PREVISIBLE:
LA UTA SE ENOJÓ, FETAP
TAMBIÉN
Y LA GENTE PADECIÓ. TODO
SE
ARREGLÓ Y SE VIENE EL AUMENTO
En
un nuevo “acuerdo operativo” el capital y el trabajo se
asociaron
en procura del beneficio que dejara satisfechos
a
los dos. Lo lamentable y penoso -y que alguna vez debe
terminarse-
es que involuntariamente el sostenedor de un
sistema
perverso es el único que sufre y más se perjudica.
Lo
más probable es que desde algunos sectores se tome como
reduccionista un análisis del problema del transporte urbano de
Córdoba con relación a su precio, cuando le agregamos ingredientes
tales como violencia, angurria, lucrativa componenda, vistagordismo
oficial, insensibilidad social y prepotencia.
Ejemplificando
dentro de tal sospechado reduccionismo, incursionemos en el simplismo
de sostener que si alguien tiene -por ejemplo- una mercería y
advierte que la rentabilidad no es la esperada o calculada con
sentido comercial, el único camino que le queda es cerrar las
puertas del local y buscar nuevos horizontes en otros rubros.
Y
si los faraones del transporte urbano de Córdoba cuyos capitales -me
parece- ni siquiera son cordobeses siguen con su permanente actitud
lacrimógena, es para sugerirles que si lo de ellos dejó de ser
negocio, que metan violín en bolsa y dejen de saquear a los usuarios
en nombre de un ciclotímico servicio cuya rentabilidad manejan junto
con el gremio burlando a los pasajeros y al poder concedente que es
la Municipalidad.
Los
cordobeses hemos llegado al límite de la tolerancia que
lamentablemente siempre se estira un poquito más, porque la
necesidad se ubica por encima de cualquier indignación o sentimiento
de rechazo a una situación de la que debiera hacerse cargo el Estado
y que al final aunque aparezca a veces tímidamente y tarde, es el
gran ausente.
Es
tan evidente el acuerdo entre los empresarios y la conducción
sindical que a esta película ya la vimos hasta el agotamiento, pese
a lo cual se reitera con el mismo argumento e idéntico final: la UTA
genera un incidente, alguna de las empresas de FETAP reacciona,
sobreviene el paro sorpresivo, dañino, salvaje y repudiable; el
poder concedente se amodorra, la secretaría de Trabajo de la
Provincia se desentiende e inmediatamente, antes del “the end”
los ávidos empresarios exigen un aumento en el precio del boleto, la
Municipalidad anuncia que no lo concederá, los dueños de los bondis
regulan las prestaciones haciéndolas más rentables, la gente se
indigna y protesta y finalmente el incremento es un hecho consumado
“para evitar desbordes sociales”.
Toda
una patraña.
La
Justicia no se molesta en sancionar la consumación de tantos delitos
flagrantes, la autoridad del Trabajo deja que el gremio esquive la
intervención, los choferes son destinatarios de la repulsa de
quienes suben a las unidades y les reclaman por su falta de
solidaridad, algunos resultan agredidos, el gremio decreta un paro
“por falta de garantías”, la FETAP ni se calienta, vienen
dirigentes de la UTA nacional, se alojan en el Sheraton, sus pares
cordobeses buscan esconderse poniéndose en la vidriera tomando café,
suavizan la situación entre ellos, se encienden las luces, la
película ha terminado y la gente sigue padeciendo.
El
precio del boleto se fijaría en alrededor de 12 pesos sobre los
13,50 que pretende la FETAP y al resto lo reciben con inmerecidos
subsidios que a la postre pagamos todos por vía de los impuestos.
Hay
tantos puntos oscuros en esta relación, que en lugar de una montaña
de secretos, algunos conocedores de la intimidad del problema estiman
que es un secreto en la montaña.
Gonio
Ferrari
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