Desgrabación de los
comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos”
que emiten en dúplex AM580 y FM88.5 ambas de Radio Universidad de Córdoba,
edición n° 518 del 27/05/18.
EL PAN, LOS
TALLARINES, EL TRIGO Y EL DÓLAR
Para qué comentar nada con relación al valor
del pan como elemento de nutrición y como símbolo de la mesa, desde la más
humilde a la mejor y más abundantemente servida y es por eso que cuando se
produce cualquier alteración en su precio, por mínima que sea, significa un
duro impacto tanto económico como espiritual.
En los últimos tiempos y con lamentable
frecuencia el producto ha estado sujeto a las más disímiles variaciones acerca
de los motivos y es posible -dejando de lado las sesudas interpretaciones que
tienen los economistas y los industriales del ramo- que la impresión
generalizada se aproxime más a la exageración que a la realidad.
Se
busca atar todo al valor del dólar, como si la moneda norteamericana estuviera
presente en los salarios y en todas las transacciones que se hacen con dinero.
El pan subió de precio porque la cotización
del dólar también lo hizo, se ajustó el precio internacional del trigo y a los
panaderos que son el penúltimo escalón del consumo, les obligaron al aumento
que viene desde las espigas y transformaron a la población en una multitud de
rehenes porque en tu casa puede faltar el jabón, pero jamás el pan.
Bueno sería sincerar técnicamente este
asunto, porque en este caso el consumidor apunta al panadero, quien también
viene a resultar una consecuencia de factores externos aunque la harina le sea
imprescindible.
Es más o menos como con los combustibles: el
pretexto más utilizado para justificar sus aumentos es el valor internacional del
barril de crudo, pero cuando bajó más de una vez, el precio final de las naftas
se mantuvo firme.
Es necesario que ingresemos a tiempos de
sinceridad en todas las etapas de la comercialización porque de lo contrario,
estamos condenados, irremisiblemente, a curiosos caprichos sectoriales.
RIAL SE FUE A UNA
BANQUINA SIN RETORNO
Realmente si lo tomamos desde el punto de
vista literario, no son expresiones de alto vuelo, sino la oculta confesión de
una persona atormentada por fracasos en distintos órdenes, para lo cual
tendríamos que remontarnos a la calificación que le marcara a fuego nadie menos
que Diego Maradona, aunque sería un golpe bajo recordársela, sumada a los casos
de crecimiento de sus protuberancias frontales que padeció.
Pero cordobés y gracias a la explosiva
expansión de conceptos que permiten las redes sociales, es para rogar que le
lleguen a ese sopador de la farándula -a la que vive agrediendo y humillando
pero de la cual vive- algunos pensamientos que se me amontonaron en el alma
cuando escuché su voz “sustancialmente” alterada agrediéndonos en conjunto, sin
anestesia y a conciencia -si es que la tiene- de lo que estaba gritándole a su
hija.
Sus frases más salientes, dentro de la
maraña de improperios y percudidos epítetos, quien supo comer de la mano de
muchos mediterráneos y de la obsequiosidad de alguna coterránea, maltrató
telefónicamente a su hija Morena y textualmente se despachó para la posteridad
vociferándole: “Me cagaste todas las
parejas que pudiste. No estudiás, no hiciste un carajo. Vas a esa provincia de
mierda con esa gente de mierda, todos ladrones, delincuentes, negros…"
y otras lindezas poco cervantinas.
Quiero dejar de lado todo el contexto
familiar y novelesco que rodea a esas expresiones porque respeto la privacidad
ajena, aunque en este caso al tomar trascendencia pública, tales agravios se
transforman en vehículo del pensamiento y la convicción de quien los dice. Y no
por esto estoy sugiriendo ni remotamente una pronta intervención del INADI
porque sería promocionar a un personaje que de la mediocridad saltó a la fama
recorriendo un escandaloso camino de baldones y oprobios.
Prefiero, humildemente y con la
caballerosidad que distingue a los bien nacidos de este maravilloso territorio
cordobés, invitarlo -no a que se retracte ni pida disculpas porque su soberbia
no se lo toleraría- a que venga a vivir a Córdoba, donde podrá gozar nuestro
ambiente social y la generosidad fraternal que nos caracteriza.
Porque si es una provincia de mierda con
gente de mierda, todos ladrones, delincuentes y negros, no es otra cosa que una
maloliente cloaca.
Jorge Rial, serás bienvenido.
Nadie
podrá sentirse aquí como es tu caso, tan cómodo como un buen sorete.
PARA CASERIO SOLO
EXISTE EL TARIFAZO NACIONAL
Por allí uno se encuentra con declaraciones
de funcionarios que antes sorprendían pero ahora desorientan porque se
transforman en síntesis de la banalidad o de la insensibilidad, ambas
impresiones en todo caso lamentables o por ser indulgentes, las califiquemos de
desafortunadas.
Pocos días atrás y en este caso dejemos de
lado el contexto, el senador nacional cordobés Carlos Caserio, mandamás del
justicialismo local dijo palabra más o palabra menos, que el ajuste nacional de
tarifas en los servicios era impagable.
Llama la atención que se mire hacia el
puerto cuando aquí los mediterráneos venimos padeciendo -y rigurosamente
pagando- la energía eléctrica por lejos la más cara del país y sosteniendo una
empresa que la produce que es un canto a la desinversión y a la cuestionable
calidad de sus prestaciones.
Pero si, sus directivos y empleados gozan de
una escala salarial que es también envidia nacional, aunque en algunos casos
sean desmedidas conquistas gremiales que pagamos todos en cada boleta que nos
llega.
Ni una palabra del costo del agua, servida
por una empresa que en su momento gozó de generosas facilidades para hacerse
cargo de su provisión, y menos para referirse a los peajes, a cargo de otros
grupos económicos que recaudan y recaudan, dejando siempre para otro momento
todo lo que sea prolijo cuidado de las rutas, que también pagamos todos
tengamos vehículo o no.
Si lo que dijo el ahorrativo Caserio es
parte de la puja que vienen sosteniendo Nación y provincia por buenos dineros
que recíprocamente dicen adeudarse, es hora que pongan las cosas en claro y
terminen con esta situación tan penosa como ridícula.
El tarifazo de Córdoba, lo entendamos, es
tan despiadado como el que Caserio aparece cuestionando.
ARISTÓTELES Y LA
MEGACAUSA
Aristóteles
define la noción de una justicia universal referida al bien común, y de una
justicia particular que se enfoca en las relaciones entre individuos, sean
éstos juez, gobernante o compañero.
En ambas
dimensiones puede haber acciones justas o injustas.
Si
repasamos algunas particularidades de la causa del Registro como la
prisión preventiva sistemática aplicada por las dudas a personas sin ningún
antecedente que se usó como elemento extorsivo para forzar
culpables; la comisión especial designada para juzgar, teñida
de parcialidad al reconocer que mantenía presos sin pruebas amparada
en su íntima convicción; la ilógica existencia de
bandas conformadas con personas que no se conocían entre sí, la
utilización masiva de los medios para difamar pomposamente a personas que ni
siquiera habían sido juzgadas; la atribución de negocios millonarios
a trabajadores sin fortuna y la más absoluta ceguera hacia quienes
ejercían el poder, se genera una racional sospecha de que nos
encontramos frente a una sucesión de actos injustos.
En
muchas partes del mundo existen recursos para combatir
estos casos como distintas organizaciones no gubernamentales que reciben
denuncias contra el Poder Judicial cuando está cuestionada su
independencia, o plataformas habilitadas en los medios a
las que puede acceder cualquier ciudadano en forma anónima.
Enseñaba
Martin Luther King, en su lucha por la libertad, a
ejercer una resistencia pacífica, dirigida contra la opresión y no
contra los opresores, lo que en esta causa se traduciría contra la
injusticia.
Pero si
pudiéramos replicar estos mecanismos de control de otros lugares,
identificar también a los injustos nos garantizaría que la injusticia no
se repitiera.
SE ACERCA RUSIA 2018, ANESTÉSICA BISAGRA
Poquitos días quedan para que se eche a
rodar la pelota más ambiciosa de la historia futbolística universal: un nuevo
mundial esta vez en la lejana Rusia, con las mismas pretensiones que tuvimos
desde la primera edición de llegar a la cima del podio como lo hiciéramos dos
veces.
Tiempo atrás un superministro que desmanejó
nuestra economía solía decir -me refiero a don Alvaro Alsogaray- que “había que
pasar el invierno” como medida de tiempo para llegar a las soluciones que la sociedad
argentina demandaba a sus líderes políticos.
En fin, fueron varios los inviernos que
pasamos en espera de la bonanza, pero esa unidad de tiempo a la que me refiero,
quedó sellada en la memoria de los argentinos.
Después la creatividad y la esperanza
establecieron a los mundiales de fútbol como bisagras en el proceso de
cualquier orden que vivía el país. También sirvió para fijar plazos en el pago
de deudas, en la devolución de favores, en el cambio del coche, en la compra de
la casa o en un postergado casamiento.
Todo se transformó el “después del mundial”.
Poco ha cambiado en el panorama global, porque
los argentinos que seguimos apegados a la ilusión del resurgimiento de entre
los escombros, sentimos que a esos escombros originarios en la famosa década
ganada se han apilado los actuales, muchos de los cuales son prolijamente
escondidos a maquillados para que no se noten tanto.
Esperamos con ansias el mundial y una de sus causas fundamentales tiene
que ver con lo deportivo, porque tenemos la necesidad imperiosa de ganar algo,
en cualquier terreno de la vida.
Pero está lo otro, lo subyacente, que
esperamos una economía fortalecida y no decadente, una seguridad recuperada, un
entendimiento entre adversarios y no enemigos, un aura de tranquilidad a una
sociedad más cerca del desquicio que de la armonía.
¿Puede conseguirse todo esto por el sólo
hecho de pasar un mundial de fútbol en el que podemos volvernos en la primera
ronda, o levantar el preciado trofeo?
Todo es posible, siempre y cuando tengamos
la patriótica grandeza de seguir intentándolo…
Tontos seríamos si permitiéramos que el
Mundial de Rusia fuera sólo una engañosa y anestésica bisagra.
¿POR QUÉ? SI ERA NADA
MÁS QUE UN PERRO…
Cuando trascendió la triste y brutal
historia del perrito “Chocolate” nos invadió, al menos a los que tenemos una
especial sensibilidad hacia esos seres vivos, no pensantes pero memoriosos y
generosos en la devolución del cariño que son los animales, una sensación de profundo
pesar y tristeza.
No entendíamos ni aún lo comprendemos, en
qué mentalidad humana puede caber la satisfacción de la tortura al irracional;
del daño a un indefenso… y no cometamos el error de tratar de “animal” a quien
lo hizo porque estaríamos ofendiendo a todos los irracionales que en su inmensa
mayoría profesan desmedido cariño por sus crías.
Es un hito en la Justicia a la que tanto se
le reclama por los malos tratos y la indiferencia hacia la “Ley Sarmiento” y
como tal debemos tomarlo porque no deja de tener la trascendencia de un
comienzo que jamás debió postergarse por tanto tiempo.
No faltan quienes califican de excesiva la
pena aplicada a quien esa Justicia encontrara culpable del despellejamiento en
vida de un perrito que no tenía como defenderse, hasta el punto que ni siquiera
conmovió al peluquera con lo que con toda certeza fue su sufrimiento, sólo por
el pecado de haberlo molestado con sus ladridos.
Un año pero en libertad, para un apático e
indiferente individuo a quien por sus declaraciones, no se le escuchó
arrepentimiento sino la lisa y llana negación del hecho como arma defensiva que
de nada le sirvió.
Ese tipo, incalificable por su conducta,
tendrá ese tiempo y toda la vida, para que su conciencia le martille el cerebro
al traerle a su desteñida memoria, lamentos de dolor ajeno que durante su
“hazaña” histérica, no quiso escuchar.
Y esa mirada sufriente de “Chocolate” no la
olvidará jamás…
LA INFLACIÓN, EL AGIO
Y LA ESPECULACIÓN
De casualidad lo encontré en un viejo ejemplar de La
Nación, cuando con relación a la inflación comenta que hay un punto de partida
preciso: "La inflación -dice-, considerada como fenómeno de naturaleza
endémica, comenzó en la Argentina en 1945". Y lo sostiene con cuadros
estadísticos, "donde la magnitud del aumento en el costo de la vida -señala-
surge límpido y claro de esas cifras.
Es suficiente hacer notar que en una década, de 1945 a
1954, el costo de vida experimentó un alza superior al 500 por ciento, mucho
mayor que el habido entre 1914 y el quinquenio 1940-44".
Asimismo se observa que "la tasa de inflación en
la Argentina se despegó de la tasa de Estados Unidos y Europa occidental a
partir de 1949". Y Juan Carlos de Pablo lo explica claramente cuando
señala: "Durante la primera mitad de la década del 40, la Argentina sufrió
un proceso inflacionario al igual que muchos otros países. La diferencia fue
que a partir de 1948 la inflación desaparece en el resto del mundo
desarrollado, pero no en nuestro país.
Desde ese momento la inflación es de origen
nacional". Y esa inflación neutralizó cualquier aumento de salarios que el
gobierno de entonces decretaba con suma facilidad. En 1952, el nivel del
salario real de un peón industrial bajó el 25 por ciento con relación a 1948.
Era la contrapartida de la euforia 1946-48, cuando el ingreso nacional creció
un 26 por ciento.
Una visión de
todo el ciclo revela, sin embargo, que 1946-52 estuvo caracterizado
principalmente por la existencia de una ocupación plena. En el sector agrario
la balanza se inclinó del 34,7 por ciento en 1945 al 25 en 1952. En ese mismo
lapso, la ocupación en servicios se elevó del 44 al 49 por ciento; esto es
"de una rama de ocupación más productiva a otra menos productiva".
Perón apeló al recurso de otorgar aumentos masivos de
salarios y a la vez fijar precios máximos en niveles anteriores a dicho
incremento general. "El mito de la omnipotencia estatal -agrega- se
esconde detrás de estos ingenuos intentos de alcanzar de la mañana a la noche
un amplio bienestar por simples disposiciones gubernamentales." Sin
combatir con armas reales el proceso inflacionario, el gobierno intentó detener
su inevitable secuela inmediata: el alza de los precios.
Volvió la batalla contra el agio y la especulación, iniciada
en 1946 con la famosa "campaña de los sesenta días", la que llevó
esta vez a la cárcel a decenas de pequeños comerciantes. La mayoría de ellos
eran almaceneros, a quienes se aplicaron severos castigos que afectaban tanto
sus intereses comerciales como sus derechos civiles. "Hubo sanciones
desmedidas contra nuestros afiliados", se quejarán los directivos del
Centro de Almaceneros.
Una lista proporcionada por esa entidad refleja hasta
qué extremo se cumplió la ley contra el agio y la especulación durante el
gobierno peronista, cuyas penas máximas consistían en la clausura definitiva
del negocio, una inhabilitación comercial de seis años a su dueño, arrestos de
noventa días en la cárcel de encausados y las multas correspondientes. Cuando
se trataba de extranjeros (y esto ocurrió frecuentemente en el caso de los
almaceneros, en su mayoría españoles) el proceso incluía el pedido de
aplicación de la ley 4144, de residencia.
Entre los casos más famosos de aquellas campañas se
cuenta el de José Bello, cuyo negocio instalado en Bacacay 3500, del barrio de
Floresta, fue clausurado definitivamente "por vender queso de rallar a 8
pesos con 70 centavos, precio correspondiente al doble crema, en lugar de
ofrecerlo a 8 pesos como corresponde". Bello debió pagar 30.000 pesos,
cumplir tres meses de encierro en Villa Devoto, y estuvo a punto de ser
deportado a España.
Lo mismo le ocurrió a su compatriota Mariano Gómez,
instalado en Arenales 3002, "por haber confundido los precios de las
yerbas Cruz de Malta y Flor de Lys ".
Una diferencia de 35 centavos en el precio de los quesos gruyére y roquefort
costó a José Manuel Martínez, de Tucumán 400, una multa de 100.000 pesos; y el
exceso de 15 centavos en una porción de medio kilogramo de dulce de membrillo
determinó a José Antonio Taborcias la pérdida de su carta de ciudadanía y una
sanción de 50.000 pesos.
Todo esto es historia, pero dejando de lado una
interpretación progresista, a veces nos preguntamos si ahora, no sería esa la
solución que imponen las circunstancias y que tanto y tanto necesitamos poner
las cosas en orden.
Basta de avasallamiento.
Basta de peajes improductivos.
Basta de aumentos desmedidos sin justificación.
¿HAY O SE TERMINARON
LAS VACUNAS ANTIGRIPALES?
A veces en estos últimos días aburre el exceso
de propaganda oficial de la provincia -que pagamos todos- recomendando la
vacunación antigripal especialmente a los grupos más vulnerables de la sociedad
como son, tenemos entendido, las embarazadas, los niños y los mayores de 65
años de edad.
Sin embargo son numerosas las quejas que se
escuchan en todos los medios, de personas que se han cansado de concurrir a los
centros de vacunación que se promocionan, dándose con la sorpresa que no
existen vacunas ni saben para cuándo tendrán para cumplir con tan profusa
publicidad.
Suelen darse casos más graves, como por
ejemplo a gente que madruga para tentar la suerte de ser vacunados, y a media
mañana después de haber soportado las inclemencias del frio y a veces con
lluvia, les informan que las existencias de vacunas se agotaron y no tienen
fecha establecida para volver a la aplicación del preventivo.
¿Quién miente?
¿Quién exagera gastando en publicidad mucho
más de lo que costaría reponer la existencia de vacunas?
¿Se aprovecha la coyuntura de una demanda
tan esencial para transformarla en propaganda política?
Poco importa la calificación de lo que está
sucediendo, porque lo más trascendente es que haya vacunas antigripales para
todos los vecinos que las necesiten.
De lo contrario, sería consagrar una vez más
la demagogia por encima de la salud de la comunidad cordobesa.
Y eso, de confirmarse en los hechos, sería
imperdonable.
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