LO UNICO QUE FALTA ES QUE LA CULPA SEA DE
ESCHOYEZ
Cuando
alguien asegura que nunca más sufriremos cortes de energía y promete lo que
sabe que es imposible de lograr, queda consagrada la defraudación a las
expectativas de la gente apenas vemos que se apaga la luz, que los ladrones de
apoderan de las calles y de los techos, que se pudre la comida, que el ascensor
no funciona y que en muchos casos, cuando regresa, te revienta los
electrodomésticos.
Tanto comerciantes como empresarios sufren
la pérdida de mercadería y de clientes y de esos quebrantos nadie se ocupa.
La electricidad debe ser sin dudas uno de
los elementos más importantes en lo que hace a la calidad de vida, más allá del
confort y tomando ese servicio como una necesidad esencial e insustituible.
No es viable tener un generador en cada
casa.
Cuando después de sus éxitos con la nueva
terminal de ómnibus, el faro sin mar y otros papelones el contador Schiaretti
se despedía de la gobernación y daba paso a una estudiada y necesaria alternancia
con De la Sota ,
fue una frase de campaña aquello que jamás volveríamos a padecer cortes en el
suministro como consecuencia del incremento de la demanda, tanto en invierno
con los calefactores como en verano con los ventiladores o los acondicionadores
de aire.
Los enganchados ya no serían un problema
porque estaban “blanqueados” con la tarifa social, a la que dicho sea de paso,
se plegaron algunos vivillos que no la necesitan ni la merecen.
Y en la relación que existe entre la EPEC y los vecinos,
aparecieron nubarrones empujados y oscurecidos por esa gratificación que
reciben todos sus dependientes, caratulada como “BAE” (Bonificación Anual por
Eficiencia).
Es lo mismo que si les pagaran a los
guardiacárceles por no dejar escapar a los presos, a los médicos por curar
enfermos, a los frailes por bendecir estampitas o a los de la Caminera por no manguear,
por la simple razón que todos estamos obligados a ser eficientes, honestos y
correctos.
Que en algunos ámbitos de la actividad privada
se premie la contribución laboral o gerencial por contribuir a mayores logros,
es una costumbre aceptable por el estímulo que implica.
Pero en una empresa decadente,
tecnológicamente estancada, con deuda creciente y asumiendo compromisos
crediticios a futuro sin que nada de eso se vea traducido en una mejora de la
prestación, no deja de ser una burla para el usuario que tanto en invierno como
en verano está obligado a padecer las consecuencias de la desinversión y la
desidia.
Los trabajadores de la EPEC merced a una conquista
gremial de tiempo atrás, perciben ese premio anual que llega a ser suculento en
algunos casos. No pongamos el tema en discusión, para evitar que alguien piense
en una censura “al movimiento trabajador y sus legítimos logros”.
Pero de allí a que los directivos desde su
Presidente para abajo, verdaderos artífices de la declinación y el menoscabo,
se lleven tan siquiera una moneda del presupuesto que por su acción se ha
desquiciado, nos impulsa a pensar que en materia de absurdos no todo ha sido
inventado en este cambiante universo de sorpresas.
La situación no ha mejorado y con los
primeros días de temperaturas superiores a los 33 grados, volvemos al reiterado,
injusto, inmerecido e ignominioso padecimiento del que nadie se hace cargo en
sus consecuencias, salvo los rehenes-usuarios sostenedores de este sistema
perverso.
A febrero próximo, tendremos un aumento del
26 por ciento en la tarifa, que seguramente se trasladará también a la BAE y con certeza, no en
proporción a la calidad de la prestación.
Ya estoy escuchando a los onerosos
disculpadores y justificadores profesionales con sus percudidos argumentos de
la lucha política con la Nación ,
del Servicio Interconectado Nacional, de la reparación de la turbina, de la
inminente entrada en servicio de la central Pilar, de los que cuelgan los
ganchos y la más inverosímil, graciosa y necia de las excusas: el exceso en la
demanda, o sea que se sacan los piojos y quieren que se los recibamos en
nuestras cabezas: “la culpa no es nuestra sino de los que encienden las luces”.
Gaby, Fofó, Miliki y Piñón Fijo serían mucho
más serios.
GONIO FERRARI
O las periodistas sueldos como "empleado legislativo", por sólo hacer analisis politicos en favor de Martí
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