Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del domingo 4/1/2015 emitido por AM580 Radio
Universidad de Córdoba.
PRIMER PROGRAMA DEL AÑO
Terminó un año duro para muchos, positivo
para otros muchos, pero implacable para todos porque no es otra cosa que ir
despidiendo tiempos irrepetibles: en la historia de la Humanidad ningún
instante fue igual a otro.
Y en ese intermedio de llegar y de partir está eso que le llamamos la vida, sucesión de placeres o pesares y así son las cosas según se las mire a través del cristal del optimismo, o con el oscuro filtro que muchas veces impone la realidad.
Lo más importante de todo es abrir las puertas a la esperanza, a la unión, a la solidaridad a veces desdibujada, que es preciso recuperar, al igual que otros valores innegociables como la decencia, el compromiso con el prójimo y el respeto.
Es tonto pelearse cuando los que pelean van en la misma dirección de la felicidad que no es una utopía, desde el momento que los felices existen.
Los amigos y los enemigos son iguales por su inexorable y riguroso sentido de la viceversa.
Lo maravilloso, lo positivo, es el alucinante desafío del futuro.
Y atesoramos una secreta e íntima envidia hacia quienes los años no les preocupan.
Lo malo es que así como los tiempos, nosotros también pasamos.
Se fueron primero los que ya no están, tanto los años como ellos.
Y nos iremos.
Así son los años y la vida.
Recibamos al debutante con cariño y procuremos nosotros, los protagonistas de la vida, que sea mejor que su antecesor.
Será un año más para unos y un año menos para otros.
Hermanados mirando hacia adelante.
Por todos los militantes de la ilusión, ¡Salud!
Y en ese intermedio de llegar y de partir está eso que le llamamos la vida, sucesión de placeres o pesares y así son las cosas según se las mire a través del cristal del optimismo, o con el oscuro filtro que muchas veces impone la realidad.
Lo más importante de todo es abrir las puertas a la esperanza, a la unión, a la solidaridad a veces desdibujada, que es preciso recuperar, al igual que otros valores innegociables como la decencia, el compromiso con el prójimo y el respeto.
Es tonto pelearse cuando los que pelean van en la misma dirección de la felicidad que no es una utopía, desde el momento que los felices existen.
Los amigos y los enemigos son iguales por su inexorable y riguroso sentido de la viceversa.
Lo maravilloso, lo positivo, es el alucinante desafío del futuro.
Y atesoramos una secreta e íntima envidia hacia quienes los años no les preocupan.
Lo malo es que así como los tiempos, nosotros también pasamos.
Se fueron primero los que ya no están, tanto los años como ellos.
Y nos iremos.
Así son los años y la vida.
Recibamos al debutante con cariño y procuremos nosotros, los protagonistas de la vida, que sea mejor que su antecesor.
Será un año más para unos y un año menos para otros.
Hermanados mirando hacia adelante.
Por todos los militantes de la ilusión, ¡Salud!
LA TOMA DE CONCIENCIA
Una imagen contundente,
la de nadie esperando ser atendido, es la que hace años ansiábamos tener los
que por nuestra tarea periodística, cada 25 de diciembre y 1 de enero debíamos
recorrer los hospitales relevando los casos de heridos víctimas de la
pirotecnia, el descuido o la imprudente y desaprensiva manipulación de esos
elementos.
Sin dudas las campañas emprendidas por los defensores de la vida humana, la salvaguarda de los bienes y la integridad de las mascotas, han dado buen resultado y demostrado, a la vez, que es posible evitar ciertos riesgos que pueden terminar en tragedias, cuando existe en la sociedad una cabal toma de conciencia.
Es lógico que los comerciantes del ramo intentaran restar importancia al peligro que acarrea el temerario uso de los fuegos de artificio, obviamente en defensa de su negocio absolutamente lícito cuando se ejerce dentro del marco legal correspondiente, porque no son o eran pocos los que “por izquierda” hacían buenas diferencias vendiendo en la calle y sin ningún control, mercadería de dudosa procedencia y con escaso resguardo para su uso.
Las autoridades por su parte no desoyeron el clamor de la gente y actuaron en consecuencia, extremando los controles y la habilitación de locales para la venta de pirotecnia que muchas veces ni siquiera eran tales porque bastaba con extender un lienzo en cualquier calle -la peatonal por caso- para empezar a vender.
La insensibilidad de muchos alentada por intereses económicos, los amplios márgenes de utilidad y por lo general evitando el pago de impuestos, cayó abatida por el sentido común, la solidaridad, el respeto hacia las personas y el amor por los animales.
El escenario del festejo fue distinto, no tan ruidoso y con menores riesgos de incendios, una tendencia que se comenzó a consolidar en la nochebuena cuando no se pudo observar ni siquiera un globo de papel, verdaderas teas que tiempo atrás poblaban las alturas y a veces ocasionaban desastres al caer envueltos en llamas.
La agresión acústica descendió notablemente.
Pocos pacientes -y por fortuna ninguno de gravedad- fueron atendidos en el Instituto del Quemado, en el Hospital de Niños y en el Hospital de Urgencias, el personal pasó una noche tranquila y sin sobresaltos, con relación a las consecuencias que solía acarrear el abuso con la pirotecnia.
Fue un placer, en verdad casi mágico, ver vacías las salas de espera, sin angustias, lamentos, lágrimas ni luto.
Un triunfo de la prevención sobre la temeridad y el descuido.
La nochebuena y el final del año no fueron menos felices que en ocasiones anteriores cuando reinaban el ruido, el fuego y el humo, todos unidos para una lastimosa y evitable contaminación.
Sin dudas las campañas emprendidas por los defensores de la vida humana, la salvaguarda de los bienes y la integridad de las mascotas, han dado buen resultado y demostrado, a la vez, que es posible evitar ciertos riesgos que pueden terminar en tragedias, cuando existe en la sociedad una cabal toma de conciencia.
Es lógico que los comerciantes del ramo intentaran restar importancia al peligro que acarrea el temerario uso de los fuegos de artificio, obviamente en defensa de su negocio absolutamente lícito cuando se ejerce dentro del marco legal correspondiente, porque no son o eran pocos los que “por izquierda” hacían buenas diferencias vendiendo en la calle y sin ningún control, mercadería de dudosa procedencia y con escaso resguardo para su uso.
Las autoridades por su parte no desoyeron el clamor de la gente y actuaron en consecuencia, extremando los controles y la habilitación de locales para la venta de pirotecnia que muchas veces ni siquiera eran tales porque bastaba con extender un lienzo en cualquier calle -la peatonal por caso- para empezar a vender.
La insensibilidad de muchos alentada por intereses económicos, los amplios márgenes de utilidad y por lo general evitando el pago de impuestos, cayó abatida por el sentido común, la solidaridad, el respeto hacia las personas y el amor por los animales.
El escenario del festejo fue distinto, no tan ruidoso y con menores riesgos de incendios, una tendencia que se comenzó a consolidar en la nochebuena cuando no se pudo observar ni siquiera un globo de papel, verdaderas teas que tiempo atrás poblaban las alturas y a veces ocasionaban desastres al caer envueltos en llamas.
La agresión acústica descendió notablemente.
Pocos pacientes -y por fortuna ninguno de gravedad- fueron atendidos en el Instituto del Quemado, en el Hospital de Niños y en el Hospital de Urgencias, el personal pasó una noche tranquila y sin sobresaltos, con relación a las consecuencias que solía acarrear el abuso con la pirotecnia.
Fue un placer, en verdad casi mágico, ver vacías las salas de espera, sin angustias, lamentos, lágrimas ni luto.
Un triunfo de la prevención sobre la temeridad y el descuido.
La nochebuena y el final del año no fueron menos felices que en ocasiones anteriores cuando reinaban el ruido, el fuego y el humo, todos unidos para una lastimosa y evitable contaminación.
EL
DURO IMPACTO AL BOLSILLO
Era cantado que antes de finalizar el año,
nadie desde el poder se atrevería a firmar incrementos en nada, para
asegurarnos un festejo medianamente digno, sin sobresaltos ni sorpresas
desagradables especialmente para el bolsillo.
Sin embargo la espada de Damocles ya estaba
suspendida sobre la cabeza nacional … y popular con los anuncios de aumentos en
mercaderías, servicios como gas, teléfonos, televisión por cable y
electricidad, arancel de peajes y otros rubros, aparte de los notables
incrementos en tasas e impuestos.
Nuevamente se apela al sacrificio de la
residual clase media y de los más postergados, porque los poderosos,
obviamente, son los que menos se preocupan mientras siguen acumulando
diferencias a expensas de los otros.
Pero ¡bajó el precio de la nafta!
Dos monedas, pero bajó y es un síntoma
alentador.
Sin embargo el ejemplo de Córdoba con la
absurda, confiscatoria e ilegal
aplicación de su tasa vial derrumbó esa buena noticia y en los oídos del
cordobesismo suena como que alguien tiene que hacerse cargo de pagar un delirio
presidencialista.
Lo penoso de todo esto es la reiteración de
las promesas de cambio y bonanza, cuando por más de una década y media somos
gobernados a nivel nacional por el mismo signo político en sus variantes
adalmatadas como los dálmatas, ¿vio?.
Si en ese tiempo no arreglaron el país, un
país rico, pujante y con mil posibilidades, y a Córdoba la endeudaron
escandalosa e impunemente, ¿quién nos garantiza que ahora triunfará la
honestidad por encima de la corrupción?
MALVINAS,
182 AÑOS ANTES
El 3 de enero de 1833, militares ingleses
que habían llegado a bordo de la corbeta Clío a cargo de su jefe, un militar
apellidado Onslow, notificaron al comandante argentino José María Pineda que
debía arriar nuestro pabellón, en cuyo reemplazo izarían la bandera británica.
Desalojaron, ya que estaban, a todos
nuestros compatriotas que ocupaban las Islas Malvinas, dando lugar al inicio de
una usurpación absurda y prepotente que se mantiene hasta ahora, sin que
lográramos revertirla pese a una guerra, la seducción mediante ositos de felpa
que enviaba Di Tella cuando era canciller y otros mecanismos aplicados en los
últimos años.
La vía diplomática avanza como las tortugas rengas pese a que en cada reunión internacional de cualquier tipo nuestro gobierno reclame su legítimo derecho sobre esa parte del territorio argentino.
La vía diplomática avanza como las tortugas rengas pese a que en cada reunión internacional de cualquier tipo nuestro gobierno reclame su legítimo derecho sobre esa parte del territorio argentino.
Se había consumado un despojo por parte del
viejo pirata de todos los mares, aduciendo un derecho de soberanía apoyado en
la amenaza de sus cañones.
Han pasado 182 años desde entonces y los
corsarios siguen siendo corsarios, ahora modernos, con la brutalidad de su
dominación en muchos puntos del orbe, a lo que se suma una actitud que
antiguamente era altiva y ahora es soberbia por su impunidad internacional que
le hace desoir dictámenes que le imponen negociar y restituir nuestra soberanía.
No hay que temer sus desplantes y
provocaciones ni restarles poderío ni rudeza.
Repetir aquella etílica bravuconada de “que
se venga el principito” nos costó luto y lágrimas que aún persisten.
La perseverancia en la lucha con argumentos
históricos, es la mejor arma para evitar una nueva instancia bélica para lo que
no estamos ni siquiera mínimamente preparados.
Apoyemos con patriotismo la tenaz lucha
diplomática.
En la guerra, nos derrotarían con sus zorros
grises.
INVASION
DE ESPACIOS Y MENDICIDAD TARIFADA
Es cierto que las plazas de la ciudad son
lugares públicos para esparcimiento de los vecinos, con recreaciones y otros
atractivos que las hacen adquirir
notable movimiento especialmente en los fines de semana.
El habitual descontrol de las autoridades en
esos ámbitos permite la instalación de dos lacras que atentan contra el
espíritu de dichos paseos: los prepotentes cuidadores de autos que no son tales
por su mendicidad altamente tarifada, y los mercados persas que impiden la libre
circulación porque se apropian de bancos y otros elementos que están destinados
a los vecinos.
No faltarán quienes discrepen con esta
postura, basados en cuestiones sociales y situaciones que obligan al rebusque
por la subsistencia.
Pero el tema no es ese, porque bien pueden
trabajar unos y otros, siempre y cuando respeten los espacios que no les
pertenecen y terminen con los abusos y la prepotencia, como madura actitud de
convivencia.
La plaza de Alta Córdoba como tantas otras,
es un ejemplo de abandono por parte de las autoridades, cuyos controles
desaparecen y es como si liberaran la zona para la consumación de evitables
atropellos.
Una situación que no se limita a los fines
de semana, sino que todos los días se instala un mercado persa que sin pagar
impuestos ni luz, aprovechan una geografía urbana sostenida, si, por los
vecinos con sus tributos y que no pueden aprovechar.
Las situaciones de violencia ocurren con
frecuencia por la agresividad de los ocupantes y es ganar el quini 6 ver a un
policía en las inmediaciones, pese a estar a 150 metros de una
comisaría.
Alguna vez, el respeto será uno de los
distintivos más civilizados en la relación entre los vecinos y sus invasores.
MÁS
SOBRE LA MEGACAUSA
Casi a la hora de los brindis, se conoció un
nuevo fallo de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en contra de la prisión preventiva
aplicada en la causa Registro por la cámara décima de los tribunales
cordobeses.
Fue en el caso de Juan Carlos Fraga y
Ricardo Tozzi, en el que el máximo tribunal hizo lugar a la queja, al remitirse
al dictamen del Procurador Fiscal que sostuvo que la prisión preventiva
dispuesta era arbitraria, con fundamentación sólo aparente y no se ajustaba a
los requerimientos constitucionales.
Por ello se dejó sin efecto la
sentencia de Córdoba y deberá dictarse un nuevo pronunciamiento de acuerdo con
lo dictaminado y los mismos imputados ya habían obtenido un fallo favorable en
el tema, en septiembre del año pasado.
Es importante destacar que el más alto
tribunal nacional reitera, como lo hizo en otros casos de esta misma causa, que
el uso de la prisión preventiva no se ajustó a la ley.
En su último informe la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos sobre el uso abusivo de la prisión preventiva en diversos
países, entre ellos Argentina, destaca su uso arbitrario y excesivo,
sosteniendo que los Estados deben garantizar la libertad personal como regla
general y la prisión preventiva debe ser excepcional.
El Documento exhorta a los Estados a elaborar
planes estratégicos de capacitación y sensibilización de las autoridades
judiciales acerca de la excepcionalidad de la prisión preventiva, el uso de
medidas cautelares no privativas de la libertad, y otros estándares
internacionales y constitucionales aplicables a la materia.
No sabemos, y es para
preocuparse, cuántos pronunciamientos más de la Corte o de los organismos de
derechos humanos serán necesarios para que en Córdoba, simplemente, se respete
y se cumpla la ley.
LA BASURA, UN ESCANDALO
¿Por qué los cordobeses tenemos que vivir
rodeados de porquerías embolsadas?
¿Por qué somos los vecinos los que debemos
trabajar acarreando los residuos hasta los contenedores para que los encargados
de la basura tengan menos personal y ellos embolsen más?
¿Por qué trabajan cuando les resulta cómodo
y Córdoba se transforma en un foco insalubre, sensible a cualquier peste?
¿Por qué a veces se aplican sanciones a las
empresas responsables, y les conviene pagar las multas, lo que les resulta más
barato que prestar el servicio?
¿Por qué se está pensando en la renovación
de los contratos con Lusa y Cotreco, cuando las prestaciones de ambos son
lamentables?
¿Por qué hay medios colegas que no critican
esta reiterada situación de pésimo desempeño?
Tengo respuesta para este último
interrogante, y es por la generosidad publicitaria de Lusa y Cotreco, que
sostienen con su promoción institucional a varios espacios periodísticos
gráficos, radiales y televisivos.
Las demás preguntas son para que las respondan
los responsables, en la municipalidad, de que tengamos una basura que nos
abruma, simplemente porque los contratados para recogerla y de limpiar la
ciudad, trabajan cuando, como y donde se les antoja.
Lo que se impone de una buena vez en tal sentido
es la tolerancia cero: si no sirven, como lo han demostrado, que terminen con
el contrato y busquemos a otros que cumplan.
Así de simple, Dr. Mestre.
SE
VIENEN LOS REYES
Mañana por la noche, millones de criaturas
-cada vez de menor edad- van a renovar el rito milenario de la curiosidad, la
inocencia y la espera.
Esa vigilia tensa, nerviosa, sumida en
cabeceos de sueño, despertares de un solo ojo, ansias por el misterio y
sospechas por alguna recóndita certeza.
Será la noche en que los mayores escondan
más nervios que los pequeños, por eso de que todos, aunque tengamos más pasado
que futuro, guardamos un niño adentro del alma.
Me viene al recuerdo la noche previa, de
juntar el pasto para los camellos, el balde o la palangana hasta el borde y
preparábamos la jarra con agua para Melchor, Gaspar y Baltasar.
Era el ritual de la fantasía, a sabiendas que
tendríamos un despertar de trompos, fútbol con tientos, autitos Matarazzo o un
ovillo de hilo de algodón para el barrilete.
Ellas, el muñeco malcriado, la pepona, el
juego de ludo o el estanciero, para pelear con los hermanos.
Los tiempos cambiaron.
Las cartas que enviábamos con el pedido,
interceptadas por los padres, eran el camino hacia el milagro.
Ahora que los chicos las mandan por Internet,
wasap o mensajes de texto, desorientan a cualquiera y nos sumergen en una
molesta incertidumbre cibernética: no sabemos si pidieron una laptop, una play,
un reproductor de MP3, un celular satelital o un secreto abono al Canal Venus.
Gracias a Dios y al progreso, muchos de los
reyes ahora vienen en 4x4.
La de mañana, será otra vez la noche
universal de la magia.
Lo pido por Dios, que a nadie se le vaya a
ocurrir destruir en los esperanzados, ese secreto que fue parte de nuestras lejanas
ilusiones.
Si todavía, y no me lo niegue, recordamos
haberlos visto a los tres, entre sueños, entrando y saliendo de casa con sus
camellos pisando las baldosas.
A los
Reyes Magos quiero pedirles un reloj sin agujas ni números, porque unas y otros
son implacables.
No es por vocación de eternidad.
Son solo ansias de vivir.
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