Desgrabación de los comentarios del periodista
Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” n° 524 emitido el domingo
8/7/18 en dúplex por AM580 y 88.5 FM ambas de Radio Universidad Nacional de
Córdoba.
EL COMPLEJO Y ESCANDALOSO “CASO HAK”
Tiempo
atrás, allá por los comienzos del 2017 nos ocupamos desde este mismo espacio de
una situación brutalmente irregular, rayana en lo delictivo, que azotaba a
muchos vecinos del barrio Marqués de Sobre Monte y documentábamos nuestros
dichos con ilustraciones irrebatibles.
Y entre
otras cosas decíamos: “Cualquier cordobés, cultor o no de la noche,
conoce la existencia de “Rapoza” en la esquina de Miguel de Mojica y el camino
que conduce al Aeropuerto Taravella. Fue cabaret según me comentan, lugar de stripers de los cuatro sexos y de
acuerdo con el testimonio de algunos memoriosos poco amigos de la joda, sitio
para la práctica de ciertas costumbres que muchos califican como reprobables, a
la hora de consumos prohibidos por la ley.
Fue objeto de varios allanamientos y
otras tantas clausuras,
Y a decir verdad, en los cenáculos y
mentideros de la política mediterránea, nombrar a Rapoza era ser parte de su íntima clientela en gran medida
conformada por profesionales de la ley, políticos de todos los colores,
funcionarios y encumbrados dirigentes del empresariado cordobés y de las
conducciones sindicales.
Este no es un ataque de puritanismo
ni nada parecido, porque debo reconocer que si a mi final tengo ganado algún terrenito
extraterráqueo, no es precisamente el cielo en el que muchos creen y tampoco el
infierno, sino unas buenas vacaciones en el purgatorio, allí donde te dan de
comer a mansalva y después cierran con candados las puertas de los baños”.

Y para
terminar, supe decir: “El tema es que intenté alguna explicación que me sacara
de mis dudas apelando a Espectáculos Públicos de la Municipalidad, pero el
Director está siempre ocupado y para conversar con él hay que cumplir una serie
de requisitos y pasos burocráticos a los que no estamos acostumbrados.
Bueno sería poner en claro esa
situación -lo señalaba este periodista- porque no son pocos los vecinos calientes con
los despelotes que a veces se arman de madrugada y parece algo así como una
zona liberada para la joda sin control, especialmente porque se advierte la
presencia de menores,
A lo mejor es un salón para fiestas
infantiles, primeras comuniones, bautismos o acontecimientos parecidos, y nos
estamos escandalizando frente a tanta inocencia.
Sin embargo, me susurraron al oído
que adentro no hay castillos inflables ni peloteros”.
Hasta
allí mi archivo y mi memoria, recordando asimismo que algunos colegas fueron
maltratados por atreverse a filmar en las inmediaciones cuando se producían las
desconcentraciones mañaneras.
Y mire
lo que son las cosas: todo el meneado caso Hak que derivó en renuncias,
acusaciones cruzadas, sospechas agigantadas y otras alternativas del
conventillo político que es Córdoba, vienen a conectarse con el tema de Rapoza, sus dueños y la enorme impunidad
que gozaban para reabrir estando clausurados.
Dicen
que muchos poderosos eran habitués del local virtualmente clandestino.
Y sin
entrar en detalles, cimentar sospechas, agrandar situaciones ni nada parecido,
en medio de esto que muchos quieren acallar pero ya es demasiado tarde para
hacerlo, sólo me surge una pregunta inocente: ¿alguien puede creer que lo de Rapoza que vendría a ser la punta de un
ovillo de alambre al rojo vivo, era ignorado por las cúpulas tanto municipal como
del gobierno de la provincia?
Afirmar
o tan siquiera suponer que no lo sabían, sería una gigantesca ofensa contra la
inteligencia de la gente.
Lo que
pasa, es que ahora todos quieren salvarse revoleando la media y algunos se
apuran en irse y los que se quedan -algunos sonrientes- deben estar aterrados
de que los renunciantes cuenten todo.
Con el
2019 demasiado cercano estamos viviendo
los días en que la realidad confirma la existencia de zonas liberadas, que es
la rúbrica de la puta inseguridad que tenemos que padecer.
¡BASTA DE EMPLEADOS PÚBLICOS POR AHORA!
Se anunció recientemente que por decreto,
hasta finales de este año por lo menos y con algunas excepciones, no se harán
más nombramientos de personal estatal al menos en el nivel nacional, con la
esperanza que a la medida adhieran las provincias.
Salvo según me comentaron, personal de
seguridad, salud, educación, militar y alguna otra actividad, los planteles
serán inmodificables, con lo que se pretende ajustar para achicar gastos, lo
que es saludable siempre que no se afecten a ocupaciones sensibles e
imprescindibles.
El Ministerio
de Trabajo de la Nación había presentado un informe especial sobre el empleo
público, del que surge que hay siete provincias en las cuales el número
de empleados estatales es mayor que el de trabajadores registrados en la
actividad privada.
Los distritos en los que la proporción de trabajadores estatales fueron mayoría
respecto de los del sector privado con los datos publicados a diciembre de 2016
son Corrientes 51 por ciento del total,
Chaco el 58, Santiago del Estero 60, Jujuy 62, La Rioja 67, Catamarca 69 y
Formosa lo mismo, el 69 por ciento.
En el resto de los estados provinciales el
sector privado supera al Estado nacional como principal empleador de la
economía formal.

Vale destacar que las administraciones
provinciales son las que tienen a su cargo las prestaciones de salud, educación
y fuerzas de seguridad locales, por lo que en este nivel, además de la
administración pública provincial, se cuentan docentes, policías, médicos y
personal sanitario.
Una
medida acertada eso de limitar, siempre y cuando el Estado se preocupe por
alentar otras actividades productivas, baje las tasas de créditos a las Pyme,
afloje algo su presión impositiva y adecue las tarifas de servicio como para
estimular la creación de trabajo privado.
Así y todo,
se me ocurre que la medida encierra un objetivo que aunque sea necesario, será
un duro golpe para quienes se acostumbraron a estructurar sus campañas proselitistas
apelando al clientelismo laboral.
No
podrán hacerse designaciones con tales fines, a menos que disfracen de docente,
médicos, policías o sargentos a mucha gente.
PRODUCTORES, MAYORISTAS, DÓLAR, ETC.
Esto de tener una economía dolarizada para
mi nula experiencia en matemáticas y números en general, me sepulta en un pozo
de ignorancia demasiado profundo, pero a la vez me aviva de otros costados de
la situación que pretendo ponerlos en claro a través de la observación y la
intuición.
Me alarma y me altera cuando veo que porque
sube la cotización del dólar aumentan el pan, los embutidos, el vino, la carne
o sin ir más lejos, el corte de pelo.

Es más que probable que esté equivocado,
pero cuando pienso en esa cierta alternativa, me enfrento a una realidad que
implícitamente me otorga la razón, aunque más me desorienta cuando el dólar
baja y los precios no se mueven en la misma dirección, por más mínima que sea.
Lo mismo tampoco me explicaba el precio de los
combustibles porque aumentaba el valor del crudo que sobrepasó en cierto
momento, creo que los 110 dólares por barril de petróleo, pero ningún
combustible derivado bajó cuando la misma sustancia se cotizó virtualmente a la
mitad.

Algunos se enojaron conmigo porque sostuve
que si el mayorista por presión o por monopolio obliga a que le paguen con
aumentos desmedidos o inoportunos, hay que negarse a comprar y que el chubasco
también moje al poderoso.
Cuando los precios aumentan sin razón y con
el único pretexto de cubrirse de eventualidades, es la reacción frente a la
incertidumbre y no por motivos científicamente valederos.
Juan Perón una pila de años atrás llevó a
legislar sobre el agio y la especulación, aplicando severas medidas punitivas y
correctivas que llegaron a la imposición de cárcel para los argentinos y de
expulsión del país para varios extranjeros.
Hay veces que por nostalgias o necesidad se
añoran los tiempos idos, sin importar de qué lado de la vereda hayamos estado.
Porque dejando de lado las banderas
partidistas, debiéramos coincidir en que ciertas medidas están pidiendo a
gritos que alguien las resucite.
Y así, la mayoría de los argentinos lo
festejaríamos hermanados, como debe ser…
LA MEGACAUSA, LA MÚSICA Y EL ADAGIO
El domingo pasado mencionamos la reflexión de un
funcionario judicial sobre la necesidad de generar una relación de
confianza y empatía entre el Poder Judicial y la comunidad.
Contribuye
a este fin, según refiere, que en los edificios de Tribunales se
presenten producciones artísticas, como ocurrió en el pasado mes de junio con
la Orquesta Sinfónica de Córdoba que interpretó Adagio y Fuga de Mozart y la
Sinfonía número 3 de Brahms.
Refiere
el magistrado que esto produciría una sensación de hospitalidad y deleite que
contribuiría a cambiar la concepción de estos edificios asociados con
lugares grises, con dolores atormentadores, con imágenes desgarradoras y
desgraciadas en cualquiera de sus lugares.
Rescatando los
grises y los dolores me presenta la causa del Registro de la Propiedad,
asociada a los relatos de las atormentadoras prisiones preventivas de tantos
ciudadanos que fueron encarcelados sin juicio alguno, y resultan más que
desgarradoras y desgraciadas las historias de aquellos que murieron en dicha
prisión, inocentes absolutos por no haber sido nunca juzgados.
Todo
esto en forma contraria a lo que marca la ley.
Es
incuestionable el placer, el deleite y el bálsamo para el alma que los acordes
musicales producen, pero no alcanzan para tapar voces que reclaman
justicia. Si en la música un adagio marca un tiempo, en la lingüística expresa
una sentencia moral.
Podríamos
esperar entonces que un accionar judicial en conformidad con las leyes sea
el adagio que devuelva la hospitalidad y la confianza en la Justicia en esta
causa.
NO ES GRATO QUEDARSE AFUERA DE UN MUNDIAL
Con el
proverbial y acrecentado sentido triunfalista de la mayoría de los argentinos,
debe ser horrible atragantarse con el fracaso y asumir la frustración como una
de las alternativas que se podían manejar por posibles, en un cerrado escenario
deportivo plagado de intrigas, sospechas y desmanejos desde la propia AFA hasta
los más bajos niveles de nuestra selección de fútbol.

Fue
como si más les interesaran los clubes en los que habitualmente juegan, que
defender los colores patrios y esto no es una expresión de chauvinismo, sino
que no tuvieron en cuenta que millones de argentinos esperábamos al menos, un
desempeño digno.
Nos
costó una millonada de pesos prepararlos, repatriarlos de vez en cuando,
visitarlos en sus países donde juegan, llevarles a su familia y decenas de
otras prerrogativas más allá del dinero, para terminar con una mísera actuación
que no convenció a nadie.

Párrafo
aparte para los vividores de siempre que por tener la buena fortuna de hacerse
escuchar o ver en medios periodísticos, alentaban ese exitismo exacerbado como
si el Mundial de Rusia fuera sólo un trámite con el que había que cumplir para
ganar el título mundial.
Un
entrenador cuestionado y no reconocido como tal, fue una de las piedras del
escándalo frente a una camarilla de millonarios que buscó imponer sus
condiciones y lo consiguió hasta que el fracaso los despertó de lo que para
ellos fue un sueño y para nosotros una pesadilla.

Se
acabó en el fútbol argentino el reinado de los apellidos, para darle lugar al
esfuerzo, la dedicación, el trabajo serio y el amor por los colores.
Las divergencias, las intrigas,
la conducción ciclotímica e indefinida y el puterío generalizado tienen su
precio y lo hemos pagado, a lo mejor como tardía vacuna contra la soberbia y el
enfermizo triunfalismo.
ALQUILERES,
EXIGENCIAS, CIERRES Y OTROS DRAMAS
Más que inquietud, es tristeza lo que ocasiona ver en la ciudad, en las
galerías, en los shopping, en los barrios y en cualquier ciudad del país, los
locales comerciales cerrados y muchos de ellos con el cartel ofreciéndolos en
alquiler, lo que es el indicativo de varias cosas que pueden estar sucediendo.
Una es la inviabilidad del
negocio por razones de costos tanto de impuestos como de servicios, aunque nada
tengan que ver con elevado consumo de electricidad u otras fuentes de energía
como el gas, por ejemplo.

Y en esa condición de persianas
bajas suelen estar por uno, dos o más meses porque esas onerosas exigencias no
declinan y no se dan cuenta sus propietarios que haciendo un prorrateo de lo
que dejan de cobrar, pierden plata porque a los impuestos los tienen que seguir
pagando.
Y si hubieran sido más
flexibles con el precio que exigen para renovar los contratos, a los locales no
los hubieran desocupado nunca, en una muestra cabal de entendimiento común y
tolerancia recíproca frente a una situación de crisis de la que todos formamos
parte.
A veces el descriterio es el
peor enemigo de los acuerdos, y se llega a situaciones de mayor compromiso,
aunque con un poquito de comprensión nada más, inquilino y propietario hubieran
podido seguir siendo felices, cada uno en lo suyo.
Pero a veces, la excesiva sed
es más fuerte que el vaso de agua que te están ofreciendo.
MAÑANA, A 208 AÑOS DE
TUCUMÁN
El pensamiento propio me
obliga a sostener con el paso -y el peso- de los años, que la independencia es
igual a la libertad: si no es salvaje, no es aconsejable cometer la exageración
de llamarle independencia.
Porque una cosa es el legado de
aquellos próceres que en Tucumán sacudieron el yugo de entonces y otra es la
realidad actual que si somos absolutamente sinceros en la evaluación,
llegaremos a la convicción que en muchos aspectos, seguimos tanto o más
dependientes que en 1816.

Citando esa situación como
ejemplo, en todos los órdenes de la vida nacional ocurre casi lo mismo al
advertir lo que sucede en la economía, en el deporte y en todos los usos y
costumbres que son parte de nuestra no definida identidad, que soportó y
todavía soporta influencias no sólo de nuestros antepasados nativos sino de
quienes alguna vez nos sojuzgaron.
La globalización que pulverizó
barreras y distancias permitió que irrumpieran en nuestra vida ciertos
elementos nocivos que llevaron a desvirtuar valores que creíamos acendrados en
la cultura propia y lo que puede ser tenido como símbolo dentro del campo
productivo, es la muerte virtual del trigo a manos de la soja, imposición de
los mercados internacionales que dejará como consecuencia, al decir de muchos
entendidos, el agotamiento de la tierra para intentar en el tiempo retomar
aquello de “el granero del mundo” cuando el hambre tanto exterior como interno nos
obligue a volver a las espigas.

No ha perdido actualidad lo que
comentara un año atrás en este mismo espacio: “En lo
político, los del interior dependemos del humor porteño, de las trenzas que se
arman, de los acuerdos que se concretan, de las fidelidades que se exijan, de
las broncas que se generen o de las mentiras a las que estaríamos obligados a
tomar como verdades.
En lo
deportivo, dependemos de cómo se estructuren los campeonatos, de cómo se
comporten los árbitros y de qué apoyo económico estatal reciban nuestras
instituciones.
En lo
cultural, de qué música nos impongan como moda, qué ropa nos insten a usar, qué
comidas y bebidas nos sugieran casi como una obligación de consumo”.
Sostener desde un curioso sentido del
patriotismo que somos independientes, tomado con algo de escepticismo es para
confesarnos cultores de una mal disimulada hipocresía en coincidencia con lo
que siglos atrás sostuviera Cicerón: “De todos los hechos culpables ninguno tan
grande como el de aquellos que, cuando más nos están engañando, tratan de
aparentar bondad”.
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