16 de noviembre de 2016

Argentina y Moscú 2018 ----------------------------

AHORA EL OBJETIVO ES CLASIFICAR SIN
LA ANGUSTIA DE PELEAR EL REPECHAJE

En el comentario previo de ayer que tuvo buen impacto en las redes, al titular para una de ellas debo confesar haberlo hecho como una expresión de aliento y en cierta medida llamando la atención sobre una actitud negativa que transformó temporariamente a nuestras estrellas deportivas en antipáticos personajes encerrados en su soberbia.
Textualmente, el título decía: “SI FRENTE A COLOMBIA ES VICTORIA, QUE SIRVA PARA ROMPER TODOS LOS SILENCIOS Y LAS BARRERAS” que como se advierte simplificaba una expresión de anhelo en la mayoría de los argentinos, desconcertados por la displicencia que el equipo lució a lo largo de los 90 minutos frente a Brasil.
   Volviendo a San Juan, no pasó desapercibida una reacción que tuvieron muchos hinchas que enrostraron a los jugadores su abulia, cuando gozando de un descanso dedicaron algunas horas a pasear o hacer compras. El mismo comentario al que me refiero decía en uno de sus párrafos: “La gente es exigente y ansía resultados, anhela victorias y le aterra la antipatía de los exponentes de un estrellato que vienen mostrando algo parecido al desgano y la inacción, con un rictus de casi permanente fastidio ante los simpatizantes”.
   El resultado de 3 a 0 frente a Colombia, al modesto entender de este periodista que no analiza las técnicas ni las estrategias pero sí sabe entender cuando se juega o no con las ganas necesarias, exhibió la entendible ciclotimia de Messi, anoche iluminado, autor de un golazo memorable y coautor y partícipe imprescindible de las otras dos conquistas, con lo que se reafirma aquello que desde ciertos sectores se niega: la “Messidependencia”.
   Gambetear al toque, franelear la pelota en terreno propio, jugar para atrás, son argucias pero no marcan ningún estilo que es precisamente lo que entiendo nos sigue faltando; un distintivo como lo tienen Brasil, Alemania, los españoles o los ingleses, por ejemplo, que se resume en una sola palabra que es “personalidad”.
   Merced a resultados ajenos que ayudaron, estamos al menos en la zona del repechaje que una vez supimos padecer, hasta que uno de los mejores equipos del mundo como era el nuestro debió medirse con Australia, que tiene un rugby espectacular pero que de fútbol, menos idea que el seleccionado del Vaticano.
   Roguemos que en la espera hasta marzo que se reanudan las eliminatorias, tanto la dirigencia como los protagonistas de nuestro quehacer futbolístico tomen conciencia de que contentarse con jugar el repechaje contra, por ejemplo, Nueva Zelanda o Tonga, sería de una desproporción lamentable por la historia y los blasones del fútbol argentino.
   Y de paso, que en ese tiempo se replanteen la última medida de “no hablar con los medios” que adoptaron tras la victoria ante Colombia, porque seguirán mostrando la hilacha de una soberbia no superada, castigando a quienes necesitan y merecen reflejar la realidad de nuestra Selección, por culpa de un solo imbécil “colega” que buscó notoriedad con un comentario descalificador.
   El silencio de la gente se hizo añicos con tres gritos.
   Las barreras de la autocensura aún están.
   Digan lo que digan, lo de anoche fue otro llamado de atención, con el ruego que por lo menos hasta el final de Moscú 2018 si estamos entre los finalistas, Lio Messi no se olvide de frotar su lámpara y que se cuide hasta de toser.
Gonio Ferrari

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