29 de octubre de 2019

Sabios mensajes de la historia

NO DESAPROVECHAR CUATRO AÑOS Y
EVITAR VOLVER AL MISMO POPULISMO

                                                         “Sólo el que tiene el pie sobre la brasa sabe
                                                         lo que es la quemadura”. (Proverbio árabe).

   No suele ser aconsejable opinar en caliente acerca de situaciones que bien pueden ser consideradas históricas, especialmente cuando los golpes de timón que se avizoran pueden llegar a ser traumáticos, si es que se imponen las políticas pregonadas en campaña para terminar con una conducción nacional orientada hacia la derecha del neoliberalismo.
   Han pasado algunas horas y al menos el Presidente electo demostró hidalguía política compartiendo un desayuno seguramente hablando de la transición, con el Presidente saliente el 10 de diciembre -de quien partiera la invitación-  quien a no dudarlo cumplirá con el histórico aunque no siempre respetado ceremonial de la entrega de todos los símbolos de su alto cargo.
   Fue sin dudas un nuevo triunfo de la democracia y el reiterado fracaso sin escarmiento que padecieron los encuestadores, más vendedores de humo y de quimeras que estudiosos de la realidad que puede aportarles elementos de juicio, sobre todo para los que más se preocupan en facturar que asumir la certeza de sumergirse una vez más en el descrédito.
   La paz interior se me ocurre que está asegurada y tuvo su anticipo en el orden y la frescura cívica de los actos proselitistas de la corriente oficialista, sin desmanes ni insultos; sin expresiones violentas de diferencias internas, sin gente “del campo rentado” arriada por miles y sin muestras de autoritarismo por parte del poder. Es para pensar entonces que se tratará de una transición civilizada, con todas las garantías que supone nuestro sistema basado en las libertades sin condicionamientos.
   Pero aquellos apasionados a la hora de votar, los disconformes por haber sido víctimas del desempleo, los afectados por la usura de los créditos y de los servicios públicos y especialmente los beneficiarios de planes que en la mayoría de los casos sirvieron para destrozar la cultura y la dignidad del trabajo, que no se ilusionen de inmediato con aquello de comer por seis pesos diarios, que no se imaginen que tendremos menos pobres que en Alemania o que sin endeudarse podrán cambiar el auto, viajar con la familia a Disney o atesorar dólares porque volver a esa lejana y mentirosa bonanza puede llevar demasiado tiempo, esfuerzo y sacrificio porque nada fue, es ni será gratis a menos que se reinstale el populismo y los laburantes tengamos que pagar a los ociosos.
   Habrá que ver las reacciones internacionales si mantienen los buenos lazos luego de ser recuperadas en los últimos cuatro años, como para que al menos sigan confiando en nosotros y no nos embarguen o secuestren el avión presidencial o la fragata Sarmiento. Será imprescindible retomar políticas de crecimiento para terminar con subsidios y becas, no detener los avances logrados en materia de abastecimiento de energía, las obras ya encaminadas y consolidar el respeto por los dineros de organismos de previsión para que no vuelvan a ser parte de promociones tan vanas como demagógicas.
   El gobierno entrante tiene la obligación de no mentir y brindarle a la sociedad estadísticas reales y no dibujadas, porque conociendo la verdad del diagnóstico es que se puede ayudar en la terapia porque eso, por ejemplo, no es estigmatizar a la pobreza sino dignificarla en el valor real y alcanzable de sus necesidades.
   Será importante que el gobierno entrante se concientice en la exactitud de ser territorialmente definido como minoría productiva, porque los resultados demostraron que el corredor Pacífico-Atlántico integrado por Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Entre Rios y la ciudad autónoma de Buenos Aires configuran la centralización de la productividad nacional aparte de un elevado porcentaje de la provincia de Buenos Aires que votó al macrismo y a otras fuerzas políticas y baste con saber que allí viven más de 10 millones de beneficiarios de planes y subsidios.
   Quedó demostrado que otras regiones donde campea la pobreza, se inclinaron por el regreso a la obligada comodidad del populismo.
   La grandeza que supimos lucir tiempo atrás será recuperada cuando renazca la concordia, cuando volvamos al respeto por el adversario que no es enemigo sino un argentino que piensa distinto, cuando se valorice más la dignidad del trabajo que la ventaja del subsidio y del bolsón; cuando el empresariado entienda que también es parte  del sacrificio que se impone y no tan solo golosos partícipes de la angurria por la toma de utilidades.
   Volveremos a ser lo que alguna vez fuimos cuando la Justicia sea real e ideológicamente independiente del poder y no su oficina donde se tramitan y maquillan causas para que los privilegiados -y en esto el color político no debe importar- rindan cuentas ante la Ley y no se amparen en pretextos fútiles como los viajes al exterior, sospechosas  enfermedades u otros pretextos que rozan lo infantil.
   Ahora que la lectura de las cifras comiciales nos muestra con rigidez matemática que en Córdoba el binomio Macri-Pichetto se impuso por 65 a 21, en Mendoza por 51 a 35, en Santa Fe por 44 a 40 y en la ciudad autónoma de Buenos Aires por 55 a 33 llegamos a evaluar que así se manifestaron los cuatro distritos con mejores índices de educación y de mayor relevancia económica del país.
   Y que la realidad incontrastable de los números nos indica que fue La Matanza bonaerense, el circuito que en 12 años de peronismo se sigue inundando, la que virtualmente decidió la elección, tenemos que concluir al evaluar la dudosa calidad del voto que muestra sin necesidad de análisis su íntima integración afianzada en demagogia y dadivosidad con una dirigencia partidaria más cercana a la opulencia que a la solución de los problemas de la gente.
   Intensa será la tarea de los funcionarios de F&F para integrar equipos de trabajo que no incluyan a nefastos personajes, alentadores de revanchas y violencia que vienen buscando asegurar su impunidad momentáneamente gozada hasta que resultaba insostenible seguir apañándolos en sus tropelías.
   Vienen tiempos duros porque los argentinos no estaremos exentos de enfrentamientos más allá de lo dialéctico porque los loquitos sueltos no son pocos, los delirantes creen haber recuperado protagonismo y no escasean aquellos curiosos casos de “comunistas cristianos” que llegaron a proponer desvaríos y quimeras enmarcados en una oposición que por fortuna no los tomó en cuenta pese a la bendición vaticana.
   El país no se detendrá porque trae un buen envión de realizaciones y cambios en muchos aspectos, incluyendo la consideración de la ciudadanía. Que arrastra rémoras es innegable y para los casos en que se debiera apelar a la Justicia, los tribunales de Comodoro Py -lo quiero suponer- están abiertos para todos… y todas aunque los fueros lleguen a tener un marcado protagonismo en lo jurídico institucional con el alto precio político que signifiquen.
   Seguimos en pie y eso es maravilloso, muchos brindando con burbujas y otros elaborando su duelo.
   Somos tan inmensamente ricos que todavía nadie consiguió fundirnos pese al empeño puesto muchas veces en esa tarea. “Los pueblos viven sobre todo de esperanzas. Sus revoluciones tienen por objeto sustituir con esperanzas nuevas las antiguas que perdieron su fuerza”, supo sentenciar Gustavo Le Bon.
   Si empezamos a recorrer un sendero hacia la grandeza del que no hay por qué apartarse, opto por adherir al pensamiento aristotélico cuando proclama que la esperanza es el sueño del hombre despierto.

Gonio Ferrari

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