24 de mayo de 2013

EL VERDADERO PATRIOTISMO


  Cumplimos más de dos siglos como Nación y es como si no hubiéramos aprovechado las lecciones de nuestra propia historia.
Desde la escuela primaria nos vienen metiendo en la cabeza algo parecido a la simpleza sin complicaciones, para hacernos entender que la Patria es la Bandera, la escarapela o el Himno Nacional.
Los políticos en algo coinciden, al pensar a la Patria como la construcción de una obra gigantesca, para nuestro bienestar y para todos los hombres del mundo que quieran habitar su suelo.
Y en este 25 de Mayo, a 203 años de aquella gesta memorable, considero oportuno opinar qué es la Patria, al menos desde mi humilde condición de ciudadano.
La Patria debe ser el paraíso donde podamos vivir en paz y en libertad.
La Patria es decencia, trabajo, sacrificio.
La Patria no es la beca para no trabajar, ni el bolsón.
La Patria es honestidad, entrega, amor por las raíces y generosidad con nuestro prójimo.
La Patria es construir y no mentir.
Es buscar el bien común.
Es gobernar y obrar sin soberbia ni autoritarismo.
La Patria es administrar honradamente lo que tenemos y erigir aquello que necesitamos.
La Patria, por muchos bastardamente devaluada en su concepto, es educación, seguridad, justicia y salud para todos, sin elegidos ni marginados.
La Patria es el respeto a los que piensan distinto.
A la Patria -para no olvidarlo jamás- la hacemos en la ciudad y en el campo.
La transpiramos en la calle, en las escuelas y en el surco.
Más nos demoraremos en gozarla, cuanto más nos demoremos en construirla.
Y la vida que merecemos los argentinos, por las riquezas que la Patria tiene, nos lleva más de dos siglos de ventaja.
Nos estamos resignando, peligrosamente, a perder demasiado tiempo mientras seguimos esperando aquella Revolución que se inició en 1810.
A la Patria enferma no se la cura con jarabe de pico, dijo Anzoátegui.
La Patria no es un reñidero donde las pasiones se desbordan y la violencia nos domina.
La Patria es el diálogo, el disenso, la discusión, el debate.
La Patria no es de civiles ni de militares, sino de argentinos.
La Patria no es Lanata, ni es fútbol para todos.
La Patria no es Menéndez, pero tampoco lo es Firmenich.
No lo es de los ricos ni de los pobres, sino de los ciudadanos probos y honestos.
La Patria se dignifica con el trabajo, y cuando no hay, es necesario crearlo, porque la Patria es producción más que subsidios.
La Patria es también rebeldía ante lo injusto, cariño por lo nuestro y respeto hacia el prójimo.
La Patria envilecida por la corrupción, solo se cura con justicia independiente.
A esta Patria la haremos grande cuando estemos unidos, y juntos ahuyentemos a los fantasmas de la discordia y las miserias que se fortalecen con los resentimientos.
Parece mentira, que a más de dos siglos de su nacimiento, la Patria todavía no tenga definida su identidad.
La tendrá sin dudas, cuando podamos coincidir pobres y ricos, ciudad y campo, profesionales y estudiantes, civiles y militares, peronistas y radicales, liberales e izquierdosos, rubios y morochos, en que la única bandera del país debe ser el esfuerzo con decencia.
Ese día maravilloso, marcará la verdadera fecha de nuestro alumbramiento como Nación.
Trabajemos juntos, empecemos ya, para que la desunión y los desencuentros no sigan siendo más rápidos que los almanaques.

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