Desgrabación de comentarios
del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 29-06-14
emitido por AM580 Radio Universidad de Córdoba
BOUDOU
CONTRA LAS CUERDAS
En el medio de una actualidad que nos
muestra la casi inexistencia de una oposición medianamente confiable por lo
dispersa y ciclotímica, al mozo rockero se le ocurre irse al paraíso cubano
mientras en Tribunales hacen cola para acusarlo por actitudes reñidas con su
alto cargo.
Un sociólogo me explicaba días atrás que esa
actitud es absolutamente coherente con la personalidad de alguien que está
seguro, por algún motivo o muchos de ellos, de haber asegurado su propia
impunidad.
La cuestión está en manos de la Justicia, las acusaciones
son gravísimas y de comprobarse alguna de ellas, bastaría no tan solo para la
destitución sino que alcanzaría para un indeseado futuro entre rejas.
El problema está, y se advierte a cada
momento, en el grado de independencia, credibilidad o de sospecha que se le
asigne a quienes están investigando al joven vicepresidente y sus andanzas por
el mundo de las altas empresas.
Porque si se desconfía de esa justicia
cuando sentencia en contra y se la aplaude cuando los fallos son favorables, de
quienes hay que desconfiar es de los que piensan con tamaña liviandad,
acomodaticia y despreciable.
Sin que este ejemplo tenga como base ningún
capricho ideológico, por menos del 10 por ciento de las sospechas actuales,
fueron muchos los que cayeron acribillados por el dedo acusador de algunas
manos de oscuros personajes que con el tiempo demostraron haber sido
exagerados, mentirosos o inoportunos.
No damos buena imagen ante el mundo, con la
segunda autoridad del país a centímetros de tener que sentarse en el banquillo
frente a un Tribunal, ante hechos semiprobados testimonialmente por una
fiscalía de prolijos procederes, que no cedió y espero que no ceda a las
presiones que le vienen del propio gobierno, que debiera mantener un respetuoso
silencio y allanarse a los dictados de la señora con la balanza y los ojos
vendados.
Si la íntima convicción de Boudou es su
inocencia, ¿qué le impide dejar su cargo, sus fueros y su pasaporte?
Esa inocencia que pregona y a coro le
acompañan sus amistades políticas, ideológicas y comerciales, puede verse
consolidada si es la Justicia
quien la consagra y no la prepotencia del poder con presiones y
descalificaciones que solo aportan mugre al proceso.
No hay fiscal, juez ni verdugo más
implacable que la propia conciencia, cuando es la honestidad quien la alimenta.
Pero en los casos que los miedos son más
poderosos que la propia convicción de inocencia, es cuando ser parte del poder
los hace más culpables porque en lugar de apelarse a la razón, se apela a la
prepotencia.
Y quedarse, más que prepotencia es algo que
mucho se asemeja a una provocación.
Porque el respeto a la Democracia que tanta
sangre nos costó reconquistar, no tolera a prepotentes ni a provocadores.
LA DEUDA
PROVINCIAL Y SU
DISCULPADOR
Días atrás y casi por casualidad estuve
leyendo algunas notas relacionadas con el endeudamiento provincial, su
crecimiento y las pocas posibilidades que tenemos los cordobeses de ver, a
corto ni mediano plazo, que los números
pasen a ser algo benignos.
La verdad, se me mezclaron conceptos del
sapiente Dr. Treber, de mi amigo periodista el legislador juecista Ricardo
Fonseca, y me quedó en el paladar ese gustito amargo de la pena y desde el
esófago hacia adentro, el fuego de la bronca.
La verdad, estamos hasta las manos y cada
vez más endeudados, lo que no sería tan escandaloso si a esa deuda la viéramos
en obras, en realizaciones, en servicios, en mejoras para la gente y no en la
forma actual de subsidios, sobreactuada publicidad oficial y otras expresiones
del arte de malgastar.
Pero allí no está ni terminó de sorprenderme
la realidad, sino que el estupor llegó después, cuando también y casi de
casualidad leí las pretendidas explicaciones de un funcionario -la verdad ni me
acuerdo de quién era- que más que dar explicaciones entendibles y accesibles
para “los de a pié”, se esmeraba en descalificar tanto a Treber como a Fonseca,
lo que en pocas palabras, es la pecaminosa costumbre nacional de cagar a palos
al cartero que nos trae malas noticias.
Lo que le pediría a ese personaje, que
recuerdo estuvo siempre prendido del Estado y no tan solo en Córdoba, que nos
dijera no lo que él dice que no debemos, sino de qué manera saldremos de la
postración, que 12 años atrás no padecíamos los cordobeses.
Que no joda hablando mal de quienes critican
al modelo del cordobesismo, sino que aporte soluciones más allá del típico y
desacreditado blablá delasotista.
Y si es posible, que no vaya a querer
hacerlo en el programa de Tinelli, donde la cuenta corriente de la publicidad
oficial cordobesa sigue abierta.
NUESTRA
SELECCIÓN
Seguimos en carrera y eso de por sí ya es
importante, porque nuestra autoestima nacional y popular parece pasar por allí,
como si al destino del país lo hubiéramos depositado en las piernas, la
habilidad y el estado físico de una veintena de empresarios que dicen que
trabajan como futbolistas.
El camino hacia el éxito parece despejado si
nos atenemos a la calificación de cada selección en el concierto mundial,
porque en los próximas días podemos enfrentar a Suiza, a Estados Unidos y a
Bélgica, que no están en el pelotón de los mejores.
No faltan los maledicentes que atribuyen a
la maldición de Fuerte Apache lo sucedido con el ex yerno del Diego, la primera
y muy sensible baja del representativo argentino.
A lo mejor con Tévez hacíamos buen papel,
pese al rechazo que genera ese muchacho en algunos miembros del plantel, a lo
mejor de origen no tan humilde, pero con mayores pretensiones de estrellato.
Todo esto en cuanto a lo deportivo, porque
si me pidieran que puntuara a la Selección
Argentina por lo demostrado hasta ahora, mi corazón y mi
ignorancia le aplicarían no más de un 5, y con algunas reservas.
Pero en cuanto a la calidad de comentarios
escuchados de muchos periodistas del mundo, lo de Maradona por lo balbuceante y
sórdido no alcanza ni siquiera a dar lástima.
Una lástima que, según me confiaron, cuesta
un millón de dólares y no la paga Venezuela como se dijo, sino nuestro fútbol
para todos.
Argentina, pese a su realidad, sigue siendo
un país generoso.
LA LOTERIA DE LOS PENALES
Siempre desde que me acuerdo, se sostuvo que
la definición desde los 12 pasos era más cercana a la lotería que al fútbol,
por el riesgo de convalidar una injusticia deportiva.
Y ayer esa aseveración quedó plenamente
demostrada, dejando de lado cierta antipatía malvinera que me provocan los
chilenos, porque fueron ellos los que hicieron méritos ante el dueño de casa,
para pasar a la instancia de los cuartos de final.
Durante más de una hora les estuvieron
cascoteando el rancho frente a la desorientación de Brasil, que antes del
partido prometía comerse crudos a los trasandinos.
Neymar dejó su habilidad colgada en el
vestuario, se la pasó quejándose de acoso de sus marcadores, se acalambró una
gamba y lucía perdido en la cancha como señora de Las Delicias esperando un
bondi de la Tamse.
Brasil fue un arquero y otros diez.
Brasil, sin ese arquero, fue un arco con
travesaño de acero, que medio minuto antes de pasar a los penales vio fruncido
el que te jedi, en todo su territorio verde amarelho.
Justicia hubiera sido que festejaran los
chilenos y lo merecían no tan solo por ese partido, sino porque están lejos del
vedetismo, de las choluleces y del triunfalismo exacerbado.
Brasil no tan solo salvó la ropa por ahora,
sino que renovó ante sus autoridades el tácito acuerdo de paz, una paz quebrada
por el malestar y la protesta social.
Nadie sale a cortar calles, a levantar
barricadas, a impedir la circulación, a paralizar la industria, si su equipo
nacional todavía tiene posibilidades.
Doña Djilma debiera agradecerle, más que a
su equipo, a doña Bachelet, al arquero y al travesaño.
NOVEDADES
EN LA MEGACAUSA
Esta semana se resolvió la casación de Andrés
Pérez, después de casi tres años de haber sido presentada, rechazándola y
manteniendo lo actuado por la
Comisión encargada de su juzgamiento.
Cabe recordar que Andrés Pérez fue imputado
y encarcelado en el 2009 y permaneció en prisión preventiva durante años,
mientras se sustanciaba la investigación, enfrentando luego el juicio
encarcelado, en violación a toda la normativa nacional e internacional en la
materia.
En este marco y con la pena ya cumplida, fue
condenado y apeló esta decisión exponiendo claramente la falta de pruebas en su
contra y el fallo fundado en conjeturas y meras hipótesis.
Tres años después, el Tribunal Superior de
Justicia de Córdoba ha confirmado lo decidido por esta "Comisión
especial" constituída para juzgar la causa, siempre por el mismo fiscal,
el mismo juez y la misma Cámara pese a que nuestra Constitución y los
Organismos Internacionales prohíben las "comisiones especiales", no
por una cuestión caprichosa o arbitraria, ya que bien está escrito y probado
que un juez que ya tiene una idea preconcebida de los hechos, carece de
la debida imparcialidad y objetividad que son indispensables si lo que
realmente se busca es la verdad.
Tiene dicha la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos que "La equidad y la imparcialidad del
procedimiento son los objetivos finales que debe lograr un Estado
gobernado por el imperio de la ley. Si se dedica un período de tiempo
ilimitado en la resolución de un asunto se asumiría de manera implícita que el
Estado siempre enjuicia a culpables y que, por lo tanto, es irrelevante el
tiempo que se utilice para probar la culpabilidad."
Llama la atención la persistente
confirmación de lo realizado siempre por los mismos, como también la
repercusión mediática, donde las condenas ocupan costosas y enteras tapas.
Y si sumamos el trato judicial
"diferente" que se dispensa a los poderosos cualquiera sea su bandera
política, que son llamados a indagatorias, enfrentan acusaciones y cursan sus
procesos en libertad, gozando de los derechos que corresponden a todos, queda
el sabor de que la Justicia es muchas
veces cosa de privilegiados.
Escribió Julio Cortázar que las palabras como
libertad, dignidad, derechos humanos, pueblo, justicia, democracia dan sentido
a la vida, nos diferencian de los animales y nos unen como sociedad y como
pueblo.
Sin embargo esas palabras han sido viciadas
y tergiversadas por quienes buscan el poder. Si algo distingue al fascismo y al
imperialismo es precisamente su empleo tendencioso del lenguaje, porque para
ellos la libertad es su
libertad, la de una minoría entronizada y poderosa.
La distorsión del lenguaje es todavía peor
en nuestros días, cuando la sofisticación de los medios puede invadir y
fascinar a quienes no siempre son capaces de reconocer sus verdaderas
intenciones.
Está claro que la Justicia, la Libertad y la Equidad han sido
tergiversadas en esta causa y será necesaria una revisión, y como dice el mismo
autor, una crítica profunda de nuestra naturaleza, de nuestra manera de pensar,
de sentir y de vivir como única posibilidad de devolverles su sentido más alto.
A
40 AÑOS DE LA MUERTE DE
PERON
Aquel gris primero de julio de 1974 moría
una parte de la vívida historia argentina para parir, simultáneamente, un mito
que nos viene acompañando y así lo seguirá haciendo por los años y los años.
Que seguirá siendo utilizado por unos,
bastardeado por otros, amado y odiado.
Con sus iniciales banderas que abrevaran
allá lejos y en el tiempo en la derecha européa, fue Perón quien primero aplicó
masivamente esa desusada costumbre de la justicia social que produjo un
saludable cambio en los argentinos.
Tres veces elegido por abrumadoras mayorías
para ocupar la más alta magistratura del país, supo industrializar y regalar
progreso, ubicándonos dentro de las principales potencias del mundo.
En cuanto a otros aspectos de su vida o de
su gestión, no son pocos los argentinos que le endilgan la culpa de los males
actuales, de las crisis, de los desencuentros, de las caprichosas variaciones
ideológicas.
No son pocos, asimismo, los que recuerdan
pero prefieren no mencionar, aquellas amistades que lo rodearan, tan nefastas
de un extremo a otro como lo fueron Lopez Rega, Firmenich y algunos otros
referentes del caos y de la violencia.
Es probable que Perón sea el personaje
histórico más controvertido; el que despierta pasiones y odios: el paladín de
las lealtades para unos y el artífice de las traiciones para otros.
Y como si se quisiera cubrir una parte de la
historia con un manto no siempre piadoso, es imposible borrar de sus páginas
que antes que político, fue General de la Nación.
Así las cosas, sin pretender ser
reduccionista, se me antoja que de ninguna manera se lo puede soslayar como
padre de un movimiento inicial, que con el tiempo se transformó en religión, en
culto, en fanatismo.
Por eso llama la atención eso que ahora
rodea su memoria, que es ese fantasma parecido al olvido.
Sus retratos ya no son tantos.
La marcha casi no se canta, porque ahora al
capital no hay que combatirlo, sino acostumbrarnos a convivir con él.
Los principios sociales se ven eclipsados
por el clientelismo, la dádiva y el aliento al subsidio.
Pero no me parece justo, en homenaje a la
historia, que no haya tantos actos recordatorios que exalten la figura y la
memoria del tres veces presidente, a cuatro décadas de su muerte.
Porque a veces la superficialidad
ideológica, la ambición desmedida, la apropiación de consignas y la vocación
por la impunidad de los vivos, suelen ser más fuertes que el respeto por los
grandes muertos.
Se los puede endiosar, se los puede odiar,
pueden ser ejemplos o pésimos modelos a evitar.
Pero olvidarlos no deja de ser una
injusticia.
LOS TAXISTAS DEL AEROPUESTO
Ocho de ellos con prisión preventiva,
algunos prófugos y sin dudas no están entre rejas todos los que merecen
estarlo, por el daño que vienen perpetrando desde que me acuerdo.
Más allá de los delitos que se les atribuyen
a estos enemigos de la sociedad, está el daño que perpetraron a la imagen
turística de Córdoba con los abusos de todos los días, sin que nadie haya podido
o querido evitarlos.
Durante demasiado tiempo el aeropuerto
Córdoba viene siendo tierra de nadie para tomarlo como base de operaciones
delictivas de quienes conocen que gozan de la mayor impunidad.
No se sabe si es jurisdicción territorial de
la Policía Militar
Aeroportuaria, de la
Policía Federal, de la Gendarmería o de la Municipalidad de
Córdoba, pero es como si fuera una coqueta zona liberada.
La prepotencia, la agresión, la amenaza y el
daño son moneda corriente a la vista de todos, menos para los que debieran
imponer allí la autoridad de la decencia y el imperio de la ley.
Roguemos que las situaciones irreparables
que han sucedido en el Aeropuerto Córdoba no se repitan, por eso del abandono
del control cuando se aquieta el escándalo mediático.
Las mafias allí están de más, incluso las
encubiertas en un marco de legalidad, que todos conocen y nacieron y crecieron
al amparo de prebendas y acomodos.
Esos, por ahora, están sueltos y confiamos
en que el brazo de la ley, alguna vez se ocupará de ponerlos también a buen
recaudo.
Creo que como vecinos de una ciudad que
pretende ser turísticamente internacional, no merecemos que sigan libres.
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