EL HAMPA CUENTA CON TODAS
LAS FACILIDADES PARA CRECER
Los últimos días han mostrado -si es que era necesario- que el hampa sigue ganando terreno pese a los parches y “suplementos” que el poder provincial aporta a una policía que exhibe una imagen pachorrienta y desganada. La sucesión de violentos episodios contra la propiedad y las personas certifica un convencimiento anidado en la sociedad cordobesa que más allá de las estadísticas, padece la íntima convicción del desamparo reinante.
Dejemos de lado esos patéticos detalles de los patrulleros entregados con tal apresuramiento que no cuentan con equipo de comunicaciones, la reducida provisión de chalecos antibalas o la inquietud reinante en las filas de la institución frente al incierto panorama salarial. La verdad es sólo una: que la policía provincial no alcanza a contener el irrefrenable avance de la delincuencia, atribuible a lo que se quiera uno imaginar, lo que no le quita dramatismo a la situación.
En materia de prevención ciudadana ya no alcanza vivir entre rejas mientras los delincuentes gozan de una curiosa indemnidad, porque la cantidad de hechos que se perpetran con alarmante simultaneidad está superando al caudal operativo de la fuerza.
¿De qué sirve toda la tecnología y la incorporación de personal con limitada preparación?. En lugar de mermar la actividad delictiva es como si se hubiera duplicado su dañina capacidad, lo que está corroborado por la sucesión de hechos incluyendo un caso -roguemos que sea aislado- de una dependencia que no tomó una denuncia ¡por falta de personal!
Frente a este escenario y dejando de lado las motivaciones políticas que pudiera tener la actitud, no debiera sorprender que un intendente de una localidad vecina a la capital solicitara la ayuda de Gendarmería para que se ocupara de su población porque Villa Allende cuenta con sólo dos patrulleros y pocos efectivos; Saldán, un solo patrullero y cuatro agentes y no sigamos con los ejemplos porque el panorama es desolador.
¿Es una invasión de jurisdicción?. Probablemente lo sea, pero que el gobierno -si es inútil para garantizar seguridad por mano propia- aporte entonces una alternativa superadora que evite esa sospecha que en los hechos, transforma a Córdoba en una isla inexpugnable para la autoridad y abierta a la delincuencia.
El poder provincial siempre rechazó con desprecio y espanto todo lo que pudieran acusarlo de permitir “zonas liberadas”, sin aplicar una política integral que lo evitara ni que combatiera sus consecuencias. Si se aconseja a los ciudadanos no armarse ni actuar en defensa propia, alguien debe asumir esa responsabilidad en el marco del respeto por las leyes.
Porque si para vivir en paz, retomar el placer de salir de la casa y encontrar todo en orden al regresar, o estar seguros que nadie reventará la puerta, ni arrebatará en la calle a plena luz, ni será víctima de un tropel de ladrones asociados, es necesario convocar a los marinos, la ciudadanía estará en su derecho de exigirlo si su policía ha sido superada.
Bastante caros son los impuestos que se pagan para garantizar seguridad, justicia, educación, salud y otros servicios, para que las autoridades alegremente dilapiden fondos en gastos inoportunos y alejados de las reales prioridades.
Ellos, los que mandan, se sienten y se saben seguros y protegidos.
La población está muy lejos de esa saludable y desacostumbrada sensación.
Gonio Ferrari
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