29 de marzo de 2024

Hagamos números y comparemos

UNA SOLA VACUNA, ANTES QUE MIL FLORES,
ES LA REALIDAD QUE DEBIÉRAMOS FESTEJAR
 

   Es una maravilla recorrer las plazas, los jardines, las avenidas estrechadas, las calles remozadas y adornadas con millones de flores, verdor, rejas, juegos para niños, calesitas, lugares especiales para mascotas, vivos colores y nuevos mosaicos, paisajes que son una ducha de frescor para los ojos y algo de placentero para el espíritu.
   Ocurre que a la hora de los contrastes enterarnos a través de los medios -que para el poder siempre, siempre exageramos- tomamos lacrimógena conciencia, que una vacuna contra los efectos del despreciable mosquito sale 70 mil pesos y no siempre basta con una dosis, y que para colmo y en tal sentido ese mismo poder se desentiende, es cuando todos aquellos colores, idílicos cuadros urbanos y la enormidad de gastos acerca de lo que nadie de la oposición protestó, agotaron un presupuesto veleidosamente manejado mirando hacia adentro, e ignorando en consecuencia los mudos anuncios acerca del crecimiento de los casos de dengue.
   Ahora -ya casi los estoy escuchando- saldrán los inútiles aunque rentados enmendadores de omisiones aportando justificativos, de una “acción por omisión”  tan indolente y repulsiva como lo es no alertar masivamente a la gente, y a la vez instrumentar medidas efectivas y no sólo declamatorias -que para ellos seguramente eran gastos- porque SUS números en las encuestas les quitaban el sueño y los llevaban a la pesadilla de tener que irse.
   Parece que desde el poder no lo comprendieron, entusiasmados y embobados como estaban con SU campaña: la diferencia radica en que los colores y las flores enriquecen el espíritu, pero el insignificante mosquito mata, cuando desde ese omnímodo y a la vez indiferente poder lo ignoran.
   Así como lo ignoraron y silenciosamente lo dejaron pasar de largo, ebrios de ansias por sumar votos…
   Vendrán ahora las justificaciones propias y las acusaciones de culpabilidades que son siempre ajenas, por esa maldita costumbre de seguir creyendo que el “mea culpa” es sólo orinarse encima y que la autocrítica es privativa de maricones.  
   El cordobesismo ha perdido demasiado tiempo en reaccionar ignorando los frecuentes y variados “anuncios” que recibiera cuando era el momento de actuar y no de seguir empeñados en reventar las urnas, olvidando aquello que la gente también “revienta”, apelando a la memoria cuando la marginan de situaciones tan dramáticas como absolutamente evitables.
   Es un millón de veces preferible ver que circulan las vacunas sin privilegios ni sobreprecios, antes que embobarnos con una flor, una plaza con juegos, las calles pintarrajeadas o la olímpica indiferencia frente a una realidad de sufrimientos, abandono y miedos que nos están carcomiendo la salud y el alma.

                                                                                                                            Gonio Ferrari

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