ELLAS EN TODAS SUS VERSIONES
MERECEN RESPETO Y ADMIRACIÓN
“Son los
libros, las artes, las academias que
enseñan,
contienen
y nutren al universo entero. Sin ellas
nadie
puede
sobresalir en nada”, según lo dijo Shakespeare
De acuerdo a cómo lo miremos, es más o menos como el día de la
madre, del padre, del niño, del amigo o del arquero, como si tuviéramos esa
obligación consumista de regalar algo y por ende, dejar para la indiferencia
los otros 364 restantes días del año. Es ya demasiado vetusto establecer una
fecha que marque el techo especial de un afecto, porque dedicándole un solo día
del calendario, ya las estamos discriminando.
Lo mismo que el percudido argumento de que
todos los días son el día de la madre, del padre, del amigo, del niño o de la
Patria…
Vivimos en un mundo acelerado cuya exacerbada avidez por endeudarnos impone conductas que en la mayoría de los casos aceptamos, sabiendo que se trata de una ridícula y evitable exigencia del mercado.
Vivimos en un mundo acelerado cuya exacerbada avidez por endeudarnos impone conductas que en la mayoría de los casos aceptamos, sabiendo que se trata de una ridícula y evitable exigencia del mercado.
Hay un día de la mujer y no hay un día del
hombre.
Festejamos un día del niño pero no hay un día para agasajar al adolescente.
Festejamos un día del niño pero no hay un día para agasajar al adolescente.
Ellas son tan inteligentes que los años que
se quitan nunca se pierden, porque van a parar a cualquiera de sus amigas,
según sostienen los chinos.
Hablamos del día del arquero y no hay un día
del wing.
Adoptamos un Halloween importado y no inventamos un autóctono día del ángel, de la chinita o del gauchito.
Adoptamos un Halloween importado y no inventamos un autóctono día del ángel, de la chinita o del gauchito.
¿Por qué no hay un día de la soltera, otro
de la solterona, uno de la casada, otro de la viuda, uno de la separada, otro
de la divorciada, uno de la concubina, otro de la arrimada?
Dicen que hoy es el Día de la Mujer.
Como el mejor homenaje a la igualdad por la
que ellas tanto luchan, se lo han ganado para que sea un día como cualquiera.
Como todos …
Pero bien merece y vale abrazarla, hacerle
crujir dulce y sonoramente los huesitos, despeinarla, despelotarle el rimmel, plantarle
un beso, y decirle no tan solo hoy sino todos los días que es lo más maravilloso
que existe en el Universo…
Recordarle con júbilo que bien valió una
costilla…
Y así más que un saludo, será cada día y no
tan solo cada 8 de marzo, un mágico y encantador acto de justicia.
Y si el tema es hablar más de las mujeres
aunque no tanto como ellas hablan de nosotros, seguramente habrá coincidencia
con eso que se las entiende como al lenguaje de los pájaros: por intuición o de
ninguna manera, según sostiene el pensador Henri Amiel.
La mujer casada, en su estado perfecto es -o
debe ser, si de idealizar se trata- la prolija síntesis del orden, buena mano
para la cocina, indiscutible administradora, mejor planchadora de camisas,
adivina de lo que su marido va a pedir, siempre sonriente, bien llevada con su
suegra, de mutua adoración con las cuñadas y de dulce carácter. Hay tantas
cosas para demandar a la mujer esposa por parte de los hombres, que en nuestro
atávico egoísmo es como si quisiéramos imponerles tal cúmulo de obligaciones
que no les dejen tiempo para vivir, para pensar y para ser felices cuando en
realidad, estimo, es lo mínimo que les debemos asegurar.
Y como no tuve hermana lo que diré ahora no será otra cosa que una
simple manifestación de anhelos, posiblemente basados en experiencias ajenas,
en situaciones conocidas o por simple y humana intuición porque supongo que si
hay una sola palabra que sintetice a la hermana, esa palabra es “cómplice”.
Porque no debe ser lo mismo confiarle una
cuita al hermano que escucha por escuchar, embolado e indiferente casi por
compromiso, que a la comprensión de ella, la que sin dudas todo lo perdona. De
una que confiarle algo a la hermana es como hacerlo con la mamá, pero más joven,
equivalente a confesarse con alguien que no pregunta, no reprende ni aplica
penitencia.
Imagino que con la hermana existe un recóndito juego de complicidades y tácitos
pactos de silencio, nacidos de una perspicacia mutua, en el sigilo y en la
vocación protectora que la hermana tiene especialmente, por el simple hecho de
ser mujer.
Y con relación a la mujer amiga, el
imaginario popular sostiene en la mayoría de los casos que la amistad entre un
hombre y una mujer no puede existir, concepto totalmente falso siempre y cuando
se lo aborde con inteligencia y desde el alma pensando con el corazón… y no
con la entrepierna.
No es necesario arrugar sábanas con una
mujer para considerarla amiga.
No es necesaria la dependencia física
recíproca, para que hombre y mujer sean amigos “con derecho de cama” como se
estila.
Basta con que piensen como personas, y
actúen como tales.
La mujer amiga es la que te aconseja sin
pasiones, te contiene sin intereses secundarios y te alienta en acciones a las
que otros pueden calificar como inútiles.
La mujer amiga te cuida de sus amigas y de tus
amigos.
En pocas palabras, puedes hablar de sexo con
tu amiga sin que ninguno se ponga colorado, se sobresalte o diga que no lo
sabía.
Porque una amiga es como un hermano, pero
gracias a los dioses es mujer, muchas veces con un generoso desarrollo
pectoral.
Mirándola, obviamente, de la cintura hacia
el norte.
¡Feliz día! Y que los merecidos agasajos se
multipliquen…
Gonio
Ferrari
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