Desgrabación de los comentarios del
periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 1 de julio de
2018, emitido en dúplex por AM580 y la FM 88.5 ambas de Radio Universidad de
Córdoba.
MESSI,
LOS HISTÓRICOS Y
EL
DOLOR DE YA NO SER
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Pocas palabras porque no valen la pena,
sobre todo al comprender y asumir con madurez y sin fanatismos que el fútbol es
un juego y no una instancia de vida o muerte entre los pueblos, las ciudades o
los barrios.
El clásico triunfalismo argentino padeció un
duro golpe no de nocaut, pero sí doloroso como para hacerle pisar una realidad
palpable pero el existismo exacerbado la ignoraba.
Para Argentina terminó el mundial de Rusia.
Ya hicieron las valijas los jugadores, el
cuerpo técnico, los que se quedaron con poco dinero y la legión de periodistas
que fueron en parte responsables de endiosar a un equipo mediocre y tan
vulnerable como cualquier otro.
Los históricos tras el golpe que le
asestaron a la endeble autoridad de Sampaoli, producto del desmanejo
institucional de la AFA o de su manejo mafioso, se enteraron que no eran lo
mejor y así lo demostraron sepultando ilusiones y esperanzas.
Para ellos se terminó la Selección que supo
ser orgullo.
Se terminó Messi; se terminaron otros
apellidos.
Por
entrega y pudor deportivo, en lo personal quiero dejar aparte a Mascherano y a
quienes llevaron más de paseo que para integrarse al equipo, los casos de
Dybala, Pavón, Guzmán, Ansaldi y algún otro.
De paso, proponer para Director Técnico a
Mascherano, quien quiso erigirse en líder de un plantel disociado por envidias,
intrigas y otros intereses.
Y a Sampaoli, que le brinden una prolija
patada en el tugges y le obliguen a devolver lo malcobrado.
Y al “Chiqui” Tapia, capo de la AFA, que se borre
por inútil.
¡Que viva el fútbol!
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JUAN
PERÓN A 44 AÑOS DE SU
INGRESO
A LA INMORTALIDAD
Aquel gris
día inaugural de julio de 1974 moría una parte de la vívida historia argentina
para hacer nacer simultáneamente, un mito que nos viene acompañando y así lo
seguirá haciendo por los años y los años; que seguirá siendo utilizado por
unos, bastardeado por otros, amado y odiado.
Con sus
iniciales banderas que abrevaran allá lejos y en el tiempo en la derecha del
viejo continente, fue Perón quien primero aplicó masivamente esa desusada
costumbre de implantar la justicia social que produjo un saludable cambio en
los argentinos.
El tres veces
ungido por abrumadoras mayorías para ocupar la más alta magistratura del país
supo nacionalizar, industrializar y regalar progreso, ubicándonos dentro de las
principales potencias del mundo.
En cuanto a otros
aspectos de su vida o de su gestión, no son pocos los argentinos que le
endilgan la culpa de los males actuales, de las crisis, de los desencuentros,
de las caprichosas variaciones ideológicas.
No son pocos
asimismo los que recuerdan pero prefieren no mencionar, aquellas amistades que
lo rodearan, tan nefastas de un extremo al otro del pensamiento como lo fueron
López Rega, Firmenich y algunos más, todos insignes referentes del caos, de la
violencia y del desencuentro y las grietas entre los argentinos.
Es probable
que Perón sea el personaje histórico más controvertido; el que despierta
pasiones y odios: el paladín de las lealtades para unos y el artífice de las
traiciones para otros.
Y como si se
quisiera cubrir una parte de la historia con un manto no siempre piadoso, es
imposible borrar de sus páginas de vida y de su orgullo, que antes que político
fue militar de la Nación.
Así las
cosas, sin pretender ser reduccionista, se me antoja que de ninguna manera se
lo puede soslayar como padre de un movimiento inicial, que con el tiempo se
transformó en religión, en culto, en fanatismo y por eso llama la atención el
halo que ahora rodea su memoria, que es ese fantasma parecido al olvido.
Sus retratos
ya no son tantos.
La marcha
casi no se canta, porque ahora al capital no hay que combatirlo, sino
acostumbrarnos forzadamente a convivir con él.
Los
principios sociales se ven eclipsados por el clientelismo, la dádiva y el
aliento al subsidio que llegaron a ser veladas incitaciones a la vagancia, a la
desindustrialización y la desocupación.
Pero no me
parece justo, en homenaje a la historia, que no haya tantos actos recordatorios
que exalten la figura y la memoria del tres veces presidente a 44 años de su
desaparición física.
Porque a
veces la superficialidad ideológica, la ambición desmedida, la apropiación de
consignas y la vocación por la impunidad de los vivos, suelen ser más fuertes
que el respeto por los grandes muertos.
Se los puede
endiosar, se los puede odiar, pueden ser ejemplos o pésimos modelos a evitar,
pero olvidarlos no deja de ser una injusticia y una afrenta a la memoria.
Y apropiarse
de sus banderas es peor, tanto como usurpar derechos humanos que son de todos,
al menos de los que sufrimos la pesadilla militar y no por eso sucumbimos a los cantos de sirena que
entonaban los que en nombre y por mandato de Perón, vendían su imagen de
románticos.
Perón los
echó de la Plaza, cuando debió marginarlos de la historia.
Han
transcurrido 44 años y todavía, algunos de los tantos que se disfrazaron de
peronistas, no terminan de matarlo.
LA PREPOTENCIA CONTRA LA INVESTIDURA
ES UNA GRAVE AFRENTA
A LA DEMOCRACIA
Al ser la Democracia el
gobierno del pueblo, duele cuando se la ataca a veces de las maneras más burdas
o violentas como por ejemplo con la agresión contra cualquiera que por legítimo
derecho consagrado por las urnas, la esté ejerciendo.
Se puede coincidir o no;
simpatizar a no con Juan Schiaretti, con su gobierno o con su gestión, pero las
diferencias se desmadran cuando las actitudes hostiles pretenden reemplazar la
vigencia del diálogo respetuoso, de la confrontación inteligente o de las
discrepancias llevadas a una mesa de negociación.
Si bien es entendible que los
ánimos crispados del sindicalismo lucifuercista y de otros ámbitos llevan a
muchos de sus trabajadores a perder la calma y la compostura, está en la
dirigencia evitar que se generen situaciones de violencia en que suelen caer
los inadaptados, mostrando un costado que debieran al menos disimular: la falta
de argumentos que destierren en la sociedad la certeza del privilegio y del
abuso de lo que toman como beneficio o conquista gremial.
Lo repudiable y a la vez penoso
en los tiempos que vivimos con el goce y la práctica de garantías
constitucionales, es el ataque contra la investidura de quien gobierna la
Provincia no por imposición de nadie, salvo de las urnas con su veredicto
inapelable.
Apedrear el vehículo en el que se
trasladaba a un acto el mandatario provincial, más allá de configurar un
episodio de prepotente cobardía, desnuda la impotencia de oponer la razón en
los reclamos por encima de la agresión.
La dignidad que adquiere un
funcionario elegido por el pueblo debe ser inviolable porque es más que nada
una demostración de confianza de la mayoría que lo elije y es una abyección
desvirtuar la validez suprema del mandato popular, aunque existan motivos
legítimos para la protesta civilizada o esa acción fuera el resultado de
discrepancias que deben ser tratadas en la mesa de negociaciones.
Por suerte existen mecanismos
al amparo de la Justicia para que los responsables de esas embestidas
inoportunas, reciban el tratamiento que la ley impone para tales excesos.
No importan las banderas, los estandartes o las consignas que alentaran
a los revoltosos, porque lo trascendente es, realmente, salvaguardar el respeto
innegociable por las investiduras.
Porque injuriarlas es un penoso
síntoma de fanatismo.
LA MEGACAUSA SIGUE
ACUMULANDO
SITUACIONES CURIOSAS
E INÉDITAS
En esta
semana ha sido noticia que el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba concedió
al ex intendente Kammerath la posibilidad de presentar ante la Corte Suprema de
Justicia de la Nación un recurso extraordinario para que revise su sentencia,
con lo cual no quedaría firme aguardando la palabra final del máximo
tribunal.
Cuando,
por el contrario, no se concede este recurso y el imputado insiste en su
reclamo, debe acudir ante la Corte en situación de queja, pero la provincia
considera el asunto cerrado poniendo en marcha la decisión tomada.
Y así
ocurrió en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba en el caso de
varios imputados contra quienes el Tribunal Superior de Justicia permitió
prisiones preventivas de hasta tres años sin haber sido juzgados, y cuando
solicitaron autorización para reclamar en la Corte, se las negaron.
Por
tanto, debieron acudir al Tribunal Supremo en queja, queja que
además, viajó legitimada por numerosas Organizaciones No
Gubernamentales que se pronunciaron en contra del abuso de esta prisión.
El resultado de dicha queja es conocido, porque la Corte avaló el
reclamo y le indicó al Tribunal Superior
cumplir con la normativa legal en la materia, que establece la libertad previa
al juicio.
Lamentablemente los tiempos de estos procedimientos son tan dilatados
que la larguísima prisión ya estaba prácticamente cumplida y la libertad
penosamente perdida.
En los
últimos tiempos se ha manifestado desde el Poder Judicial la necesidad de
generar una relación de mayor hospitalidad y confianza con la
comunidad, situación que difícilmente podrá lograrse si desde el interior de
sus despachos no se cumple con las leyes en igualdad para todos.
¿Cuándo
llegará ese mágico día?
LAS LUCES QUE LE
FALTAN AL GOBIERNO
MUNICIPAL SON
NUESTRAS OSCURIDADES
A veces son abrumadoramente agobiantes
las publicidades oficiales anunciando obras, mejoras, adelantos, proyectos o
iniciación de trabajos, todo lo que se multiplica en etapas preelectorales.
Es cuando más se aceitan los
mecanismos de la promesa que motorizan la captación de votos, aunque los
desencantos hayan sido la resultante de tan costosa cháchara.
Y cuando los frentes de
problemas se van sumando en una ciudad como la nuestra, es que más se notan los
desaciertos y el incumplimiento de lo anunciado tiempo atrás.
Se proclamó tantas veces la
solución al problema del transporte urbano, que la gente ha caído a un plano de
resignación por impotencia, mientras sigue juntando bronca e indignación frente
al tema irresuelto de la recolección de residuos, del caos urbano, de las cloacas
reventadas y de otras carencias urbanas.
Pero lo más acuciante por su
parentesco con la inseguridad, son los barrios y todos los sectores sumidos en
las oscuridades por falta de alumbrado público, pese a que se anuncia el cambio
de miles de luminarias por lámparas led, de mayor duración y menor consumo.
Es cierto que el vandalismo
hace lo suyo, porque los ladrones necesitan tinieblas, pero algún mecanismo de
protección se debe implementar para evitar los reiterados destrozos en las
redes de alumbrado céntricas y barriales.
Hay un caso emblemático que
lleva al menos tres años sin solución y es el de las oscuridades en Alta
Córdoba, verdaderas bocas de lobo, reino de arrebatos, entraderas, salideras,
robos de vehículos y toda la gama de delitos que nos podamos imaginar.
Y dentro de ese panorama
desolador, tomemos como emblema a tres cuadras, las de Fragueiro entre el 1700
y el 1900 vecinas a la Plaza Rivadavia, consideradas las de mayor movimiento
comercial del sector por la presencia de numerosas firmas y negocios
importantes: por lo menos desde tres años a esta parte, si no fuera por las
luces que dentro de sus horarios de atención encienden los comerciantes, la
oscuridad sería completa y absoluta.
Eso si: la Muni viene agobiando
e insistiendo con impuestos y tasas por servicios que no presta, porque también
allí se revientan las cloacas y el río de caca corre atrayendo a los vecinos y
turistas en la esquina de Fragueiro con
Antonio del Viso.
La gestión municipal con tantos
frentes en su contra por impericia, ignorancia o falta de presupuesto -casi el
70 por ciento de lo que se recauda se destina a sueldos- debiera respetar el
compromiso asumido de atender primordialmente todos aquellos aspectos de su
incumbencia, emparentados con la lucha contra la inseguridad.
Pero si lo importante para la
Municipalidad son otras obras de mayor impacto en la gente, en detrimento de
una añeja demanda, que no espere apoyo electoral y vaya evaluando que los
vecinos, por sufrimientos y carencias, están pensando cada vez con mayor fuerza
en eso que le suelen llamar rebelión fiscal.
Porque no es justo que la gente
pague onerosa y puntualmente por servicios que no recibe.
LO QUE NOS FALTABA:
LA APARICIÓN
DE UN RARO
GOLPISTA DE OPERETA
Llama la atención que al amparo
de la democracia y las libertades que garantiza, algunos personajes le den
rienda a sus históricos instintos golpistas, en la íntima certeza de no acceder
jamás al poder a través del democrático sistema del voto.
En realidad no hay que tomarlos
como peligrosos, sino más bien y con indulgencia, como elementos del folklore
político en un país como el nuestro que en ese aspecto no tiene muchas
sorpresas para ofrecer, pero siempre hay alguna que rompe la monotonía de lo
tradicional.
El “Pollo” Sobrero supo estar
en Córdoba en aquellos días calientes del salvaje paro instrumentado en
disidencia con la conducción local de la UTA por ese otro muchacho de mente
acelerada de apellido Marín, que se erigió en paladín de un movimiento que
terminó con la cesantía de más de un centenar de sus compañeros choferes y
varias compañeras trolebuseras.
El tema fue que al apersonarse
Sobrero a la barricada de Avenida Vélez Sársfield se topó de una con Marín
quien lo abrazó en una pretendida demostración de agradecimiento a algún apoyo
recibido -que no existió- y todavía está en la memoria la cara de disgusto del
porteño por sentirse gratuitamente calcinado e incinerado porque así quedaba
enfrentado a la conducción nacional de la Unión Tranviarios Automotor.
Eso al menos en lo risueñamente
anecdótico, aunque luego la debilidad del poder permitió que quienes tanto daño
le hicieron a buena parte de la masa trabajadora cordobesa, al privarla de
movilidad para concurrir a sus obligaciones, fueran paulatinamente
reincorporados como para que con el tiempo, seguramente puedan reincidir en su
actitud disociadora del resto.
Y ese “aparato” por designarlo
de alguna manera, quien supo confesar que su peluquero le había deteriorado su
imagen, no tuvo mejor idea para intentar
destacarse que incitar a la rebelión que terminara antes de tiempo con el
mandato legítimamente obtenido a través del voto popular, por las autoridades
nacionales.
Cuando desde todos los sectores
se ha venido repudiando aquella vieja costumbre, gracias a Dios desterrada con
el “nunca más”, de apropiarse del poder mediante la violencia armada al menos
del sector militar que tantas veces desconociera una Constitución a la que
jurara defender, aparecen estos monigotes, revolucionarios de telgopor,
delirantes trasnochados incapaces de gobernar ni en su casa.
Pero debemos tener cuidado
porque no son tan inofensivos como cómicos, porque suelen esmerarse en sembrar
semillas en los sectores más postergados de la sociedad argentina, allí donde
anidan muchas carencias y algunas esperanzas.
Ese es el peligro de seguir a
cualquier loquito que se disfraza de líder y no lo sigue ni la familia…
Bueno… algo rescatable en el
encendido discurso del mandamás de la Ferroviaria en Buenos Aires, el lanudo -o
plumudo en este caso- “Pollo” Sobrero, trotskysta en ideología y violento en
sus procederes, cuando dijo que iba a trabajar hasta acabar con el gobierno
nacional.
Positivo: al menos prometió que
iba a trabajar…
PASARON 52 AÑOS DE
UNA INFAMIA QUE
ALTERÓ LA HISTORIA DE
NUESTRO PAÍS
Recordemos con
patriótico pesar que el 28 de junio de 1966, la soldadesca del onganiato junto
a un periodismo golpista y luego arrepentido, encarnado entre otros por Jacobo
Tímerman y Tomás Eloy Martínez y la ayuda de algunos sectores clericales,
derrocó de la Presidencia de la Nación al más cruzdelejeño que porteño Dr.
Arturo Umberto Íllia.
Hasta la Casa Rosada se
llegó un contingente militar que previamente había aterrorizado a los pocos
transeúntes de la fría noche con su despliegue de tanques, camiones,
ametralladoras y toda la parafernalia pagada por el pueblo pero utilizada para
atacar a la democracia, como casi siempre ha venido ocurriendo.
Fue el coronel César
Luis Perlinger el encargado por sus superiores de amenazar con un desalojo
armado y violento al presidente constitucional Dr. Íllia, quien le reprobó tal
actitud tratándolo de vulgar sedicioso, que deshonraba el uniforme.
Penoso fue este tramo
de nuestra historia en que prevalecieron la violencia instaurada desde el poder
de las armas, con absoluto desprecio por las libertades, luego de derrocar a un
gobierno que entre otros logros, hizo crecer el producto bruto interno en
alrededor de un 10 por ciento en cada uno de los tres años en que duró la
democracia.
Por primera y es para
estimar que por única vez, el presupuesto para educación superó el 25 por
ciento.
Así y todo los
estudiantes universitarios en todo el país fueron duramente reprimidos y
numerosos científicos, intelectuales, investigadores y académicos terminaron siendo condenados al exilio.
Onganía tuvo relaciones
carnales con las corporaciones y ya
ataviado como tiranuelo con pretensiones monárquicas les otorgó a los
sindicatos el manejo discrecional de las obras sociales y le obsequió a jueces
la eximición del pago del impuesto a las ganancias.
Desde entonces se
acentuó la tendencia en la mala dirigencia sindical, de utilizar al gremio y a
sus trabajadores como trampolín para sumergirse en el mundo empresarial y
amasar cuantiosas fortunas, pésima costumbre que aún ahora goza de lozana
vigencia.
Y los capitostes de la
justicia, ya de por si en la mayoría de los casos reservada a la alcurnia y los
apellidos patricios, pasaron a conformar el privilegio de su propia casta que
desterró la obligación moral de tributar impuestos y gozar de otras
prerrogativas que irritan a la sociedad.
Aquellos trasnochados
que falsamente en nombre de una Patria que no representaban sino que
injuriaban, terminaron con un gobierno democrático que estaba mostrando señales
de mejoras en lo económico, político, educacional y en otros aspectos de la
vida ciudadana, claudicó en sus falsos objetivos y terminó siendo parte de una
interna militar que lo cocinó en su propia salsa.
Recordemos a Íllia en
su grandeza, honestidad y humildad, hombre probo, respetuoso y progresista que
hasta permitía el diario insulto de sus opositores que lo ridiculizaban y
descalificaban como gobernante, porque nunca se rindió a los designios de las
corporaciones ni de las componendas entre el poder y la dirigencia sindical…
A 52 años de aquel
delirio uniformado, el homenaje que merece un grande de nuestra historia como
lo fue el médico Arturo Umberto Íllia, ejemplo y modelo digno de ser imitado.
Y colocado también en
el sitial de prócer que bien conquistó.
EPEC Y LUZ Y FUERZA NO GANAN NI
PIERDEN: PIERDEN LOS
USUARIOS
Por el momento aparecen como irreconciliables
las posturas tanto del gobierno de la Provincia y la conducción de la
autárquica Empresa Provincial de Energía y el poderoso Sindicato de Luz y
Fuerza de Córdoba en el conflicto -uno más- que se desatara en los últimos
días.
Finalmente el tema fue judicializado por las
partes y bueno sería aguardar el dictamen de la Justicia, no obstante lo cual
continúan los encuentros conjuntos en procura de encontrar una salida decorosa
para los sectores en conflicto, lo que suena como absolutamente positivo y
razonable
Sin embargo a la hora de evaluar
integralmente la situación, se vería con agrado que quienes luchan cada uno
sustentando posiciones propias, no se olviden del sector al que menos en cuenta
se lo tiene y que es a la postre el sostenedor de un sistema que hace agua por
los cuatro costados.
Estoy hablando del usuario, convidado de
piedra y legítimo como el que más, principal actor de este sainete que en el
tira y afloja entre políticos, técnicos, chantas, sindicalistas y otros
actores, resulta el más directamente perjudicado.
Los cordobeses, si los números que se
conocen son exactos, estamos pagando por lejos la electricidad más cara del
país y como ejemplo, citemos que cuesta al menos cinco veces más cuando hacemos
comparación con Capital Federal y lo que allá se paga en consumo familiar.
Es probable que mucha de la culpa sea la
dispendiosa e histórica administración de la EPEC en casi las dos últimas
décadas, con actualizaciones tecnológicas salteadas y esporádicas, desde que se
aplicó la costumbre de sufrir mala calidad del servicio culpando al calor en
verano y al frío en invierno, como si eso no fuera previsible.
Todavía en espera seguramente en vano, el
funcionamiento pleno de la central Pilar y otras mejoras en el equipamiento que
son sólo remiendos al crítico estado de las instalaciones.
Muchos dicen que la culpa es de los altos
salarios y los exagerados beneficios que recibe el personal, que lo transforma
en más privilegiados que los legisladores, pero la incidencia de esos detalles
en los números no es lo significativo que se pudiera suponer.
¿Y entonces?
Dejemos que las cosas se diluciden en los
niveles judiciales, suponiendo que sea real y verdadero aquello de la
independencia de los poderes y la nula injerencia del gobierno en este agudo
diferendo que tanto daño ocasiona a la sociedad.
Eso de vivir pendientes de los cortes de
luz, de las dañinas sobrecargas y de otras situaciones francamente evitables,
no creo que sea para pensar que los cordobeses las merecemos.
Llevamos demasiados años penando con
prestaciones lamentables, por parte de una empresa plagada de conflictos, que
para colmo se olvida del actor más importante en su vida.
Se olvida del usuario.
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