16 de julio de 2014

Historias de diplomas y placas. ¡QUÉ MANERA DE ERRARLE!


El papá del actual intendente, ya había sido víctima
de un grueso error: en un diploma lo “rebautizaron”

A lo mejor existe algún antecedente previo al reiterado chasco con la escultura ¿homenaje? a Ana Frank.
Pero lo de las placas a los cuarteteros, insignes y calificados exponentes de una cordobesa cultura “popular”, sin que esto signifique ningún tipo de discriminación no representa a todos, supera los más delirantes episodios de la historia mediterránea en materia de tragicómicos desencantos.      

¿Fue apresuramiento?
¿Fue sabotaje intelectual?
¿Fue una pesada y costosa broma de algún travieso empleado?
¿Fue un atentado a la ortografía?
Si algo de memoria tenemos, estamos obligados a recordar que el papá del actual intendente, una vez se negó a recibir un diploma oficial porque en coquetas letras góticas (creo que fue así) en lugar de su nombre verdadero lo habían rebautizado “Juan Bautista Mestre”.
Conocido era el carácter del mentor y ejecutor como Intendente Municipal, entre otras obras, de la Costanera porque ni siquiera cayó a la hipocresía de disimular su enojo y lo manifestó abiertamente.
Gracias a Dios, Alah, Jehová, Visnú y Brahma, que no hay cesantía por papelón porque ya habrían rodado varias testas y tendríamos otra vez a los municipales -como es su costumbre natural- saturándonos con su estado de asamblea permanente “en solidaria defensa de los injustamente sancionados”, siempre que el irresponsable no haya sido un jefe integrante de la planta política.
Y todo es asimismo un llamado de atención, para que los conductores de las distintas áreas operativas, se fijen muy bien y controlen presencialmente y no desde sus despachos, lo que hacen sus subordinados.
No sea cosa que en las obras cloacales, se equivoquen con los caños e inunden de caca y otras porquerías nuestra perfumada peatonal.

Gonio Ferrari

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