Desgrabación de los
comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos”
emitido el domingo 15-12-13 por AM580 Radio Universidad de Córdoba
¿CONMEMORAR O FESTEJAR?
Cuando cumplimos los 30 años de la
recuperación de la democracia y me sorprendieron algunas imágenes que lanzó al
aire la televisión, se me ocurrieron algunas reflexiones que quiero recordar.
Dije que mas de 10
muertos en las últimas horas debieran motivar una actitud de recogimiento,
reflexión y solidaridad con el dolor ajeno, en un país golpeado por la
violencia, el desencuentro y la impunidad.
También, que Ignorar la gravedad de la situación y sus penosas consecuencias no era tan solo ceguera
política sino desprecio y mal disimulada indiferencia, y buscar en la farándula
hipócrita, rentada y bullanguera un telón para la distracción de los incautos e
insensibles, es una cruel manera de ultrajar el duelo que los argentinos,
empezando por sus autoridades, tenemos la obligación moral de guardar.
No he cambiado de parecer pese a débiles
comentarios agraviantes, que fueron solo dos en más de 700 opiniones recibidas
con relación al tema.
Y cerraba mi apreciación periodística sosteniendo que el luto no solo es condenarse a la vigencia eterna del negro, luego descender al gris y por último lucir el blanco, sino al menos tener el pudor de no hacer explotar los colores, ni la música ni el baile desenfrenados, dado que no se reduce a una cuestión de pena y de congoja, sino más bien de respeto.
Y cerraba mi apreciación periodística sosteniendo que el luto no solo es condenarse a la vigencia eterna del negro, luego descender al gris y por último lucir el blanco, sino al menos tener el pudor de no hacer explotar los colores, ni la música ni el baile desenfrenados, dado que no se reduce a una cuestión de pena y de congoja, sino más bien de respeto.
Nadie se hubiera quejado
frente a una conmemoración.
La repulsa surgió por
el festejo en medio del caos.
Y esa gavilla de rentados artistas, varios
con el síndrome del zigzag, que escriben con la izquierda pero cobran con la
derecha, alguna vez tendrán la sinceridad de blanquear como angurria, eso que
es una burla e hipócritamente le llaman compromiso.
¿Una actitud de crítica llevada por la
indignación es desestabilizar?
¿A eso se le llama destituir?
Esas son las excusas de los mediocres,
porque a veces es tan delgado el hilo que los sostiene, que no es necesario que
nadie los empuje.
LA CRISIS
PROVINCIAL
Estamos mal pero vamos peor, es una realidad
dolorosa pero a la vez objetiva y alarmante.
Los cordobeses la vamos a superar, siempre y
cuando los responsables del gobierno nos digan la verdad, y eviten esa
lamentable costumbre de maquillar la realidad con un optimismo de cartón que ya
nadie cree.
Desde las altaneras declaraciones de “no hay
un solo peso para aumentar a nadie por ahora”, hasta verse los lienzos
impúdicamente a la altura de los tobillos, hay una sideral distancia económica
y un elevado costo político.
A lo mejor para este mes, incluyendo el pago
del medio aguinaldo, no se presentan problemas de caja, hasta que haya que
afrontar el resto de las demandas de docentes, judiciales y de los otros empleados
públicos, sin contar a los jubilados porque de ellos pocos se acuerdan, total
son viejos, no se pueden acuartelar y les queda vida a plazo fijo.
Como no quedará otra alternativa que
aumentar los impuestos o inventar otros, por ejemplo la tasa de silla a los que
asistan a bares y restaurantes, la tasa para pasear perros, la tasa para
electrodomésticos bien habidos, la tasa al fernet con coca o la tasa a los CD
de la Mona, sean
legales o mañosas copias.
Total, como tenemos el privilegio de ser la
única provincia donde se paga tasa a los combustibles -que no es un impuesto-
media docena de tasas más no alteraría el panorama de la indignación popular.
Sin embargo, es bueno cuando la fragilidad
creativa del gobierno provincial nos hace ver una luz de alarma, en este caso
más anaranjada que amarilla: la proximidad de la emisión de los viejos y
despreciables bonos, poéticamente llamados cuasi monedas, para no caer a la
torpeza de calificarlos de dinero trucho.
Porque de lo contrario, si se les ocurre
evitar ese trauma y deben pedirle a la Nación, mejor es que vayan pensando en viajar a
Buenos Aires directamente en ropa interior con abrojos.
Por lo menos, para no caer mes a mes, en la
humillación de los pantalones en el piso.
CIUDAD
DESQUICIADA
Con una prolijidad quirúrgica, los
municipales siguen con la práctica del conflicto permanente, más que con la Municipalidad,
contra los vecinos aportantes de tributos para que ellos se lleven el 70 por
ciento de la recaudación en sueldos.
Mientras tanto, la ciudad muestra una de sus
peores caras, con excepción de algunos puntuales maquillajes en barrios, pero
sin las grandes obras de infraestructura ni los servicios necesarios para no
seguir perdiendo calidad de vida, con impuestos más elevados.
Que a nadie sorprenda esta especie de automarginación
del SUOEM en la demanda multisectorial de pedidos de aumentos, disparada por la
sedición policial.
No necesitan ir a la cola de nadie porque
tienen sus propios medios, agresivos y contundentes, para erosionar a la
autoridad municipal y obligarla al arreglo, y evitar conflictos mayores que suponen
un costo político oneroso e impagable en los dos años que faltan y con
pretensiones a la gobernación.
Mientras haya empleados que cobran por no
trabajar y sea necesario tercerizar esa tarea para que alguien la cumpla,
seguiremos padeciendo dos lacras que nos vienen agobiando desde hace tiempo:
ser cómplices de la vagancia por no quejarnos y seguir pagando impuestos cada
vez más elevados para sostener, precisamente, a los que se acostumbraron a no
trabajar porque sus autoridades se lo permiten.
Un malsano juego de caprichos gremiales e
intereses sectoriales, que tiene a más de un millón de vecinos como rehenes.
Mientras tanto la ciudad, es como esas
señoras viejas que se resisten con tenacidad al paso de los años, y creen que
disfrazándose de pendejas van a vencer a los almanaques.
Con eso queda demostrado que con maquillaje
solamente, no puedes transformar a la Cachavacha en Valeria Massa.
LA
MEGACAUSA
El Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas
sobre la
Detención Arbitraria fue creado en 1991 por la Comisión de Derechos
Humanos y su mandato es investigar los casos de detenciones impuestas
arbitrariamente o que sean incompatibles con las normas
internacionales aceptadas por los Estados interesados.
En noviembre de 2012 se presentó ante este
Grupo de Trabajo el caso de Guillermo Lucas, detenido bajo prisión preventiva
en la causa del Registro y dicho organismo emitió su opinión, informando de
ello al Estado argentino y a los reclamantes.
El dictamen, donde se detallan las
irregularidades denunciadas a lo largo del proceso, concluye con estos puntos
salientes que voy a leer: “Considera que el hecho de haberse desarrollado gran
parte de la instrucción con el procesado privado de libertad durante más de dos
años, constituye una violación del derecho humano de gozar de la libertad
personal durante el proceso, derecho garantizado por el Pacto Internacional de
los Derechos Civiles y Políticos, al no habérsele concedido al menos, la
libertad bajo caución”.
También “estima que la duración de la
privación de libertad y del proceso imputable a la autoridad judicial,
constituyen una violación al principio de ser juzgado en un plazo razonable y
sin dilaciones indebidas y lo expuesto importa considerar como arbitrario el
período de privación de libertad sufrido por el abogado Guillermo Luis Lucas,
de acuerdo con la categoría de los Métodos de Trabajo”.
Y en vista de lo anterior, el Grupo de
Trabajo opinó que “la totalidad del período de privación de la libertad sufrido
por el abogado Guillermo Luis Lucas, es arbitraria y en consecuencia, recomienda al Gobierno de la República Argentina
disponer la inmediata libertad del señor Guillermo Luis Lucas, y otorgar una
reparación razonable al grave daño material y moral infligido al afectado”,
informando a ese organismo de las Naciones Unidas, las medidas adoptadas al
respecto.
En el
marco de la causa que involucra a este
abogado, el miércoles último se le ha notificado que el juicio oral comenzará
este viernes 20, casi último día hábil del año.
Es importante recordar que existe una
polémica con respecto al juicio a Petrone, porque no concluye restando escasos
días hábiles.
El fiscal Gavier argumenta que no quiere
alegar porque si el juicio se interrumpe hasta después de la feria, será una
desventaja para él, mientras que una abogada reclama que el juicio termine
antes de la feria porque su defendido está preso, aunque no como Petrone.
Es sabido y se ha divulgado que el juicio,
una vez que se inicia, debe respetar los principios de continuidad y
proximidad, con lo que un paréntesis de más de 15 días sin vistas podría
determinar la nulidad del debate.
Las violaciones del Poder Judicial en esta
megacausa continúan, y es para preguntarse dónde está el derecho igualitario a
la continuidad y proximidad y por qué no se utilizan todos los días restantes
para concluir el juicio a Petrone si es la misma Cámara la que juzga.
En el caso puntual del abogado Guillermo
Luis Luque, detenido con prisión preventiva desde hace dos años y cuatro meses,
el respetable organismo de las Naciones Unidas tardó trece meses en evaluar
íntegramente su situación para dictaminar que está injustamente entre rejas.
De estas conclusiones la Justicia cordobesa seguro
tardará en enterarse, porque desde la
ONU se notificó a nuestra Cancillería, que diligentemente la
envió a la Suprema Corte
de Justicia de nuestro país cuya secretaría jurídica la recibió el 4 de este
mes.
Es para rogar que en el trayecto que resta,
hasta los estrados cordobeses, no encuentre obstáculos ni chicanas.
El tema, vale repetirlo, no está en la
culpabilidad o en la inocencia de nadie, sino en la injuria de tomar como norma
esa enfermiza costumbre de meter en
la cárcel, tan solo a una sola persona y por un solo día siquiera, al margen de lo que
dicen los códigos y respetables organizaciones defensoras de los derechos
humanos.
JUBILADOS,
SIEMPRE MARGINADOS
Es el cuento de nunca
acabar.
Es el error amparado por la soberbia de creer que nunca llegarán a viejos, y si piensan que alguna vez lo serán, eso queda más allá del tiempo y la lucha sindical es hoy, y mañana ya veremos quien lucha por aquellos que todo lo merecen y de quienes nadie se ocupa.
Es el error amparado por la soberbia de creer que nunca llegarán a viejos, y si piensan que alguna vez lo serán, eso queda más allá del tiempo y la lucha sindical es hoy, y mañana ya veremos quien lucha por aquellos que todo lo merecen y de quienes nadie se ocupa.
Al menos, ocuparse con seriedad y sentido de
justicia.
Cuando recrudecieron las demandas empujadas
por el acuartelamiento policial, se observaron dos actitudes que no fueron
síntoma de cintura política, sino de impotencia por desesperación.
La primera, el abrupto final del ciclo
escolar que tiró a la eme aquel cacareo de los 180 días de clase, sus ventajas,
su respeto, su cumplimiento a rajatabla y toda la sarta de argumentos
cómicamente declamados, lo que le enseñó al joven Grahovac que una vereda nunca
es igual a la otra, y más se nota cuando se camina por las dos.
Lo mismo que al bueno de Pepe Pihen, que se
asemeja a las etiquetas de cigarrillos que lo de adentro te mata, pero afuera
ya te dice que te va a matar, con lo que el problema no es de los que venden el
veneno, sino de quienes lo usan.
El tema es que los jubilados como siempre,
kelpers nacidos en nuestro propio territorio, quedan al margen de las demandas
por acción o por omisión.
Por omisión, cuando se los olvida.
Y por acción, cuando se los cotiza tan bajo
como para ofrecerles un bono limosna solo para los que cobren arriba de cinco
lucas, en un acto de despreciable discriminación, como si los que cobran más no
hubieran aportado más.
La explicación es demasiado clara: los
pasivos no están en condiciones de acuartelarse, ni de ellos depende la
tranquilidad de la ciudadanía.
Para colmo, y a esto con certeza lo han
pensado los cráneos de la política, los viejos ni siquiera sirven para saquear.
HEBE Y CARLOTTO, DESUBICADAS
A los argentinos, pasar de la sorpresa al
espanto o viceversa, es ya como la práctica de un deporte, aunque la conmoción
y el desconcierto sean parientes y suelan pasearse tomados de la mano.
Doña Hebe, verborrágica, siempre y cuando no
le nombren a Schoklender ni le mencionen planes de viviendas, se despachó con
la temeraria afirmación que de los 30 años de nuestra democracia recuperada,
los únicos de su plena vigencia como sistema fueron los últimos diez.
Hay que entenderle la edad y las
preocupaciones que la acosan y posar sobre esos dichos un manto de piedad, más
que buscarles explicaciones que la propia realidad nos aporta diariamente.
Pero más disparatados o poco felices, para
ser respetuosos, fueron los dichos de doña Carlotto, quien puso a funcionar el
reloj de la historia, pero en reversa y haciendo que las agujas giraran para
atrás.
Al más puro estilo de los militares de
triste fama que nos viéramos obligados a soportar por más de siete años,
sugirió que con relación a las muertes registradas en los últimos saqueos,
había que investigar a los muertos, dejando virtualmente de lado la
responsabilidad de cualquier otro sector involucrado, especialmente del poder.
¿Se acuerda de aquel viejo y detestable algo
habrán hecho?
Fue como si la máquina del tiempo me llevara
hasta aquellos penosos tiempos del secuestro, de la capucha, de la tortura y de
todo lo demás, en esa actitud de olímpico desprecio por la vida.
Pensé también, intentando comprenderla, que
en democracia es bueno respetar los pareceres ajenos.
Pero en esta penosa cuestión, la diferencia
de criterios está en el respeto que se sienta por la gente.
Porque el respeto, distinguidas damas, no
tiene ideología.
PERDIDA
DEL RESPETO A LA POLICIA
Cuando todavía, y aunque muchos piensen lo
contrario, no existía una corriente de recíproca simpatía entre pueblo y
policía, el hecho de verla fracturada tan abruptamente, llevará demasiado
tiempo recomponer esa relación que solo estaba instalada en el delirio de
algunos optimistas.
Las permanentes sospechas de la gente con
relación a la ineficiencia policial, los bolsones de corrupción detectados dentro de la fuerza,
las vinculaciones con el narcotráfico, la desidia operativa y otros detalles
negativos, pulverizaban el sacrificio de los policías honestos, sacrificados y
altamente comprometidos ante la sociedad con su tarea.
Ya murió la vigencia de aquel policía
protector, del que rondaba el barrio, del que conocía a todos los vecinos,
reemplazada por la vorágine tecnológica del progreso en las comunicaciones y
las políticas equivocados que los llevaron a cuidarse hacia adentro como si ese
fuera su cometido por encima de la protección general.
La policía utilizada política e
ideológicamente dejó siempre malos recuerdos, porque fue el brazo ejecutor de
barbaridades, especialmente en los gobiernos despóticos y autoritarios, cuando
los excesos cuentan con el amparo de una despreciable impunidad.
Pero la policía en democracia es otra cosa,
sobre todo en la sagrada misión de brindar protección a la ciudadanía, prevenir
el crecimiento de la delincuencia y actuar con profesionalidad para los casos
que sea necesaria su intervención.
Les confiamos las armas para eso, que no es
poco.
Entonces, cuando ello ocurre y no existe un
sentimiento común que nos una; un ida y vuelta del respeto, es que las cosas no
se están haciendo como es debido y todo el encanto de la buena relación se
transforma en dudas, en desconfianza, en el naufragio de la consideración hacia
la función policial.
Dejarnos librados a nuestra suerte con sus
secuelas de pillaje, daño, desolación y pesar, fue una actitud inmerecida hacia
un pueblo que les paga el sueldo para que hagan las cosas bien.
Porque si el sueldo es poco, no es culpa de
la gente y los reclamos deben cursarse como debe ser, ante los poderes
correspondientes, aunque los disconformes no tengan sindicalización por ser una
fuerza armada.
El abandono en que se sumió a los queridos
cordobeses no fue tan solo de los policías amotinados, sino de las autoridades
que cayeron al abismo de la desorientación, por ausencia de conducción.
Ahora, la recomposición de relaciones no se hace
por decreto, ni por aumentos, ni por perdones, ni por sanciones, ni por ninguno
de los acostumbrados métodos de la mala y vieja política.
La reconciliación de la sociedad cordobesa
con su policía se dará cuando no haya corrupción, cuando estén controlados,
cuando los veamos en las calles, cuando acudan a los llamados, cuando no se
escondan en las comisarías y cuando estén al lado de la gente.
De esa misma gente que ahora, con mayor
presión tributaria, les seguirá pagando lo que cada mes llevan a sus casas.
ELECTORES
DESORIENTADOS
La verdad, el manejo político hacia quienes
recogieron el apoyo de la gente que los votó, más que a premio por su capacidad
o su buena imagen, suena a menoscabo de expectativas populares.
Muy simple: porque la gente los votó para
ser intendentes en puntos del interior provincial, y no tapadores de huecos en
un gabinete de ministros más permeable que la mejor de las arenas.
El respeto por la voluntad popular impone
que se honren los mandatos de las mayorías, porque no tan solo se votan
proyectos y plataformas, sino también la personalidad del candidato.
Cubrir cargos con intendentes que dejan el
lugar donde fueran electos y consagrados, para transplantarlos al poder
ejecutivo, es un síntoma de haberse quedado sin cuadros dirigenciales, o de no
confiar en el plantel más próximo al mandamás.
De cualquier manera y cualquiera haya sido
el argumento para justificar esa movida que no es inédita ni será la última, no
es elegante porque supone una defraudación hacia quienes votaron a tal
candidato para otra gestión, que no es la que ahora le han encomendado.
Puede que sea legal, pero no es democrático.
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