NOS USARON JUNTO AL CORDOBAZO Y
LUEGO FUIMOS DESTINADOS AL RINCÓN
DONDE MORAN LAS INTRASCENDENCIAS
Bien sabemos que los políticos ávidos
y sedientos de poder y más apegados al culto de los olvidos que al respeto por
la memoria y la historia, suelen tener actitudes casi infantiles por lo burdas
y reprobables, que pueden ser consideradas travesuras de bisoños u ofensas al
pasado y al presente que se esconde en los ayeres.
Eso de la fragilidad a la hora
de las evocaciones suele ser el mecanismo que mejor fortalece a las amnesias y
de manera especial, cuando de por medio existen generosas promesas que forman
parte de la acostumbrada demagogia que a la hora de las frustraciones, para
muchos se toma con indiferencia pero esa actitud no es positiva cuando está de
por medio la memoria colectiva de la ciudadanía.
De aquellas coberturas
periodísticas durante los años de plomo cuando la ilegalidad de los cuartelazos
había pasado a ser una forma de gobierno, somos pocos los sobrevivientes en
esta Córdoba que supo centralizar la protesta nacional, probablemente alentada
por las convulsiones que ocurrían en Francia, en Grecia y en otros puntos de la
geografía universal,
La riesgosa tarea de ver, fotografiar,
filmar y trasladar luego al consumo de la población esas situaciones críticas
en el afán de documentar la realidad, tuvo en un grupo de periodistas,
fotógrafos y camarógrafos su punto cúlmine el 29 de mayo de 1969 con lo que la
historia bautizó “Cordobazo”, expresión de resistencia a un régimen
autoritario, militarizado y proclive a cercenar derechos de las clases menos
afortunadas.
Pocos años atrás se nos dio por
nuclearnos tomando el número 29 (en homenaje al día) y por ser tal el número de
colegas sobrevivientes de aquellas jornadas de violencia y reivindicación, para
llegar a integrarnos como “29 Testigos de la Historia”.
Nunca pusimos en discusión la
paternidad de la gesta porque cada sector involucrado lo hizo por su cuenta,
sobre todo por aquello que las victorias tienen muchos padres y las derrotas
son huérfanas. Expresión de la espontaneidad popular por una parte y
organización gremial y estudiantil por otra, más la participación de sectores
políticos especialmente de izquierda.
Quisimos aportar nuestras
impresiones y experiencias para contribuir a la fidelidad del relato, pero
parece mentira que en Córdoba, mencionada universalmente por aquellos fastos
heroicos, al menos de parte de sus autoridades prevaleció la mezquindad
ideológica afianzada en sus propias dudas actuales mostrando algo parecido al
temor por las revelaciones que iban apareciendo al tomarse las cosas, los
detalles y los hechos sin interferencias de bisoños historiadores, “tocadores
de oído” y una casta periodística más apegada a Google que al estudio, la
consulta de archivos o las declaraciones desapasionadas de sus principales
protagonistas, que en definitiva fuimos los hombres de prensa con nuestra
mirada abarcativa de los acontecimientos.
Como entidad sin fines de lucro
pero sí de reivindicar el respeto hacia la historia, se nos brindó cierto apoyo
como un pequeño subsidio (por única vez) para el funcionamiento, el préstamo de
un local para reuniones y nos tocó participar en encuentros a distintos niveles
en escuelas y otros centros comunitarios.
Hasta hicimos una muestra de
elementos profesionales relacionados con la cobertura de aquellos tiempos en
que la tecnología era más artesanal que científicamente desarrollada y con sus
lógicas limitaciones que se suavizaban con el fervor y el compromiso de quienes
nos tocaba cubrir los sucesos.
En la conmemoración número 49°
de hoy no faltaron los “cara de cemento” -políticos en decadencia y
aprovechados sindicalistas- que quisieron vender un protagonismo que no
tuvieron.
Últimamente algunos hombres de
prensa de aquellos años fuimos convocados desde el poder legislativo provincial
para conversar -decir “disertar” nos pareció exagerado- con motivo de un nuevo aniversario del nefasto cuartelazo
del 24 de marzo, apenas hicimos notar que el rigor de la historia y el respeto
por la memoria nos indicaba que el terrorismo de estado nació allá por 1973
durante un gobierno constitucional y peronista y no en 1976, aquel proyecto de
tenernos como testigos se diluyó en una endeble disculpa burocrática que no
convenció a nadie.
Y nunca más ni siquiera
atendieron los reclamos de “29 Testigos…” por el abandono al que fuéramos
condenados, cuando los pueblos necesitan apegarse a la verdad del pasado para
evitar la repetición de errores en el presente y con miras al futuro.
Un par de años atrás ¡dos años!
la Sra. Alejandra Vigo activó su promesómetro preelectoral, derivó el tema a la
Agencia Córdoba Cultura y nunca más se supo.
El 17 de abril de este año ¡42
días atrás! “Testigos de la Historia” cumplió con el trámite burocrático de
solicitar una audiencia a la Dra. Nora Bedano, titular de esa agencia, sin que
desde el organismo estatal, al menos por respeto a la historia, se dignaran a
contestar aunque fuera por educación, ni una mísera línea.
Nos olvidaron y nos
escondieron.
Pero no podrán, aunque se
empeñen, borrar de nuestras memorias aquellos complicados años en que la
mayoría de los políticos actuales eran jovencitos con aspiraciones de poder.
Porque será la misma historia la
que con el tiempo inexorable, innegociable e inclaudicable con la verdad,
demuestre que de aquellos años y de los actuales, más que testigos, fuimos
protagonistas.
Y entonces para los delirantes ya
no quedarán espacios para deformar la realidad ni plantarse en sus pechos -como
ahora- condecoraciones inmerecidas.
Gonio Ferrari
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