EL
HUMO DE LOS TOMATES
Realmente llamaba la atención que gente
grande, notorios y avezados políticos con reconocida experiencia, encumbrados
dirigentes, hubieran centrado su atención en algo tan intrascendente como los
tomates.
Como si los argentinos omnívoros por
naturaleza pero más que nada carnívoros por fanatismo, de repente hubiéramos
abdicado de nuestros principios alimentarios, para entregarnos a la adoración
de ese fruto de bello color, armoniosa forma y sabor único, como es el tomate.
Porque más allá de su presencia tradicional
en algunas ensaladas, cortado al eje y salpicado con orégano o utilizado para
salsas rojas, el tomate no es imprescindible aunque esté aparezca como figura
descollante en la gastronomía nacional … y popular.
Decir que alguien está del tomate, es haber
descubierto un sesgo de locura en el destinatario; tomate el palo nada tiene
que ver con la comida, pero se usa; me hace mal el tomate … tomate un vino,
tomate un vodka, tomate un ferné, es el viejo chiste archi conocido.
Pero pretender que el tomate se constituya
en aglutinante de un pueblo o en disparador de desencuentros, ya roza en el
delirio.
Hay que estar medio turulo para especular
con traer tomates desde Brasil, para obligar a los productores vernáculos a
ponerle un precio accesible, y no andar manipulando la demanda para ajustar la
oferta.
Y como en lo personal, tener o no tener
tomates dentro de mis vituallas no es significativo, se me ocurre pensar que
fue una barata y poco feliz cortina de humo que solo diluyó en parte algunas
otras preocupaciones que tenemos los argentinos.
Haber perdido en la última semana 400
millones de dólares de nuestras reservas por el descontrol del blue, es solo
una.
A lo mejor es por eso que ahora los tomates
me indigestan.
LOS
POLICIAS Y SUS CELULARES
Todos los policías tienen equipo de
comunicaciones ligado a la central de la fuerza, lo que les permite a veces
llegar a los lugares donde los requieren.
El respeto a la propiedad privada impone
asimismo, que no se cuestione que esos mismos policías, tengan su propia
telefonía celular como contacto con su familia, amigos, allegados, colegas,
etcétera.
El problema se plantea en el uso que los
policías, cualquiera sea su grado o jerarquía, le dan a su telefonía celular
mientras están prestando servicio.
Quiero ser absolutamente sincero al plantear
que por costumbre, no confío en quienes desconfían de mi y por eso me revienta,
por ejemplo, que los policías estén hablando o enviando mensajes de texto con
sus celulares cuando estoy, por ejemplo, haciendo cualquier operación en un
banco, donde a mi, si, me tienen prohibido usar el celular.
Es probable que la confianza se haya
quebrado cuando empezamos a ver con penosa frecuencia, la participación de
malos policías en hechos delictivos tales como arrebatos, salideras y episodios
parecidos, lo que vendría a explicar esa fractura.
Más allá del efecto distractivo, no es
correcto que un uniformado desatienda sus obligaciones por cuestiones
particulares, jugueteando embelesado con un aparatito mientras se le escapan
las tortugas.
La prohibición del uso de telefonía celular
por parte de policías en funciones será positiva cuando se cumpla, pero más que
nada, cuando los superiores la respeten y la hagan cumplir.
De lo contrario, de nada servirá anunciar
una medida drástica si después la burlan como se les antoja.
PETRONE
Y EL REVOLEAR DE LA MEDIA
Eso de la última palabra que se le concede
al acusado de violar la ley, antes que el tribunal entre a deliberar para
aplicar la pena o absolver, es un mecanismo al que no todos apelan y si lo
hacen, el discurso suele reducirse a un par de frases declamando inocencia.
En el caso del juicio contra el
desarrollista Jorge Petrone fue distinto tanto en extensión de esa última
palabra copmo en los contenidos de la imaginaria media que el poderoso reo
entró a revolear a diestra y siniestra, arriba y abajo, adentro y afuera de los
tribunales.
Es cierto que para el común de los
observadores fue la actitud previsible de un hombre que por conocimiento o
intuición, tenía la certeza que de la sala de audiencias volvía a salir
esposado rumbo a la cárcel.
Entonces, Petrone habló jugado y seguro que
todos sus proyectos desde ese día tendrían que ajustarse a su condición de
preso, lejos de las reuniones de directorio, de su relación con la farándula y
de su innegable capacidad para motorizar emprendimientos inmobiliarios.
Pero aprovechó también la nutrida cobertura
mediática, para señalar con nombres y apellidos a quienes según él, lo habían
presionado pidiéndole abultadas sumas de dinero, incluyendo en esas supuestas
operaciones al abogado que en su momento asumiera la defensa de Angeloz cuando
lo acusaron de enriquecimiento ilícito.
Y al escuchar a Petrone, se me vino a la
cabeza el recuerdo de un señor Cerdá, juzgado también en la megacausa del
Registro de la Propiedad,
quien en circunstancias similares planteo denuncias formalmente, que alcanzaban
a dirigentes políticos y otras autoridades, y nadie hizo nada para
corroborarlas o desestimarlas.
Las acusaciones de Petrone fueron demasiado
graves como para asignarlos solamente valor anecdótico, porque es obligación de
las justicia investigar, más aún cuando esas denuncias se hicieron públicamente
y en sede judicial.
Rogamos que por respeto a las leyes esto se
haga, y de paso que se actualicen los dichos de Cerdá para ver si existe alguna
coincidencia que revalore lo denunciado.
Si en verdad existe la certeza de la
honestidad dentro del Poder Judicial, no creo que exista temor frente a los
dichos de dos hombres -Petrone y Cerdá- que no son tan poderosos como los
jueces.
Es la mejor manera que tiene nuestra
cuestionada Justicia de preservar eso que ellos, desde adentro y
unilateralmente, le llaman majestad.
MAS
SOBRE LA MEGACAUSA
Finalizó otro juicio de la causa Registro, en
el que Jorge Petrone y otros cinco imputados fueron condenados.
Aparte de Petrone y su primo, excepcionalmente
libres hasta el juicio, los otros cuatro imputados, el 67 por ciento, ya habían
cumplido sus condenas previamente, en prisión preventiva.
Así,
los números autorizan a confirmar lo que en toda bibliografía puede
leerse: la prisión preventiva le quita credibilidad al
proceso, porque si sistemáticamente se invierte el orden, violando la Constitución, es
decir, primero se cumple la pena y después se va a juicio, el resultado no es imparcial ni creíble, ya que se debe
justificar lo que ya está hecho.
Ese 6 por ciento de los imputados en prisión
preventiva es la prueba de haber violado la excepcionalidad de su
aplicación y haberla convertido en regla, lo que siempre hemos sostenido desde
este espacio.
Y algunos datos más: el total de los imputados que estuvieron en
prisión preventiva, fueron condenados, casi no existen absueltos en esta
causa, y ninguno de preventiva.
A la luz de estos números, puede
decirse que a la condena, en realidad, la dicta el fiscal de Instrucción
que es siempre el mismo, que el "debido" proceso se transformó en
"cualquiera", y que el juicio, siempre en la misma Cámara, es sólo una escenografía mediática.
Por eso e independientemente de la
culpabilidad o inocencia de cada uno, el reclamo es el mismo: al no
respetarse y cumplirse las leyes y violarse las garantías
constitucionales y del debido proceso, se mete todo en una misma bolsa, y no se
puede saber así quién es culpable y quién no lo es.
Esto es grave, porque el Poder Judicial
tiene la obligación de buscar la verdad y juzgar, pero cumpliendo con las
leyes, como única manera de garantizar una verdadera justicia.
EL
COSTO DEL DAKAR
No quiero imaginar la desorientación si a un
beduino del Sahara le dijeran que por su tierra se correría, por ejemplo, el
desafío de Ischigualasto.
Eso nos está ocurriendo a los argentinos
cuando con nuestra tonta generosidad permitimos que nos encajen por nuestros
caminos una competencia a la que le echaron flit en otros países, por los daños
que ha venido provocando.
Más allá del ataque al ecosistema, a la
agresión acústica y el peligro que representa para los espectadores, está el
deplorable estado en que quedan los caminos utilizados, de lo que nadie se hace
cargo: el Estado se queja pero en su momento no hizo nada para establecer las
condiciones.
El tema es tan simple que cualquiera puede
advertirlo:el enorme negocio que hay de por medio, del que participan los
organizadores, los sponsors, las marcas y algunos periodistas que se
aprovecharon del filón, a sabiendas del perjuicio que el Dakar ocasiona.
Ya sé que es un espectáculo y a la gente hay
que entretenerla, pero hay otras maneras menos deplorables de hacerlo.
El caballito de batalla de quienes lo
autorizan en nombre de la gente a la que no le gusta, es eso tan relativo de la
promoción turística y la difusión de la imagen argentina en el exterior.
La verdad, y como están las cosas, me parece
que es más efectivo mostrarle al mundo nuestros paisajes que son un privilegio,
y no el luctuoso saldo parcial de este Dakar, maldito injerto seudamente deportivo,
que hasta ahora en esta edición ha tenido por lo menos cinco muertos.
Seguro que a la sangre, bien se cuidan de
mostrarla.
Y a esa sangre no la pagan ellos.
La padecemos nosotros, aunque no nos guste.
TOLERANCIA
CERO AL ALCOHOL
Está perfecto eso de la tolerancia cero en
el control de alcoholemia a quienes conducen por autopistas, rutas y calles de
Córdoba.
Una medida largamente postergada que de
haberse aplicado antes, hubiera disminuido bastante la terrible estadística de
muertos en accidentes provocados en alto porcentaje, por la participación de
conductores ebrios.
Así es como funciona la inteligente
prevención, por encima de la tardía e inútil sanción a quienes han sido
responsables de esos penosos episodios.
El que atropelló estando borracho, cuando
vuelve al camino repite su conducta porque no fue tratado con el rigor que
merece y así consagra su propia impunidad: un lacerante círculo vicioso que
acentúa la desprotección de los más vulnerables e indefensos.
Como en todas las instancias parecidas, lo
importante no es solo legislar, sino controlar que la ley se cumpla, lo que
está sujeto a obstáculos tales como falta de presupuesto, insuficiente planta
de personal o la intervención de amigos o influyentes cuando se trata de proteger
a algún “carteludo” o notable de cualquier actividad.
Bienvenida la tolerancia cero, aunque se le
debiera aclarar a la Policía Caminera
que el control debe tener rigor científico, y la sanción no dependerá tan solo
de quien la aplica, porque hay un buen porcentaje de actas que se labran para
enriquecer las estadísticas mostrando cantidad en lugar de calidad a la hora de
la prevención.
Es simple cumplir con la tolerancia cero:
quien se sienta al volante de un vehículo, no acercarse a una bebida
espirituosa y ni loco, deleitarse con un bombón de licor.
Y si por problemas de enfermedad está
obligado a consumir medicamentos, que tome en cuenta ese detalle y viaje con la
receta de su médico para justificar cualquier eventual equivocación que le
provoque un mal rato.
Nadie se va a morir por la abstinencia de un
día, pero muchos pueden morir por la estupidez de un trago.
TODOS
SOMOS LUSA Y COTRECO
Uno de los servicios más ciclotímicos de la
ciudad y sus alrededores, es la recolección domiciliaria de basura, cubierta
por la dupla de empresas Lusa y Cotreco.
Con una prestación que se está haciendo
formalmente irregular porque hay semanas que los camiones pasan cuando quieren,
a la hora que quieren y por donde quieren, los vecinos han caído en lo más
profundo de la desorientación.
Para colmo, los pícaros de esas empresas han
descubierto que colocando contenedores en cada cuadra, quienes trabajan son los
vecinos y no tanto los recolectores, pero son ellos los que cobran.
La política de los contenedores deriva en la
peligrosa instalación de focos insalubres por culpa de quienes implementan ese
sistema, con la ayuda de los irresponsables de siempre, especialmente los malos
comerciantes, que los atiborran desde un día antes y los alejan del frente de
sus negocios estacionándolos a las puertas de los contribuyentes.
Y eso ocurre porque Lusa y Cotreco no
inspeccionan sus zonas y si lo hacen, bueno sería dotarlos de anteojos como
para que no se les escape una realidad tan mugrienta y hedionda.
Al final, ellos cobran por la concesión
cifras elevadísimas y somos los vecinos quienes hacemos el trabajo más
insalubre: juntar la basura para ellos, amontonarla y luego aguantar que no
haya paros, asambleas o las avivadas de siempre que eviten el retiro de la
basura.
Llegará el día que nos hartemos y optemos
por lo más justo: hacer una vaquita entre los vecinos, alquilar un camión
volcador y llevarle toda la porquería a la gerencia de esas empresas, para
hacerles ver que se olvidaron de la gente.
Puede que así, se enteren de la tontera que
vienen reiterando desde hace bastante tiempo.
JESUS MARIA: ¿MALA SUERTE O MALTRATO?
No se sabe si es desgracia o mala suerte,
pero el encuentro de Jesús María, mal llamado doma, viene perdiendo la consideración
de la gente aunque para preservarla se apele a los fines solidarios de la
recaudación, de la que no pocos están excluídos.
Otro animal murió en la pista, pocas horas
atrás.
No es el primer caso, que sirve más que nada
para alimentar esa vieja y recíproca bronca que existe entre los defensores de
los animales y los involucrados dinero de por medio con esta actividad.
Sin embargo y lejos de aplicarse las
correcciones que a lo mejor aliviarían la tensión, ambos sectores redoblan sus
posturas, llegándose en consecuencia a posiciones francamente irreconciliables.
No se sabe si hay maltrato a los animales,
desconsideración o exceso en las demandas de quienes sostienen que los lastiman
con las espuelas o los estimulan de otras maneras.
Lo mejor, se me ocurre, es que de una buena
vez intervengan organismos especializados y establezcan, con rigor técnico y
científico, cuál es la verdad acerca de la doma, el amanse, la jineteada o como
le quieran llamar.
Mientras cada sector se encierre en su
postura, será cada vez más complicado llegar, no a un entendimiento de partes,
sino a una verdad que conforme a todos.
Me parece que el cariño, tanto de unos como
dicen que tienen los otros por los animales, bien merece la búsqueda de una
verdad que ponga las cosas en claro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado