22 de octubre de 2012

SLB-211012-EL DIA DE LA MADRE, LEALTAD, DLS PRESIDENTE

Desgrabación de comentarios del periodista Gonio Ferrari, emitidos en el programa “Síganme los buenos” del domingo 21/10/12 por AM580 Radio Universidad de Córdoba.

EL DIA DE LA MADRE

¿Por qué será que teniendo tanto para decir de ella, las palabras nunca alcanzan?
¿Por qué será que el cariño, la admiración, la ternura, el respeto, la lucha, el refugio o el amparo sirvan para sintetizarla?
¿Por qué una caricia, una lágrima, una mirada o un recuerdo basten para que tengamos la certeza casi absoluta de su presencia?
Ella sabe, porque así lo siente, que el sacrificio y la entrega son parte vital de su vocación protectora.
Sabemos, y ella también lo sabe, que no existen las barreras ni las distancias.
Estuvimos muy dentro de su mundo, nutriéndonos de su generosidad y de sus ansias por tenernos, por vernos. acar
Es la que nos regala el milagro de la vida, nos quita los miedos, comprende lo incomprensible y ahuyenta nuestras penas.
Nada interesa si es casada o soltera, viuda o divorciada.
Sus méritos como esposa, concubina o como le quieran llamar, poco importan, porque esa mujer, por encima de cualquier rótulo convencional, es Mamá.
Y si abrumados por la angustia, buscamos un motivo que nos devuelva la alegría de vivir, más que a nosotros la encontramos a ella, así la tengamos, o no.
Esa es la insondable magia de su amor, porque está más allá de lo terrenal.
Podemos conocerla, o no, pero estoy convencido que aquellos que no la conocen, lo mismo respiran por ella.
Siempre está y estará allí.
Peleando por nosotros.
Cuidándonos, guiándonos, llevándonos de SU mano.
Siempre cerca.
Presente.
Siempre nuestra, aunque no regrese.
Siempre… siempre.

VOTEMOS A DE LA SOTA PRESIDENTE

Es cierto que aquello de la sensualidad del poder, suele enceguecer a los hombres y dañarle los mecanismos de la memoria.
Tampoco es mentira la sabiduría, al indicar que se repite la historia cuando esa memoria no se aplica.
Pero también es irrebatible: el humano es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra.
Es posible que apelando precisamente a la desmemoria, pretenda ahora erigirse en salvador de una situación que nadie más que él, dejó a sus queridos cordobeses.
A la hora del discurso fácil, todo es posible.
En estos tiempos de crisis, hay que comprender lo que es el hambre, como para hacerse ovacionar por el sánguche y la coca.
Es el viejo aunque vigente mecanismo de la convocatoria al aplauso, para aquellos que vivieron sumados a la costumbre de prometer y los otros, muchos más, a la costumbre de esperar.
A lo mejor, siendo Presidente, nos devuelve la seguridad que perdimos, la Justicia independiente, las escuelas en estado habitable, las viviendas que superen la calidad del cartón, la electricidad y el agua a precios razonables, los hospitales con insumos y con médicos, la resolución del caso Dalmasso, los caminos en buen estado, sueldos dignos para los docentes y respetuosa memoria a los jubilados víctimas de la cultura oficial del despojo.
Y de paso, si llega a presidente y maneja la chequera grande de los argentinos, que se acuerde de la bomba de tiempo, explosivo regalo que nos legó, un campo minado en la forma de una deuda inmanejable que estamos padeciendo ahora.
Lo peor de todo esto, es que la campaña con alcances y pretensiones nacionales lleva mucho tiempo suyo y demasiado dinero nuestro.
A su tiempo adminístrelo como se le antoje, sin olvidar que es hora de gobernar una provincia sin seguridad, sin ciclo lectivo completo, con impuestos en alza, injurias a sus jubilados, caminos que no alcanzan, justicia cuestionada, salud pública en crisis, gastos alocados en obras que no sirven ni servirán para nada y algunas otras carencias que nos abruman.
Pero trate de cuidar esos dineros que no son suyos porque siguen siendo nuestros, y que viene gastando en una campaña absurda y sin sentido que llega a lugares alejados de Córdoba.
Si su intención es expandir el cordobesismo, traigamos turistas o exportemos alfajores, peperina, fotos de las sierras con el burrito, la belleza de nuestros paisajes, el humor tradicional, el fernet con coca o la delicia sonora de nuestros campanarios.
Pero gastar lo que se está gastando, es una ofensa a los cordobeses y un desatino por el despilfarro en un escenario de crisis.
Y lo más grave, es que allá arriba, donde están las autoridades, las crisis no existen porque la ceguera que impone la sensualidad del poder, es más fuerte, mucho más fuerte que la realidad.

QUE ES LA LEALTAD

Las imágenes amarillentas de octubre del 45 nos muestran el fervor de la gente por su líder, los pies hinchados por la caminata metidos allí, en el agua de las fuentes de la Plaza de Mayo y el grito que nacía desde el fondo de cada pecho, y es como si nos invadiera una especie de nostálgica admiración.
Digo admiración por el compromiso, por la convicción, por la lucha inicial contra una oligarquía terrateniente y de nariz parada, esa casta que viajaba anualmente a Europa llevando su propia vaca en el barco para asegurarse la leche.
Aquellos trabajadores de rostros y cuerpos cansados por la explotación, bolsillos exhaustos, esperanzas adormecidas y derechos vulnerados fueron los que marcaron el rumbo hacia el milagro de la redención.
Ellos, y nadie más, deben quedar en la historia como los forjadores de la lealtad: lealtad a sus principios, lealtad a su lucha, lealtad a su propio sacrificio.
Es preferible que los hombres merecedores de lealtad, sean más merecedores de respeto.
Los argentinos a veces alteramos y devaluamos los conceptos y algunos quieren hacernos creer que los hombres son más importantes que las instituciones, o que la Patria misma.
Ese deporte nacional de endiosar ha llevado a la desilusión de muchos, porque fabricamos dioses de cartón con alma demagógica y mentirosa.
La lealtad debe ser hacia los principios honorables, hacia la ética, hacia la honestidad, hacia la sana cultura del trabajo, del esfuerzo y del compromiso con la sociedad.
No es bueno, porque poco dura, ser leales al bolsón, al subsidio, a la beca indigna, ni a ninguna dádiva.
Lealtad, es el cumplimiento de lo estipulado por las leyes de la fidelidad, del honor y de la hombría de bien.
Lo contrario es solo politiquería,y no precisamente barata.
Porque siempre, siempre, nos ha salido demasiado cara.

LA DECENCIA PERDIO POR ABANDONO

Realmente llama la atención que el escándalo no haya tomado proyección internacional, porque cualquier caso similar que ocurriera, por ejemplo en Europa, hubiera obligado a varias dimisiones u obligados alejamientos.
La mujer se cansó de hacer denuncias, porque estaba también cansada que los delincuentes la acosaran, atacaran a su familia, dañaran su casa, le hicieran la vida imposible.
El principio de autoridad y las garantías que el Estado debiera asegurarle a la vecina no se vieron ni por asomo, salvo el clientelismo de solucionar la situación ayudándola con dinero para que se fuera a otra parte.
La solución más bochornosa, porque no es otra cosa que rendirse al imperio del hampa, es bajar los brazos y es incumplir con los deberes del funcionario público.
De nada valieron los testimonios ni las pruebas aportadas, porque parecen tener más peso los argumentos de los delincuentes o su poderío económico destinado a comprar voluntades, acallar quejas o pagar silencios.
Una cordobesa debió dejar su casa, su hogar, sus rincones, su intimidad, el universo de su vida, porque de las autoridades nadie fue capaz de terminar con las causas y prefirieron la comodidad de intentar atenuar sus efectos.
Una situación lamentable, vergonzosa e inédita porque vemos que los narcos, los ladrones, los violentos, han ganado una batalla más.
Y como están las cosas, no sería extraño que también en la guerra alcen victoriosos su bandera de sangre, dinero, amistades y coimas.
Porque parece que nadie se anima ni siquiera a molestarlos.

DOS ABSURDOS MENOS

Cuando tiempo atrás se hizo el pomposo anuncio del tren bala para Córdoba, sonó como a broma pesada, porque el transporte urbano ya era un desastre y ni siquiera las autoridades se preocupaban por arreglar el trencito del zoológico.
Pero a corto plazo, se dijo, ir a Buenos Aires vía Rosario demandaría menos de cuatro horas contra las 15 o más horas que supone la aventura de viajar hoy al mismo destino en el tren del Mitre o como se llame ahora.
Gracias a todos los santos del almanaque, se llegó a la conclusión que el proyecto era inviable, después que todos nosotros pagamos los suculentos honorarios de alguna consultora amiga del poder, que llegó a esa brillante conclusión.
Una ridiculez menos de la que podíamos preocuparnos o en el peor de los casos, reírnos.
Y cuando la escasez de agua nos agobiaba, lógicamente desde el gobierno provincial tenía que surgir una solución demagógica que nos hiciera agradecer por tan endidiable creatividad: traeríamos agua desde el Paraná, via acueducto o canal.
El mismo artífice de la demolición del que fuera originalmente hogar de ancianos, de la construcción de ese adefesio con pinta de gigantesco rallador de queso, de la desastrosa terminal de ómnibus y del faro sin mar, se transformó en vendedor de utopías a las que no le faltaron lambiscones compradores.
Y ahora se dan cuenta, a elevado costo de consultoras, que ese canal es impracticable.
En buena hora: a veces lo que nos pintan como brillante proyección de futuro en cualquiera de los ámbitos municipal, provincial o nacional, termina en una patética confesión de oportunismo e improvisación.
Y esos si son absurdos abortos, fracasos, torpezas y desengaños que no nos merecemos.

DESCONTROL EN SALUD MENTAL

Tiempo atrás un especialista en cuestiones de la realidad hospitalaria, me supo comentar que hay dos sectores donde se vive con mayor intensidad el abandono: en los geriátricos y en los internados relacionados con las enfermedades mentales.
En los tantos lugares de crecimiento incontrolado donde se albergan los viejitos, sus parientes dejan de ir o baja la frecuencia de sus visitas, porque creen que los contienen, los miman y les atienden la salud.
Es probable que existan lugares así, como excepción a la regla de considerarlos meros depósitos de personas, que han tenido la mala suerte de ser destinados allí.
Quisiera saber, si alcanzara personal técnico para hacer inspecciones y controles, si todos tienen el médico las 24 horas, si la comida se ajusta a parámetros nutricionales y si el personal de atención es suficiente.
La realidad es que los médicos las 24 horas casi no existen, comen al voleo, los visten con la ropa de cualquiera y a veces hay dos mucamas y una enfermera para atender a una treintena de huéspedes, muchos de los cuales están postrados.
En los internados para enfermos mentales, dependientes del Estado, el deterioro edilicio es lamentable y la falta de espacios hace que hasta en los pasillos haya colchones donde viven, duermen y sufren los pacientes.
En la mayoría de los casos los parientes los abandonan, dicen que murieron o que han viajado, pero se desentienden de ellos.
Porque si es penoso el olvido y el desamor de los familiares, la indiferencia, la desidia y la inacción del Estado son imperdonables.
Para estos casos, pareciera que los derechos humanos son solo para unos pocos que los utilizan políticamente.
Porque miles de viejos y de locos, cariñosamente hablando, están condenados al olvido, que es la más deplorable e injusta de todas las condenas.

G. F.

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