29 de abril de 2021

El Día del Animal

MUCHOS SON PARTE DE LA FAMILIA Y
NO SE TRATA DE  UNA  EXAGERACIÓN
 
   Me parece momento oportuno y alegórico para un llamado a la reflexión de aquellos que los maltratan, no tan solo a los carreros con sus pobres y atormentados caballos, sino a quienes en el ámbito hogareño, toman a sus mascotas como blanco para desahogar sus frustraciones personales, su encierro o las humanas diferencias ya sean familiares, vecinales… o matrimoniales.
   No olviden que un animal es un ser vivo.
   No piensa, pero siente el cariño y padece los castigos.
   A este homenaje, lo quiero hacer a nombre de tantos bichitos que andan allí por nuestra vida haciéndola más grata como pueden ser el Boby, Capitán, Zocotroco o Sultán si son perros; Caruso si es canario, Rayo si es tortuga, Chispa si es yegua o Chiara, Cleto, Bianca, Niki o Grisha en el caso de gatas y gatos sean del origen que fuere pero sobre todo al macho Fellini, mi pantera negra, ojos amarillos, marca techo, 21 años de edad y ocho vidas ya gastadas de las nueve que tuvo al nacer, quien es una compañía invalorable, ejemplo de fidelidad y garantía de ronroneo.  
   Aprendamos a quererlos y sobre todo a respetarlos, porque nos brindan su afecto sólo a cambio de un poco de comida, algo de agua,  muchas caricias y tolerancia a su condición de irracionales aunque algunos tengan instintivo criterio superior al de muchos humanos.
   Parece mentira, pero cuando uno recibe de ellos eso que para nosotros es amor, hasta puedo jurar que se les nota en la cara, aunque no sonrían pero te miran con un enorme agradecimiento en sus ojitos…
   Los cordobeses, creo que desde siempre, nos inclinamos por esa curiosa propensión a colocar sobrenombres pensando en los animales.
   Tengo los casos del Negro Araña, el Oso Tobi, el Cabrito Toledo, el Monito Carrizo, el Pavo Tobi, el Chivo Oulton, el Larva Milich, el Canguro Gamboa, el Pájaro De Allende, la Vaca Potenza, el Piojo Godino, el Caballo Loco Arroche, el Cuca(racha) Argañaraz, el Pato Cecchetto, el Cabeza de Chancho, la Gallina Sarmiento, el Pescado Ayen, el Puma Muller, el Gato Villalba, la Vizcacha Guerrieri, el Charabón Recalde, la Rata Ramos, el Lagarto Guizardi, el Pato Fernández o el Ladilla Rodriguez y muchos más. 
   Seguramente me olvido de ciertos ejemplares, y pido perdón si es que no me acuerdo de saludarlos ya sean gatos, perros, conejos, tortugas, canarios, cuisis, iguanas, itas, comadrejas, tejones, hurones, pollitos, arañas, potrillos, yeguas, peces, loros, culebras, cabritos, vizcachas, pumas, ranas, patos, curucuchas o grillos.
   Y recordemos que tener bajo tu dependencia a un animal, supone cuidarlo y protegerlo en su indefensión, frente a un mundo agresivo y ante personas que los explotan, los maltratan y los dejan morir.
   Extendamos asimismo el recuerdo cariñoso hacia los que nos dejaron y nadie me niegue -al menos para el humano sensible- la existencia de un duradero pesar frente a las ausencias.
   Vemos a diario en nuestras calles ejemplos lastimosos y parece que la Ley Sarmiento que ampara a los animales, no existiera por su aplicación tardía y caprichosa frente a una autoridad que prefiere mirar hacia otro lado (total, son animales) “y tienen cosas más importantes que hacer por los humanos” como por ejemplo hacer poco.
   Los bichos (dicho sea con cariño) abandonados porque sus amos no cuentan con recursos para mantenerlos, es otra de las lacras que sacude nuestra sensibilidad. Los animales son a veces los intermediarios por los que la Naturaleza con su sabiduría suele darnos algunas lecciones.
   Descartes decía que el mono es tan inteligente, que no habla para que no lo hagan trabajar y Chesterton, anticipándose a lo que vemos en televisión, reconocía pertenecer a esa clase de animales en los cuales la cola es importante.
   Debemos tener la grandeza de respetar a todos los seres vivos ¿no pensantes? aunque creamos que no razonan pues de sus conductas y pese a que muchos no lo tomen por cierto, suele ocurrir que secretamente ponemos en duda nuestra propia capacidad de pensar …y de sentir.
   Hoy para ellos, sin collar o la correa más larga, doble ración y el perdón, aunque el pichicho se confunda y piense que tu pantalón es un árbol o tu felino se ensañe con los sillones o las cortinas.
   Por eso y aprovechando la celebración, hagamos de paso un merecido, ritual y masivo desagravio a la lora, que inocentemente y sin que ella lo sepa, los malhablados se han apropiado de sus partes pudendas transformándolas en destino para aquellos, así sean amigos o adversarios, que odian o al menos molestan.
   A la lora argentina ¡salud!
Gonio Ferrari

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