Desgrabación de comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” emitido el 21-09-14 por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
LA PRIMAVERA
Me provoca un enorme placer evocar las
expectativas con que esperábamos cada 21 de septiembre, porque eran mayores que
para la nochebuena, el año nuevo o el propio cumpleaños.
Más allá del clásico picnic junto al río,
del acné, de la primera curda con sangría o del piquito que robamos a la
compañera de banco, estaba aquella maravillosa actitud de saberse joven, mucho
más joven que los anticuados y vetustos viejos de 30 años.
Esperábamos ese día, el Día de la Primavera, el Día del
Estudiante, sin conocer ni sospechar la preocupación de alguna profesora, que
debía ingeniárselas para contener a esa banda mafiosa de 40 vándalos que
aguardaban de ella algo más que el pancho, la medialuna y la coca, sino a veces
descubrirla como mujer, hipnotizados en el escote o en las piernas.
Bariloche estaba demasiado lejos, no era
moda y entonces el Parque Sarmiento, los Pozos Verdes, la pileta San Cayetano,
las costas del Lago San Roque o las orillas del Suquía en La Calera eran las accesibles
metas de nuestra liberada, evidente, húmeda e irrefrenable revolución hormonal.
Nadie por entonces tenía la idea del paco,
del raviol ni del porro, sino la fijación del Saratoga o el Wilton a escondidas
y del porrón, en los tiempos que el fernet era un remedio.
La mayoría de los enfervorizados varones
tomaba a su cargo en la secundaria -esperando que atendiera el farmaceutico- la
sonrojada vergüenza de comprar un preservativo, dentro de la mayor ignorancia
acerca de su colocación y uso práctico.
¡Eramos tan pavos!, inequívoco signo de
nuestra edad.
Y ellas tan bellas, esquivas y deseables,
como lo imponía nuestra libido en los gloriosos tiempos de su crecimiento y
explosión.
Pero ahora, antes de encarar la inevitable
tarea de plumerear el nicho y por una cuestión de nostalgia, asumimos pese a
todo la íntima llegada de la mejor estación del año, divagando en sueños la
quimera que los almanaques y los relojes se hubieran detenido.
Porque es una cuestión de saber vivir.
De saber crecer y madurar con dignidad,
porque es una afrenta a los tiempos empeñarnos en ser eternamente jóvenes.
Lo trascendente, es evitar la pena de
sentirse viejo.
Por esa juventud de hoy a la que miramos con
el amor y el respeto de la inútil envidia, mi cariño y el brindis jubiloso.
Como todos los jóvenes se lo merecen.
Y que nosotros, alguna vez, también lo merecimos.
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NECESARIA EXPLICACIÓN
Sin mediar siquiera una conversación
informal, me alteraron la estructura de “Síganme los buenos” y creo que la
audiencia merece alguna explicación, al
menos de mi parte.
En cualquier otra radio no lo permitirían,
pero aquí, lo reitero por enésima vez, gozo como es absolutamente lógico, de
salvaje libertad.
Nada tengo contra los locutores con años en
esta casa; me unen a ellos sólidos afectos, ni con los debutantes.
Síganme
los buenos ha sido un trampolín para que varios trascendieran y algunos
emigraran.
Esto del cambio ocurre porque más que la
calidad del producto, sospecho que se anteponen los padrinazgos, los caprichos
o los compromisos de otra índole.
Saben que este programa es para un conductor
y una voz femenina, como siempre lo fue, y cambiarle el estilo ha sido una
medida unilateral que a lo mejor no está vedada por el contrato, pero están de
por medio una trayectoria, el sentido común y más que nada el debido respeto.
Soy un profesional con 56 años en la
actividad periodística y entiendo por experiencia que ante estas situaciones,
el que se enoja pierde.
No estoy enojado ni pienso estarlo.
Pero estoy seguro que a esto lo hicieron,
precisamente, por estar enojados, vaya Dios a saber por qué.
Sinceramente de corazón, quiero agradecerles
por hacerme tan importante.
Por mi parte y humildemente siempre mejor,
siempre más lejos, siempre más alto.
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EL
MAXIMO LANZAMIENTO “K”
Refieren los
memoriosos que una de las últimas apariciones casi públicas del hijo pródigo
fue cuando tuvieron que ocupar uno de los aviones de la flota presidencial
-Boeing 757- a mediados de junio de 2012, porque el joven según se comentó en
aquel entonces padecía un cuadro de artritis séptica en la rodilla de su pierna
derecha. La izquierda, sin problemas.
Es incuestionable el uso del avión, porque
así lo autorizó Néstor siendo presidente por decreto nº 648 de mayo del año
2004 y en el terreno de lo anecdótico quedó para el recuerdo el costo que tuvo
el operativo traslado desde la Capital Federal hasta el lejano sur para buscarlo
y el regreso, todo por la bicoca de 80 mil dólares.
El tiempo transcurrió, esos años en que los
chicos crecen fueron pasando, nació La Cámpora y contra la creencia generalizada, cero
coincidencia con la organización Montoneros, alentada desde el peronismo hasta
que por su giro ideológico fueron echados de la Plaza de Mayo por el
mismísimo Juan Domingo, quien los calificó como “imberbes y estúpidos”.
Dicen que La Cámpora, inspirada en la
lealtad de “El Tío” hacia Perón, está conformada por jóvenes amantes de la
democracia, sensibles a las demandas sociales y acérrimos defensores de los
derechos humanos. También los años pasaron para ellos y se fortalecieron con la Sra. Cristina en la
presidencia, llegando a ocupar elevados cargos en empresas del estado y en la
conformación de los equipos de mando de los ministerios.
Es de La Cámpora el privilegio de contar con ciertas
“bolsas de trabajo” para sus militantes, tales los casos emblemáticos de Fadea
en Córdoba donde ingresaron alrededor de 4.000 y de Aerolíneas Argentinas, que
les habría dado conchabo a otros tantos.
Cristinistas a ultranza, algunos dirigentes
cometen la torpeza de considerar “destituyentes” o traidores a la Patria a todos aquellos que
no comulguen con sus postulados.
El éxito de la convocatoria al show estreno
de Máximo, es sin dudas un premio al nivel de movilización que poseen los
jóvenes militantes, al estímulo por los nombramientos y planes que reciben y
sin dudas a su convicción en el sentido de estar viviendo en el Paraíso, donde
no existen la inflación, la inseguridad, el desempleo, la corrupción ni las
desigualdades sociales. Algunos a ese estado casi catatónico del alma le llaman
onanismo partidista.
No quisiera caer al desatino de evaluar la
calificación de la inefable doña Hebe quien se despachó diciendo que Máximo era
un gran político, porque la seriedad de sus apreciaciones no encajan si uno
recuerda que de Schoklender supo resaltar su condición de brillante hacedor de
cosas.
Un discurso obviamente de principiante
utilizando frases elaboradas que el muchacho “junaba como de reojo” en la
tarima.
Lo importante que el mensaje, lejos de ser
subliminal, fue directo hacia el hígado, el corazón y todas las entrañas del
justicialismo, resumido en un no dicho “nos queremos quedar”; al dejar de lado
el milagro de la resurrección, pero insuflándole oxígeno a la alternativa del
“intentaremos seguir”, lanzando el desafío de competir con ella y adelantando
la certeza de humillar con votos a una oposición fragmentada en la que nadie
-por eso de las humanas miserias- quiere ser acompañante del postulante
presidencial.
Si lo que se busca es la continuidad, para
eso están los mecanismos idóneos que hasta pueden permitir saltear algunas
etapas de lucha interna, con la sola postulación de Máximo o de Mongo, en la
misma medida que públicamente reclamó la posibilidad de que su madre, en las
urnas, defendiera el lugar alcanzado. Entonces y con su misma línea de pensamiento,
que el joven se postule y se deje de sembrar dudas e intrigas dentro del mismo
partido, si es que los K fueron o siguen siendo peronistas.
Nadie sabe a ciencia cierta si desde adentro
o desde afuera han comenzado la tarea de agitar el fantasma del malestar
social, y su eclosión es una perversa manera de instaurar el miedo, ese miedo
destructivo e incontrolable que tanto daño nos hiciera como sociedad en los
oscuros años de todas las tiranías.
A lo que nadie tiene derecho ni merece
perdón, es a pisotear la letra y el espíritu de nuestra Constitución Nacional.
Porque si alguien lo hiciere no se lo
demandarán la Ley,
la Patria ni
los Santos Evangelios, sino la misma base de raigambre popular a la que tan
mañosamente se pretende salvaguardar, acentuando la hegemonía y el
autoritarismo y soñando con instaurar una absurda cuan peligrosa e inmerecida
dictadura.
EL COMPLOT Y LA VISITA PAPAL
En su tercera visita al Santo Padre, me
parece que nuestra presidenta le agregó un alto valor ideológico, más allá de
lo protocolar, con la masiva asistencia obviamente a cargo de todos nosotros,
de dirigentes del núcleo que más la apoya en su gestión, salvo el twiteado
despecho de Luis D’Elia, autotitulado el patito feo de los “cumpas”.
El encuentro con todos fue variado como lo
fueron los regalos, desde retratos y alguna obra de arte, hasta salames y
remeras con las que se distinguen los camporistas en sus encuentros.
No quisiera, por respeto más que nada,
erigirme en intérprete de las actitudes papales, pero al recibir la remera
Francisco -ahora de todos… y de todas- hizo un gesto de sorpresa, que sin dudas
encerraba la cristiana actitud de poner la otra mejilla.
Eso pasó, quedaron los videos, las fotos,
sin dudas las anécdotas y los gratos recuerdos de una visita de tamaña
trascendencia, que jamás se hizo ni por asomo cuando Jorge Bergoglio, en Buenos
Aires, era el peor de todos.
Después vinieron los temas de las amenazas y
del complot desequilibrante y destituyente, en una repartija de culpas y sospechas
que fueron prolijamente instaladas en nuestra sensibilizada sociedad.
No vale la pena, porque para eso están los
especialistas, entrar al análisis de esas cuestiones, a las que prefiero tratar
con sentido anecdótico más que efectista, como se busca desde el poder.
La culpa, siempre, siempre es de los demás.
Cuando llegue el postergado tiempo de la
autocrítica, es que los argentinos habremos madurado como debe ser, desde
arriba hacia abajo, con el ejemplo y la honestidad de reconocer errores.
Mientras esto no suceda, seguiremos
asumiendo, como también desde el poder, el penoso papel de víctimas.
LA MEGACAUSA
DEL REGISTRO
Justicia Legítima es una Asociación Civil
que reúne a personas de distintos espacios comprometidas a trabajar en forma
activa para lograr una justicia independiente y transparente. Afirman que
si una Justicia no es legítima, deja de ser justicia, pierde su sentido, sus
metas, sus aspiraciones y su obligación.
Ninguna sociedad se sostiene sin la
aspiración de justicia y lo característico de una justicia legítima son los
intereses que ella preserva, prioriza y defiende. Los niveles de democracia de
un país se miden por la capacidad del orden jurídico de llegar a los excluidos
por medio del ejercicio real y concreto de sus derechos.
Entonces, y siguiendo esta definición,
una justicia legítima es aquella que respeta la libertad y los derechos de
los individuos, que reconoce el principio de inocencia y no acusa en prohibidas
“comisiones especiales”; que no extorsiona con años de prisión preventiva
y, por sobre todas las cosas, una justicia que no es selectiva sino igual
para todos y que no persigue ciudadanos comunes para proteger a poderosos.
En Córdoba existen magistrados que son
miembros de esta Asociación y que se han pronunciado a favor de un Poder
Judicial que no proteja los intereses de los poderosos relegando a
los más vulnerables, que escuche y que tenga celeridad en sus procesos.
Sin embargo, resulta curioso que, en la
práctica, uno de esos magistrados ha confirmado repetidamente las prisiones
preventivas convertidas en regla de la causa Registro, y, precisamente, las de
los más vulnerables, los que vivían de su trabajo, los que no podían escaparse,
los que no tenían medios para vivir en la clandestinidad, que además no
fueron escuchados y sí sometidos a larguísimos procesos que todavía continúan.
Si lo que se predica en Córdoba es justicia
legítima, lo que se practica en la causa Registro no es otra cosa que
justicia ilegítima.
Cumplir con la ley y la Constitución nos
llevará a alcanzar Justicia, sin andar agregándole tantos y tantos adjetivos.
LA MUNI: TRES AÑOS DE MESTRE
Sin el apuro de los ansiosos por integrar
una fórmula o por decidir el lanzamiento hacia la repetición de su ajetreado
mandato o la tentación de gobernar la provincia, el joven intendente participó
de un acto para celebrar los tres años de su gestión al frente del municipio.
Sintéticamente y sin que signifique caer al
error de considerar malo todo lo que se hizo antes, Ramoncito tomó el mando en
una ciudad que ya tenía heridas y moretones.
Una ciudad desquiciada por algo parecido a
la anarquía urbana, cientos de baches, escaso alumbrado de calles, transporte
en crisis, cloacas y desagues insuficientes y colapsados, salud pública con
fallas, peleas entre taxis y remises y el sempiterno estado de conflicto
permanente que desde años atrás -con una tregua en el juecismo- instaurara el
duro sindicato de municipales.
Cicatrizar esas heridas y poner a la ciudad
en terapia intensiva lleva su tiempo y no es cuestión de encapricharse por la
oposición en sí.
A la hora
de mirar la copa medio llena, vemos los logros en materia de transporte
público, acerca de lo cual las quejas se acallaron con calidad de servicio.
O el tema desagües que era un drama en
varios sectores, ahora agradecidos por las obras realizadas.
En el alumbrado público hay mejoría, aunque
de alguna manera hay que terminar con el vandalismo, igual que en plazas y
paseos donde el mobiliario es boludamente destruido por los mismos que después
se quejan.
Posiblemente sean las cloacas, esas obras
que no se ven, la materia que la administración Mestre exhibe un retraso que
sería necesario superar.
Ya sé. Me dirán que algunos actos de
corrupción están pendientes de esclarecimiento y es cierto, pero lo mejor es
dejar que actúe la Justicia,
ámbito en el que ahora se encuentran las actuaciones.
Salvando las diferencias, lo de Mestre es
igual que el caso de Aimèe Boudou, pero un poco menos pretencioso.
GOBERNADOR SELECTIVO
Pasea su estampa, el cabello revuelto y
prolijamente canoso, su saco rosa y el cordobesismo en el habla y en los
gestos, por todos los canales de televisión porteños donde gustosamente le
aceptan la pauta publicitaria, y en los locales donde la inversión en tal
sentido es cuantiosa.
Lo curioso es que no lo hace aquí, en esta
casa, que es la casa de la cuatrisecular Universidad Nacional de Córdoba que lo
tuvo como alumno, orgullo latinoamericano -la universidad- no tanto por su antigüedad
y por otros blasones como la
Reforma del 18 o su elevado nivel docente.
No es que duela por los dineros que se dejan
de recibir, sino por esa manía de esquivar el diálogo, la discusión, el
enfrentamiento o la confrontación de ideas que desde el disenso nos lleve a lo
positivo y superador, en un placentero y vital ejercicio de la democracia.
Tengo entendido que desde tiempo atrás,
distintos espacios de esta casa han requerido la presencia del Sr. Gobernador
precisamente para eso: para sentirnos parte de la práctica democrática y no
solo de su declamación.
No es mi caso, porque conociendo cuál será
la respuesta, prefiero canalizar el esfuerzo hacia otras temáticas.
Aceptar las críticas y receptar inquietudes
que van más allá del hipócrita palmeo de espaldas, debiera ser parte del estilo
de los gobernantes, obligados a rendir cuentas de sus actos no tan solo en los
ámbitos donde recogen aplausos.
El respeto hacia la diversidad de opiniones
y de criterios es también una de las materias pendientes, en esta escuela del
cordobesismo donde algunos alumnos han aplazado al profesor.
APRESURAN LAS ALIANZAS
A veces lleva a risa, por indignación e
impotencia, que muchos políticos pongan más esmero en las sordas luchas por
mantener el poder, que en la gestión para la que fueron elegidos.
Aguad, quien zafó judicialmente en
Corrientes, quiere a toda costa ser gobernador de Córdoba después de haber
recreado su paso por ministerios, intervenciones, bancas y vaya a saber qué
otro conchabo, siempre de la órbita estatal.
Para eso apretó el acelerador, cuando su
amigo, o ahora ex amigo Mestre, estaba con el freno o al menos el embrage
apretado.
Es que a lo mejor la tentación de
acollararse con Macri le resulta superior a la deteriorada disciplina
partidaria.
Todo quiere ser de apuro, cuando lo que se
imponen son la mesura, el análisis, la honesta autocrítica y una evaluación
desapasionada de los propios antecedentes, con relación a la calidad de la
gestión realizada.
Cuando el rubro fracasos integre esa íntima
evaluación, no serán pocos los políticos que se vean obligados a dar un paso al
costado, o alejarse definitivamente de la pretensión de cargos electivos.
Por ahora, lo que debieran hacer, es
comprometerse en beneficio de la gente que los colocó en el lugar a donde
llegaron, y no encapricharse en la sórdida lucha por una permanencia en el
candelero que muchos no merecen.
Es hora de trabajar.
Para trenzar, siempre hay tiempo.
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