Desgrabación
de comentarios del periodista Gonio Ferrari, emitidos en el programa
“Síganme los buenos” del domingo 21/10/12 por AM580 Radio
Universidad de Córdoba.
EL
DIA DE LA MADRE
¿Por qué será que
teniendo tanto para decir de ella, las palabras nunca alcanzan?
¿Por qué será que el
cariño, la admiración, la ternura, el respeto, la lucha, el refugio
o el amparo sirvan para sintetizarla?
¿Por qué una caricia,
una lágrima, una mirada o un recuerdo basten para que tengamos la
certeza casi absoluta de su presencia?
Ella sabe, porque así lo
siente, que el sacrificio y la entrega son parte vital de su vocación
protectora.
Sabemos, y ella también
lo sabe, que no existen las barreras ni las distancias.
Estuvimos muy dentro de
su mundo, nutriéndonos de su generosidad y de sus ansias por
tenernos, por vernos. acar
Es la que nos regala el
milagro de la vida, nos quita los miedos, comprende lo incomprensible
y ahuyenta nuestras penas.
Nada interesa si es
casada o soltera, viuda o divorciada.
Sus méritos como esposa,
concubina o como le quieran llamar, poco importan, porque esa mujer,
por encima de cualquier rótulo convencional, es Mamá.
Y si abrumados por la
angustia, buscamos un motivo que nos devuelva la alegría de vivir,
más que a nosotros la encontramos a ella, así la tengamos, o no.
Esa es la insondable
magia de su amor, porque está más allá de lo terrenal.
Podemos
conocerla, o no, pero estoy convencido que aquellos que no la
conocen, lo mismo respiran por ella.
Siempre
está y estará allí.
Peleando
por nosotros.
Cuidándonos,
guiándonos, llevándonos de SU mano.
Siempre
cerca.
Presente.
Siempre
nuestra, aunque no regrese.
Siempre…
siempre.
VOTEMOS
A DE LA SOTA PRESIDENTE
Es cierto que aquello de
la sensualidad del poder, suele enceguecer a los hombres y dañarle
los mecanismos de la memoria.
Tampoco es mentira la
sabiduría, al indicar que se repite la historia cuando esa memoria
no se aplica.
Pero también es
irrebatible: el humano es el único ser que tropieza dos veces con la
misma piedra.
Es posible que apelando
precisamente a la desmemoria, pretenda ahora erigirse en salvador de
una situación que nadie más que él, dejó a sus queridos
cordobeses.
A la hora del discurso
fácil, todo es posible.
En estos tiempos de
crisis, hay que comprender lo que es el hambre, como para hacerse
ovacionar por el sánguche y la coca.
Es el viejo aunque
vigente mecanismo de la convocatoria al aplauso, para aquellos que
vivieron sumados a la costumbre de prometer y los otros, muchos más,
a la costumbre de esperar.
A lo mejor, siendo
Presidente, nos devuelve la seguridad que perdimos, la Justicia
independiente, las escuelas en estado habitable, las viviendas que
superen la calidad del cartón, la electricidad y el agua a precios
razonables, los hospitales con insumos y con médicos, la resolución
del caso Dalmasso, los caminos en buen estado, sueldos dignos para
los docentes y respetuosa memoria a los jubilados víctimas de la
cultura oficial del despojo.
Y de paso, si llega a
presidente y maneja la chequera grande de los argentinos, que se
acuerde de la bomba de tiempo, explosivo regalo que nos legó, un
campo minado en la forma de una deuda inmanejable que estamos
padeciendo ahora.
Lo peor de todo esto, es
que la campaña con alcances y pretensiones nacionales lleva mucho
tiempo suyo y demasiado dinero nuestro.
A su tiempo adminístrelo
como se le antoje, sin olvidar que es hora de gobernar una provincia
sin seguridad, sin ciclo lectivo completo, con impuestos en alza,
injurias a sus jubilados, caminos que no alcanzan, justicia
cuestionada, salud pública en crisis, gastos alocados en obras que
no sirven ni servirán para nada y algunas otras carencias que nos
abruman.
Pero trate de cuidar esos
dineros que no son suyos porque siguen siendo nuestros, y que viene
gastando en una campaña absurda y sin sentido que llega a lugares
alejados de Córdoba.
Si su intención es
expandir el cordobesismo, traigamos turistas o exportemos alfajores,
peperina, fotos de las sierras con el burrito, la belleza de nuestros
paisajes, el humor tradicional, el fernet con coca o la delicia
sonora de nuestros campanarios.
Pero gastar lo que se
está gastando, es una ofensa a los cordobeses y un desatino por el
despilfarro en un escenario de crisis.
Y lo más grave, es que
allá arriba, donde están las autoridades, las crisis no existen
porque la ceguera que impone la sensualidad del poder, es más
fuerte, mucho más fuerte que la realidad.
QUE
ES LA LEALTAD
Las imágenes
amarillentas de octubre del 45 nos muestran el fervor de la gente por
su líder, los pies hinchados por la caminata metidos allí, en el
agua de las fuentes de la Plaza de Mayo y el grito que nacía desde
el fondo de cada pecho, y es como si nos invadiera una especie de
nostálgica admiración.
Digo admiración por el
compromiso, por la convicción, por la lucha inicial contra una
oligarquía terrateniente y de nariz parada, esa casta que viajaba
anualmente a Europa llevando su propia vaca en el barco para
asegurarse la leche.
Aquellos trabajadores de
rostros y cuerpos cansados por la explotación, bolsillos exhaustos,
esperanzas adormecidas y derechos vulnerados fueron los que marcaron
el rumbo hacia el milagro de la redención.
Ellos, y nadie más,
deben quedar en la historia como los forjadores de la lealtad:
lealtad a sus principios, lealtad a su lucha, lealtad a su propio
sacrificio.
Es preferible que los
hombres merecedores de lealtad, sean más merecedores de respeto.
Los argentinos a veces
alteramos y devaluamos los conceptos y algunos quieren hacernos creer
que los hombres son más importantes que las instituciones, o que la
Patria misma.
Ese deporte nacional de
endiosar ha llevado a la desilusión de muchos, porque fabricamos
dioses de cartón con alma demagógica y mentirosa.
La lealtad debe ser hacia
los principios honorables, hacia la ética, hacia la honestidad,
hacia la sana cultura del trabajo, del esfuerzo y del compromiso con
la sociedad.
No es bueno, porque poco
dura, ser leales al bolsón, al subsidio, a la beca indigna, ni a
ninguna dádiva.
Lealtad, es el
cumplimiento de lo estipulado por las leyes de la fidelidad, del
honor y de la hombría de bien.
Lo contrario es solo
politiquería,y no precisamente barata.
Porque siempre, siempre,
nos ha salido demasiado cara.
LA
DECENCIA PERDIO POR ABANDONO
Realmente llama la
atención que el escándalo no haya tomado proyección internacional,
porque cualquier caso similar que ocurriera, por ejemplo en Europa,
hubiera obligado a varias dimisiones u obligados alejamientos.
La mujer se cansó de
hacer denuncias, porque estaba también cansada que los delincuentes
la acosaran, atacaran a su familia, dañaran su casa, le hicieran la
vida imposible.
El principio de autoridad
y las garantías que el Estado debiera asegurarle a la vecina no se
vieron ni por asomo, salvo el clientelismo de solucionar la situación
ayudándola con dinero para que se fuera a otra parte.
La solución más
bochornosa, porque no es otra cosa que rendirse al imperio del hampa,
es bajar los brazos y es incumplir con los deberes del funcionario
público.
De nada valieron los
testimonios ni las pruebas aportadas, porque parecen tener más peso
los argumentos de los delincuentes o su poderío económico destinado
a comprar voluntades, acallar quejas o pagar silencios.
Una cordobesa debió
dejar su casa, su hogar, sus rincones, su intimidad, el universo de
su vida, porque de las autoridades nadie fue capaz de terminar con
las causas y prefirieron la comodidad de intentar atenuar sus
efectos.
Una situación
lamentable, vergonzosa e inédita porque vemos que los narcos, los
ladrones, los violentos, han ganado una batalla más.
Y como están las cosas,
no sería extraño que también en la guerra alcen victoriosos su
bandera de sangre, dinero, amistades y coimas.
Porque parece que nadie
se anima ni siquiera a molestarlos.
DOS
ABSURDOS MENOS
Cuando tiempo atrás se
hizo el pomposo anuncio del tren bala para Córdoba, sonó como a
broma pesada, porque el transporte urbano ya era un desastre y ni
siquiera las autoridades se preocupaban por arreglar el trencito del
zoológico.
Pero a corto plazo, se
dijo, ir a Buenos Aires vía Rosario demandaría menos de cuatro
horas contra las 15 o más horas que supone la aventura de viajar hoy
al mismo destino en el tren del Mitre o como se llame ahora.
Gracias a todos los
santos del almanaque, se llegó a la conclusión que el proyecto era
inviable, después que todos nosotros pagamos los suculentos
honorarios de alguna consultora amiga del poder, que llegó a esa
brillante conclusión.
Una ridiculez menos de la
que podíamos preocuparnos o en el peor de los casos, reírnos.
Y cuando la escasez de
agua nos agobiaba, lógicamente desde el gobierno provincial tenía
que surgir una solución demagógica que nos hiciera agradecer por
tan endidiable creatividad: traeríamos agua desde el Paraná, via
acueducto o canal.
El mismo artífice de la
demolición del que fuera originalmente hogar de ancianos, de la
construcción de ese adefesio con pinta de gigantesco rallador de
queso, de la desastrosa terminal de ómnibus y del faro sin mar, se
transformó en vendedor de utopías a las que no le faltaron
lambiscones compradores.
Y ahora se dan cuenta, a
elevado costo de consultoras, que ese canal es impracticable.
En buena hora: a veces lo
que nos pintan como brillante proyección de futuro en cualquiera de
los ámbitos municipal, provincial o nacional, termina en una
patética confesión de oportunismo e improvisación.
Y esos si son absurdos
abortos, fracasos, torpezas y desengaños que no nos merecemos.
DESCONTROL
EN SALUD MENTAL
Tiempo atrás un
especialista en cuestiones de la realidad hospitalaria, me supo
comentar que hay dos sectores donde se vive con mayor intensidad el
abandono: en los geriátricos y en los internados relacionados con
las enfermedades mentales.
En los tantos lugares de
crecimiento incontrolado donde se albergan los viejitos, sus
parientes dejan de ir o baja la frecuencia de sus visitas, porque
creen que los contienen, los miman y les atienden la salud.
Es probable que existan
lugares así, como excepción a la regla de considerarlos meros
depósitos de personas, que han tenido la mala suerte de ser
destinados allí.
Quisiera saber, si
alcanzara personal técnico para hacer inspecciones y controles, si
todos tienen el médico las 24 horas, si la comida se ajusta a
parámetros nutricionales y si el personal de atención es
suficiente.
La realidad es que los
médicos las 24 horas casi no existen, comen al voleo, los visten con
la ropa de cualquiera y a veces hay dos mucamas y una enfermera para
atender a una treintena de huéspedes, muchos de los cuales están
postrados.
En los internados para
enfermos mentales, dependientes del Estado, el deterioro edilicio es
lamentable y la falta de espacios hace que hasta en los pasillos haya
colchones donde viven, duermen y sufren los pacientes.
En la mayoría de los
casos los parientes los abandonan, dicen que murieron o que han
viajado, pero se desentienden de ellos.
Porque si es penoso el
olvido y el desamor de los familiares, la indiferencia, la desidia y
la inacción del Estado son imperdonables.
Para estos casos,
pareciera que los derechos humanos son solo para unos pocos que los
utilizan políticamente.
Porque miles de viejos y
de locos, cariñosamente hablando, están condenados al olvido, que
es la más deplorable e injusta de todas las condenas.
G. F.
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