29 de julio de 2014

Hitler e Israel --------- DE RAZAS ELEGIDAS Y PENOSOS GENOCIDIOS










No es necesario entrar en elucubraciones ni especulaciones geopolíticas, ideológicas o de cualquier otro orden, para comentar lo que está sucediendo en la castigada franja de Gaza, donde la misericordia y los derechos humanos que tanto se pregonan están ausentes.
   Con un deleznable ensañamiento, tecnología y apoyo externo que recibe, el ejército de Israel está perpetrando una de las matanzas más sangrientas de los últimos años, que se viene agravando con ataques a convoyes sanitarios, hospitales y escuelas.
   El pretexto es la defensa propia, dejando de lado las comparaciones de fuerzas que nos llevan a pensar en la reacción del león frente a la picadura de un mosquito.
   En las filas de Hamas no hay santos ni pacifistas y tienen un elevado componente de fundamentalismo encriptado en las mentes, en los túneles y en cada uno de los mil recovecos de la franja.
   De nada sirve exponer las motivaciones que proclama cada bando ni las raíces históricas del conflicto, cuando lo que se impone es la toma de conciencia sobre las consecuencias de una carnicería tan atroz que nos regala a cada instante el desborde mediático.
   Como si la consigna fuera -y parece que es-  la desaparición de todo lo que tenga vinculación con lo palestino, no hay pausa para la degollina y el destrozo, de los que son principales víctimas los niños y todos los seres vulnerables en esta desigual hecatombe que ni siquiera se puede llamar guerra.
   ¿Por qué contra los niños?
   ¿Es para que el escarmiento asuma un vigor insuperable?
   Eso de acusar a los palestinos de utilizar a los pequeños como escudos humanos, desnuda la desvergüenza de suponer que un padre, cualquiera sea su raza, es capaz de enviar sus hijos al matadero y eso no es tan solo absurdo de endilgarle a los palestinos, sino a cualquier humano pensante.
   Las razas superiores no existen.
   Lo demostró Adolf Hitler con su macabra vocación de exterminio, precisamente de una raza odiada por el nazismo partiendo de la convicción del Führer de ser parte de un linaje superior, lo que lo llevó a consumar uno de los holocaustos más sangrientos y repugnantes de la historia como lo fue la eliminación programada y sistemática de más de 6 millones de judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados y locos.
   Puede Israel y su fanatismo expansionista ampararse en cualquier pretexto para una reacción tan brutal.
   Puede refrescarle a la Humanidad su condición de permanente víctima del resto del mundo.
   Puede caer en la reprobable actitud de la indiferencia.
   Lo que no puede Israel ni tampoco ningún ejército, es invertir su condición de exterminador amparándose en cuestiones que se manejan en la política, en las ideologías y en la economía global.
   Puede también Israel hacer lo que quiera, como siempre lo hizo amparado por la tecnología y la logística de la mayor potencia.
   Lo que no puede Israel es caer al repudiable estilo hitlerista del exterminio del que supieron ser víctimas, porque podrá seguir contando con el apoyo político y militar de alguna gran potencia pero cosechará, como ya lo está haciendo, el repudio universal que luego se transforma en un aislamiento del que como siempre, se lamentarán pasado el tiempo.
   Porque los niños,  sus víctimas preferidas, aún no entienden la estupidez, el fanatismo o la imbecilidad de los mayores y sobre todo de quienes los están matando.
   La Humanidad asiste a un penoso ultraje a la inocencia y una tortura al futuro encarnado en cada criatura muerta.
   Para Israel, es como si el dolor fuera siempre propio y nunca ajeno.
   No es una cuestión numérica regida por un “score” de muertes.
   Un muerto es una persona; es un ser, de una vereda o de la otra. 
   Los genocidas son genocidas no por raza, estén en el bando que estén.
   Así sean judíos o lo que fueren.

Gonio Ferrari

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