CON LOS NÚMEROS A LA VISTA NO ES
MUCHO LO QUE SE PUEDE AGREGAR
Más allá de las predicciones
que exageraban tanto para un lado como para el otro y dejando aparte esa
vocación exitista de los argentinos, es como si los gurúes encuestadores
hubieran comenzado a reconciliarse con la realidad porque cada elección que pasa
vienen errando por menos en los pronósticos. Punto y aparte y a otra cosa…
Dolió realmente si uno se sacrifica al ponerse en el lugar del Sr. Presidente, asumir de la misma manera una derrota tan aplastante con el argumento de sentirse íntimamente ganador aunque haya sucumbido por nocaut y para colmo, convocando a una marcha en Plaza de Mayo para “festejar el triunfo”.
Tampoco es de buena persona pegarle a quien está en el piso, pero ahora esa minoría nacional & popular cuenta con argumentos para descargar sus frustraciones en alguien pese a que con su ausencia explicó subliminalmente que no estaba en condiciones físicas ni mentales como para asumir al menos en parte, su responsabilidad frente a la hecatombe comicial.
Una vez más, como si hubiera hecho falta, quedó demostrado que Ella, si tiene algún íntimo enemigo, es la sana y necesaria autocrítica lo que explica tantos y tantos errores cometidos con impunidad, al amparo de una convicción que se fortalece en el propio egoísmo.
Resulta que ahora con el FMI “hay que negociar” después de haberse cansando de amenazar a los usureros internacionales con que ni Mongo les pagaría un mísero dólar y que “no nos pondrán de rodillas” mientras gastan dinerales en esa “barrocutina” con la que buscan cicatrizar aquellas mismas y sangrantes rodillas a las que calificaban como invictas.
Y también esa impensada prisa por reunirse con “la opo” ¿para consensuar qué? ¿Después de tantas negativas y desplantes?
Debe ser horrible ese paso doloroso y a la vez mágico de sentirse minoría después de la euforia triunfalista y del exceso de soberbia perniciosamente contagiosa.
Y como es cierto aquello que el facilismo prefiere no asumir culpas y endosárselas al prójimo, aquellos que legítimamente en su momento se sintieron mayoría tienen ahora la simple tarea de rebobinar en la historia reciente como la única manera de identificar a los responsables de la debacle.
Porque en verdad, encontrando a los culpables, sean quienes o quien fuere, tendrán allanado el ansiado camino que conduce a las soluciones que tanto demanda la ciudadanía.
MUCHO LO QUE SE PUEDE AGREGAR
Dolió realmente si uno se sacrifica al ponerse en el lugar del Sr. Presidente, asumir de la misma manera una derrota tan aplastante con el argumento de sentirse íntimamente ganador aunque haya sucumbido por nocaut y para colmo, convocando a una marcha en Plaza de Mayo para “festejar el triunfo”.
Tampoco es de buena persona pegarle a quien está en el piso, pero ahora esa minoría nacional & popular cuenta con argumentos para descargar sus frustraciones en alguien pese a que con su ausencia explicó subliminalmente que no estaba en condiciones físicas ni mentales como para asumir al menos en parte, su responsabilidad frente a la hecatombe comicial.
Una vez más, como si hubiera hecho falta, quedó demostrado que Ella, si tiene algún íntimo enemigo, es la sana y necesaria autocrítica lo que explica tantos y tantos errores cometidos con impunidad, al amparo de una convicción que se fortalece en el propio egoísmo.
Resulta que ahora con el FMI “hay que negociar” después de haberse cansando de amenazar a los usureros internacionales con que ni Mongo les pagaría un mísero dólar y que “no nos pondrán de rodillas” mientras gastan dinerales en esa “barrocutina” con la que buscan cicatrizar aquellas mismas y sangrantes rodillas a las que calificaban como invictas.
Y también esa impensada prisa por reunirse con “la opo” ¿para consensuar qué? ¿Después de tantas negativas y desplantes?
Debe ser horrible ese paso doloroso y a la vez mágico de sentirse minoría después de la euforia triunfalista y del exceso de soberbia perniciosamente contagiosa.
Y como es cierto aquello que el facilismo prefiere no asumir culpas y endosárselas al prójimo, aquellos que legítimamente en su momento se sintieron mayoría tienen ahora la simple tarea de rebobinar en la historia reciente como la única manera de identificar a los responsables de la debacle.
Porque en verdad, encontrando a los culpables, sean quienes o quien fuere, tendrán allanado el ansiado camino que conduce a las soluciones que tanto demanda la ciudadanía.
Gonio Ferrari
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