Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa
emitido en dúplex por AM580 y la FM88,5 ambas de Radio Universidad de Córdoba.
La edición n° 593 de “Síganme los buenos” corresponde al domingo 3/11/2019.
Una realidad incontrastable
TRANSICIÓN CIVILIZADA Y LA CERTEZA
QUE “TENDREMOS QUE HAMACARNOS”
Todo indica que venimos
recorriendo el camino hacia una
transición civilizada, cuando los agoreros del desastre y los ansiosos de
revancha y de venganza no apartaban de su léxico la apelación al helicóptero,
las promesas de barrotes y el caos ganando las calles. El Presidente electo
desayunó a pocas horas de su triunfo con quien dejará el poder dentro de pocos
días y acordaron el trabajo conjunto de comisiones dedicadas a diversos temas
que hacen a la gobernabilidad.
Es posible que hayan sido, en
estos momentos críticos, más las coincidencias que los desacuerdos por una
simple razón: a uno le conviene irse tranquilo y al otro tomar las riendas de
una situación caliente y conflictiva, con muchos frentes que atender dentro y
fuera del país.
Le llamemos madurez cívica o
desesperación o desorientación, como cada quien lo prefiera, pero no deja de
ser un signo positivo. Y en honor a la coherencia, quiero reiterar algunos
conceptos vertidos días atrás, a pocas horas de las elecciones más recientes.
No suele ser aconsejable opinar
en caliente acerca de situaciones que bien pueden ser consideradas históricas,
especialmente cuando los golpes de timón que se avizoran pueden llegar a ser
traumáticos, si es que se imponen las políticas pregonadas en campaña para
terminar con una conducción nacional orientada hacia la derecha del
neoliberalismo.
Fue sin dudas un nuevo triunfo
de la democracia y el reiterado fracaso sin escarmiento que padecieron los
encuestadores, más vendedores de humo y de quimeras que estudiosos de la
realidad que puede aportarles elementos de juicio. La paz interior se me ocurre
que está asegurada y tuvo su anticipo en el orden y la frescura cívica de los
actos proselitistas de la corriente oficialista, sin desmanes ni insultos; sin
expresiones violentas de diferencias internas, sin gente “del campo rentado”
arriada por miles y sin muestras de autoritarismo por parte del poder. Es para
pensar entonces que se tratará de una transición civilizada, con todas las
garantías que supone nuestro sistema basado en las libertades sin condicionamientos.
Pero aquellos apasionados a la
hora de votar, los disconformes por haber sido víctimas del desempleo, los
afectados por la usura de los créditos y de los servicios públicos y
especialmente los beneficiarios de planes que en la mayoría de los casos
sirvieron para destrozar la cultura y la dignidad del trabajo, que no se
ilusionen de inmediato con aquello de comer por seis pesos diarios, que no se
imaginen que tendremos menos pobres que en Alemania o que sin endeudarse podrán
cambiar el auto, viajar con la familia a Disney o atesorar dólares porque
volver a esa lejana y mentirosa bonanza puede llevar demasiado tiempo, esfuerzo
y sacrificio porque nada fue, es ni será gratis a menos que se reinstale el
populismo y los laburantes tengamos que pagar a los ociosos.
Será imprescindible retomar
políticas de crecimiento para terminar con subsidios y becas, no detener los
avances logrados en materia de abastecimiento de energía, las obras ya
encaminadas y consolidar el respeto por los dineros de organismos de previsión
para que no vuelvan a ser parte de promociones tan vanas como demagógicas.
El gobierno entrante tiene la
obligación de no mentir y brindarle a la sociedad estadísticas reales y no
dibujadas, porque conociendo la verdad del diagnóstico es que se puede ayudar
en la terapia porque eso, por ejemplo, no es estigmatizar a la pobreza sino
dignificarla en el valor real y alcanzable de sus necesidades.
La grandeza que supimos lucir
tiempo atrás será recuperada cuando renazca la concordia, cuando volvamos al
respeto por el adversario que no es enemigo sino un argentino que piensa
distinto, cuando se valorice más la dignidad del trabajo que la ventaja del
subsidio y del bolsón; cuando el empresariado entienda que también es parte del sacrificio que se impone y no tan solo
golosos partícipes de la angurria por la toma de utilidades.
Volveremos a ser lo que alguna
vez fuimos cuando la Justicia sea real e ideológicamente independiente del
poder y no su oficina donde se tramitan y maquillan causas para que los
privilegiados -y en esto el color político no debe importar- rindan cuentas
ante la Ley y no se amparen en pretextos fútiles como viajes al exterior,
sospechosas enfermedades u otros
pretextos que rozan lo infantil.
Intensa será la tarea de los
funcionarios entrantes para integrar equipos de trabajo que no incluyan a
nefastos personajes, alentadores de revanchas y violencia que vienen buscando
asegurar su impunidad momentáneamente gozada hasta que resultaba insostenible
seguir apañándolos en sus tropelías.
Vienen tiempos duros porque los
argentinos no estaremos exentos de enfrentamientos más allá de lo dialéctico
porque los loquitos sueltos no son pocos, los delirantes creen haber recuperado
protagonismo y no escasean aquellos curiosos casos de “comunistas cristianos”
que llegaron a proponer desvaríos y quimeras enmarcados en una oposición que
por fortuna no los tomó en cuenta pese a la bendición vaticana.
El país no se detendrá porque
trae un buen envión de realizaciones y cambios en muchos aspectos, incluyendo
la consideración de buena parte de la ciudadanía. Que arrastra rémoras es
innegable y para los casos en que se debiera apelar a la Justicia, los
tribunales de Comodoro Py -lo quiero suponer- están abiertos para todos… y
todas aunque los fueros lleguen a tener un marcado protagonismo en lo jurídico
institucional con el alto precio político que signifiquen.
Recuerdo tiempo atrás cuando se
aproximaban instancias duras, que coincidíamos en aquello de “habrá que
hamacarse”.
Somos tan inmensamente ricos
que todavía nadie consiguió fundirnos pese al empeño puesto muchas veces en esa
tarea. “Los pueblos viven sobre todo
de esperanzas. Sus revoluciones tienen por objeto sustituir con esperanzas
nuevas las antiguas que perdieron su fuerza”, supo sentenciar Gustavo Le Bon.
Si empezamos a recorrer un
sendero hacia la grandeza del que no hay por qué apartarse, opto en lo personal
por adherir al pensamiento aristotélico cuando proclama que la esperanza es el
sueño del hombre despierto.
UNA DUDA CRUCIAL: INVESTIGAR PARA
DETENER O DETENER PARA INVESTIGAR
En una charla realizada hace un tiempo en la Universidad Nacional de
Córdoba un abogado Máster en Derecho, destacó los permanentes cuestionamientos
de legitimidad a la prisión preventiva, por su carácter de extrema violencia y
grave afectación a los derechos de la persona.
El especialista destacó que uno de los principios limitadores de la
prisión preventiva se refiere a la proporcionalidad, en virtud del cual
una persona considerada inocente no puede recibir
igual o peor trato que una persona condenada.
Aclaró que la medida cautelar no debe
igualar a la pena en cantidad ni en calidad y en tal sentido, explicó que una
regla práctica sería que la prisión preventiva no excediera de un tercio de la
pena mínima prevista para el delito sospechado.
El disertante quedó atónito cuando los familiares de presos en la causa
del Registro de la Propiedad de Córdoba le comentaron que los imputados
permanecen encarcelados por dos y tres años por sospecha de delitos que, de
comprobarse en un juicio, tienen una pena mínima de seis
meses. Reflexionó sobre lo terrible de una
administración de justicia que detiene sin pruebas, pues no investiga
para detener, sino que detiene para investigar.
En estas condiciones, no harían falta jueces, nada cambiaría si a la
orden la diera alguien que trabaje de plomero, titiritero o astronauta, en la
medida en que las personas sean encerradas sin un juicio previo, ignorando las
garantías contenidas en nuestra Constitución.
Lo que viene ocurriendo en la causa del Registro de la Propiedad de
Córdoba enciende legítima polémica acerca de la capacidad jurídica de
quienes juzgan, o de la existencia de compromisos políticos o amiguismos y
complicidades que enturbian la genuina administración de justicia.
Alguien
tiene que poner orden
LA INFLACIÓN INMANEJABLE E IMPRUDENTE
PARECE NO ENCONTRAR SU PROPIO TECHO
Cuando los ríos se desmadran a
veces en poco tiempo se consigue volver la corriente al cauce original,
aquietando las aguas y reparando los daños causados aunque hubieran sido
cuantiosos, incluyendo el saldo en consecuencias personales.
Eso ocurre en las inundaciones
cuando el nivel sobrepasa lo normal y vaya ironía, la inflación suele provocar
los mismos desastres con una suba mínima que se viene acumulando en pocos años.
Lo de las crecientes de ríos
por lo general son producto de la Naturaleza, la descontrolada deforestación
que altera el clima y las estadísticas de lluvias y otros factores que dejan de
ser previsibles o confiables.
Pero la inflación es generada
por los hombres, por los malos gobiernos, por las políticas equivocadas, por
las omisiones de adoptar medidas correctivas que afecten al mal empresariado o
por la simple y humana angurria de vivir protegiendo los propios intereses
comerciales sin importar el sufrimiento del prójimo.
Y dentro de mi ignorancia en
materia de análisis económicos pero dejándome llevar por el andar calles,
recorrer negocios, comprar y comparar, es que puedo apreciar situaciones
realmente dramáticas y a la vez como resultado de ajustes de precios que
comienzan en un extremo sin que existan motivos tan valederos, y terminan
dañando el bolsillo del consumidor.
En cada uno de los peajes que
recorre cualquier producto, cada uno se va salvando con un porciento que por lo
general es tan elevado como injustificado, pero lo importante es quedar a
cubierto por culpa de esa despreciable aplicación del “por las dudas”.
Y eso es lo que nos viene
matando, secando los bolsillos, llevándonos a la desesperanza, terminando con
el ahorro, demandándonos cada día mayor esfuerzo, todo esto sumado a la bronca
que provoca ver a los responsables del desastre que pasean orondos su riqueza,
sobre todo en el exterior.
La ambición y la codicia nos
están matando, nos están vulnerando como sociedad y vienen destrozando al
sentido solidario, porque el que se enriquece está por encima de todo,
sojuzgando a la mayoría de la sociedad.
La inflación, quiero entenderlo
sin tecnicismos, es el resultado del descontrol no sé si del Estado -que somos
todos- o de las autoridades que lo ven, lo estudian pero poco hacen para
remediarlo.
Mientras no surja alguien que
pueda ponerle freno a esta barbaridad que día día nos lastima, seguiremos
siendo enfermos por imprevisión y por la desdicha de seguir siendo gobernados
por quienes no saben, no pueden o no les conviene vernos progresar.
Es de ese caldo de cultivo, que
nacen las larvas del totalitarismo.
Parecía de
lógica elemental
POR FIN SE CONVENCIERON QUE
LA JUBILACIÓN NO ES GANANCIA
Teniendo aquí compartiendo esta
mesa del Estudio mayor de Radio Universidad a una genuina autoridad en materia
de leyes previsionales con todas sus entrelíneas y subterfugios, como lo es mi
amigo el abogado Héctor “Maco” Silvestro, oriundo de Saturnino María Laspiur en
las entrañas de nuestra provincia, poco elegante quedaría que intentara
explicar con fundamentos técnicos este asunto del descuento como impuesto a las
ganancias que se hacía y se sigue haciendo en los haberes de los jubilados,
pasando el mínimo establecido por ley.
Seguramente será con este
ilustre letrado que nos sacaremos buena parte de las dudas con relación a las
últimas novedades registradas acerca de esta cuestión, los fallos de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, los vetos a la devolución de lo descontado y todo
lo que tenga que ver con la buena noticia que hizo el milagro de hacer
recuperar la alegría a buena parte de nuestros adultos mayores, quienes a la
vez evocan con cariño la irreversible partida de muchos que no alcanzaron a
recibir lo que ahora la Justicia les ha recuperado porque la parca fue más
rápida que la burocracia.
Quiero antes que nada,
despojarme de todo aquello que sea la influencia de las últimas noticias
conocidas, de los juicios emitidos por funcionarios, políticos, víctimas de la
desidia o simples opinólogos que aseguran tener todos los elementos como parta
juzgar situaciones que en verdad, no conocen más adentro que la epidermis.
Quiero apelar a la lógica y
como punto de partida, desarrollo y culminación de mi parecer, basándome en la
certeza que como jubilados, cualquier argentino en condición de tal, estuvo
prestándole al Estado para que administre, una suma mensual determinada que se
llamaba y su llama aporte por más o menos 30 años.
El contribuyente de esos
dineros sostenía y supongo que aún lo sostenemos, que ese Estado debía
administrarlos de tal manera para que al llegar al jubileo, no lo despacharan
mensualmente con unos pocos pesos más cercanos a la miseria que a la garantía
de una vida digna en los años postreros.
Pero claro… esos fondos han
sido siempre la tentación de muchos aplicados al ejercicio de la demagogia o a
disponer de dineros ajenos para fines alejados de su destino original.
Por eso se regalaron tantos
miles y miles de beneficios a gente que nunca aportó un peso, rompiendo el
equilibrio que exigía cuatro aportantes y medio para cada beneficiario de
jubilaciones, para mantener la lozanía y la aplicabilidad del sistema solidario.
Como eso no se respetó, las
Cajas entraron en crisis y pasaron a depender del Estado Nacional que debía
acudir en su auxilio.
Y así estamos hoy, con ancianos
que cobran la mitad de lo necesario para ser pobres o sea que son pobres
doblemente, mientras sus dineros aportados fueron a parar a otras arcas que
dispusieron políticamente de ellas.
Y no me pidan ejemplos porque
sobran.
Prefiero que mi amigo Silvestro
dictamine si he vivido arrastrando este error o que algo de seriedad y acierto
tuvieron mis observaciones que concluyeron en la certeza que la jubilación no
es ganancia.
Con muletas,
seguimos caminando
NO TAN LEJANO AQUEL OCTUBRE DEL ‘83
CUANDO RECUPERAMOS LA DEMOCRACIA
No quiero pecar de emotivo ni de sensiblero, pero alguien (es tarea de
los dirigentes) debiera decirles a los jóvenes de ahora cuál era el escenario
en el que le tocó actuar a Raúl Ricardo Alfonsín cuando enjuició a los
genocidas, que todavía tenían poder económico y poderío bélico como para apoyar
sus nostalgiosos y autoritarios caprichos.
Ahora en la lona es fácil mojarles las orejas y
abrumarlos con justas y merecidas perpetuas. Pero no es para alardear de
valentía, de coraje cívico ni de otros maquillajes con los que se cubren las
dudas, los renuncios y las complicidades del pasado.
Un país que clama por paz no puede ser el terreno
fértil para los guerreros de cartón ni los justicieros tardíos. Es necesaria la
unión de todos, como lo alentaba Alfonsín, aunque le quemaran un ataúd con sus
banderas, lo acusaran de claudicar en Semana Santa o de instaurar una economía
que los aprovechados de siempre utilizaron en provecho propio.
¿Para qué abundar en mayores detalles si el mejor testigo es la Historia?
¿Para qué abundar en mayores detalles si el mejor testigo es la Historia?
Por qué degradar su recuerdo si dejó el poder siendo
más pobre que cuando lo asumió?
Por qué ofender la memoria hacia quien nos hiciera
vibrar una argentinidad que creíamos perdida?
Es por eso mi homenaje que de ninguna manera es
partidista sino personal y cariñoso, a un hombre que años atrás nos gobernara
sin franelear la Constitución, porque le bastó solo con el Preámbulo para
hacernos rezar la oración cívica más conmovedora que pueda recordar.
¿La extensa conversación que tuve con él?
No tiene importancia dentro de la universal trascendencia de su figura.
Simplemente y perdón por lo sintético de mi apreciación, fue electrizante. Como
lo es ahora, evocar a ese Gran Muerto tantos años después.
Porque al seguir su vida, su lucha, su compromiso, su
decencia, su modestia y su viaje a la eternidad, alcancé a comprender lo que es
la inmortalidad de los héroes.
El viejo sueño
de un extremo
MADURO DESDE MOSCÚ REFIRMÓ
OBJETIVOS
QUE VENIMOS VIENDO CRECER Y CONCRETAR
En un mundo tan convulsionado
como lo es el nuestro, pueden encontrarse mil hipótesis, supuestas causales,
oscuras intenciones, voluntariosos análisis y un sinfín de explicaciones para
las situaciones que se viven en países como el nuestro, Venezuela, Bolivia,
Chile, Perú, Ecuador, Brasil y algunos otros, en la coincidencia de
enfrentamientos con las fuerzas del orden y en la instalación de sangrientos
enfrentamientos y objetivos vandálicos, donde con sólo prestar atención a los
informes televisivos de cadenas informativas de todos los orígenes e
ideologías, es fácil advertir la mano negra de organizaciones que se encargan
de instaurar la violencia.
Los motivos pueden ser
variados, desde el aumento en la tarifa de algunos servicios públicos, en la
supuesta persecución de activistas, en el rigor de las fuerzas de seguridad u
otras causales que suenan más a pretextos que a situaciones dignas de análisis
y atención.
Lo de Chile asume enorme
gravedad por la cantidad de víctimas fatales que han tenido las disputas, con
un luctuoso saldo que dentro de lo que se conoce, supera a los 20 muertos.
Entonces cuando miramos a
nuestro alrededor y vemos ciertas similitudes, en forma casi automática
trazamos una línea imaginaria que arrancaría desde Cuba, pasaría por Venezuela
y de allí se ramificaría a otros territorios, pero era y sigue siendo
complicado encontrar la punta del ovillo en esta expansión de la violencia,
especialmente instaurada en naciones con gobiernos democráticos, frutos de la
voluntad popular.
A la explicación o al camino
para llegar a ella, la brindó pocos días atrás el presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, quien recorriendo Moscú, se encargó
de grabar y difundir el siguiente mensaje:
(El mensaje del presidente venezolano Nicolás Maduro,
grabado en la Plaza Roja de Moscú, puede ser ubicado en la columna
correspondiente a los audios, situada en el costado superior derecho de este
blog).
La historia y
la memoria
PEDIDO DE BEATIFICACIÓN Y DOS
MERECEDORAS DE SER MÁRTIRES
Desde una organización sindical
poderosa en nuestro país, se ha cursado una nota a un alto funcionario vaticano
según tengo entendido, pidiendo que la fallecida segunda esposa de Juan Domingo
Perón, doña María Eva Duarte, sea declarada beata por la Iglesia Católica.
Con un Sumo Pontífice
abiertamente declarado seguidor de la doctrina justicialista, es para pensar
que el pedido puede llegar a cursar la serie de tantos y engorrosos trámites
para llegar finalmente a la conclusión deseada, como ha sabido ocurrir con
algunos argentinos y argentinas que resultaron poseer elementos que formaron
parte de sus personalidades, muy tenidos en cuenta a la hora de alcanzar tan
santos y trascendentes objetivos.
Nadie puede discutir y menos
hacerlo a la Historia, la relevancia de la figura de la Abanderada de los
Humildes, Jefa Espiritual de la Nación y todo lo que logró por los desposeídos,
sus “descamisados”, sin ocultar algunos detalles de una vida rumbosa plagada de
riquezas, reconocimientos y agasajos de que resultara destinataria, hasta su
virtual santificación en altares populares.
Su sacrificio por los
marginados llegó a verla trabajar días continuados sin descanso, siempre al
lado de su enamorado general. Serán los estudios de la Iglesia Católica los que
determinen si se la reconoce autora o artífice de algún milagro, como para
empinarla en su eventual condición de beatitud. Evita murió a los 33 años de
edad.
Pero si fuéramos justos con la
memoria y la historia, bueno sería que alguien se ocupara de mediar para la
declaración de mártires a dos argentinas que fueron parte en su momento de
nuestro propio devenir.
Remedios Escalada tenía 15 años
cuando se casó el 12 de noviembre de 1812 con el general José de San Martín.
Remeditos dejó la opulencia de su familia, una de las más acaudaladas de Buenos
Aires que incluso lo había cuestionado a San Martín por su condición de “plebeyo
soldadote”.
Se traslado cerca del
Libertador en 1814 a Mendoza dentro de la mayor humildad y en 1816 nació Merceditas,
la hija de ambos. Nadie encuentra explicación que San Martín, dice la historia,
restituyera a Remedios a su familia en Buenos Aires, ya muy atacada de
tuberculosis allá por 1819 y murió a los 24 años el 3 de agosto de 1823.
El otro caso es más reciente:
ella tenía 14 años cuando se transformó en la mimada y consentida de Juan
Domingo Perón, destinataria de agasajos y obsequios.
Dicen que aún vive, que años
atrás se casó y tiene familia.
Se llama Nelly Rivas, muchos
nos acordamos de ella y en lo personal, estimo que también, en estos tiempos de
las luchas de género, merece por su
inocencia vulnerada años atrás, ser considerada mártir.
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