Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos” del domingo 5/9/21 emitido por la AM580 Radio Universidad Nacional de
Córdoba.
Absurdo negacionismo
LA INSEGURIDAD
Y EL SILENCIO DEL PODER
NO SUELEN SER LOS MEJORES COMPAÑEROS
Sería un esfuerzo periodístico
inútil por lo vano y desoído volver como siempre y como desde hace demasiado
tiempo, a ventilar las angustias de la gente que se mezcla con impotencia y
mucho de sorpresa, si de analizar el escenario de inseguridad que ya es Córdoba
tanto capital como el interior, lo que ha transformado a la provincia -y no es
novedad volver a señalarlo- en una gigantesca y ominosa zona roja, donde se
consolida el absurdo que los decentes están -estamos- obligados a permanecer
encerrados mientras los delincuentes gozan de libertad e impunidad para hacer
lo que les viene en gana.
La situación se agrava, si es
que existe margen para ello, cuando es también ominoso y ofensivo el silencio
que baja desde el poder, al advertir que quienes debieran dar la cara más que
las explicaciones, insisten y reiteran esa percudida vocación por el silencio y
lo que es más ofensivo todavía, una malsana propensión a negar una realidad que
nos abruma.
Hay que entender la situación,
especialmente porque transitamos por un inestable período precomicial, donde la
adopción de medidas drásticas representa un precio demasiado oneroso para
quienes manejan los destinos de la provincia, mientras los esfuerzos se dirigen
-por la gravedad de la situación- a mostrar obras que de ninguna manera son
prioritarias, por encima de la merecida tranquilidad que se le debe a la gente;
al pueblo que sufre las actividades marginales de una delincuencia virtualmente
intocable, aunque de vez en cuando se exagere publicitando a diestra y
siniestra la importancia de procedimientos livianos con relación a la gravedad
de la situación.
En cualquier país del mundo,
medianamente organizado, el precio de la inoperancia se paga con un alejamiento
pero aquí si siquiera eso ha servido cuando se optó por tales medidas con sus
correspondientes y prometedores reemplazos, por supuesto lejos de elecciones y
se insiste en métodos que más son remiendos y parches que se aplican en
improvisaciones, en lugar de optar, alguna vez y para siempre por diseñar,
legislar, aplicar y controlar una política integral de seguridad que comience
desde la base, que es la correcta integración de los planteles policiales, su
profesionalización a través de una formación a nivel universitario, la
adecuación de las leyes y un divorcio de la fuerza azul con los mandatos
políticos que la transforman en fuente laboral para el pago de compromisos.
La negación de lo que vivimos
cotidianamente es una de las peores actitudes que se pueden sostener desde el
poder, porque es caer al ridículo de pretender que creamos, pisando la tierra,
que ahora tenemos una disminución de la actividad delictiva con relación a dos
o tres años atrás, olvidando olímpicamente un detalle revelador que no figura
en los dibujos estadísticos que se diseñan para esta política de ocultamientos
y engaños: la enorme cantidad de hechos delictivos que no se denuncian y
perdería mi tiempo si les volviera explicar cuáles son las causas de tal actitud,
que seguramente sería parte vital de las estadísticas si éstas se hicieran con
honestidad y apego a la verdad.
En materia de inseguridad y por
los ocultamientos que de manera tan brutal vemos que ocurren, los cordobeses
sentimos que estamos en una provincia con hermosos caminos, bellos hoteles de
turismo, rutas que deben hacerse varias veces porque responden, si evocamos al
tango, a aquella descripción de Estercita, los hombres te han hecho mal…
Y este sombrío panorama se
fortalece con mucho de hipocresía estatal, que en lugar de sincerar una
situación que sin dudas la ha desbordado, se opta por el mutismo; por hacerles
mover la boca a voceros de segunda línea que creen llegar al alma de la gente
con el desvarío de la negación.
Estamos a una semana de las
elecciones y no es tampoco el asunto de castigar a los que mandan por su
ineptitud rayana en la indiferencia, con relación a su prójimo del llano, sino
que urge un serio y contundente llamado de atención para que los altos
funcionarios se acostumbren a dar la cara y no tan solo para sonreírle a las
cámaras que los usan para ilustrar sus promesas precomiciales.
Que aparezcan, que confiesen,
que reconozcan sus errores y que tengan la grandeza de la sinceridad, para que
así como somos capital del folklore, del cuarteto, de la coca con fernet y de
otras nominaciones, no pasemos a ser distinguidos como Capital Nacional del
Silencio…
Pandemia aparte…
EN PROFUNDA CRISIS LA ECONOMÍA
ARGENTINA NACIONAL
& POPULAR
La verdad y no por confesarla
debiera asumir el papel de ignorante en la materia, aunque mis conocimientos
acerca de la economía de un país no son lo suficientemente consolidados como
para evaluar situaciones y más aún, cuando son conflictivas por el juego de
intereses que las rodean no tan solo en su propio campo, sino en el escenario
mayor de la política lo que se agrava frente a la inminencia de los cercanos
actos electorales.
Es lógico que cada uno de los técnicos
involucrados en las porfías y discusiones tiene su propia biblioteca, sus
propios conocimientos y su propia inclinación ideológica, pero cuando uno
encuentra alguien que con fundamentos se expresa, sin que sea necesario
compartir plenamente sus conceptos, suenan serios y oportunos.
Sabemos que Alfonso Prat Gay
fue ministro de Hacienda y Finanzas durante la gestión de Mauricio Macri, y
hace pocas horas sorprendió, y me sorprendió, su afirmación que “es falso que Macri
endeudó más en dólares que Cristina de Kirchner”, con relación a la vieja
discusión en tal sentido que nos viene abrumando de dudas.
Y en su cuenta de twitter, el
ex funcionario remarcó que “Como se les cayó el mito de ´Macri endeudó más que
Cristina´, ahora intentan con ´Macri endeudó más en dólares´. Tengo malas noticias
para los K, -agrega Prat Gay- este mito también es falso: CFK: US$ 116.000 MM:
US$ 64.000 refiriéndose al aumento de
deuda neta, en millones de verdes, considerando que, textualmente dicho, “esta
nueva mentira es muy peligrosa”.
Y ya que estaba, se ocupó de
apuntar contra el actual ministro de Economía Martín Guzmán al sostener que
“Entre los 100 mil que denuncia falsamente Guzmán, hay 1.4 que emitió Guzmán en
diciembre de 2019 (sí, el mismo Guzmán), más una deuda vencida por con CIADI,
Bolivia, Paraguay, Gas Plus, Petróleo Plus, CAMMESA y Vialidad que dejó la Sra.
Cristina sin registrar, y 18 con holdouts, todas las que fueron canceladas por
Mauricio Macri.
El ex ministro subrayó de paso
que “de los 100 que denuncian como loros quedan 74; 10 de los cuales terminaron
engrosando las reservas del BCRA y en conclusión donde se ve “Macri nos endeudó
por 100 mil millones de dólares”, debe leerse 64, no obstante lo cual aludió de
inmediato a lo que pasó con los pasivos netos en dólares durante el mandato de
la Sra. De Kirchner y en tal sentido destacó que la ex presidenta Cristina
Fernández de Kirchner dejó su gobierno tras ocho años de gestión con USD
179.000 millones de deuda en moneda extranjera registrada y no registrada al 30
de septiembre de 2015.
Luego en una maraña de cifras
para entendidos y curiosos, Prat Gay dijo que ella “Había arrancado con US$ 103.000
millones. 179-103=76. Bien, ahora restemos la variación de reservas del BCRA
que cayeron 40 (¿se “fugaron”?) durante CFK. 76+40=116″, continuó.
Agregó que además de mentir con
los números de la deuda en dólares, “el Frente de Todos hace una peligrosa
distinción entre una y otra deuda: sugieren que la deuda en pesos no es deuda
porque se paga con emisión. Ignoran lo que pasó en los ‘80 con el déficit
cuasifiscal”.
Concluyó su análisis
calificando “Tragicómico: antes de las elecciones se rasgaban las vestiduras
por la deuda en pesos del BCRA (Leliqs); ahora que son gobierno te quieren
hacer creer que la deuda en pesos no es deuda, sino un pagadios”.
Mauricio Macri aseguró que la
deuda crece bajo el gobierno de Alberto Fernández más rápido que lo que lo hizo
durante su mandato, detallando que “La deuda promedio por año que tomó el
Gobierno de Cristina Kirchner, da USD 17.000 millones, USD 12.000 millones
nosotros. Y este es el desastre de lo que está haciendo el Gobierno ahora de
vuelta, el kirchnerismo en su nueva versión. Récord de deuda en un sólo año.
Casi USD 34.000 millones en un sólo año. Y en el segundo van, proyectado, USD
27.000 millones”, dijo el ex jefe de Estado.
“Esta es la información
científica. Y lo peor de todo, lo que estamos aprendiendo, es que la deuda es
hija de déficit. O sea, si en tu casa gastás más de lo que te ingresa, te estás
endeudando con la tarjeta de crédito. Esto es igual”, comentó. Esa
interpretación fue continuada por la candidata a diputada y ex gobernadora
María Eugenia Vidal.
Luego el ministro Guzmán salió
a contestarle desde un acto en Tucumán: “Una ex gobernadora dice: ‘Fernández
lleva en este año y medio un endeudamiento de USD 30.000 millones, se está
endeudando más rápido por año que Macri’”. Guzmán calificó como “un engaño
absoluto”, la afirmación de Vidal.
Mire, la verdad, estoy medio
mareado con tantos números y lo mejor es dejar que los técnicos se ocupen de
ellos y nosotros de creerles o descartar lo que ellos dicen.
Pero hay una verdad que es
absoluta e irrebatible: las matemáticas no mienten, lo que suma suma y lo que
resta, resta.
Así se utilice o en cierta
medida se haya utilizado a la pandemia como elemento que pueda servir para
taponar cualquier sospecha, de las muchas que tenemos el derecho a sostener.
Megacausa del Registro
MANTENER
AQUELLO DE LUCHAR POR EL
DERECHO PERO MÁS AUN POR LA JUSTICIA
El número cuatro, de los diez
mandamientos para ser un buen abogado, según el jurista Juan Couture, aconseja
con meridiana claridad: “Tu deber es luchar por el derecho; pero el día que
encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.”
En la causa del Registro de la
Propiedad de Córdoba, el uso sistemático de la prisión preventiva, que debe ser
excepcional, el juicio después de la condena y la presencia de una comisión
especial para juzgar, enfrentan claramente derecho y justicia.
Jugando con ideas, actitud que
suele resultar interesante, se me ocurrió pensar qué pasaría si en los
expedientes de la causa que nos ocupa desde más de una década atrás, los
imputados se mencionaran con nombres ficticios o con algún código, en lugar de
sus nombres reales, por supuesto sin cambiar el relato detallado, los
antecedentes, contactos, relaciones o conexiones que el acusado pudiese tener.
Todo igual, excepto el nombre.
Tomemos como ejemplo al Juez
que encarceló a dos imputados reconociendo que no había ninguna prueba contra
ellos, ni ningún testigo que los acusara, pero igual, él estaba convencido,
¿hubiese hecho lo mismo si el caso fuese anónimo y el encerrado pudiera ser su
pariente, amigo, vecino o algún
influyente miembro del Poder? Y a la inversa, cuando se ignoran las acusaciones
contra altos funcionarios o poderosos personajes, ¿se obraría igual si el caso
se manejara como un anónimo?
Casi seguro que no.
Por esto, aunque el proyecto suene
descabellado o poco práctico, tal vez sea el camino para encontrar la Justicia
y cumplir con el precepto.
Romina Picolotti
UNA FUNCIONARIA
“K” GENEROSA A LA
HORA DE MOVER LA CHEQUERA ESTATAL
Debe ser enorme la tentación de
tener en poder personal una chequera
cuya cuenta positiva nunca se agota, como a veces ocurre con las
disponibilidades para endeudarse con el plástico, con la protección de algún
generoso o generosa patrocinante o padrino o madrina, o después de haber
abultado los números por ganar el Quini 6, el Loto, el Brinco, haber desbancado
a un casino de Las Vegas o ser el alma de un cártel de narcos con la imdemnidad
de los Monos rosarinos o los grandes distribuidores que operan en esta Córdoba
de las impunidades.
Algo parecido a esa sensación
de poder y de falta de límites tanto bancarios como de ética y moral, habrán
anidado en la mente y en el alma de esta piba de nombre Romina y apellido
Picolotti, cordobesa ella, quien tuviera a su cargo tengo como seguro durante
el kirchnerato, una secretaría que creo fue la de Medio Ambiente de la Nación.
Juvenilmente entusiasmada con
la lapicera y pensando que nadie sospecharía, sin dudas, se inscribió en el
plantel de aquellos que consideran propio todo, todo lo que les rodea,
incluyendo el dinero del Estado al que dicen y juran servir hasta que Dios y la
Patria se lo reclamen: gastó miles de pesos en la compra de bienes personales,
buena bebida, lujoso alojamiento en hoteles, viajes, etc. que luego no tuvo
cómo justificar a la hora de la rendición de cuentas que no tardó en requerirle
la Patria frente a las sospechas que existían, de acuerdo con lo que se conoció
mediáticamente.
Tengo entendido porque nunca
presto tanta atención a noticias de la farándula amiga de lo ajeno, que habría
sido sancionada con el Código Penal de por medio y existiría una inhabilitación
para ocupar cargos públicos.
Muy bien hecho por todas esas
medidas adoptadas, especialmente por la última.
Porque si seguía en funciones,
se hubiera guardado para si, seguramente, el otro medio ambiente que manejaba.
Para mí, que allí intervino
Dios.
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Algunos años atrás el colega Gustavo Ferrari, cronista en La Voz del
Interior, optó por buscar nuevos horizontes profesionales en el lejano Medio Oriente
y tras un paso por Irán se radicó en Kuwait hace 40 años, erigiéndose en
referente periodístico por aquellas lejanías, hasta llegar a la cobertura de
importantes acontecimientos incluyendo junto a su hermano Gonio la cobertura
parcial de la que fuera titulada Guerra del Golfo, en el comienzo de la década
de los ’90. Le tocó también como tarea integrarse con un grupo de combatientes
afganos, más precisamente de los conocidos como “talibanes”, de los que tanto
se habló y se sigue hablando. Desde el campamento donde se instaló para las
incursiones que fueron realizando, elaboró luego un informe que le requiriera
La Voz del Interior, que a continuación se transcribe, como preámbulo de la
comunicación que durante “Síganme los buenos” del domingo 5 de septiembre de
2021 mantuvieron los hermanos y colegas.
Experiencia invalorable
UNOS DÍAS
CON LOS TALIBANES, VIVENCIA
IMPOSIBLE DE ENCRIPTAR EN LOS OLVIDOS
“Yo soy afgano de Kandahar”, me
explicaba Mohammed y se golpeaba el pecho con la palma de su mano enorme. “Mi
pueblo es famoso por la bravura de sus hombres”, seguía diciendo mientras
conducía el jeep a 150 kph por un camino de dos manos que tenía el ancho de un
auto mediano.
Yo miraba aterrorizado a los
vehículos que venían en dirección contraria. En un instante pasaban de ser un
puntito en la distancia a convertirse en un viejo camión Bedford con un
radiador del tamaño de un ropero. Cuando ya podía verse el color de la barba
del otro conductor y el choque frontal era inevitable, Mohammed exclamaba “¡¡¡Bismillah!!!”
(en el nombre de Alá) y pegaba un violento pero preciso volantazo hacia la
izquierda. Dejaba las dos ruedas derechas sobre el castigado pavimento, en la
mismísima fracción de segundo que el barbudo del Bedford hacía exactamente lo
mismo.
El viento y el polvo de los dos
bólidos al rozarse entraba como una tromba por la ventanilla y producía un
trueno que hacía temblar las puertas. Ninguno de los dos conductores había
siquiera considerado el uso del freno. Ibamos viajando de Peshawar, en Pakistán,
hacia Jalalabad, en Afganistán. Atravesábamos las montañas del Hindhu Kush por
el legendario Paso de Jiber, que ha visto desintegrarse a varios ejércitos
invasores. Desde Alejandro Magno hasta el Ejército imperial inglés. En esas
tierras desoladas, pobladas por una maraña de clanes, razas y tribus, la
historia es testigo del coraje de este pueblo para luchar contra los invasores
extranjeros. Pero cuando les ha faltado la amalgama moral para combatir al
enemigo foráneo, se han enzarzado en interminables luchas fratricidas, como la
que en el nuevo milenio libraron los talibanes contra las fuerzas de Ahmed Shah
Massoud.
ARQUETIPO
Aquellos eran los años de la
guerra contra el poderío militar de la Unión Soviética que sustentaba al
Gobierno comunista de Najibullah, en Kabul. Los guerrilleros islámicos
mujaidines, apoyados por Irán y por el Gobierno de Washington, llegarían a
convertirse años más tarde en los actuales talibanes, acérrimos enemigos de los
Estados Unidos.
Mohammed de Kandahar era uno de ellos. El arquetipo del mujaidín. Un
metro noventa de estatura, cerca de 130 kilos de peso, espesa y renegrida
barba, ojos negros y vivaces, gorro afgano de áspera lana marrón. Túnica hasta
las rodillas, bolsudos bombachones y sandalias de cuero sobre pies desnudos
hasta en las montañas, donde hacía 15 grados bajo cero. Una gruesa bandolera
con balas del 7,65 para su Kalashnikov y, cuando la situación lo requería, un
negro chaleco con múltiples bolsillos de donde asomaban los bruñidos conos
verdes de las RPG (granadas propulsadas con cohetes).
Una noche sin luna íbamos
atravesando un desierto salitroso, viajando de Queta a Shamalam. Hacía varias
horas que el jeep cargado con cinco mujaidines armados hasta los dientes
rebotaba de duna en duna. No había ningún camino, ninguna huella. El haz de luz
del vehículo no revelaba ningún rasgo distinguible en la inmensidad de arena
endurecida por la sequía. Mohammed conducía a su velocidad usual y de cuando en
cuando giraba hacia un lado y seguía en ese rumbo por largos trechos. Luego,
imprevistamente cambiaba de orientación y seguía sin dudar, sin aminorar la
marcha. Mostraba una seguridad total, como si hubiésemos ido por una moderna
autopista.
Después de más de cuatro horas
de esa carrera por la nada, le pregunté: --Mohammed, ¿cómo sabés por dónde
doblar, por dónde retomar el rumbo?--
Sin mirarme siquiera, levantó
su gran pulgar apuntando al cielo y dijo: --Las estrellas, hermano, las
estrellas--.
FRATRICIDAS
Esos eran los hombres de
Gulgudin Hekmatyar, presidente de la Alianza Islámica que tenía su sede
temporaria en la ciudad de Peshawar, en la provincia fronteriza del noroeste,
en Pakistán.
Hekmatyar sería quien llevaría a la victoria final a los cuatro grupos
islámicos fundamentalistas y a los tres que representaban a las autoridades
tribales tradicionales. Llegar a la victoria contra las fuerzas soviéticas fue
relativamente fácil comparado con la imposible tarea que siguió: superar las diferencias
ideológicas entre las siete facciones de guerreros mujaidines. El nexo más
importante entre los siete grupos fue el odio hacia el gobierno pro soviético
de Najibullah y una vez destronado, volvieron las miras de sus kalashnikovs
unos contra otros.
En esa lucha entre hermanos
musulmanes surgieron y predominaron los talibanes que actualmente controlan el
90 por ciento del país. El obstáculo más grande que hasta ahora había impedido
a los talibanes engullirse todo Afganistán acaba de sucumbir en un atentado
suicida. Ahmed Shah Massoud, el León de las Montañas, legendario líder de las
milicias opuestas a los talibanes, cayó con el pecho destrozado por las
esquirlas de una bomba escondida dentro de una cámara de video.
Igualmente destrozados quedaron los supuestos periodistas árabes que
habían conseguido entrevistarlo en su guarida del Hindhu Kush.
BEATÍFICOS
Esos eran los guerreros de
aspecto formidable pero de maneras beatíficas que me guiaron durante un mes y
medio por los laberintos de la resistencia afgana.
--Te tenés que vestir de afgano--, fue el primer consejo que me dio el
mujaidín que me esperaba en Peshawar. Mientras viajábamos hasta la central de
la Alianza Islámica por un camino bordeado de tumbas marcadas con un palo o con
una piedra, me decía que yo, como europeo (todo blanco es europeo o “inguilisi”
inglés) --sos un trofeo muy tentador para secuestrarte y robarte--. Durante los
próximos 45 días, constantemente y sin descanso, me machacaron el cerebro con
frases y enseñanzas del Corán. Con una paciencia de docentes me explicaron los
vicios y errores de la religión cristiana poniendo por contraposición los
perfectos preceptos islámicos.
No había conversación que no
terminara con admoniciones, consejos o advertencias de lo que me esperaba en la
vida eterna si no me convertía al Islam. Toda parte del día que no estuviera
ocupada con alguna tarea específica la dedicaban a leer el Corán. Cada acto
cotidiano iba precedido del “bismillah”, con lo cual bendecían el acto y se
aseguraban que no iba a acarrear ningún castigo divino. Un día íbamos
atravesando una cadena de montañas nevadas. El jeep dio un suspiro y cesó de
funcionar. Mohamed de Kandahar abrió el capó y se sumergió en el motor, que se
enfrió casi en el acto con los 15 grados bajo cero que cortaban la piel. Los
cuatro mujaidines armados y yo quedamos adentro del vehículo, donde el
hacinamiento hacía más llevadero el frío.
El jefe de esa patrulla había
venido leyendo un Corán en miniatura y siguió con su lectura, pero esta vez en
un murmullo audible y monótono. Afuera, Mohamed martillaba, atornillaba,
desenroscaba, bufaba, y su aliento se condensaba sobre el parabrisas que pronto
quedó cubierto por una fina capa de hielo. Volvió a la cabina y con su cuchillo
de caza hizo un tajo en el asiento delantero. Con una pinza cortó un pedazo de
alambre del elástico. Sopló el agujerito de una pieza de metal negro, la
escupió y luego la secó con un pliegue de su camisón afgano.
Volvió a la cabina y escarbó en
unas cajas de donde sacó un kit de primeros auxilios. De ahí extrajo una
delgada manguerita. Salió, abrió el tanque de nafta, la introdujo y chupó hasta
llenarse la boca de nafta.
Corrió hasta el motor y roció cierta parte con un fino spray de nafta
con saliva. Escupió ruidosamente varias veces. Ajustó algo y volvió a la cabina
a sentarse al volante. La nariz y un pómulo negros de grasa. Tenía un corte en
un dedo que le sangraba. Con una mano agarrotada por el frío giró la llave de
arranque al mismo tiempo que el jefe exclamaba “¡¡bismillah!!”.
El motor tosió dos veces, el
jeep se sacudió y arrancó con una humareda negra. El jefe me miró triunfante y
dijo: --¿Viste lo que es el Islam?
TEMERARIOS
Se aprestaban para un combate
como quien va a una fiesta. La cercana posibilidad de morir sólo conseguía
entusiasmarlos y los llenaba de una ilusionada anticipación. El edén prometido
a los que mueren por el Islam estaba a la vuelta de la esquina. El paraíso con
fuentes de aguas cristalinas y 40 mujeres vírgenes para cada hombre era una realidad
tangible. Como quien sale del trabajo y sabe que en media hora estará sentado
con su mujer y sus hijos en la mesa familiar.
Me contaban historias de amigos
guerrilleros cuyos cadáveres a los cuatro días de muertos empezaban a oler a
rosas. “Es cuando entran al paraíso”, me informaban.
VIOLENCIA
A la disputa afgano-soviética
se sumaban los choques entre tribus, los disensos de los movimientos
guerrilleros y las bandas de delincuentes comunes. En todo el territorio afgano
y parte del paquistaní subsiste aún hoy un extremo machismo medieval. Un hombre
no es tal si no porta una carabina o una ametralladora.
--Aquí tiene este hermoso
modelo hecho en China--, me dijo el turbantudo dueño de una de las tantas
armerías que ocupan la calle principal de cualquier poblado. Puso el fusil
ametralladora Kalashnikov en mis manos y me mostró la facilidad con que podía
plegarse la culata de metal. --Muy cómodo para llevar en el auto--, dijo. Pedía
400 dólares como último precio y lo entregaba con dos cargadores de 30 tiros
cada uno de regalo. Para terminar de convencerme me llevó a la calle, por donde
deambulaban dos bueyes y varias gallinas. Levantó el caño, apuntando al tronco
de un grueso árbol y le descerrajó una ráfaga que hizo zambullirse a las
gallinas en una canaleta buscando parapeto. El tronco quedó marcado con nuevos
impactos de balas 7,65 blindadas.
Nunca hubo gobierno que pudiera
imponer ninguna clase de ley. En aquella época había territorios a los que no
se podía entrar sin guardia armada. Ni los talibanes con su brutal
interpretación del Islam han podido erradicar la violencia innata en el país
afgano. Los médicos de la Cruz Roja se movían escoltados por camionetas
artilladas con ametralladoras calibre 50 milímetros.
Las casas de los granjeros son
fortalezas con murallas, torretas de vigilancia y mirillas por donde los
fusileros pueden tirar parapetados detrás de medio metro de ladrillos de barro
cocido, piedras de río, arena y cal. Altercados como un litigio por límites de
un campo derivan fácilmente en combates en los que las familias en disputa se
tiran con granadas, morteros y bazucas.
ESCARMIENTO
La sangrienta guerra llegaba a
sus tramos finales. Nayibullah había quedado encajonado en Kabul, y la mayor
parte del territorio estaba controlado por los mujaidines. Las fuerzas
comunistas habían sembrado el camino de su retirada con minas antipersonales.
En los hospitales de campaña montados por los
rebeldes con ayuda financiera de
todo el mundo islámico languidecían cientos de afganos.
--La mayoría de los heridos que
recibimos ahora-- me decía Ali Jaber, médico de un hospital de Parachinar en la
frontera afgano-paquistaní son por explosión de minas y cazabobos. --Son
heridas en los miembros inferiores -explicaba- y el daño que producen las
esquirlas es tan atroz que generalmente debemos amputar--.
El enemigo --concluía el médico
egipcio-- busca el efecto psicológico más que el militar. Quieren que estos
inválidos sean un renqueante escarmiento, pero lo que consiguen es el ejemplo
de valor y fortaleza que nos dan estos mártires.
LA FUERZA
Sobrecogido por la aprehensión,
entré con mis cámaras colgadas al cuello a la sala ortopédica de un pobre
hospital en Landi Muhammad. Las paredes de adobe y paja blanqueadas con cal
despedían olor a humedad. Los vidrios quebrados de una ventana dejaban entrar
ráfagas de viento helado por entre los parches de cinta para embalar.
En dos filas de 10 camas yacían 20 mutilados: dos niños de unos 13 años,
varios jóvenes de entre 18 y 25 años y algunos ancianos.
Los amputados, varios de ellos
de las dos piernas y otros enredados en complejas poleas, se aprestaron para la
fotografía. Alisaron sus raídas frazadas, acomodaron los frasquitos en sus
mesitas de noche y sonrieron para la cámara. Ningún signo de abatimiento ni
derrota. Ningún gesto de sufrimiento.
Saqué varias fotos y atendí las
explicaciones del médico de guardia.
Llegó entonces la hora de la
plegaria vespertina. Los que pudieron se sentaron en sus camas. Otros, con las
piernas colgadas de las poleas, comenzaron en profunda unción una mímica
estremecedora. Siguiendo el precepto del Corán que ordena con la mano derecha
lavarse la izquierda hasta el codo y luego hacer lo mismo con la izquierda, los
mujaidines mojaban sus manos en una imaginaria fuente. Se “lavaban” y luego se
sumían en una oración que en un reverente murmullo se elevó por las
descascaradas paredes.
--Esa es nuestra arma--, me dijo
el médico.
--Los rusos no contaban con la
fuerza del Islam—
GUSTAVO FERRARI
Periodista cordobés
El audio de la conversación que mantuvieron Gustavo y Gonio Ferrari
durante la emisión de este domingo de “Síganme los buenos” ha quedado archivada
y puede ser consultada en el sector respectivo, ubicado en la parte superior de
la columna de la derecha de este blog.
BONUS TRACK:
¿Vacunarse o no?
ENOJOSO
DIFERENDO EN UN ÁMBITO DONDE
LA JUSTICIA TENDRÍA QUE SER MÁS DINÁMICA
Otra de las controversias de
las que tanto rodean a la sociedad es la planteada en los Tribunales de la
provincia con relación a la vacunación o no, disyuntiva conectada a la presencialidad
o no en la tarea cotidiana, que arrastra un curioso estilo de no trabajar al
ritmo de siempre pero cobrar como si todo fuera normal.
Hay que destacar, en
reconocimiento al personal que debe quedarse en su casa y trabajar allí remotamente,
que si no les pagan algún adicional por la utilización de su equipo
computarizado, el gasto de energía para alimentarlo, la luz, etc. se estaría
configurando una injusticia que de alguna manera tendría que reconocerse y obrar
en consecuencia con un merecido suplemento dinerario.
Está bien que para el empleado
no hay gastos de transporte, la ropa no requiere tanta dedicación y tal medida
contribuye a un incremento de la seguridad de no contagiarse dada la menor exposición
pública, la atención de barandilla y otros trámites de cuando la actividad es
normal.
Hay que establecer si les
asiste la razón a quienes se niegan a vacunarse, por eso del respeto por la
libertad individual de decidir, pero si es así, nada mejor que quedarse en sus
casas con un valor agregado: que si están contaminados, dejan de ser
potenciales vehículos de contagio para sus compañeros lo mismo que al público
que en muchos casos deben atender.
Alrededor de 60 empleados que
se niegan al pinchazo interpusieron en conjunto un pedido de reconsideración
ante el Tribunal Superior de Justicia que impone para que concurran a trabajar,
sólo si se realizan un análisis PCR cada 72 horas y por otra parte, la
antagónica postura de quienes cumplen con el esquema de vacunación y no están dispuestos
a compartir los espacios con los que se obstinan en no recibir la inmunización.
En estos casos en que elementos
tales como las convicciones son activos argumentos para el sostenimiento de una
postura y por otro lado están las imposiciones de la autoridad, nada mejor y
más tratándose de personal que se supone tiene un alto concepto de la Justicia
y de su majestad, se tendrán que allanar a su dictamen o presentar si cabe, las
apelaciones que consideren procedentes. Pero que de una buena vez se deben
reactivar los mecanismos de la Justicia que ya sin pandemia tiene rótulo de
pachorrienta, es un clamor de la sociedad en su conjunto.
El recurso de reconsideración
de quienes no se vacunaron pretende que los agentes que eligen no vacunarse no
se hagan el PCR porque sostienen que es “invasivo”.
Como mero observador, es para
pensar que muchas veces por descuido, capricho o por lo que fuere, el bicho es
más invasivo que cualquier falta de prevención.
Diferentes enfoques
ANSIADO REGRESO A CLASES PARA
UNOS
Y PELIGROSA MEDIDA QUE ES PARA OTROS
Era de esperarse la aguda
controversia cuando los días fueron pasando, las presiones de los sectores en
pugna recrudecieron y a la vez, se acercaba ese día de elecciones que para
muchos políticos, algunos exagerando y otros minimizando, consideran una
especie de bisagra tanto para la historia como para sus enfoques y perspectivas
personales.
No olvidemos a otros tres
grandes protagonistas de esta cuestión que son los niños, su familia y los
docentes, cada uno con sus propios enfoques en positivo o en negativo, en todos
los casos con atendibles y sólidas razones.
El gremio se opuso a la
reiniciación de clases presenciales y la primera objeción es parecida a una
acusación de acción dicriminatoria, porque es todavía alto el porcentaje de
hogares en la mayoría de los casos humildes, que no cuenta con equipamiento
como para seguir las clases a través de las redes.
Por otro, el riesgo que
significa asumir la responsabilidad de recomenzar las clases con dictado
presencial aunque haya burbujas, distancia, gel, barbijos y otras precauciones
más todas las prevenciones que se puedan adoptar, porque el bicho todavía hace
turismo ambiental y de aire y eso que ni hablemos de la consolidación de esa
ola nueva con otra cepa, cuya capacidad de expansión virtualmente es
desconocida, pero que crece, advertimos que no deja de crecer.
Los padres en la enorme mayoría
de los casos ya no saben cómo contener a su “tropa” menor porque ya ni siquiera
la play -para quienes la tienen- es de contención porque llegando los
calorcitos ya quieren la pelopincho, la pileta, el rio, las salidas grupales y
otras maneras de socializar, todo lo que aparece objetivamente como poco
recomendable.
Falta en esta evaluación sin
pretensiones, aludir al papel del Estado, del poder, apretado por miles de
circunstancias que los llevan a tomar esta medida que para mucha gente aparece
como apresurada y poco feliz, porque dejan abierta la posibilidad de nuevos y
masivos contagios, cuando el exitismo desde arriba indica que los casos están
cediendo, que las demandas de terapia intensiva decaen y otras victorias
parciales que se atribuyen.
La verdad sólo llegará a ser
conocida por la historia y no de ahora sino de unos años más lejanos hacia el
futuro: muchas veces la inminencia de elecciones mueve a tomar medidas
efectistas más que positivas, y no son pocos los que sospechan que la motivación
esencial no es otra.
Así quedarán contentos algunos
y apenados los otros, y solo restaría saber, qué cantidades de unos y de otros
serán parte de las estadísticas.
Pero las cosas, para bien o
para desastre, ya estarán hechas
y los arrepentimientos, como siempre, de poco servirán…
Ya nada nos sorprende…
SUIZA “LA ABURRIDA”, LOS “SPOTS” DE CAMPAÑA, LA
MAMÁ DE RANDAZZO Y LAS
COPIAS DE ARGUMENTOS
Las campañas políticas suelen
ser el ring donde la violencia verbal y muchas veces física con penosas
consecuencias es lo que reina, a diferencia del boxeo que en la generalidad de
los casos los rivales terminan la pelea, ensangrentados y todo, sudorosos y
chivosos se abrazan y luego lo más probable es que se junten a festejar la
trascendencia del hecho deportivo.
El ring de la política es
distinto aunque suelen dominar los golpes bajos, eso de meterles el dedo gordo
del guante en un ojo del adversario, lo de insultarse porque no hay protector
bucal que lo impida y si cabe y el árbitro mira para otro lado, pisarle la
punta de un pie al rival y arrebatarlo de su trompadón ascendente que le una la
dentadura inferior con el paladar.
Así son las cosas, así las
vemos y ejemplos en todos estos sentidos son los que sobran, con que sólo nos
remitamos a la historia del último medio siglo en que fueron abundantes las
situaciones violentas, no en el campo boxístico sino en las previas de las
contiendas comiciales.
Lo de ahora venía liviano,
hasta que Randazzo tuvo la ocurrencia de hacer intervenir a su Mamá,
telefónicamente, en un corto televisivo que tuvo impactante éxito y por ende,
beneficioso para su principal protagonista.
El contragolpe no se hizo
esperar porque pocas horas después uno de sus adversarios, en este caso ese
polifacético muchacho Sergio Berni, candidato a una banca creo que porteña o
nacional, amigo de las imitaciones a los héroes cinematográficos, apresurado
interviniente en el caso del asesinato del fiscal Nismann, quien sin pensar
siquiera en la palabra plagio o robo de ideas, hizo su spot haciendo participar
allí también a su Mamá, por supuesto que a través de su teléfono celular.
Todo esto, tomado como acción
más cómica que política, suaviza en parte todas las asperezas que hemos venido
viendo, y las que sin dudas todavía restan de ver en la proximidad de
instancias decisivas, que para muchos puede significar la permanencia en el
poder o la despedida de sus mieles, y para otros el seguir gozando esa
maravilla que se llama libertad en contraposición a la sombra de barrotes que a
no pocos viene quitándoles el sueño.
Y casi me olvido de ese temita
de la “Suiza aburrida”, porque si así lo fuera, habría que ver qué otros
motivos son los que tanto atraen a muchos políticos de todos los colores, que
por lo general después de despedirse del poder o cuando más inmersos están en
su interior, más se empeñan en visitar y depositar allí sus mejores recuerdos.
Lo único que falta, es que a
alguien se le ocurra sostener que las islas Seychelles también son aburridas…