Hay cientos de definiciones, citas y
célebres frases que hablan de los amigos, de la amistad, de la casi hermandad y
de esa química especial que rodea y distingue a quienes se consideran amigos.
Aunque
el día instituido para celebrar esa relación sea medio tirado de los pelos,
porque la verdad la idea de festejarlo porque el hombre llegó a la Luna, está
más cerca del despiste que de la realidad.
Cuestionamientos aparte, al igual que en el día de la madre, del padre, del
abuelo, de la patria, de la libertad, de la mujer o del niño, es como que
sobrara eso de asignarle un día al año cuando el amor, el cariño, el afecto
debieran manifestarse todos los días, sin esperar que los intereses comerciales
los impongan.
Pero así
somos en esta sociedad exageradamente consumista por una parte y lacrimógena
por la otra, cuando se lamenta de manera desmedida por la crisis económica,
pero prolija y plásticamente se endeuda para no marginarse de esas comerciales
celebraciones.
Sea como
crean que es, bien vale de vez en cuando acercarnos al amigo, a esa alma
melliza puesta en el cuero de otro que cuando la miramos es como si estuviéramos
frente a un espejo y decirle que lo extrañamos, que lo amamos, que estaremos
siempre que nos requiera y no tan solo para la joda.
Los
amigos no necesitan -no necesitamos- estar todo el día franeleándonos para
expresar nuestros sentimientos fraternales, que muchas veces se confunden con
la más penosa de las hipocresías.
Basta
con que el amigo, nuestro amigo, sepa que siempre en las buenas o en las malas,
sin distancias ni adioses, estaremos con él.
Y a eso
si, tenemos la obligación y el mágico placer de festejarlo, considerando que el
amigo es un regalo que podemos hacernos.
El viejo dicho es muy cierto: un amigo es
una persona con la que se puede pensar en voz alta.
La amistad verdadera es asexuada.
No tan
solo se abrazan los cuerpos.
Las
almas también pueden hacerlo.
Gonio Ferrari
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