20 de mayo de 2015

¡Avísenle a Randazzo! -----

TODAVÍA NO EXISTE LA
PRÓTESIS DE CEREBRO

Aunque los cordobeses no somos inventores del humor,
algo sabemos en cuanto a crearlo incluso en situaciones
adversas o dramáticas. Uno de los más negros ejemplos
es la rica e inagotable fuente que aportan los velatorios.
 
   Quien dijo que el humor de Córdoba ha muerto, seguramente no quiso llegar tan lejos en cuanto a un enfoque negativo del tema y siendo indulgentes, nos hizo pensar que quiso decir, a lo mejor, que ese distintivo de nuestra personalidad se encuentra en estado de letargo o si se quiere ser “fashion”, sostener que está en “stand bye”.
   ¡Hay tantos exponentes de ese arte genuinamente mediterráneo central!
   Cosechan fama, premios y cospeles en el país y en el exterior.
   Todo esto, para asegurar que no será un porteño el que nos enseñe ese arte de la graciosa creatividad, a veces intelectualizada y hasta el colmo plagiada sin pudor y sin medida y en tal sentido aún flota la imagen de Hortensia, que alimentó durante años a los graciosos de la TV nacional.
   Por eso, cuando Randazzo dijo lo que dijo, que no me venga ahora a decir que lo dijo en otro sentido, porque no hay peor copiador de nuestro humor, que un porteño queriéndose hacer el cordobés: lo dijo con una pretendidamente suave y aplaudida inocencia, cargada -al menos para los que gustamos del humor respetuoso- de inocultable mala leche.
   Y cuando acosado por el repudio generalizado ante el atropello, buscó disculparse con un pretexto infantil, más se hundió porque desnudó una carencia absoluta de criterio e inteligencia a la hora del discurso político, dado que si fuera lúcido y sensato hubiera elegido cualquier atajo para evitar la palabra “manco” o algún otro vocablo que no supusiera burla o menoscabo.
   Obviamente y por disciplina corporativa, la prensa “K” concentrada salió en su defensa y su disculpa, en una causa más indefendible que la de Videla, de Hitler o de Stalin.
   Ni siquiera una de las más calificadas y leídas voces del modelo nacional y popular -acusada en un libro de reciente aparición de “haberles metido el perro”- saltó a la palestra intentando justificar al candidato estrella en sus dichos, que no persiguieron otro objetivo precomicial que descalificar torpe y vilmente a un adversario.
   Desde el poder se optó por lo acostumbrado de no reconocer jamás una culpa propia, transfiriéndola a los “medios concentrados de la opo”.
   Sciolli con el penoso episodio se ahorró la pegatina de miles de afiches, porque le hicieron el favor de colaborar en su campaña, dándole una mano de la que se burlaron.
   Y Randazzo, bendecido y santificado, debe haber aprendido a fuerza de papelón y ofensa, que existen prótesis de mano pero deberá aguardar un tiempo hasta que alguien invente la de cerebro.

Gonio Ferrari

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