa a ser protagonista.
   Y de paso, también puede servir para que las autoridades policiales se aboquen a la tarea de hacer leer algunos artículos del Código Penal a sus efectivos, como para que sepan a qué atenerse en situaciones conflictivas cuando ante sus ojos se quebranta la Ley.
   De policías espectadores que acompañan las marchas donde la Ley pasa a ser un estropajo, ya estamos hartos.

CORTES DE LUZ DEL NUNCA JAMÁS


   Es patéticamente gracioso a veces rebobinar la historia reciente escuchando discursos de campaña, o aquellos que se pronuncian cuando hay que defender a ultranza alguna evidente carencia del gobierno, especialmente si de justificar servicios pésimos se trata.
   En tal sentido hay dos organismos, uno autárquico y otro privado que se pelean por los lauros y esos son EPEC y Algas -perdón- quise decir Aguas Cordobesas.
   Cuando las aguas bajan turbias por falta de purificación o como se le llame técnicamente, las culpas nunca son propias sino que es necesario echarle el fardo a otros factores como las lluvias, la contaminación, el viento que arrastra tierra, los yuyales en las orillas de los ríos o el herrumbre de las compuertas.
   Ellos pese a todo ocupan el segundo lugar, porque el sitial de privilegio es para nuestra emblemática empresa que nos mal provee la electricidad más cara del país, hasta el punto que pagamos 13 veces lo que se abona, por ejemplo, en Capital Federal.
   Que se conozca, los porteños de las empresas eléctricas no reciben ningún premio a la eficiencia como aquí, que en casos de nivel gerencial llegan a seis dígitos una vez al año, como si lo que brindaran como servicio fuera de excelencia.
   Los gobernantes, desde los tiempos de la vela de cebo o de estearina hasta nuestra actualidad, prometieron siempre que “el año que viene nadie lamentará ningún corte, en invierno por el frío ni en verano por el calor o las lluvias”.
   ¿La verdad? Ya me las tienen así, de justificar su ineptitud y la mentirosa actualización tecnológica, basándose en la cantidad de estufas que se encienden en invierno y en los aires acondicionados que casi no paran a lo largo de los meses calurosos.
   Es claro: para los muchachos de la EPEC categoría indio eso de la bonificación por eficiencia es una conquista sindical intocable y es comprensible hasta cierto punto de vista.
   Pero ese premio a los caciques, cuando reconocen que la empresa es deficitaria, suena a joda; a burla hacia quienes estamos pagando una tarifa absurdamente elevada, y también porque cuesta que la EPEC  se haga cargo de los daños que provoca con sus cortes y variaciones de voltaje.
   ¿Cuántos comerciantes han padecido sin solución cuantiosas pérdidas de mercadería?
   ¿Cuántos hogares cordobeses sufren cortes sistemáticos a cualquier altura del año, con cuatro gotas locas o un viento que supere la categoría de brisa?
   Si el gobernador actual, de la tanda “tomala vos, dámela a mí” tiene pensado explicar lo inexplicable ooootra vez y decir que en el futuro no habrá más cortes, gracias a las inversiones y modernización, que piense otro discurso.
   A esa película estamos cansados de verla.

¿QUÉ LE PIDEN A LOS REYES MAGOS?

   El martes a la noche otra vez la ilusión en los más chicos y el endeudamiento en los mayores, marcará la hora de renovar aquella tradición del pastito, el balde con agua fresca y algún cabernet para los sedientos monarcas precursores del rally celestial.
   Llegan los Reyes Magos y se me pianta un lagrimón de nostalgias por aquellas noches en que queríamos dormir para que llegara la mañana y no queríamos dormirnos para conocer la realidad de aquellos que en sus camellos, pasaban rumbo a Belén, demasiado lejos para creerles y pensar en lo que engordarían si en cada casa comían y bebían lo que les dejaban.
   El ritual indicaba la cartita previa que por ejemplo hablaba años atrás de un mecano, un autito Matarazzo, la muñeca Pepona o esa otra que camina.
   Ahora los nenes piden el celu, la tablet o la play en una clara demostración de haberse modernizado, frente al histórico pasto y el agua que derrotaron a los tiempos.
   ¿Qué pedirán los famosos? Es la pregunta que siempre nos hicimos.
   ¿De la Sota pedirá un micrófono? ¿Schiaretti un  champú flequillero? ¿El joven Mestre una vacuna anti Daniele? ¿Máximo una banda gástrica? ¿Florencia un marido nuevo? ¿Macri pedirá un helicóptero inflable? ¿Ella, si, ella, una mini birome y dos hojas en blanco para escribir sus memorias? ¿Florencia de la V un bisturí? ¿”La Morsa” un escondrijo portátil? ¿Pihén un manual de ética? ¿Giordano un préstamo?
   Así podemos llegar hasta el infinito en cuanto a eso que se llama imaginación, sin olvidarnos de nuestros propios deseos que no dependen tanto de los reyes Magos sino de nosotros mismos.
   Más allá de todo lo obsequioso que puede ser un regalo, los argentinos nos mostraríamos más que contentos si nos trajeran honestidad, trabajo, solidaridad, inclusión sin intereses subalternos ni demagogias, integración y un regreso impostergable a una práctica penosamente lesionada en estos últimos tiempos: el respeto por el adversario.
   Solo con eso, nos sentiríamos inmensamente felices.




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