16 de octubre de 2022

S.L.B.: ELLA, LA QUE TODO NOS PERDONA Y DARÍA SU VIDA POR NOSOTROS – ARCHIVAR ACCIONES JUDICIALES POR CORRUPCIÓN, UNA BURLA A LA LEY – VERDOSO “FESTIVAL” DE TANTOS DÓLARES DISTINTOS – MEGACAUSA DEL REGISTRO Y LA LIBRE INTERPRETACIÓN – URGE PREPARARSE PARA LA INVASIÓN DE TURISTAS EN LA CERCANA TEMPORADA – DESORIENTACIÓN O FALLAS EN LA COMUNICACIÓN DENTRO DEL PODER NACIONAL – LA LEALTAD NO ES INVENTO DE NADIE NI ES HIMNO O BANDERA DE NINGÚN POLÍTICO, ETC.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición nº 748 del domingo 16/10/22 emitido en dúplex por AM580 y FM88.5 ambas dependientes de Radio Universidad Nacional de Córdoba.

El día de la Mamá
ELLA ES QUIEN TODO NOS PERDONA Y DARÍA  SU
VIDA SI  TUVIERA  QUE  HACERLO POR SUS HIJOS
 
   Debo reconocer, por coherencia en mi manera de pensar con la forma de actuar, que es medio como improcedente limitar a un día, el reconocimiento eterno y permanente que merecen las mamás.
   Pero así son las reglas del juego y del consumo, lo que no impide que en materia de homenajes, lo concentremos, si, en un día al año.
   Y quiero comenzarlo, memoria de por medio, recordando el final de unos hermosos versos de Isidoro Blastein.
   “Adiós Mamá.
   Hasta pronto.
   Trázame un sendero con tu voz
   y una estela luminosa con tu gesto;
   resérvame una gruta de ternura
   y guárdame un lugar en tu regazo.
   Yo llegaré hasta ti de cuando en cuando
   a conversar contigo sentado en las estrellas.”
   ¿Por qué será que teniendo tanto para decir de ella las palabras nunca alcanzan?
   ¿Por qué será que el cariño, la admiración, la ternura, el respeto, la lucha, el refugio o el amparo sirvan para sintetizarla?
   ¿Por qué una caricia, una lágrima, una mirada o un recuerdo basten para que tengamos la certeza casi absoluta y milagrosa de su presencia?
   Ella sabe, porque así lo siente, que el sacrificio y la entrega son parte vital de su atávica vocación protectora.
   Sabemos, y ella también lo sabe, que a la hora de estar junto a nosotros no existen los enojos, las barreras ni las distancias.
   Estuvimos muy dentro de su mundo, nutriéndonos de su generosidad y de sus ansias por tenernos; por vernos nacer.
   Es la que nos regala el mágico prodigio de la vida, nos quita los miedos, espanta las sombras si nos abruman, comprende lo incomprensible y ahuyenta nuestras penas.
   Nada interesa si es casada o soltera, viuda o divorciada.
   Sus méritos como esposa, concubina, arrimada o como le quieran llamar poco importan, porque esa mujer, por encima de cualquier vetusto rótulo convencional, es Mamá.
   Y si abrumados por la angustia, buscamos un motivo que nos devuelva la alegría de vivir, más que a nosotros, en nosotros la encontramos a ella, así la tengamos o no.  
   Ese es el insondable sortilegio de su amor, porque con ella tal sentimiento está más allá de lo terrenal; de lo explicable.
   Podemos conocerla o no, pero estoy convencido que aquellos que no la conocen, lo mismo respiran por ella y miran por sus ojos.
   Siempre está y estará allí peleando por nosotros, cuidándonos, guiándonos, llevándonos de su mano.
   Siempre cerca.
   En la dicha y en la desgracia; en la risa y en el llanto.
   Presente.
   Siempre nuestra y nosotros de ella, aunque no la veamos volver.
   Siempre… siempre.
 
¿Es así que se diluyen las sospechas?
ARCHIVAR DENUNCIAS DE CORRUPCIÓN ES DARLE
UNA  MANO  A  LA  VIGENCIA  DE  LA  DESMEMORIA
 
   Es como caer en desgracia dentro de otra desgracia mayor que muchos se empeñan en esconder o al menos tratan de disimularla, aduciendo indiferencia y hablo concretamente de la crisis en tantos sentidos que venimos padeciendo, sin avizorar su solución a mediano plazo o plazo razonable que nos permita alentar esperanzas de recuperación de todo el deterioro social, político y económico que nos aqueja
   Es más o menos como estar bailando en la bamboleante cubierta del Titanic con la orquesta ejecutando la misma música de un par de años o algo más hacia atrás, aunque no con la convicción del desastre inminente porque algunos mecanismos seguramente se pondrán en funcionamiento para que al menos tengamos botes salvavidas para cobijarnos con algo de suerte en el encrespado mar universal.
   Y como bien lo sabemos y es de esperar que la mayoría coincida, una de las principales preocupaciones de los argentinos es esa especie de virus maldito que nos viene carcomiendo, que le llaman corrupción, manifestada en estamentos de trascendencia y alimentada por funcionarios autotitulados probos, pero que vienen demostrando una enorme vocación por la improvisación y una fatídica inclinación hacia los remiendos, los parches y la renovación de viejas, ajadas y percudidas demagogias.
   Es para pensar que la mayoría de los argentinos estamos en una posición más que de ansiedad, de un desencanto que se renueva luego de cada fracaso, de cada medida antipopular que se toma; de cada embate externo a nuestra condición de deudores casi universales.
   Y cuando llegamos a pensar poquitos años atrás que la matriz corrupta al menos tendría su merecido legal en Córdoba con la imposición de un fuero precisamente anti corrupción, nos hicimos la ilusión de encaminarnos hacia la plena honestidad funcional, pero con el paso de los meses y otros poquitos años, llegamos a la penosa conclusión de un reiterado fracaso en un cometido tan encomiable como lo es recuperar para la imagen de los gobernantes, la aureola de honestidad y decencia tan llevadas a los terrenos de las dudas.
   Las denuncias, si es que hubo tantas como lo merecía la realidad de entonces, tuvieron en estos días recientes el medianamente previsible destino de canasto de los desperdicios, o sea el pasaporte al más vergonzoso de los olvidos que es como estafar la trascendencia de la memoria y por ende hacerle “pito catalán” o un corte de manga a la historia.
   Más allá de los hechos que prolijamente fueron escondidos, como la compra de insumos médicos con un 300 por ciento de sobreprecio, seguramente andarán flotando en la memoria de la gente todo lo que denunciara Luis Juez sin que le dieran bola, razón por la cual presentó su renuncia como fiscal anticorrupción y el camino quedó allanado al consagrarse ciertas impunidades.
   Debe ser por eso que tenemos una policía severamente cuestionada, policías camineros y patoteros, obras a costos muy superiores a los reales, economía inmanejable, abusos de las empresas de servicios y otras lindezas sociales que mejor es dejarlas de lado.
   Poner trabas a la reinstauración de la decencia, así sea responsabilidad de la Justicia por iniciativa propia o por obediencia debida dentro de su declamada “independencia”, de los políticos o de Mongo, es una muestra cabal de una decadencia moral que los argentinos de bien no merecemos.
 
No sería precisamente un honor…
EL  VERDOSO  “FESTIVAL  DE  DÓLARES” YA MERECE
FIGURAR EN GUINNES BOOK,LIBRO DE LOS RÉCORDS
 
   Comentando nuestra realidad con algunos colegas extranjeros, en el curso de la semana me hartaron con preguntas acerca de la cantidad de tipos de dólar que manejamos los argentinos, obviamente no todos nosotros, como espejo de los manejos que a su manera y riesgo, ejecutan los responsables de nuestra situación económica tanto interna como con los organismos a quienes les debemos, porque seguramente nosotros no esperamos que nadie se ponga al día por adeudarnos algo.
   Realmente no podían creer por la variedad de asignarle nombre a la moneda norteamericana, que no se ha visto, me aseguraban, en ningún país del planeta, lo que nos hacía acreedores a figurar, otra vez, en el libro Guinnes de récords.
   Y hablando de ese libraco, se me ocurrió pispear un ejemplar del año 1997 y de entre el cúmulo de datos interesantes, me entere que por entonces la mayor inflación de todos los tiempos se había dado en Hungría allá por el año 1946 en que perdió todo valor su moneda, obligando a los húngaros a emitir cédulas de mil trillones el 3 de julio de ese año, que fueron retiradas de circulación el 11 de julio siguiente.
   Consigna asimismo la misma publicación que el episodio hiperinflacionario más conocido ocurrió en Alemania en 1923 cuando el monto de marcos en circulación emitido por el Banco Nacional germano alcanzó una cifra que no me animo a leer, pero comienza con el número 400 y le siguen nada menos que otros 15, ¡Si! quince dígitos más! pero el julepe les significó convivir con una inflación de 755,7 mil millones de veces comparando con los niveles del año 1913.
   Más recientemente el índice inflacionario más alto fue de 243,96 por ciento en Bielorrusia, año 1995.
   En cuanto a nosotros la más alta inflación anual de nuestra historia macroeconómica  llegó al 4.923,5 por ciento en 12 meses del 1989 y la más elevada inflación mensual, del 196,6 por ciento en julio de ese año, cuando el justicialista Carlos Saul I de Anillaco asumía la presidencia del país.
   O sea que la actualidad es virtualmente una joda, si es que hacemos comparaciones livianas, o sea que si son medianamente inteligentes desde el poder, en poco tiempo debiéramos estar viviendo la resurrección del país y el paso de todos nosotros a las grandes ligas.
   Entonces, importará un corno que tengamos 15, 25, 40 o más tipos de dólar porque estaremos en condiciones ideales de competir con las grandes potencias, recreando aquello de “Argentina potencia” de algunos años atrás.
   Mientras tanto, sigamos apegados a pensar en verde, a soñar en blue y a pasar hambre y no salir de vacaciones afuera del país, a menos que seamos dispendiosos funcionarios, porque estaríamos perjudicando a nuestras propias arcas que necesitan fortalecerse para hacer frente al brutal endeudamiento al que nos han sometido los inútiles que prometieron soluciones, y fueron demasiado hábiles para seguir encajándonos problemas.
   Es duro decirlo, pero más duro es padecerlo, con escasas posibilidades de recuperación.
   ¿Recuerdan de cuando éramos uno de los cinco países más ricos del mundo?
   Personalmente lo tengo presente y si usted tiene alrededor de 75 pirulos también podrá recordarlo…
  
Megacausa del Registro de la Propiedad
ESA  INCONTROLABLE “VARITA  MÁGICA”
QUE LE LLAMAN LIBRE INTERPRETACIÓN
 
   Ya dijimos días atrás y diccionario de por medio que la palabra ‘interpretar’ permite explicar o declarar el sentido de algo, traducir, concebir, ordenar, expresar, representar, ejecutar y también determinar el significado y alcance de las normas jurídicas. Por tanto, es una palabra poderosa que otorga al intérprete, (jueces y magistrados), una interesante y enorme potestad. 
   Si repasamos ejemplos de su aplicación en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba tenemos el caso de dos imputados en el que el Juez de Control, escribió que se carecía de prueba sobre su participación en los hechos y que no había testigos que los acusaran, pero igual, según su interpretación, confirmó la prisión preventiva dictada por el Fiscal.
   Casi tres años después estos imputados fueron absueltos, cuando un Tribunal, en el juicio, interpretó esta misma situación a la luz de la ley.
  Tiempo después fue noticia un escandalete judicial en el que el mismo Juez, arriba citado, fue acusado por el Fiscal, también arriba citado, de haber recibido dinero para liberar a un preso y desde un medio periodístico se informó que el Juez habría respondido, a modo de reclamo, en cuántas causas del Registro le había dado la razón. (Lo que se interpreta, sobre todo con el ejemplo anterior, como haberle dado la razón sin que la tuviera).
   A diferencia de los imputados, para el juez no hubo encierro ni prisión “por las dudas” y después de un año de concentrado silencio el magistrado a cargo del caso, interpretó que debía archivar la causa por falta de pruebas sin explicaciones ni cuestionamientos, cuando de no ser cierta tan grave denuncia, se debió sancionar, al menos, al fiscal por falsedad. 
   Podría decirse que en Córdoba existe una discrecional administración de justicia, usando la varita mágica y poderosa de la interpretación, que nadie parece controlar.  
 
Hora de reforzar la calidad receptiva
¿ESTAMOS  PREPARADOS  EN  CÓRDOBA PARA RECIBIR
EL TAN ANUNCIADO NÚMERO DE TURISTAS EN VERANO?
 
   En cada año, a esta altura, ya nos veníamos preocupando por advertir lo que se realizaba, se prometía o se diseñaba para encarar el comienzo de la temporada turística de verano, con la previsible invasión -grata invasión- de visitantes nacionales y en los últimos tiempos por el notable aumento de nuestra receptividad a extranjeros ávidos de nuevos paisajes, otras culturas, distintos modos de vida, exóticos manjares y todos los otros atractivos que los argentinos estamos acostumbrados a brindar generosamente a los visitantes.
   Por supuesto que esos son los “ganchos” para atraerlos, que dentro de todo suelen estar bien mantenidos en el receso y puestos al día con todas sus bellezas, para ser dignos de admiración, pero lo que suele fallar en nosotros, es el tema de la atención, de los servicios, de todo lo que está aparte del paisaje, el clima benigno, la hospitalidad proverbial y otros elementos y detalles.
   Es el poder de donde debieran partir directivas en cuanto al respeto por los precios, legislar para los casos de abusos pero con sanciones serias, contundentes y ejemplarizadoras por eso del miedo contagioso a caer en falta y recibir multas, clausuras o penas más severas, como se aplican para casos similares en otras geografías, donde la protección al visitante es una especie de religión que les asegura mantener y acrecentar el flujo receptivo con el correr de las temporadas.
   Más que cuidarlo, al turista hay que mimarlo, consentirlo, hacerlo sentir mejor que en su casa, para lo que es necesario desterrar esa insana costumbre que muchos practican, de esquilmar al visitante y no les preocupa si no vuelven al año siguiente, porque sostienen que  habrá otros incautos que los reemplacen.
   Las políticas turísticas no deben limitarse a embellecer los paisajes, a cuidar las rutas, a tener información actualizada para ofrecer, a controlar que no se cometan excesos y a tratar de tal manera a los turistas que los transformen en multiplicadores de una calidad receptiva que actualmente está deteriorada, precisamente por culpa de los inescrupulosos que abundan.
   Un control más severo acerca de toda la actividad turística nos podrá asegurar el éxito de cada temporada, más allá de los caprichos del clima, de las eventuales bajas en los niveles de los lagos o para el caso de los desastrosos como evitables incendios en las zonas turísticas.
   Cuando el turismo y la calidad de anfitriones que ya tenemos pase a ser una de las principales políticas de estado, será porque alcanzamos la madurez en tal sentido y más que nada, como muestra del amor que en este caso los cordobeses sentimos por lo nuestro, de lo que tan orgullosos estamos.
   No sería justo seguir dilapidando el esfuerzo que hicieron todos los pioneros de la actividad turística especialmente receptiva, porque son ellos los verdaderos dueños del éxito y especialmente, del regreso a nuestra tierra de cada uno de los visitantes que se sintió más que mimado y atendido, respetuosamente tratado.
 
La cohesión ha quedado atrás
EL PODER NACIONAL EVIDENCIA UNA LAMENTABLE
DESORIENTACIÓN O FALLAS EN LA COMUNICACIÓN
 
   Les consignaba un par de comentarios atrás la curiosidad de muchos colegas que residen en el exterior y allí trabajan, con relación a los altibajos de nuestra castigada economía y fueron ellos los que coincidían generalmente en sorprenderse, por el elevado nivel de enemistad más allá de lo político e ideológico, de los personajes de todas las corrientes.
   Sin embargo, lo que menos entienden aunque en sus países hayan vivido o vivan situaciones similares, es la virulencia que ellos califican como tal a las relaciones entre militantes de la misma corriente, separados finamente por algunos odios irreconciliables que en definitiva provocan más daños hacia adentro en lugar de mostrarse unidos en la lucha contra el adversario.
   Y esa actitud, me intentaban explicar aunque ya lo sabemos, que el daño suele ser irreversible y facilita el camino hacia una atomización de corrientes de pensamiento, que a su vez y malignamente debilita el sentido y el valor de los sistemas democráticos, porque lesionan el espíritu y las creencias del ciudadano apegado al sistema de libertad para elegir.
   La instauración de diferencias temáticas o ideológicas son dos elementos que perfectamente están incorporados a la actividad política, pero lo que aquí entre nosotros vemos que languidece, es el respeto por las posturas ajenas, sentimiento vulnerado por disímiles razones como la angurria por el poder, la vocación por eternizarse, o el haber sido tocados por la varita no tan mágica de un enriquecimiento imposible de justificar.
   Vemos de qué manera a veces virtualmente “se carnean” individuos que después aparecen tomados de las manos y en actitud victoriosa para los afiches de las campañas, sin tomar en cuenta que revelan así un elevado grado de hipocresía que la gente ya se cansó de rechazar por lo perversa, dañina y negativa.
   No se pretende de ninguna manera que existan sólo mieles, abrazos, fraternidad, simpatía y respeto entre postulantes a una misma posición dominante, pero bueno sería que los contendientes se apegaran a métodos civilizados que no encrespen ánimos ni llamen a ciertas acciones repudiables, para colmo dentro de las mismas corrientes, con lo que desnudan que de ninguna manera son ejemplos de corrección.
   Llamar al orden a los políticos es luchar contra un huracán, porque todos o la inmensa mayoría están seguros de obrar correctamente, de enfrentarse casi a muerte y terminar a los besos, o de prometerse daños que luego mágicamente se transforman en halagos.
   En pocas palabras y sintetizando, es hora que nuestros políticos tengan la grandeza de enfrentarse con argumentos superadores y no con descalificaciones baratas que los devalúan ya no tanto como políticos sino como ciudadanos.
   Precisamente somos los ciudadanos, los que los votamos por el éxito o por el fracaso, quienes nos merecemos advertir en ellos un ejemplo de patriotismo, de tolerancia, de vocación por el diálogo con respetuosos disensos, en lugar de verlos revolcarse a veces dentro de un festival de ofensas y formulaciones de cargos que a nada bueno conducen.
   No me refiero a las relaciones entre adversarios, sino a lo que considero de mayor gravedad, a las diferencias entre partidarios de las mismas ideas.
   No entiendo, finalmente, las anunciadas ausencias de altos funcionarios a las concentraciones donde se rendirá renovado culto a la lealtad, como si no hubieran existido el 17 de octubre del ‘45 ni sus consecuencias…
 
Qué es; qué significa la lealtad
NO ES UN INVENTO DE NADIE, NI TAMPOCO EL
HIMNO O LA BANDERA  DE  NINGÚN  POLÍTICO
   
 
   Las imágenes de aquel octubre del 45 nos traen otra vez a la memoria el fervor de la gente por su líder, los pies inflamados por la caminata metidos allí en el agua de las fuentes de la Plaza de Mayo y el grito que nacía desde el fondo de cada pecho.
   Es allí que con la memoria nos invade una nostálgica admiración.
   Digo admiración por la convicción; por la lucha inicial contra una oligarquía terrateniente, soberbia, negrera y de nariz parada, casta que con frecuencia viajaba a Europa llevando su propia vaca en el barco para asegurarse la provisión de leche.
   Aquellos agobiados trabajadores de rostros y cuerpos cansados por la explotación, bolsillos exhaustos, esperanzas en vías de extinción y derechos impunemente vulnerados fueron los que marcaron el rumbo hacia la redención, cercana al milagro.
   Ellos, y nadie más, merecen quedar en la historia como legítimos forjadores de la lealtad: lealtad a sus principios, lealtad a su lucha, lealtad a su propio sacrificio; lealtad al valor inconmensurable de su compromiso con un ideal.
   Los argentinos a veces cometemos la imprudencia de alterar y devaluar básicos conceptos, y algunos delirantes todavía quieren hacernos creer que ciertos personajes, estén o no con nosotros, son más importantes que las instituciones o que la Patria misma.
   Ese deporte nacional de endiosar casi al voleo ha llevado a la desilusión de muchos, habituados a fabricar patéticos dioses de cartón, charlatanes iluminados con alma mentirosa y demagógica.
   La lealtad debe inclinarse hacia la honorabilidad de principios, hacia la ética, hacia la honestidad, hacia la sana y productiva cultura de la productividad y la creación; del esfuerzo y de una actitud constructiva hacia la sociedad.
   Cuando lo que se impone es la generación de trabajo, no es positivo ni beneficia al país ser leales al bolsón, a la beca indigna, al subsidio politizado ni a ninguna expresión de dádiva.
   Lealtad es el inclaudicable y honrado cumplimiento de las leyes, la fidelidad a la verdad y el ejercicio del honor y de la hombría de bien.
   Lo contrario es politiquería no siempre barata.
   Porque la historia, nuestra historia de siempre, nos viene enseñando y a veces con secuelas de dolor, que los espejismos nos han salido demasiado caros.
   La lealtad a principios básicos de convivencia, es la mejor garantía que tenemos para recuperar todos los valores que se han ido perdiendo por los caminos de nuestra propia historia.
   La lealtad no es un invento de nadie, ni es el himno o la bandera de ningún político.
   La lealtad es simplemente una manera de obrar y de vivir.

 

 

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