¡YO
QUIERO SER TRAVESTI!
Sin
llegar a lo que sería una imperdonable discriminación,
se
me ocurre que nos llevan a esa delgada cornisa entre
la
necesidad, la elección sexual y cierta inclinación al vicio.
¿Por
qué no a los rengos?
¿Por
qué no a los obesos mórbidos?
¿Por
qué no a los visualmente disminuidos?
¿Por
qué no a los hipoacúsicos?
¿Por
qué no a los enfermos terminales?
¿Por
qué no a los negros que les rechazan el curriculum?
Hay
veces que la vocación inclusiva invade terrenos cenagosos y en su
afán por sumar masivas adhesiones, levanta la polvareda de la
indignación y la perplejidad en la gente, que vive esperando otro
tipo de medidas que realmente beneficien y no que sirvan para
ahondar distancias entre sectores de la comunidad.
Los
jubilados nacionales en un porcentaje superior a la mitad, están
cobrando muy por debajo no tan solo de la línea oficial de eso que
es la pobreza aunque desde el poder se niegue su existencia, sino de
un mínimo y sacrificado sentido de la dignidad, lo que en cualquier
país serio (Aníbal Fernández dixit) se llama exclusión social.
No
se trata de llegar a lo que sería una clara e imperdonable
discriminación y se me ocurre que nos llevan a transitar por esa
delgada cornisa que abierta o veladamente, existe entre la real
necesidad, la elección sexual y cierta inclinación al vicio.
Es
posible que la instrumentación de ese beneficio, si es que
finalmente se otorga, sea solución para algunos independientemente
de los efectos que provoque, pero siempre ha ocurrido que jamás está
ausente el componente demagógico en la aplicación de cualquier tipo
de subsidio.
La
posición personal de atacar ese proyecto, en este caso, no camina en
contra de una medida que asoma ya como elemento de marketing incluido
en una campaña proselitista que sutilmente -o no- se inició tiempo
atrás.
Se
busca si, la justicia, la equidad y el sentido de las prioridades a
la hora de mejorar la situación de algún sector en particular, y
son los postergados jubilados nacionales quienes largamente merecen
una reivindicación por sus angustias y privaciones.
No
es una cuestión de fobias ni marginaciones.
Solo
se trata de respeto, de cariño y de agradecimiento a quienes tanto
dieron de sí, y jamás hicieron ninguna marcha por su ajado orgullo.
Gonio
Ferrari
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado