Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa
“Síganme los buenos” del 13/03/16 emitido por AM580 Radio
Universidad de Córdoba.
¿EXISTE
EL JEFE DE POLICÍA?
Asombra
realmente que mientras la provincia gasta dinerales en compra de
elementos e incorpora a cientos de efectivos con cierta periodicidad,
la delincuencia en Córdoba se ha consolidado de tal manera que hace
estériles todas las iniciativas por recuperar algo de la seguridad
que solíamos tener.
Y si el objetivo ha
quedado fuera del alcance de las autoridades, es sin dudas porque
algo
están haciendo mal o no se hace lo correcto
ya que si se trata de una competencia entre el bien y el mal, los que
están al margen de la ley vienen ganando por goleada.
Y tomado como un ejemplo,
es patéticamente graciosa la afirmación del comisario de Alta
Córdoba, quien sostiene que no se trata de un pico delictivo el que
estamos padeciendo.
Si no lo es que revienten
una vidriera a 40 metros de su despacho, que se roben dos máquinas
de cortar pasto a una cuadra y a la misma distancia rompan el blindex
de una vinería y se roben, escuche bien, las rejas que protegían el
frente de un negocio también a poco más de 100 metros de la
comisaría, es que ese funcionario vive en las nubes de la
indiferencia.
O que los arrebatos en
plena Plaza Rivadavia sean una constante a plena luz o los robos de
autos se multipliquen, parece que no fueran datos que inquietaran,
especialmente porque a la mayoría de estos hechos se los oculta
prolijamente y no se incorporan a las estadísticas que se dibujan
para no agitar el avispero.
Frente a hechos tan
repetidos como resonantes, se convocaba a los vecinos para escuchar
siempre lo mismo y prometer lo mismo de siempre: la
presencia policial se hace ver por unos días hasta que se calma la
bronca y después, la prevención cero.
Tomamos como ejemplo Alta
Córdoba pero la situación que antes solía repetirse en otros
sectores, ahora se multiplica en toda la ciudad y abarca a la
provincia, para configurar una triste imagen de abandono de la
protección a los ciudadanos.
Hasta el cansancio hemos
repetido que de nada sirven los gastos en tecnología, patrulleros y
armamento ni la apresurada incorporación de efectivos sin
entrenamiento, mientras no se deje de hacer política con la
seguridad y se instrumente, sí, una política integral en tal
sentido que supere el progreso del hampa fortalecida por la impunidad
que se le regala desde el poder y pagamos los cordobeses.
La primera etapa lógica
para la superación de un problema es no negarlo o mirar hacia otro
lado y en dirección opuesta, remendando situaciones que ya no
convencen ni siquiera a los tontos.
Vivimos
a merced de la delincuencia, con una policía cada vez más
sofisticada,
uniformes de película y vehículos coquetos, pero que no consigue ni
siquiera empatar con los bribones que se han apoderado de las calles,
de la noche y del día.
¿Habrá que esperar la
cercanía de otras elecciones para ver que, como antes, los policías
caminan a toda hora y se hacen ver por los barrios?
LA
DOLOROSA INFLACIÓN
Lo
más simple sería caer a la vulgaridad -aunque cierta- de atribuirlo
a la herencia de la década ganada, a que en 100 días no es posible
revertir la tendencia de 4382 días y a la responsabilidad que les
cabe a todas las etapas de intermediación de cualquier producto,
desde un paquete de galletitas hasta un auto de alta gama.
Pero no debe ser así,
porque la realidad de ver que continúa y se fortalece la espiral
inflacionaria, ha
pasado a ser responsabilidad prioritaria del nuevo gobierno,
aunque se entienda que algo tiene que ver el campo minado que dejó
para quienes lo sucedieron, el modelo nacional y popular.
Dejando el pasado para
otro momento de la memoria y de la historia, se impone el drástico
estilo que equilibre una situación que vemos agravarse día a día
sin que nadie intervenga para encarrilar de alguna manera que no
signifique un renovado sacrificio para la ciudadanía.
Achicar
el gasto público fue una acertada medida,
que colisionó con los vivillos de siempre y de todos los gobiernos,
que habían consolidado la ecuación ideal de cobrar sin trabajar. El
exceso en ese tipo de medidas es lo que acarrea malestar social de
impensadas consecuencias.
Pero a los precios
alguien tiene que controlarlos, más allá o más acá de las leyes
de la oferta y la demanda atacando al menos los abusos más notables
como en la carne, la indumentaria y los medicamentos, por citar solo
tres ejemplos.
Los servicios y los
impuestos se han escapado de la moderación y los combustibles que en
todo inciden, han vuelto a subir frente al absurdo panorama
internacional que indican una sensible baja en el precio del petróleo
crudo.
Las
escuelas privadas no les aumentan a sus docentes pero han llevado a
las nubes las cuotas
a los alumnos que en algunos colegios deben pagar más de cinco mil
pesos mensuales.
La verdad, los argentinos
tenemos entrenamiento más que intensivo para vivir con la inflación,
que es un compatriota más porque todos los gobiernos -salvo con la
convertibilidad cuyo precio estamos pagando ahora- se han esmerado en
alentarla por omisión o por errores.
Parece mentira que un
país tan rico como es el nuestro, tenga que padecer esta injuria
creciente que todo lo devora, incluyendo las esperanzas y el
sacrificio cotidiano.
Alguna vez y rogamos sea
pronto con la comprensión y el patriotismo de todos, podamos
despertar y tomar conciencia que la maldita palabra inflación
ya no tiene cabida en nuestro vocabulario.
JUEGUITO
DE VERANO
Dado el éxito de este
segmento en ediciones anteriores, hoy vamos a plantear un acertijo
extremadamente simple, pero no tan fácil de dilucidar.
Recuerden que no
otorgamos premios, que no regalamos nada ni hacemos un ranking de
oyentes por su inteligencia, porque esto es solo para una simple y
modesta diversión de verano, sin complicaciones.
Este es el planteo: Tengo
diez gatos, metidos en un cajón. ¿Cuántos gatos hay en el cajón?
Buena hora para poner a
trabajar la neurona. Solo divulgaremos las soluciones ocurrentes.
Respuesta:
Hay 2, porque dije “metí dos” en un cajón.
VANDALISMO
Y PENUMBRAS
Es
un recuerdo imborrable, en los tiempos que al menos una vez por
semana viajaba a Buenos Aires a la mañana y volvía esa misma noche:
la llegada a Córdoba para ver la alfombra de luces que nos esperaba.
Los tiempos cambian,
viajo pero al regresar lo que se aprecia es una serie de manchones
oscuros con luces de vez en cuando, especialmente en las avenidas que
desde la altura se intuyen como tales.
Ese es el penoso panorama
urbano en una ciudad otrora luminosa, refulgente y muy distinta a la
realidad actual que nos muestra el reino de la oscuridad que favorece
notablemente a los delincuentes.
Es cierto que la culpa de
tal situación no se puede considerar exclusiva de las autoridades
municipales, empeñadas más en hacer obras que no se ven, como
cloacas y desagües. Los
vándalos que nunca faltan son los que “fabrican” las penumbras
que transforman en favorable el escenario para sus fechorías y
despojos.
Mientras no exista una
tarea de prevención conjunta entre la policía y la comuna, con la
ayuda obvia de los vecinos, la situación tenderá a transformarse en
imposible de superar, más allá de las costosas y permanentes
reposiciones necesarias.
Me comentaron que se
estarían haciendo pruebas con un sistema virtualmente indestructible
y de mayor calidad lumínica y que los resultados obtenidos habrían
sido más que satisfactorios.
En buena hora, para que
los vecinos recuperen el placer de andar por el barrio y pierdan el
temor de caminar nuestras calles después del atardecer, cuando el
hampa se apodera de las penumbras en lugares que ni la policía se
anima a patrullar.
LA
MEGACAUSA DEL REGISTRO
Continuando con la
novelita de la causa Registro de la Propiedad, que tiene un cruel
parecido con la realidad, a la respuesta de la Máxima Corte que
estableció la falta de fundamento de la prisión preventiva de los
protagonistas, se sumó la voz de un organismo internacional,
que desde el otro lado del océano opinó: “Desde el
momento mismo de la detención, los plazos legales establecidos para
decidir la libertad o la prisión no se cumplieron, violentándose
indebidamente las leyes de la provincia.
Se transgredió lo
establecido en los Pactos Internacionales que establecen el derecho a
ser informado sin demora sobre la acusación y a disponer del tiempo
y los medios adecuados para defenderse”.
Y continúa: “Desarrollar
la investigación con imputados presos durante más de dos años,
violenta el derecho humano de gozar de la libertad personal
durante el proceso, al no haberse concedido, al menos, la libertad
bajo fianza.
La duración del
encarcelamiento y del proceso imputable a la autoridad judicial,
constituyen una violación al derecho a ser juzgado en un tiempo
razonable y sin dilaciones indebidas. La inobservancia de las normas
internacionales relativas al derecho a un juicio imparcial, es de una
gravedad tal que consideramos arbitraria toda la prisión
sufrida por los imputados y recomendamos a las autoridades del país
disponer su inmediata libertad”.
Desde tan lejos...
debieron marcar también la irregularidad del proceso. Y más allá
del papelón internacional y de la discusión visible sobre
la prisión, uno sigue rumiando sobre los reales intereses
que mueven los hilos de este penoso y patético culebrón.
DEMANDAS
DE ESTATALES
Quedaron
atrás, superados por experiencias muchas veces dolorosas, los
tiempos en que buena parte de la dirigencia sindical arreglaba
condiciones y salarios con sus patronales -privadas o estatales-
virtualmente a espaldas de sus representados, los trabajadores.
El más cercano de los
ejemplos es el de los docentes, que se plantaron en sus demandas por
encima de sus propios gremialistas, y le dieron un rotundo no a la
intención de aceptar una propuesta que consideraron insuficiente.
En el terreno de los
empleados públicos provinciales subyace una situación virtualmente
inédita, con su casi vitalicio secretario general que paralelamente
es dueño de una banca legislativa, en representación del mismo
gobierno al que como sindicalista le demanda mejores sueldos.
La cuestión no radica en
la simpleza de poner en duda la validez de cada exigencia y la
blandura a veces complaciente de los métodos que se aplican en apoyo
de cada exigencia. A lo mejor, cierta combatividad que suele
advertirse no es hacia el patrón, sino un mensaje a la oposición
dentro del mismo gremio.
Dicen que con relación a
los municipales ya estaría el acuerdo de un mínimo del 15 por
ciento para el primer semestre y lo mismo para el segundo, pero
previa discusión en junio.
Después del derrape de
Daniele con el organismo municipal al que calificaron de paralelo con
la comuna para favorecer a empresas privadas, el
SUOEM parece haber guardado los petardos envueltos en la humedad de
sus propias lágrimas.
¿Qué hará Pepe Pihen?.
Seguramente nada a su antojo, porque con certeza ha tomado nota de lo
acontecido con los maestros: que los votos y las decisiones han
dejado de ser instrumento del capricho o el arreglo de cada
dirigente, sino un arma que cada afiliado, tiene para preservar sus
propios derechos e intereses.
Algo que nunca debió
dejar de ser.
NARCOTRÁFICO
SIN LÍMITES
Suena
sumamente pasado de moda eso de sostener que cualquier cordobés
mayor de 12 años -y a veces menor- sabe quién, dónde y a cuánto
se venden los sicofármacos, porros o sustancias más pesadas.
Lo malo del asunto es que
la autoridad tampoco lo ignora y a veces suena a risa el resultado de
algún procedimiento considerado exitoso por el secuestro de 10 o 20
gramos de cocaína, o de algunas plantitas de cannabis sativa.
Ya pasó de sospecha eso
de creer que alguien les avisa a los narcos sobre la inminencia de
algo que les perjudique el negocio, y eso queda asentado por la poca
acción emprendida para desbaratar este vil comercio que tanto daña
a la sociedad decente y envalentona a los delincuentes.
No hay seriedad, al menos
por lo que se advierte, en eso que pomposamente se le llama “lucha
frontal y sin tregua” contra el narcotráfico, que se fortalece y
expande en cada barrio a la vista y el fundado temor de todo el
mundo.
Cuando se habla de
limpiar, la referencia debe comprender tanto afuera como adentro de
las fuerzas policiales, porque no es casualidad que los patrones de
la droga estén siempre sobre aviso de lo que les puede afectar.
Alguien
los pone en guardia y es que las sospechas abarcan a todos por la
infidelidad de unos pocos y eso no es justo, en homenaje a quienes
arriesgan su vida en procura de contribuir a terminar con el flagelo.
La lucha sin cuartel debe
hacerse casa por casa, cocina por cocina, kiosko por kiosko de los
que se disfrazan de honestos.
Mientras no se obre con
dureza, sin concesiones y dentro de las mayores reservas, los narcos
seguirán operando a su antojo, matándose de risa de la ley, tal
como ahora lo están haciendo.
EL
CORDOBAZO Y LA DESMEMORIA
Cuando
se busca en nuestra memoria algún hecho trascendente en la historia
de los cordobeses, asoman con su propia identidad la Reforma
Universitaria del 18 y el cordobazo, aunque para muchos existan otras
fechas dignas de no acovachar injustamente en los olvidos.
Precisamente hace poco
tiempo, un grupo de periodistas, fotógrafos y camarógrafos integró
una especie de sociedad llamada “29 testigos de la historia”, que
son más o menos el número de los que sobrevivimos a aquel
acontecimiento.
El objetivo, que no tiene
metas políticas ni comerciales, es preservar para los tiempos todo
lo acontecido en aquellas jornadas memorables, acopiando material
gráfico y fílmico de altísimo valor documental, sumado a los
vívidos testimonios de los protagonistas de la gesta.
La iniciativa tuvo un
llamativo y lógico éxito, por aquello de contribuir a la historia,
pero fue como un envión que tomaron algunas autoridades que después
se fue diluyendo con el peligro de agonizar.
Las cuotas con las que
contribuimos los integrantes de esa especie de humano álbum de
nostalgias no alcanzan para sostener el funcionamiento de una entidad
que merece ser tenida en cuenta.
Por ahora, ni siquiera un
lugar para celebrar reuniones y sumar documentos relacionados con
aquellos días de plomo.
A lo mejor algún
legislador toma la iniciativa de honrar la memoria colectiva y
propone -dentro de tantas cosas que a veces no sirven para nada-
algún mecanismo que sostenga la vigencia de estos “29 testigos de
la historia”.
Incluso la Lotería de
Córdoba -¿le suena?- bien pudiera afectar las utilidades de uno
solo de sus casi 60 sorteos anuales en apoyo de este grupo, que solo
pretende luchar contra el peor enemigo de la historia, que es el
olvido.
Y la indiferencia, que
tiene con el olvido un cercano parentesco.
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