25 de mayo de 2018

¡FELIZ DIA DE LA PATRIA!

   Aunque hoy celebramos 208 años como Nación, la realidad pone en duda que hubiéramos aprovechado para los tiempos las lecciones de nuestra propia historia.      
   Los políticos coinciden al menos en eso, pensando a la Patria como la construcción de una gigantesca obra para nuestro bienestar y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar su suelo.
   Y cada 25 de Mayo desde que me acuerdo, hoy a 208 años de aquella gesta, vuelvo a considerar oportuno pensar en voz alta qué es la Patria, desde mi simple condición de ciudadano.
   Debe ser la Patria el paraíso donde podamos vivir en paz y en libertad porque representa decencia, trabajo, sacrificio.
   La Patria es el esfuerzo cotidiano, más allá del bolsón, el subsidio o la beca para descansar sin haberse cansado.
   Es honestidad a ultranza; entrega, amor por las raíces y generosidad con nuestro prójimo.
   La Patria es construir y no mentir.
   Es buscar el bien común.
   Es gobernar y obrar sin soberbia ni autoritarismo.
   La patria es la práctica de la autocrítica y aunque duela, el reconocimiento de los errores cometidos.
    La Patria es administrar honradamente lo que tenemos y elaborar aquello que tanto necesitamos y nadie lo brinda.
   La Patria, por muchos devaluada en su concepto, es educación, seguridad, justicia y salud para todos sin elegidos, privilegiados ni marginados.
   La Patria también -y jamás lo olvidemos- es el respeto a los que piensan distinto y a la Patria la hacemos por igual en el campo y en la ciudad.
   La transpiramos en la calle, en la fábrica, en las escuelas y en el surco.
   La Patria es diálogo, debate, disenso, discusión civilizada y respetuosa.
   La Patria, nuestra Patria no es de civiles ni de militares, sino de argentinos.
   La Patria no es solo un mundial deportivo ni lo es disfrazarnos de argentinos por algunos días.
   La Patria es también rebeldía ante la injusticia, cariño por lo nuestro y consideración hacia el prójimo.
   La Patria envilecida por la corrupción, solo se cura con justicia honestamente independiente y no con la obediencia debida de algunos jueces.
   Trabajemos unidos, codo a codo, desde arriba hacia abajo y no perdamos tiempo, para que la desunión y los desencuentros no sigan siendo más rápidos que los relojes.
   Por eso, viene como anillo al dedo una declaración que quiero compartir con todos:
   “Los medios de protección que la Constitución nos proporciona, son la libertad y los privilegios y recompensas conciliables con la libertad. Los argentinos hemos sido ociosos por derecho y holgazanes legalmente.
   Se nos alentó a consumir sin producir. Nuestras ciudades capitales son escuelas de vagancia, de quienes se desparraman por el resto del territorio después de haberse educado entre las fiestas, la jarana y la disipación.
   Nuestro pueblo no carece de alimentos sino de educación y por eso tenemos pauperismo mental.
   En realidad, nuestro pueblo argentino se muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimientos prácticos y de ignorancia en el arte de hacer bien las cosas.
   Sobre todo se muere de pereza, es decir de abundancia.
   Quieren pan sin trabajo, viven del maná del Estado y eso les mantiene desnudos, ignorantes y esclavos de su propia condición.
   El origen de la riqueza son el trabajo y el capital.
   ¿Qué duda cabe que la ociosidad es el manantial de la miseria? La ociosidad es el gran enemigo del pueblo en las provincias argentinas.
   Es preciso marcarla de infamia: ella engendra la miseria y el atraso mental de los cuales surgen los tiranos y la guerra civil, que serían imposibles en medio del progreso y la mejora del pueblo”.
   ¿Quién dijo todas estas verdades?
   Fue Juan Bautista Alberdi, en marzo de 1855 firmando con el seudónimo “Figarillo”.
    Desde entonces han pasado 163 años y es como si lo hubiera dicho ayer.
Gonio Ferrari




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