MÁS QUE BRINDAR, HAGAMOS QUE ESTA
NOCHE SIRVA PARA
REENCONTRARNOS
La Nochebuena, o sea la noche de este día 24
de vigilia, no es tan sólo la sidra, el pan dulce, las garrapiñadas, el turrón,
las otras exquisiteces, abrir paquetes con moños, el inevitable tío solterón
que se remama, el abuelo que solloza nostalgias, las abuelas con sus recuerdos (no
todos porque hay algunos tan momentáneamente maravillosos como ocultables) ni
las quemaduras emergentes de la pirotecnia dañosa e inútil, porque se limita a
ofrecernos luces mezquinas que nos regalan parpadeos y resplandores lejanos.

Que esta noche sea realmente buena depende
de cada uno de nosotros siempre y cuando le asignemos algún valor superior por
encima de lo gastronómico, haciendo pasar las emociones más por el alma que por
el estómago. Que sea una noche mágica para renovar votos de armonía,
convivencia y tolerancia no tan sólo en el ámbito familiar sino dentro de una
sociedad virtualmente atomizada por los desencuentros como es la nuestra en la
actualidad, plagada de componentes que nos desunen y no es tan sólo por las
pasiones desatadas sino por la creciente vigencia del fanatismo que es donde se
esconden la prepotencia, la sinrazón y la ruptura de lazos incluyendo a los más
sólidos que son los de la familia.
Que sea una noche de unión, de fraternidad,
de fortalecimiento de añejos vínculos que contribuyan a recuperar la concordia
herida u olvidada.
Ninguna religión pregona la maldad ni
alienta los desencuentros y al existir esa saludable coincidencia, es para
rogar que prevalezca el buen sentido de ubicarnos por encima de los credos para
abrazarnos al respeto por el prójimo, a la observancia de las leyes, al
resurgimiento del sentido solidario que en la mayoría de los casos naufragara
en los humanos egoísmos.

Aunque al universalizar el pensamiento
dejemos de lado los postulados religiosos, tengamos presente que hay oportunidades
que la vida nos brinda una sola vez y en tal sentido, el genial Shakespeare
supo sostener que “El tiempo es un magistrado muy antiguo que más tarde o más
temprano llama a todos a su tribunal”.
A la hora de comparecer ante el Supremo -del
color que fuere- tengamos el alma pura y que esta noche, las intenciones no se
limiten a la etílica mezquindad burbujeante de un brindis.
¡Feliz Nochebuena!
Gonio Ferrari
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