4 de abril de 2016

S.L.B 03-04-16 - RICARDO JAIME Y SU MALA SUERTE - ENTRE ALCOHÓLICOS, DROGONES Y VIOLENTOS - NI EL PUCHO EN LA OREJA, DE AQUEL PASADO MALEVO Y FEROZ - LA SELECCIÓN DE FÚTBOL EN CORDOBA - ALGO ACERCA DE LA MEGACAUSA DEL REGISTRO - NUESTRAS MALVINAS A 34 AÑOS, etc.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 3/4/16 emitido por AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba.

JAIME Y SU MALA SUERTE

   Le tocó a él.
   Tuvo esa suerte perra que suele acompañar a los afortunados por un tiempo, a quienes la buena estrella les suelta la mano protectora.
   Ahora Ricardo Jaime es sólo un devaluado símbolo de un proceso corrupto que lo tuvo coqueteando con el poder y el dinero a lo largo de demasiados años, en que los de afuera veíamos de qué manera vergonzosa nos despojaban en nuestras narices y con una sonrisa.
   El himno a la impunidad que los argentinos debimos escuchar, es lo que ahora se pretende acallar mostrándonos a quien ahora es un pobre tipo rico con un chaleco antibalas y las esposas de la verguenza escondidas para escaparse de la burla y del escarnio.
   Demasiado tiempo ha pasado para que los argentinos, ahora ávidos de ver por lo menos a uno de ellos entre rejas, quedemos conformes con la justicia y con la historia, pese a que tenemos la obligación de esperar tiempos de juicios y sentencias, sin cometer el torpe error de la condena social como único castigo para los delincuentes.
   Todo es cuestión de paciencia, para ver en el banquillo a tantos sospechosos y sospechados que buscaron el generoso cobijo de sus encubridores y cómplices en aquellos venturosos -para ellos- tiempos de la rapiña.
   Ricardo Jaime es una devaluada muestra anticipada de lo que podemos llegar a ver.
   Pero tal vez en su propia soberbia, la soberbia que le regaló esa sonrisa sobradora del indemne, esté ocultando la certeza de haberse transformado casi en mujer.
   Ricardo Jaime es por ahora la María Julia Alsogaray del kirchnerismo.


ENTRE ALCOHÓLICOS Y DROGONES

   Pareciera que los cordobeses no hemos llegado a niveles de hartazgo como para reaccionar de maneras menos civilizadas, frente a hechos protagonizados por dirigentes sindicales que siguen con su maldita costumbre del discurso combativo, utilizado más que nada para asegurarse el apoyo de las bases deseosas de mejoras en sueldos y otros aspectos.
   Toleramos que nos agredan con pinturas, explosiones, daños al mobiliario urbano, destrucción de vidrieras, cortes de tránsito, ataques a la gente, prepotencia organizada y otros atropellos, porque quienes alientan toda esa batería de injurias lo hacen en nombre de la libertad de protestar.
   Y la policía y la justicia miran hacia otro lado, ignorando la gravedad de muchos hechos y a veces cayendo al ridículo de acompañar los desmanes, garantizando la impunidad de sus autores en desmedro de los derechos ciudadanos.
   El paraguas legal de los dirigentes que se fortalecen en sus imágenes de rudos luchadores, alguna vez se tiene que quebrar en beneficio de las víctimas, que somos los cordobeses hartos de toda la prepotencia de la que resultamos afectados, sin que nadie defienda los derechos de la gente.
   El insulto impune al que sobreviene el temor a los dedos pintados, la cárcel o la mariconería de las tareas comunitarias que reemplacen al juicio, son los elementos de este escenario absurdo en el que siempre ganan los malos.
   Primero vociferan, se hacen los duros y después aparecen como pollos mojados pretendiendo desdecirse o buscando absurdas coartadas que no creen ni los niños.
   Para que se entienda en su idioma de la arenga: Daniele provoca, insulta, empuja al daño, incita a golpear y cuando la ley pretende llamarlo a la realidad, se vá en bosta, apela a la “probation” y pretende virar a manso, respetuoso y pusilánime corderito.
   Alguna vez la justicia debe asumir que en más de un episodio, la señora de la balanza y los ojos vendados ha sido víctima de la irrespetuosidad y las argucias de este personaje, al que muchos siguen, aplauden y vitorean, pensando con el bolsillo más que con la razón.
   Eso contribuye a que la ciudad, nuestra ciudad, padezca el abandono que muestra porque quienes mandan y los que cobran por atenderla, se destrozan en una sorda lucha cuyas víctimas son los vecinos.
   Precisamente, los que pagamos los sueldos, muy generosos, de todos ellos, tanto gobernantes como gobernados, en este caso los empleados.
   ¿Se animaría Daniele a una consulta popular y abierta sobre su comportamiento?


…NI EL PUCHO EN LA OREJA

   Gozar la suma, la plenitud y la vigencia del poder político puede llegar a ser tan empalagoso como el mejor y más dulce de los manjares, que día a día se fortalece estimulado por el solo placer de estar gozándolo, por las adhesiones que recibe y los beneplácitos que genera en la propia tropa.
   Si tomamos el tema geográficamente, su extensión es tal como la de los viejos imperios donde casi no se ponía el sol, los poderosos se gratificaban con la gran vida y permanentemente acumulaban riquezas en sus arcas mientras la mayoría de los súbditos padecía privaciones pese a ser fieles aportantes de tributos, haciendo honor al añejo dicho que sostiene que el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.
   El kirchnerismo se creyó tan poderoso después de apropiarse de los derechos humanos en su beneficio, que extendió esa angurria hacia otros horizontes en un impúdico festival de corrupción. Casi toda la dirigencia de esa supuesta rama mostrenca del justicialismo tenía fácil acceso a los dineros de todos y la tentación sumada a la indemnidad, los fue transformando en filibusteros urbanos mientras pregonaban desde Puerto Madero su aburguesado y setentista discurso izquierdoso.
   Se sirvieron de las facilidades que otorga el poder para cometer en su nombre aviesos despojos. Se asociaron a la hora del latrocinio y constituyeron “empresas” que les acentuaron la prosperidad. El club de los testaferros incrementó su plantel “societario” que por vía de innegables conquistas sociales cosechó aplausos y adhesiones y  adquirió un rango de oscura legalidad dentro de sus propias filas.
   El adoctrinamiento se lanzó de arriba hacia abajo empezando por consolidar a la dirigencia y fue bajando al llano, hasta anidar en las escuelas primarias donde comenzaron a sembrar el mensaje de su discurso único que transformaba en traidores a la Patria a toda aquella persona que osara pensar distinto. 
   Y cuando alguien se dedique a escribir un tratado sobre el autoritarismo y sus consecuencias, deberá tomar como valioso punto de referencia la captación de juventudes, bases de organizaciones militantes que en viejos tiempos inventara el delirio nazi y replicara el stalinismo, con ambos ejemplos recreados en Cuba, en el Chile de Allende o más cerca de nosotros, en los ’70 con los grupos de “románticos” luego entrenados para la guerrilla.
      La modalidad, ideológicamente floreciente y auspiciosa, fue ganando espacios hasta copar los privilegiados sitios de la conducción en todos los escenarios, desde la Presidencia de la Nación, el Congreso Nacional y los ministerios hasta organizaciones barriales, pasando -obviamente- por el control de medios de comunicación ya existentes e instalando otras repetidoras del modelo nacional & popular exageradamente apoyadas con la generosidad de la pauta publicitaria oficial.
   Sinceramente, es para sostener que existía algo parecido al equilibrio de fuerzas cuando se evaluaban la trascendencia y la penetración mediática, ya fuera para una vereda o para la otra, porque a la hegemonía opositora se la enfrentaba con la otra concentración de medios sostenida por algunos “prestanombres” que poco a poco vieron vulnerada su clandestinidad.
   Ya se había fortalecido esa curiosa casta del profesionalizado “periodista militante”, muchos de los cuales con la zanahoria de la pauta publicitaria por delante arremetían torpemente amparados en la impunidad que el mismo poder les obsequiaba y así copaban espacios ajenos y multiplicaban su ideología basada en la descalificación del opositor al que transformaban en enemigo.
   Todos fueron preparados para la eternidad en el mando y a nadie se le ocurrió que la derrota electoral era la otra alternativa, más democrática que ninguna. 
   Nadie tampoco íntimamente la incorporó, hasta el punto que ni siquiera ahora desde la conducción kirchnerista asumieron la debacle del fracaso en las urnas. Día a día van surgiendo elementos que nos muestran el alucinante panorama de una corruptela estructural enquistada en todos los niveles de la administración del Estado, en las empresas mixtas y en los organismos autónomos, porque corrupción no es sólo robar sino también mentir u ocultar.
   Y como en toda batalla cuando el general muere, lo toman prisionero, huye o se esconde, el desbande es consecuencia lógica y predecible. Todavía ebrios de poder y de cercanas nostalgias buscaron una vez más instaurar el miedo y las usinas de las versiones trabajaron y trabajan a destajo alimentando la mediática avidez de los impacientes reclamadores de milagros. 
   Los argentinos asistimos a una variopinta feria donde encontramos la verborragia de los inocentes embestida por el patético silencio de los sospechados y de los que se saben culpables.
   El derrumbe que ahora se pretende maquillar con el ajado verso del “reagrupamiento” intenta ser la elegante dignidad de los derrotados que derrochan secas lágrimas de impotencia. Ya fueron. Ya son pasado y es hora de mostrar algo de grandeza como para que la historia alguna vez les ofrezca una nueva oportunidad.
   Ni siquiera pueden contar con el peronismo auténtico al que estafaron al escamotearle sus banderas. Debieran volver a la sociedad con la humildad que reemplace a la soberbia, desandando caminos y corrigiendo conductas. Los bastiones que se pierden -lo sostiene la contundencia de la historia- son de difícil recuperación pero el hecho de intentarlo fue siempre un síntoma de madurez política.
   La Universidad Nacional de Córdoba -que era un postrer baluarte de sus delirios- los encaminó a un tardío descubrimiento de la realidad que negaron durante más de una década en una curiosa actitud de suicidio ideológico, derrotados por una fuerza latente que desde la tarima de su arrogancia los “K” y sus aliados minimizaron y creyeron muerta. Sólo quedó la descolorida caricatura “… de aquel pasado malevo y feroz” del que no hay mucho para compadrear. 
   ¿Barajar y dar de nuevo?
   Es probable porque el tiempo es el padre de todos los relojes, de las memorias, de las resignaciones y de los olvidos.
   Enrique Santos Discépolo -visionario de los tiempos- nació el 27 de marzo de 1901 y hubiera cumplido 115 años.
   Subsistió en este mundo poco más de medio siglo y murió en 1951.
   Pero sigue vivo.



LA SELECCIÓN EN CORDOBA

   En muchos sentidos podemos sostener que la presentación de nuestro equipo nacional de fútbol fue memorable por varios aspectos que van más allá de lo deportivo.
   Sirvió, entre otras cosas, para disolver esa imbécil campaña porteña que pregonaba el desastre de tobillos esguinsados, contracturas varias, resbalones y otras desgracias para los exponentes de la selección más cara del mundo.
   Hasta se podría decir que a la policía le hubieran dado franco, porque el orden fue virtualmente absoluto, con algún aislado episodio que de ninguna manera oscureció la pulcritud del espectáculo.
   Incluso, tuvo su costado didáctico porque le enseñó a las autoridades tres cosas fundamentales: que a los recitales masivos hay que programarlos con más tiempo, que los escenarios no deben estar sobre el campo de juego y que nunca, nunca más a nadie se le ocurra hacer un rally, a menos que se busque la inutilización del estadio.
   Muchas veces las tentaciones económicas y las presiones mediáticas o políticas llevan por el camino de la imposición a resultados no deseados, y a esa alternativa hay que descartarla de manera definitiva.
   No podemos permitirnos el lujo de contar con un recinto cuyas imágenes han recorrido el mundo, dañado por la angurria o la imprevisión de quienes tienen la obligación de preservarlo para orgullo de los cordobeses.
   El “Cocayo” Dertycya, titular de la agencia Córdoba Deportes, acertó en sus pronósticos: el Mario Kempes estuvo en 7 u 8 puntos y no se registró ningún problema físico entre los intervinientes en la fecha por las eliminatorias del mundial.
   Es para suponer que bien tratado y con tiempo, el estadio mostrará una calidad infinitamente superior a ciertos potreros que a veces nos muestra la televisión de Buenos Aires.
   De esos potreros, allá no se habla y aquí tampoco.

ALGO SOBRE LA MEGACAUSA

   El crimen organizado es definido por Naciones Unidas, como un negocio económico protagonizado por grupos delictivos de varias personas que funcionan en forma estructurada durante cierto tiempo, para obtener beneficios económicos o materiales. 
   Estos grupos son controlados por jefes que utilizan la violencia, la intimidación o la corrupción para ejercer el control y generan ganancias a grandísima escala que luego son blanqueadas. Controlan sectores claves de las actividades económicas y del sistema gubernamental del ámbito en el que actúan, en una interacción corruptiva con el poder y con las instituciones policiales y judiciales del estado. 
   Dedicados al tráfico de drogas, medicamentos, armas o personas, en cualquier lugar donde se encuentren imponen el desafío de implementar una reforma institucional que se apropie de la problemática y pueda desentrañar la red de corrupción. 
   En Córdoba, donde ninguno de estos delitos está ausente, el Poder Judicial ha creado una Unidad de Delitos Complejos, que ocupa gran parte de su tiempo en investigar con mucha pompa desde hace más de 10 años la causa del Registro de la Propiedad encarcelando y juzgando repetidas veces a un grupo de imputados que salvo algunas excepciones, está conformado por ciudadanos comunes que carecen de cualquier característica que los acerque a la definición internacional. 
   Entran en la misma bolsa ordenanzas, empleados, secretarias, otros profesionales, compradores o vendedores  ocasionales, parientes y cualquier contacto casual, que lejos están de pertenecer a una red organizada para delinquir y de cualquier ganancia que supere lo necesario para vivir cada día. 
   El inusitado empeño por mantener esta causa y la generosa publicidad de la que se hace gala con ella, contrasta con la tímida y tibia dedicación que les merece el crimen organizado, enquistado en el poder, que genera preocupación y desafío para el resto de la humanidad. 

MALVINAS NUESTRAS, A 34 AÑOS 

   Poco ha hecho el paso del tiempo para mitigar el dolor que dejara la guerra de Malvinas, especialmente en las familias de quienes dejaron allí sus esperanzas, su espíritu de lucha y su propia vida.
   Han pasado 34 años y aún se escuchan los reclamos de los sobrevivientes, muchos marginados del mercado laboral, desatendidos en sus requerimientos de apoyo sicológico y no pocos transformados casi en parias, mientras para otros sectores continúa el festival de subsidios.
   Como si la historia reconociera más méritos patrióticos a los que se decían románticos y armados setentistas, que a los que debieron ir a enfrentar la superioridad británica apoyados por una tecnología bélica notoriamente obsoleta e insuficiente, empujados al previsible infierno por el desborde etílico del entonces presidente usurpador de la Casa Rosada.
   No todo está claro en los tantos grupos de ex combatientes que transitan, algunos como autómatas, las oficinas públicas donde piensan que van a encontrar un reconocimiento a su sacrificio, a la ofrenda que hicieron a nuestra Patria.
   Problemas internos los desunen, cuando la memoria de los vivos y el respeto por los muertos, debiera ser el motivo aglutinante.
   Algún día llegará la hora de la redención para aquellos que no vacilaron en colocarse muy junto a la muerte, amparados por nuestra bandera, el paupérrimo armamento, el frío calando el alma pero con el heroísmo de no llegar a congelar  sus convicciones.
   Será la hora en que unidos y no tan engañados, como estuvimos al menos aquel 2 de Abril, entonaremos nuestro Himno y lo haremos recordando el sacrificado valor de los soldados argentinos.
   Si no hubiera sido por la derrota y el sacrificio de tantos jóvenes inexpertos guiados por quienes siquiera habían jugado a la batalla naval en papel cuadriculado, todavía tendríamos régimen de facto. 
   Una de las patas de la democracia recuperada tiene el multitudinario nombre de los titanes del ’82 -ahora cenizas y recuerdos- cuyo fracaso militar significó que empezáramos a ver una luz de esperanza al final del oprobioso túnel de nuestra historia de aquellos años de plomo, de secuestro, de capucha, de tortura y de muerte.
   Por todo eso, y pidiéndoles perdón, sean eternos nuestros héroes que muchos han optado por olvidar.

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