25 de abril de 2021

S.L.B.: DEMORAS, SILENCIOS E IMPROVISACIONES EN EL ESQUEMA VACUNATORIO - YA SE HABLA DE UN BOLETO DE 100 PESOS EN EL TRANSPORTE URBANO - LAS AMENAZAS PARA EL COBRO DE TRIBUTOS NO CEDEN - ¿NO HAY MANERA DE DISMINUIR LA CRECIENTE INSEGURIDAD? - LA MEGACAUSA CON "DERRAPES" PARA UN JUGOSO ANECDOTARIO – NO HAY QUE ESQUIVAR LAS COMPARACIONES - DOS BECARIOS DE LA BUENA ESTRELLA: BOUDOU Y GRABOIS, ETC.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición nº 670 que emitiera la AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba, el domingo 25/04/21

Desorientación y expectativas
LA POLÍTICA DEL PARCHE REAFIRMA EL ESTILO DE
IMPROVISACIÓN  EN  EL  ESQUEMA  VACUNATORIO
 
   Es entendible que en tiempos de apuros y de prisas es como si los relojes y los almanaques aceleraran su marcha inexorable para pulverizar urgencias, adormecer esperanzas o condicionar para bien o para mal la vida de cualquiera de nosotros.
   En estos luctuosos tiempos de pandemia nos queda la impresión del vértigo, de algo así como si estuvieran juntos dos o tres martes, o sábados, como si ese tiempo se hubiera ocupado de saltearlos para envejecernos sin que nos diéramos cuenta.
   Para aquellos rehenes de la paciencia ilimitada de esperar la prometida segunda dosis, es como si más aún se abreviaran los días porque se suman de a dos o de a tres o más, alentados por esa presunción del olvido, o de la falla administrativa, o de la mentira lisa y llana de ir postergándolos en algunas ocasiones, por ser parte de aquella generación por muchos considerada descartable y no me acusen de ser exagerado, porque de esos casos hay cifras y testimonios.
   El tema es que se plantean las dudas más extremas que van desde la falta de vacunas, las equivocaciones en los envíos, las cancelaciones de vuelos, la reprogramación del esquema vacunatorio y de otros factores conexos a esta tarea ciclópea de inmunizar a casi 45 millones de personas, de seres humanos, de prójimos, cumpliendo con los anuncios oportunos de meses atrás, para que ahora la realidad nos convenza que fueron gruesos errores o el simple y pernicioso ejercicio de la demagogia.
   “Mirar el rio hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, saber que nos perdemos como el río y que los otros pasan como el agua”, supo decir Jorge Luis Borges en uno de sus celebrados e históricos poemas y no es un desubique citarlo porque para muchos de los que mandan, las demoras son sólo contingencias que de ninguna manera los afectan en SU salud.
   La seriedad impone terminar con los parches y los remiendos a los que desde tiempo atrás hacemos alusión porque siguen existiendo y pocos son los que se hacen cargo de su propia responsabilidad, afirmándose en esa penosa costumbre de evitar la autocrítica y sostener que los errores siempre son ajenos.
   Una manera de agradecer la dura tarea de los equipos de salud, su sacrificio, su entrega, su contacto permanente con el contagio y sus consecuencias, decenas de ellas que terminaron en casos fatales, es mejorar la calidad del operativo para que nadie siquiera vuelva a pensar en un relajamiento, sino en un refuerzo en la voluntad de ser eficientes.
   Dejemos de lado todo aquello que en su momento llevó a comparaciones de tipo dinerario exponiendo lo que reciben los beneficiarios de planes, los presos en las cárceles, el festival de subsidios y los pocos pesos que se dispusieran para quienes viven más cerca de la fatalidad que de la vida, y exijamos del poder una necesaria cuota de seriedad y amplitud, especialmente a la hora de informar a un país plagado de expectativas, de miedos y de encierros.
   Que por favor las autoridades retomen el perdido respeto a los tiempos.
   Y que se graben en el alma esas sencillas palabras de un grande de la literatura universal como lo fue Sèspier, o mejor dicho Shakespeare para que lo entiendan todos los gobernantes: “El tiempo es un magistrado muy antiguo que más tarde o más temprano llama a todos a su tribunal”.
 
Transporte urbano
DEMORÓ DEMASIADO PERO AL FINAL SE CONCRETÓ LA
PREVISIBLE  EXIGENCIA DE UN AUMENTO  INOPORTUNO
 
   Desde el 1 de enero de este año, la tarifa vigente para el boleto del transporte urbano de pasajeros está “enyesado” en 43 pesos, aunque realmente no haya sido utilizado con la intensidad que suele ser habitual en aquellos tiempos sin pandemia que tantas actividades limita o condiciona
   Es absolutamente cierto que la vorágine inflacionaria no hizo excepciones y que todo, absolutamente todo aquello que tiene precio, sufrió aumentos en algunos casos brutales y alejados de la realidad, aunque desde algunos sectores se esgrimiera la excusa que se trataba de productos estacionales y en tal sentido, me permito imaginar que el transporte colectivo también lo es en cierta y justa medida, por aquello de la demanda en períodos de actividad escolar.
   Y como actualmente vivimos y padecemos tiempos de ajustes de manera especial en los servicios a la comunidad, era de extrañar que los empresarios del transporte de pasajeros de Córdoba, siempre más preocupados en elevar las tarifas que en mejorar sus prestaciones de modo especial para hacer más rentable la actividad, no hubieran reaccionado en demanda de conciliar la implantación de un nuevo precio del boleto.
   Por allí trascendieron algunas intenciones alentadas desde el sector empresario del transporte colectivo, que hablan de una tarifa técnica, en caso de ser actualizada, de alrededor de 100 pesos y es para suponer que para el pasajero sería menor, por eso de los subsidios estatales que cubren parte del valor total del pasaje urbano.
   Se sabe que existen conversaciones con el poder concedente que es la Municipalidad, donde reconocen –tonto sería negarlo- que el panorama económico ha cambiado de tal manera que es imposible en muchas actividades mantener los valores que regían a comienzos de este año.
   Si bien el servicio -me comentaron que dicen en la FETAP- se cumple en un 85 por ciento lo que mucho dista de la realidad, si es que alguien se toma el trabajo de controlar las paradas, ha sufrido algunas alteraciones en los recorridos y disminuye sensiblemente por no sostener que desaparece, a medida que las oscuridades van venciendo a la luz diurna.
   Pero falta un detalle, o sea la repetición histórica de la mancomunada dupla demandante de aumentos que conforman, juntas y asociadas a tal efecto, la FETAP y la dirigencia sindical de la UTA, siempre dispuesta a dar ese empujón que se requiere para que una multitud de rehenes presione ante la comuna, para que una vez más y nunca se sabe por cuánto tiempo, los dejen de a pié.
   Absurdo sería que en tiempos de pandemia, cuando la sociedad reclama actitudes solidarias, alguna de ellas despertara en el sector empresario y cediera aunque más no fuera un mínimo porcentaje en beneficio del usuario, que es el más afectado por un sistema perverso que lo utiliza y basta con ver los resultados de las demandas y de los caprichos de la FETAP y de los gremialistas de la UTA.
   La historia nos viene mostrando que a esa solidaridad, un montón de veces, también la dejaron a pata…
 
Insensibilidad oficial en pandemia
NO AFLOJAN LAS AMENAZAS COMO ESTILO
IMPUESTO A LA RECAUDACIÓN TRIBUTARIA
 
   Hay que entender la crítica situación de las economías provinciales, para lo que basta una somera mirada a una realidad social que se complica a medida que transcurren los días sin que se avizoren soluciones, aunque se busque atemperar las tensiones con anuncios no siempre consistentes sino más bien esperanzadores de tiempos mejores.
   Porque al supermercado, a la despensa, el surtidor de combustible, a las escuelas privadas o a la feria barrial hay que ir con dinero contante y sonante dado que esas esperanzas que son moneda corriente, no sirven como medio de pago.
   En la misma medida que el drama individual o familiar pero multiplicada por millones -especialmente de dólares- es la preocupación de los gobernantes para cumplir con las previsiones presupuestarias sin dejar las obras necesarias, pendientes, en ejecución e imprescindibles para la gente, la atención de la salud, la seguridad, la justicia, la educación y los servicios que reclama cualquier comunidad.
   Es una simple cuestión de prioridades y la gente, el pueblo, es la principal.
   Debe ser por eso que pocas veces mirando hacia atrás podamos recordar algo parecido a la actual desesperación estatal por recaudar y esto se advierte en todos los niveles tanto nacional como provincial y municipal.
   Se instrumentaron planes flexibles para ponerse al día con las obligaciones tributarias, se legislaron quitas en muchos casos apreciables, financiaciones extendidas y otras ventajas para que el ciudadano se pusiera al día y fuera bajando el nivel de endeudamiento generalizado, porque la consigna ahora parece ser pague ya, aunque pague menos de lo que debe, pero pague ya, hoy, a lo sumo mañana, pero déjele dinero a un Estado exhausto y comprometido seriamente por los requerimientos propios de la atención de una situación pandémica como la que padecemos.
   Pero que las cosas se hagan con suavidad y respeto, debiera ser una obligación del Estado y no apelar a la amenaza directa de acciones judiciales, secuestro de bienes, remates y otras consecuencias con las que aprieta a gente mucho más necesitada que ellos, que tienen la maquinita y no siempre la utilizaron para beneficiar a la ciudadanía.
   Es cierto que los procuradores viven de eso, pero no es cuestión de aprovecharse de esta situación extrema para asestarle en la cabeza y en el corazón de la gente, una severa preocupación más.
   Para mucha gente, esas amenazas de ejecución son peores que el virus, porque a la vacuna, que es la sensibilidad social, la tienen los que mandan, que son quienes los están amenazando.
   Porque a eso, por lo general, lo hacen los desalmados.
   Y los usureros…
 
Parece que las soluciones no existen
¿ES QUE EL PODER  NO  ENCUENTRA  LA  MANERA POR
LO MENOS DE DISMINUIR LA INSEGURIDAD CRECIENTE?
 
   A decir verdad, muchos fuimos los cordobeses que celebramos por acertadas, las últimas modificaciones impuestas por las autoridades provinciales en su intento por optimizar los servicios policiales y por ende, hacer que la inseguridad cediera terreno a un perdido y añorado ambiente de decencia ciudadana y un fracaso de los mercaderes de la violencia, del asalto, del crimen y del daño.
   Poco es lo que se ha conseguido en materia de recuperación de la tranquilidad porque los delitos no han disminuido en su cantidad, han aumentado en cuanto a su violencia y la ciudadanía vive sobre ascuas y ha pasado a ser determinación de riesgo salir con la certeza absoluta de regresar indemne.
   Los narcos se florean por las calles y de noche atruenan con sus poderosos coches, sus ruidosas motos que cuestan más que esos autos, se sabe dónde están sus madrigueras, quienes son sus operadores para el estiramiento, venta mayorista y al menudeo pero es secreto el detalle de quienes los apadrinan para consagrarles de tal manera una impunidad tan dañina y mortal.
   ¡Bahh! La gente no es tonta, tiene sus sospechas y las afirma en algunos súbitos enriquecimientos, en ciertos despliegues de poderío y en otros detalles que no se les debieran pasar por alto a las autoridades, enamoradas ahora de la compra de insumos y nuevo material para la fuerza azul, de la anunciada formación profesional de los candidatos a los que convoca y de otros espejitos y piedritas de colores con las que muchos se hipnotizan.
   Los barrios que antes fueron catalogados y estigmatizados han recuperado cierta tranquilidad no porque hubieran conquistado la paz, sino porque la situación se igualó para abajo: toda la ciudad es ahora una gigantesca e incontrolable zona roja donde el delito reina por encima de la decencia, de la tranquilidad quebrada y de la paz que ya no existe.
   Se han probado varios sistemas de ataque a la delincuencia en lugar de centrar el esfuerzo y el gasto en la prevención, pero se insiste en sostener que se acude con urgencia a un hecho, cuando con la prevención adecuada, ese hecho se hubiera evitado.
   En fin, son puntos de vista de los técnicos, pero el común de la gente no necesita asesores, magos, siquiatras o estudiosos para llegar a la conclusión que únicamente la presencia de policías honestos y comprometidos con la ética, es lo que ahuyenta a los malvivientes.
   Y otro detalle, que alguna vez se coordine con la Justicia una actuación diligente, sin trabas ni tantas exigencias hacia aquellos ciudadanos voluntariosos que quieren ayudar no en función de batidores, sino de custodios de sus semejantes, pero les exigen tantos detalles de los sospechoso o ejecutores de un delito, que la pérdida de tiempo asegura el fracaso de ese cometido de colaborar.
   Es para rogar que esas intenciones de profesionalizar y adecentar en serio a la fuerza, tarea que lleva su tiempo, esfuerzo y sacrificio, no se detenga, en homenaje a toda la gente que sufrió y sufre a la delincuencia y a los abnegados policías que perdieron sus vidas precisamente por falta de protección y de vigencia de una política integral de seguridad.
   Roguemos que de aquí a un año no tengamos que usar este mismo comentario porque las cosas en nada cambiaron…
 
Megacausa del Registro de la Propiedad
RISUEÑOS “DERRAPES” COMO PARA ENTENDER
VARIAS  DUDAS QUE RODEAN A ESTA CUESTIÓN
 
   De tantos años de reclamos se pueden rescatar curiosas perlitas del accionar judicial en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba. Una de ellas cuando un testigo, citado por la misma Fiscalía, manifestó que un alto funcionario a cargo, a quien mencionó con nombre y apellido, no podía desconocer lo que sucediera en el Registro, ya que nada se hacía sin consultarlo, motivando que los camaristas de la comisión especial, ordenaran apagar la cámara de filmación, que no era de ningún canal, sino contratada por el Poder Judicial a pedido de los imputados del juicio.
   Otra más cuando una mujer, trabajadora de un campo, manifestó que el primer día del juicio, después que le leyeron la acusación, dijo que se hacía cargo porque su Asesor, el defensor oficial del estado, le dijo que tenía que mentir, porque si no, la iban a meter presa.
   Hay otras, como el escrito del Juez de Control que mantiene a dos imputados en prisión reconociendo que no existen pruebas contra ellos, ni testigos que los acusen, ni firmas, ni escrituras de su parte, pero que él está convencido de su culpabilidad, o el caso del hombre acusado de apropiarse de un inmueble de su legítima propiedad, al que después de juzgarlo y condenarlo se lo devolvieron.
   Y de respetable tamaño e incidencia, el novelón judicial en el que el Fiscal de la causa acusó al Juez de haber cobrado coimas para liberar a un preso y el Juez le respondió reprochándole todas las veces que le había dado la razón (evidentemente por sus palabras, sin que la tuviera). Hay muchas más, como para hacer un collar, que difícilmente podrá ostentar o lucir justicia. 
 
Cómo estamos con relación al mundo
HAY  SITUACIONES  EN  QUE  COMPARAR ES UNA
FORMA DE AYUDAR A QUE MEJOREN LAS COSAS
 
   Vivimos en una sociedad altamente competitiva en todos los aspectos más allá de lo deportivo porque en política, en economía, en medición de inflación, pobreza o desocupación nos desvivimos por ser los mejores o al menos solemos conformarnos con ocupar un lugar en el podio y los menos pretenciosos son felices con no ser los últimos de la tabla, esos con destino al descenso de categoría.
   El tema Covid 19 no es una competencia como para que podamos enorgullecernos acerca de los índices de mortalidad por número de habitantes, cuando nuestra preocupación debiera concentrarse en mejorar las prestaciones sanitarias para que pudiéramos salir airosos y felices por el logro de la supervivencia, que es en realidad el claro objetivo que cada uno de nosotros atesora en el fondo del alma. No es cuestión de mutar el hecho de sobrevivir por la desgracia de sobremorir, porque eso equivale a entregarse a la fatalidad sin luchar.
   Las estadísticas mundiales batallan por erigir a sus protagonistas en líderes universales, cuando el objetivo de la Humanidad en su conjunto y sin excepciones debiera ser acrecentar el sentido solidario para salvarnos los que podamos, pero sin olvidar al prójimo sufriente que está disminuido por cualquier razón para encarar su lucha contra la adversidad.
   Serìa de imbecilidad absoluta y de egoísmo irreparable bajar los brazos, por aquello de nuestro natural instinto de conservación, pero que sea sin egolatrías ni tontos individualismos porque todos, ahora, somos de riesgo sin respetar edad, condición social, conductas negacionistas ni actitudes de rebeldía.
   No perdamos de vista las tendencias dominantes ni los ejemplos así sean lejanos, porque es una buena manera de nutrir conocimientos acrisolando experiencias ajenas, pero lo hagamos sin el espíritu ni la práctica de una competencia absurda.
  Poco importa si estamos décimos, terceros o encabezando los números fatales de muertes, de contagios o de internados y nos hagamos fuertes en el acatamiento de quienes desde el poder nos guían, siempre y cuando los objetivos no sean ideológicos o políticos ni persigan metas personales o partidarias.
   No es un campeonato mundial ni una competencia universal, eso de pelearla al lado de la ciencia para quedarnos en este mundo, sino se trata de darle una manito casi insignificante individualmente pero sumamente valiosa en su conjunto, a las generaciones que vienen después de la nuestra.
   En cuanto a estadística de supervivencia pos-Covid al menos estamos dentro de los 15 líderes aunque se trate de una paraguaya nacionalizada argentina hace décadas: se trata de doña Casilda Benegas, actualmente radicada en Mar del Plata, ciudad en la que se vacunó después de haber sido atacada por el virus unos meses antes.
   Sería una noticia más dentro del cúmulo de buenas y malas nuevas con las que mediáticamente tanto se nos abruma y bombardea sin misericordia.
   Lo cierto es que el caso de “la abuela Coca” es más que especial, por tratarse de un claro ejemplo de supervivencia: la vacunaron unos días atrás, cuando cumplió… escuche bien… cuando cumplió 114 años.
   También ocupa el tercer puesto de América Latina y el 13° del mundo en cuanto a longevidad.
   La mujer más longeva de Argentina es un himno a la vida…  
 
Grabois y Boudou, afortunados…
DOS “BECARIOS” DE  LA BUENA SUERTE, LA “CÁRCEL”
CONFORTABLE Y LA BENDICIÓN DEL PAPA FRANCISCO
 
   Es tan cierto aquel dicho popular que sostiene aquello que muchos nacen con estrellas y otros estrellados, y no hace otra cosa que resumir parte de una realidad cotidiana no tan sólo de los argentinos, sino de cualquier ser humano, desde los esquimales del frío hasta los abrasados por los soles de todos los desiertos.
   En los últimos tiempos, si alguien ahondara en la búsqueda de especímenes representativos de esas dos resultantes de la vida y dejando por respeto a los que ya partieron, a los estrellados, para encontrar dos exponentes de los nacidos con estrellas, nos bastaría con mencionar a este emprendedor y vaticano muchacho de apellido afrancesado que no sé si llamarlo Grabois o Graboá, ustedes me sabrán perdonar mi derrape idiomático, en realidad uno de tantos.
   Y el otro caso, vaya casualidad, algo tiene que ver con los galos, porque aunque en su documento diga “Amado” sus íntimos le dicen cariñosamente “Aimée” y de apellido Boudou o Budú.
   Uno de ellos, y aunque a lo mejor dentro de un tiempo le pudiera hacer falta, en lugar de hacer realidad aquello de “hacete amigo del juez” optó por algo muchísimo más elevado y carteludo por excelencia, como haberse hecho amigo del Papa Francisco.
   En el otro caso quien para muchos inexplicablemente llegó a donde llegó, es probable que con el paso del tiempo y las gracias de las prescripciones, despierte más envidias que rechazos, dada su vocación por la multiplicación de billetes, dado que está preso con condena firme por haber intentado vender la maquinita enorme que los imprime.
   Lo que son las cosas y los juegos del destino: uno ahora pese a que se imaginaba dentro de este gobierno nacional & popular como ministro de algo, ha sido nombrado en un cargo de no sé qué ni viene al caso, en el mismísimo Vaticano.
   Dejará entonces de incitar a la toma de tierras, cortes de rutas, aprietes en general y acciones prepotentes, para no perder la santidad que sin dudas le ha sido conferida.
   Y Aimée, o Amado a secas, podrá gozar de sus ahorros conseguidos en la función pública porque ahora la juega de decente y nos quiere enseñar a los periodistas cuál es la mejor manera de informar sin distorsionar la verdad.
   ¿Sabe qué estoy sospechando? Y no lo tome como palabra santa ni conocimiento supino, sino por mera intuición: es capaz de sostener que sus motos Harley y otros bienes como propiedades, seguramente campos y algún autito con patente en un lejano pueblito, son la emergente del cobro en dólares de sus recitales como músico y cantante.
   No me vaya a batir que se lo conté, pero me comentó uno de sus ex amigos (porque perdió a varios pero ganó cómplices) supo confiarme que en un recital ejecutó como cinco temas sin parar y la gente ya mostraba algunos gestos de incomodidad y fastidio.
   Interrumpió su recital e inocentemente preguntó ¿qué quisieran escuchar ahora?
   Cuando alguien desde la platea le contestó “¡la radio!” el festival se terminó.
   Pese a todo él y Grabois o Grabuá pueden considerarse afortunados…

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