2 de octubre de 2012

ACERCA DE LO ENVIDIABLE E INALCANZABLE, DEL CEPO Y DEL ORTO

  Intentar una curiosa mezcolanza que contenga elementos tan disímiles como lo envidiable, lo inalcanzable, el cepo y el orto, nos llevaría a la consumación de una alquimia confusa e incomprensible, y como tal, peligrosa como toda pócima desconocida.
   Existen filósofos de cabotaje, lambiscones profesionales e improvisados pensadores de frases elocuentes y efectistas, que pretenden instalar en el colectivo ciudadano una especie de biblia nacional y popular con el propósito de adoctrinar a los indecisos, de cambiar la orientación ideológica o política de los ya decididos y de instaurar una idea única y autoritaria nacida de la imposición de conceptos.
   Ya no basta con descalificar; lo importante es santificar.
   El anglófilo e insuperable Borges, sostiene que los españoles siempre están pensando en la envidia, tanto que para decir que algo es bueno, dicen que es envidiable.
   Ni los Dioses son inalcanzables, siempre y cuando se dejen alcanzar.
   Porque muchas veces en el orto de la vida suele aparecer el sol de la esperanza, del cambio provechoso, del respeto a quien piensa distinto del discurso oficial, del adversario que es solo eso y no un traidor a la Patria. El orto de Moreno (equivalente a la salida de su cotidiano sol) debiera alumbrar un ejemplo de florecer... en ideas superadoras y no en arcaicas posturas de patético malevo de cartón.
   El filósofo y escritor José Pablo Feinmann, exégeta ¿ad-honorem? de CFK será creible. respetable y digno de consideración cuando recupere una coherencia irrecuperable porque nunca la tuvo. En diciembre del año pasado dijo textualmente "...es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno nacional, popular y democrático ... y porque saben y te hablan del hambre".
   Y acerca del cepo, es una mera cuestión semántica: si las acepciones de nuestro idioma lo equiparan entre otras a lazo, trampa, acechanza, anzuelo o emboscada, para el caso es lo mismo: la imposibilidad de hacer cada uno lo que se le antoje con su dinero. Y aconsejar su puesta fuera de uso es un vano intento de tapar el Sol con las manos.
   Eso es parte de la libertad salvaje que estamos dilapidando.
   Por todo esto y por la salud de la República y el respeto al libre albedrío, hagamos lo posible y alcanzable para evitar que se amalgamen lo envidiable, lo inalcanzable, el cepo y el orto para conformar un cóctel de padecimiento, fracaso, cercenamiento de las libertades y la reinstauración del miedo que desde 1983 veníamos perdiendo.
   En definitiva y procurando una patriótica vacuna contra los exabruptos, es un error denunciar a Moreno ante la Justicia.
   Lo que se impone, es acusarlo de mala praxis idiomática ante el ministerio de Educación.
   Y para incorporarlo al gabinete nacional, designarlo Ministro de Asuntos Ridículos.

G.F.

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