Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa Síganme los buenos del domingo 9 de marzo de 2014 por AM580 Radio
Universidad de Córdoba.
NUEVA
VISITA AL PAPA
No es mi intención aconsejar a nadie, y lo
aclaro desde el vamos para que los aplaudidores del modelo me tengan un poquito
de paciencia, porque menos aún cometería la irrespetuosidad de hacerlo ni
sugerir nada a los jerarcas del más alto nivel.
La señora viajará en estos días al Vaticano
para entrevistarse con el ex Cardenal Bergoglio, elegido Papa un año atrás por
una mayoría no nacional sino mundial, que se me hace, fue superior al 70 por
ciento.
Quiero imaginar, patrióticamente dicho, que
no pensará indicarle otra vez al santo padre la manera de cebar el mate, ni
cómo colocar la bombilla, o la temperatura más aconsejable del agua en la pava
o en el termo.
Ahora que las relaciones se han
desempiojado, que a doña Hebe no la dejan hablar de Francisco y que ha sido
políticamente santificado por el gobierno nacional y popular, Francisco debe
estar ansioso ante el encuentro porque es de imaginar que hay mucho para
conversar, sobre todo si dicen que el tema central será la transición, aún sin
fecha determinada.
Quiero suponer, por una cuestión de asignar
inteligencia al prójimo, que nuestra Presidenta viajará con la humildad de
quien necesita consejos y orientación, y no con la soberbia que naturalmente
otorga la sensualidad del poder y su ejercicio, lo que el ser humano no siempre
advierte hasta que se lo hacen notar.
La mía es una cariñosa consideración de tío
viejo y compinche, que está más allá de las gastadas ideologías.
Si la gestión resulta coronada por el éxito,
no ganaría el kirchnerismo, ni la
Iglesia cristiana, ni el mismísimo Papa.
Ganaríamos todos, y eso sería magnífico.
LA TASA VIAL Y MONSANTO
De acuerdo con lo que comentan los que
saben, la aplicación de la tasa vial, un tributo superpuesto que impone el
gobierno delasotista a los combustibles que se cargan en territorios del
cordobesismo, más que un abuso vendría a ser algo parecido a una confiscación.
Tengo entendido que por cuerda separada se
abonan también para destinarlos a caminos y obras parecidas, otros impuestos a
nivel nacional.
Sea como fuere, tener entre nosotros la nafta
más cara del país, el transporte más caro del país, la electricidad más cara
del país, no deja de ser un múltiple record, pero cargado de vergüenza.
Si a ese despropósito que algunos
aprovechados pretenden venderlo como parte de un federalismo solo entendido
para esquilmar, le sumamos el sainete de Monsanto, tenemos cartón lleno para
lucirnos.
Ahora y con un quiebre de cintura, el bueno
del gobernador le endosó la total responsabilidad del conflicto y sus
consecuencias, a la intendencia municipal de Malvinas Argentinas, que es como
si le obligaran a tomar de una botella de gaseosa, un largo trago de ácido
muriático.
Ni una cosa ni la otra es seria.
Si el devaluado precandidato presidencial
quiere hacer caja, que lo haga dejándose de gastar en pavadas como lo es -y
pongo un solo ejemplo- el excesivo autobombo con pretensiones de mejorar la
imagen, porque la plata del faro ya se fue, la nueva casa de gobierno y la
terminal ya son viejas, aquel puente sin río también y tantos otros gastos que
no fueron todos suyos, pero consintió que se hicieran.
Si lo de Monsanto es un intento por mostrar
respeto a las autonomías municipales, es tan burdamente comparable con el tema
de la nafta a precios indebidos, en su intento de abandonar los abultados
números en rojo
Porque si la situación fuera tan floreciente
como la pintan, se dispondría de fondos para terminar con esa repetida injuria
a los jubilados, que cada seis meses soportan el insulto de cobrar monedas
porque sus aumentos ya fueron licuados, devorados y digeridos por la inflación.
Alguien les está robando a los jubilados y
desde el poder saben quién lo hace.
Pero también, como creo que dicen los
códigos, nadie está obligado a declarar en su contra.
MARICONERÍAS,
NO
En un sector del transporte urbano de
pasajeros fue resuelto un paro, como queja de los choferes por los insultos y
alguna otra aislada agresión que recibieron de los sufridos y resignados
usuarios de ese pésimo servicio que por ahora no da pie con bola, aunque a lo
mejor se consolida con el tiempo.
Los dueños reales de muchos destinos
ciudadanos a lo mejor pretenden condecoraciones, cuando son los directos
responsables de un caos evitable solo con la aplicación oportuna e innegociable
de la ley, lo que no asume vaya a saber por qué miedos o temores ciclotímicos,
el poder concedente que es la
Municipalidad de Córdoba.
Finalmente alguien impuso una cuota de
criterio y el capricho fue levantado, no como actitud de respeto al pasajero,
sino por el dolor de bolsillo que sobreviene cuando la medida llega a ser declarada ilegal.
Los choferes, acostumbrados con sus
desplantes a dejar en banda a los pasajeros y hacerles perder presentismo,
puntualidad y otras legítimas conquistas, mariconéan cuando alguien los
insulta.
Olvidan que ellos, con su prepotencia de
siempre y alimentada por una dirigencia voraz e insensible, no hacen otra cosa
que dañar a sus pares, tanto o más trabajadores, que no tienen la ventaja de
contar con miles de rehenes como sí los tienen los muchachos de la UTA.
Hacerse los machitos no es difícil en las
asambleas, entre tetra y tetra como muchos lo practican.
A los machos se los vé dentro del bondi,
frente a la ira más que justificada de 40 víctimas de los desplantes.
Es en esas circunstancias que se vé a los
machos verdaderos.
Y también se descubre a los maricones.
LA CORTE
SUPREMA Y LA MEGACAUSA
Es oportuno comenzar citando a Santo Tomás:
“La corrupción de la Justicia
tiene dos causas: la prepotencia del poderoso y la astucia del sapiente. La
astucia del sapiente que le demora los juicios indefinidamente y, por supuesto
muchas veces, la prepotencia del poderoso que impone condiciones”.
De poco valieron las definiciones y las
recomendaciones de encumbrados organismos defensores de los derechos humanos,
tanto del ámbito nacional como internacional, que se pronunciaron desnudando la
ilegalidad de la aplicación de la prisión preventiva como norma, cuando la ley
señala que debe ser la excepción.
Desde hace más de un par de años en este
espacio radial de los domingos me veo forzado a puntualizar un detalle, porque
han sido varios los que han llegado a sospechar -y a manifestarlo- que persigo intereses
políticos, entre otros, que no me juego por la inocencia ni la culpabilidad de
nadie, en este elaborado mamotreto jurídico rotulado ampulosamente “megacausa”
del Registro de la
Propiedad.
Pero durante ese tiempo en que pude advertir
la inocultable presencia de la soberbia en el manejo de la vida y el destino de
tanta gente, tuve -como a veces se justifican los jueces- la íntima convicción
de la injusticia o la omisión de justicia que es lo mismo.
Fue cuando al ver aplicar como costumbre lo
que debía ser excepción, por considerarme un ferviente amante de la libertad,
que tuve la horrenda y opresiva impresión de transformarme en sospechoso.
Una condición que vaya ironía, se me antoja
no tuvieron los verdaderos ideólogos y mentores de las maniobras o sus ocultos
beneficiarios, muchas veces amparados por escudos que la política suele tejer
con envidiable laboriosidad y fineza.
No será simple que recuperen su libertad
todos aquellos sometidos a la tortura de la prisión preventiva, que es de por
sí una condena anticipada por el rigor del encierro, el escarnio social, la
marginación laboral y otras secuelas imposibles de revertir, ni siquiera con
todo el oro del mundo como resarcimiento a un perverso daño moral, físico y
mental plagado de cicatrices.
Por fortuna para muchos y desgracia para
otros que ya venían saboreando desde afuera de la causa el placer de la
impunidad, la Corte Suprema
de Justicia puso la situación en claro, lo que puede llevar a medidas
reparadoras que rescaten el respeto por la correcta aplicación de una medida
cautelar como lo es la prisión preventiva y no equipararla en lo práctico a una
virtual toma de rehenes.
Y si liberan a quienes debieran seguir
presos, es preferible diez delincuentes sueltos y no un inocente entre rejas.
La Justicia, esa señora que en ocasiones suele mirar
a través de la venda de sus ojos, se hizo presente con la injuria del retraso
pero finalmente llegó a esta Córdoba conservadora y acostumbrada a manejar la
balanza muchas veces con caprichos y empecinamientos instalando en la sociedad
la sombría sospecha de una inadmisible e inconstitucional dependencia del poder
político.
No pretendo darle a estas consideraciones,
ni por asomo, un enfoque técnico en reconocimiento y homenaje a mi supina e
irreversible ignorancia en la materia, pero debo confesar que a la hora de
optar por un modelo de Justicia, me inclino por su respetuosa aplicación
conforme a derecho y no en los casos que exhibe una vocación apresuradamente
carcelera.
Bien vale repetirlo: no soy defensor,
fiscal, juez ni verdugo, pero tengo la pésima costumbre profesional de esquivar
el engañoso rigor de la interpretación antojadiza de los códigos y dejarme
llevar por eso tan saludable que es la lógica.
Porque esa lógica me ha enseñado muchas
veces con dureza y otras con dulzura, que las miserias humanas tienen a la
larga, el dique de contención y la redención que impone, precisamente, el
ejercicio desapasionado y comprometido del sentido de Justicia.
Montesquieu lo definió con sabiduría: “Una
cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.
EMPEZARON
LAS CLASES
Guardapolvo
almidonado, peinado con jopo y a la gomina, un cuaderno Lancero de 36 hojas
rayadas, lápiz Faber nº 2, sacapuntas y goma de borrar conformaban la añorada
imagen del primer día de clase en la primaria, en aquellos tiempos en que la
mochila con rueditas no era siquiera proyecto, la birome no se había inventado
y la maestra era la maestra y no la seño, moderna versión de la compinche que
igualó la disciplina hacia abajo.
La verdad, cuesta recordar si cuando con el
Coco, mi Viejo, que ayer hubiera cumplido 102 años, nos bajamos del tranvía en
el centro luego de viajar desde barrio Firpo, empecé a sentir eso que los
mayores le llamaban nudo en la garganta, ahora calificado como angustia o
estrés y para el vulgo era, es y seguirá siendo cagazo.
Tampoco me viene a la memoria si me prendí a
las piernas del Coco cuando se iba y me abandonaba entre extraños, si lloré o
hice escándalo o me atraganté eso que me era desconocido y allí descubrí lo que
era la bronca.
Y me dejó nomás ante una vieja de 25 años
con peinado de peluquería, ojos azules con persianas de rimmel, delantal con
lucecitas y sonrisa de circunstancias ante la presencia de uno de los tantos
vándalos que pondrían a prueba lo que ella tenía, tienen y seguirán teniendo los
maestros esclavos de su vocación.
No llevábamos lanchera, cajita feliz,
vianda, termo, celular ni aspirinas por las dudas, porque todas nuestras
pertenencias cabían holgadamente en la carterita con una correa y solo los
pudientes se daban el lujo de llevar una manzana que la mayoría devoraba en el
primero recreo, y los olfas de entonces la regalaban a la maestra.
A lo mejor fue traumático el hecho de
experimentar una inicial soledad de afectos dentro de una multitud, sentimiento
que al cabo de pocos días se fue transformando en amistad, compañerismo y mucho
de complicidad.
Es momento que aparecen, en ciertos
personajes, los primeros síntomas de masoquismo porque hasta resultaba grato
que ella, de quien te enamorarías perdidamente y a primera vista, te diera
dolorosos tirones de orejas o te aplicara prolijos coscorrones y te mandara
como penitencia de cara a un rincón del aula.
Fue cuando las maestras inventaron la
prisión preventiva.
Todos estos son deshilachados recuerdos que
se amontonan cuando uno por eso que se llama lógica existencial, empieza a dar
las hurras, porque al descubrir en los avisos fúnebres de los diarios los
amigos y conocidos que se van yendo, uno también comprende que están convocando
a su clase.
Ese primer día, aunque los detalles se
diluyan, fue para muchos y me incluyo, el primer escalón del conocimiento; de
nuestra inserción en la sociedad, lección inicial del camino a ser personas y
de la maravilla de saber que la educación es la mejor manera de entender la
teoría, la práctica y los beneficios de la libertad.
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