QUE LA VICTORIA SIRVA PARA ROMPER
TODOS LOS SILENCIOS Y LAS BARRERAS
Esta noche puede ser de reencuentros o de broncas; de alivios o de consuelos; de angustias o de alaridos, pero pase lo que pase será sin dudas una noche distinta, cuando en San Juan nuestra selección mayor intente quebrar su abulia, su inédita despersonalización y su cercanía con la carteluda soberbia que los argentinos no merecemos.
Un grupo humano individualmente poderoso -en lo deportivo y en lo financiero- asociado para el éxito y el placer visual no puede pasar tan abruptamente de la humildad que a veces tuvo y la pasión que despierta pese a todo, a la imposición de silencios, de barreras y de distancias que separen, en lugar de fomentar actitudes de unión.
La globalización nos ha permitido apreciar y evaluar la gallardía frente a su público por parte de jugadores de los equipos nacionales de Brasil, de Chile, de Inglaterra, de España o de Camerún en una comunión de afectos, autógrafos, fotos e incluso abrazos, todo lo que trasunta admiración, aporte de ánimo, esperanzas y motivación, como si hiciera falta cuando se trata de una competencia internacional.
Nuestra selección es distinta: desde la conducción -incluyendo a la AFA- se pregona un estilo de puertas abiertas y lo primero que compran son candados. Se aíslan, las expresiones de afecto les molestan, establecen “zonas de exclusión” alrededor del alojamiento como en donde entrenan y el caraculismo de los jugadores contrasta lastimosamente con el fervor de los fanáticos que los
admiran y los siguen sacrificando trabajo, estudios y otras obligaciones.
La gente es exigente y ansía resultados, anhela victorias y le aterra la antipatía de los exponentes de un estrellato que vienen mostrando algo parecido al desgano y la inacción, con un rictus de casi permanente fastidio ante los simpatizantes.
Colombia será una dura prueba. El equipo de Bauza deberá luchar contra el adversario y enfrentar a sus propios fantasmas que los vienen acosando con resultados negativos, fruto de una inexplicable incapacidad futbolística e indefinición de un patrón de juego.
Roguemos que nuestros compatriotas hayan abandonado su arrogancia para reemplazar esa imagen odiosa y actual de personas que son solitarias, porque en lugar de puentes construyen muros.
Gonio Ferrari
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