17 de mayo de 2015

S.L.B. – AL FIN LA POLICÍA EN LAS CALLES – FAYT ESTÁ VIEJO Y BOUDOU ES BUENO – BOCA-RIVER, UN DOLOROSO ESCÁNDALO – VALIOSA OPINIÓN AJENA – EN LA JUSTICIA EL ABUSO ES CORRUPTELA – PARITARIAS E INFLACIÓN – LA OBEDIENCIA DEBIDA Y LOS CANDIDATOS, etc.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 17/5/15 emitido por AM580 Radio Universidad de Córdoba.

¡AL FIN LA POLICÍA EN LAS CALLES!

   Ha hecho ayer su debut en las calles cordobesas una nueva fuerza destinada al control del tránsito, tan caótico en cualquier momento y más cuando, por ejemplo, en tiempos que el inventor del cordobesismo quiere ser presidente.
   Ayer fue el bautismo de fuego de los zorros azules, sin molestos ni estridentes silbatos pero con patrulleros, motos, armas, comunicaciones y una enorme cantidad de efectivos que tuvieron la tarea de bloquear y aislar como cien manzanas alrededor del estadio de Belgrano, donde el candidato ocupó el escenario para intentar que la gente crea que no es peronista, como los demás que están en el gobierno nacional y a veces juran que lo son.
   Con nuestros recursos, los recursos de toda la gente y no solo de sus compañeros de ruta ideológica, De la Sota no hizo un acto para volver a prometernos y no cumplir, que se ocupará del narcotráfico, de la inseguridad inmanejable, del brutal endeudamiento de la provincia, de la tasa vial o del escandaloso despojo a los jubilados.
   Con la policía que está para controlar a la delincuencia fabricó una isla, como alguna vez dijo gobernarla Angeloz y De la Sota se quejaba, mientras los delincuentes que realizan mejor inteligencia que la policía, ayer se hacían un picnic en cualquier otro rincón de la ciudad.
   El control del tránsito es de incumbencia municipal, así venga el Papa, aunque en esos casos especiales es normal la colaboración policial, pero no para un acto político partidista solventado con fondos que son el sacrificado aporte de los cordobeses.
   ¿Seguirá sosteniendo el Jefe de Policía, que trabaja para todos?
   Y cuando nosotros, esos cordobeses clamamos por tener a la policía en la calle, no era para que fuera de esta alocada, ridícula y costosa manera.
   Acerca del fogoso discurso del utopista, prolija y costosamente difundido por canales porteños, donde no lo conocen ni conocen la realidad cordobesa, pintó un edénico panorama provincial como ejemplo a implantar en el país, de lo que Dios guarde a los argentinos.
   Habló del mentiroso 82 por ciento móvil a los jubilados, pero olvidó confesar que a lo mejor su campaña, está en parte solventada con lo que les retiene caprichosamente a los pasivos, cuyos aumentos son percibidos seis meses después, ya licuados por la inflación.
   Ninguna mención a la confiscatoria tasa vial, implantada con la prepotencia de su unicameral para destinarla a los caminos, mientras la clausurada ruta de El Cuadrado es un himno a la improvisación y la corrupción.
   Por supuesto del narcotráfico y su brutal crecimiento con todas sus secuelas en la sociedad no se ocupó, pero subrayó los planes primer paso y otras formas del acostumbrado asistencialismo.
   Pero llenó el estadio de Belgrano llevando casi 600 ómnibus con simpatizantes desde los barrios y toda la provincia y cerrando un amplio sector de la ciudad donde ni siquiera las ambulancias se podían desplazar por el enorme caos que generó ese exagerado bloqueo urbano que se mantuvo por 12 horas.
   Si así, con ese descriterio, De la Sota piensa manejar el país, es probable que le ganen los votos en blanco.

FAYT ESTÁ VIEJO Y BOUDOU ES BUENO



  La Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados de la Nación dando curso a una iniciativa del macroultraministro Aníbal Fernández, con su mecanismo de la mayoría automática y la venda en un ojo, ha dictaminado alegremente que el Dr. Carlos Fayt está viejo (como si hiciera falta señalarlo) y que el vicepresidente Boudou es bueno y que no se dan las cosas como para que sea investigado, aunque sí pide que el veterano miembro de la Corte Suprema de Justicia se someta a una investigación para dilucidar su estado psicofísico.
   Y la orden de actuar de esa manera proviene de quien, también alegremente y basándose en su propio diario -ese que le preparan con buenas noticias- sostiene que las demandas salariales de los trabajadores argentinos son una exageración, haciendo comparaciones con España y cuestionando a los “descamisados” o “cabecitas negras” con la pregunta “¿En qué mundo viven?”.
    Los trabajadores, señora, vivimos aquí donde la inflación real que su gobierno dibuja, manipula o esconde, supera generosamente el 30 por ciento anual mientras que en la España que Ud. toma como ejemplo, llega al 3 por ciento -y no se oculta- o sea una décima parte.
   ¿Vale la pena hacer algún análisis más profundo de nuestra realidad?
   Los temas Fayt, Boudou y demandas salariales son emblemáticos.
   Con esos simples detalles, podemos tomar conciencia que la diferencia radica en la vulnerabilidad de cada uno.
   Una cosa es centrar el ataque en un prócer vivo ya cansado de que intenten menoscabarlo y descalificarlo y otros que han hecho del poder una coraza y un himno a la impunidad.
   La peor de las diferencias es que si Fayt padece una patología no tardará en hacerse pública.
   Otros casos resonantes pero sombríos aunque bipolarmente evidentes y pese a la "juventud relativa" son secretos de Estado y ni siquiera aparecen en el recóndito “diario de las buenas noticias”.
   Y haciendo memoria -un ejercicio que muchos evitan- no recuerdo a ninguno de los actuales peronistas arrebatadores y usurpadores de banderas ajenas, cuestionar en su momento la edad octogenaria de Juan Domingo, que por si lo ignoran, fue general del Ejército Argentino.
   Ni tampoco reconocer que a Carlos Saúl I de Anillaco, que carga varias décadas y está pisando los 84, lo plumerean, empelucan y maquillan cada vez que lo necesitan para dar quórum o votar algo a favor de la corporación “K”.
   Lo único que les importa, los pone nerviosos, agota las existencias de Alplax y Rybotril y les hace seguir el almanaque día a día, hora a hora y minuto a minuto, es la edad y lo que pueda hacer un viejito nonagenario que solo pretende que lo respeten.
   Posiblemente resuelva alguna causa, pese a su edad, evaluando que todavía es útil, hábil, preparado y experimentado para ocupar su sillón de Ministro de la Corte y estar orgulloso de la honestidad que lo acompaña, nada menos que desde hace 97 años.
   En lo personal, dudo que Boudou, ahora casi canonizado, pueda sentir lo mismo con solo mirar un lustro hacia atrás.

BOCA-RIVER, EL GRAN ESCÁNDALO


   Duele a veces escuchar, a la luz de los últimos episodios violentos ocurridos con relación al fútbol adentro y afuera de la cancha, que tal actividad es una fiesta.
   Tonto entonces, aquel que concurre a una fiesta para que lo insulten, lo golpeen, le roben o en el peor de los casos no le permitan volver vivo a su casa.
   ¿Será por eso que nuestra incultura deportiva mantiene un alambrado con púas entre el público y el césped donde están los jugadores y decenas de policías pertrechados como para una guerra?
   ¿Será por eso que existe un derecho de admisión a los estadios?
   ¿Alguien recuerda lo que eran los hooligans en Inglaterra, que fueron desarticulados en su agresiva costumbre de generar disturbios así porque sí?
   Mientras el mundo en cuanto a estas cuestiones avanza, aquí retrocedemos a tiempos cavernícolas, porque la violencia está en la dirigencia, en las barras bravas, en los jugadores que los mantienen, en los árbitros deshonestos, en el periodismo interesado y complaciente y en el gobierno y los políticos que no ponen orden, porque se quedarían sin el apoyo de la prepotencia organizada que con frecuencia convocan para sus mitines o protestas.
   Boca y River, o River y Boca han plasmado un doloroso ejemplo de lo que no debe ser; de lo repudiable; del descontrol, de la deshumanización del más apasionante de los juegos que es el fútbol.
   El delictivo escándalo más reciente no es otra cosa que la eclosión de la impunidad, desde el arquero Orión que aplaudía a los violentos hasta el ministro Berni que negaba que hubieran entrado bengalas y la tribuna parecía la apertura del Festival de Cosquín.
   Fue gas mostaza, fue ácido, fue cualquier sustancia eso es lo de menos porque lo importante es el daño, la puñalada que hirió a la gente amante del fútbol, y es cuando uno se explica por qué la familia dejó las tribunas y ni siquiera los niños se deleitan con el espectáculo.
   La sanción a Boca más que leve es escandalosa, porque 200 lucas verdes las sacan con una mínima parte de los derechos televisivos y perder frente a River por la Copa Libertadores estaba dentro de lo que podía ocurrir en la cancha, o sea que era un riesgo potencial.
   Y lo peor es que nos queda esa terrible certeza, que a veces se traslada a otros segmentos sociales ajenos al fútbol, que la impunidad ha ganado la batalla.
   Y eso, para cualquier argentino bien nacido, es lamentablemente doloroso.

POR QUÉ FAYT ES CULPABLE 
  
El colega Jorge Tenembaum, en el diario El Cronista Comercial, escribió su columna referida a la embestida gubernamental contra el juez Fayt. Me he permitido elegir los puntos más salientes del comentario, porque considero que asumen una enorme importancia.
   “No fue cómplice de la dictadura. No hay una foto, una declaración, un gesto suyo de cercanía con los militares.
   Nadie le descubrió una fortuna incalculable y, menos que menos, una que no pueda justificar.
   No compró terrenos fiscales a precio vil.
   Nunca defendió la idea de que se necesitaba matar gente para que la Argentina fuera un lugar más justo.
   No escapó jamás de un pedido de captura por parte de un juez.
   No acusó a nadie de homosexual, de drogadicto o de cómplice de la dictadura para triunfar en una pelea menor.
   No lucró gracias al desalojo de personas humildes.
   No intentó comprar una imprenta de billetes con plata del Estado, ni participó de la administración fraudulenta de un plan para construir viviendas sociales.
   No usó anillos de brillantes, ni debió realizar un acuerdo judicial para frenar un proceso abierto cuando se descubrió que tenía prostíbulos en sus varios departamentos, ni fue ñoqui del Senado.
   No fue menemista, cuando todos los trepadores lo eran.
   No fue duhaldista, cuando todos los trepadores lo eran.
   No fue kirchnerista, cuando todos los trepadores lo eran.
Es más: cuando en la Corte había jueces que constituían la mayoría automática de Menem, él resistió.
   Sus votos en minoría durante esos años son realmente ejemplares.
   Por eso, cuando luego del 2003 se inició un proceso virtuoso de renovación de la Corte Suprema, nadie le pidió que se fuera, y ya tenía más de 80 años.
   Fayt es un caso extraño y no le pueden encontrar otro pecado que uno biológico: haber cumplido años.
   La primera que lo denunció por viejo fue la presidenta de la Nación en julio de 2013. Estaba peleada con la Corte porque no le dejaba pasar un proyecto de reforma judicial por el cual los jueces serían elegidos en las boletas de los partidos políticos, o sea, que quien ganara la elección se quedara con la Justicia. Entonces, Cristina Fernández calificó a Fayt en Twitter de "juez centenario".
   A los pocos días, Justicia Legítima organizó un acto frente a Tribunales. Allí fueron, entre otros, los diputados oficialistas Héctor Recalde y Carlos Kunkel y había colectivos y una gran muchachada con remeritas de La Cámpora. Antes del primer orador, se realizó sobre la tarima una representación artística donde aparecía un juez decrépito, que se movía con un andador y al que dos asistentes le pasaban el plumero y ayudaban a limpiarse los mocos.
   Así trataron a Fayt, sin que ni la Presidenta, ni ningún ministro, ni ningún integrante de Justicia Legítima, ni los prestigiosos Raúl Zaffaroni, Horacio Verbitsky, Carlos Arslanian o Julio Maier, dijeran una palabra sobre eso. 
   El operativo de estos días se inició el 3 de mayo cuando Verbitsky opinó que Fayt no entendía lo que firmaba. Para sostener esa afirmación, no aportó un testimonio de un médico, o de un familiar, o una radiografía, un análisis de sangre, un fallo disparatado, una filmación.
   Era solo su palabra. Algo que alguien dice.
   Verbitsky fue desmentido por la hija del juez. Pero el jefe de Gabinete amplificó esa versión, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo calificó como momia a Fayt y el periodismo oficialista se sumó, militante como siempre, al coro. Por si fuera poco, un grupo de diputados se constituyó en una especie de tribunal popular sanitario para determinar si Fayt está lúcido o no.
   En los viejos regímenes stalinistas de Europa del Este, se solía decretar que los disidentes estaban locos y se los encerraba. En este caso, se trata de una mueca triste, un reflejo del enojo de una Jefa que, con cierta periodicidad, pierde las proporciones y nadie, en su entorno ni en su fuerza política, le resiste los caprichos.
   Todo se puede discutir: la edad límite para ser ministro de la Corte, el estado de salud mental de un Presidente, qué hacer con un vicepresidente procesado y como deben variar los exámenes de conducir a medida que uno envejece.
   Es probable que 97 años sean demasiados para que alguien ocupe un cargo tan sensible. Pero también puede ocurrir que, a esa edad, haya personas lúcidas que no deseen retirarse. Para evitar subjetividades, la sociedad democrática eligió el estado de derecho. Si la ley establece determinados mecanismos para remover a alguien, esos son lo que se deben aplicar. Pero hay leyes no escritas: humillar a una persona mayor, solo por la edad que tiene o a cualquiera, por lo que sea no parece ser un método que distinga a quienes lo aplican.
   Fayt seguirá en el cargo hasta que él quiera porque el Gobierno no tiene los dos tercios de ambas cámaras para tirarlo por la ventana. Salvo que lo quiebren, o que la presión de estos días deteriore radicalmente su salud. Por eso, todo lo que pasó refleja una dosis apreciable de torpeza política.
   Pero lo que más sorprende no es eso, sino la vocación de tanta gente por ser fuerza de choque y la de tanta otra por el silencio ante la prepotencia y el intento de humillación de personas íntegras.
   La así llamada década ganada está plagada de episodios tan elegantes como este donde la lucidez no es lo que abunda. Y el culpable de que eso haya sido así no es, justamente, el juez Carlos Fayt.
   En todo caso, alguien que en este país tormentoso solo tiene la culpa de cumplir años, es una honrosa excepción”.
   
LA MEGACAUSA DEL REGISTRO

   En algunos espacios periodísticos de la semana se ha polemizado sobre el uso de la prisión o la libertad en personas acusadas de delitos graves, en relación con el último dictamen de la Corte sobre la prisión preventiva.
   Numerosos fallos han ratificado la vigencia del derecho constitucional a ser penado sólo después de un juicio justo y el uso de la prisión en forma excepcional.
   En el conocido caso Acosta la Corte Suprema de Justicia de la Nación remarcó el mandato de un plazo razonable de prisión preventiva, aún en circunstancias de excepción o complejidad, entre las que se incluyeron los delitos graves contra la vida y la integridad de las personas y los de lesa humanidad.
   En la causa del Registro de la Propiedad el Derecho se invirtió: La regla fue la prisión preventiva y la excepción el respeto al principio de inocencia y a la libertad. El plazo razonable fue reemplazado por años de prisión que en algunos casos ni siquiera terminaron en juicio.
   No hace falta ser jurisconsulto para presumir el exceso judicial. Personas comunes, sin antecedentes, con trabajo, familia y arraigo acusadas de conocer, hablar, ser amigo o compañero de algún otro imputado, no constituyen, ni por asomo, una excepción.
   Tan evidente, que los Organismos idóneos fallaron en consecuencia, estableciendo la arbitrariedad e inconstitucionalidad de lo actuado.
   Y tan injusto como no tomar  medidas adecuadas para con los delitos graves y sus víctimas, es hacer ojos ciegos al franco abuso de encierro en esta causa.
   Podemos coincidir entonces con el Derecho Romano en que: "Abusus non usus, sed corruptela."
   Dicho en criollo, el abuso no es uso, es corruptela.

PARITARIAS E INFLACIÓN


   Muchas de las discusiones salariales pendientes han quedado en tiempo de espera y las definiciones se aguardan para más adelante, pese a que las urgencias no saben de dilaciones, caprichos ni especulaciones.
   Desde el poder se aconseja no ir más allá de un determinado porciento que no supera los dudosos índices oficiales de inflación, frente a trabajadores que viven una realidad muy distinta al paraíso que nos pretenden vender en materia de sueldos.
   Reconocer la inflación real, para el gobierno, ha dejado de ser una preocupación en cuanto a la imagen porque visto desde la óptica crítica, adquiere trascendencia en todos los terrenos de la vida cotidiana y en el devenir político de los argentinos.
   La obligación moral y ética de los que mandan debiera imponerles un sinceramiento tanto de los números que prolijamente dibuja el Indec, como la elasticidad de los requerimientos de la masa trabajadora que es el verdadero motor de la producción.
   Mientras las autoridades sigan insistiendo -con cierta complicidad de algún sector sindical- que se deben imponer límites a las demandas, el tiempo seguirá pasando y la situación se agravará hasta el punto de transformarse en tensión y conflictos.
   Los trabajadores, postergados en sus necesidades de actualización salarial, no merecen el maltrato de la desidia o la indiferencia, que son los padres de la efervescencia, los antagonismos y las disputas.
   Dilatar las discusiones asoma como una maniobra hasta que el panorama preelectoral se disipe, y eso, la verdad que a mucha gente le importa tres cominos.
   Porque lo importante es saber que todavía se respeta el viejo rito de la discusión, por encima de las imposiciones y de los autoritarismos.

CANDIDATOS Y OBEDIENCIA DEBIDA

   La historia, más allá de los fracasos que registra la memoria de muchos argentinos en distintos terrenos, suele ensañarse cuando se trata de traer al presente barquinazos o infortunios padecidos en el ámbito de la política o cercanos a ella.
   Si es por aceitar los recuerdos hechos frases o sentencias de culto, se entremezclan “el que apueste al dólar pierde”, “si deposita dólares cobrará dólares”, “los únicos privilegiados son los niños”, “que se venga el principito”, “hay que pasar el invierno”, “socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”, “tenemos 18 años de atraso”, “ramal que para, ramal que cierra”, “el granero del mundo”, “la soja es un yuyo”, “la desocupación está en un dígito”,  “con la democracia se come, se educa, etc.”, “el 82 por ciento móvil para los jubilados”, “la inflación es un invento mediático”, “hemos eliminado la pobreza”, “la inseguridad es una sensación”, “por fin estamos desendeudados” y tantos otros dichos que se metieron en nuestra mente colectiva.
   O cuando Carlos Saúl I de Anillaco hablaba de “la revolución productiva”, “declaro a la corrupción delito de traición a la patria”, “síganme que no los voy a defraudar” o “de Córdoba a Tokio en una hora y media”, en tiempos que la simbología y el cotillón peronistas tenían vigencia.
   Y aquella otra sentencia de origen para mí desconocido, cuando dictamina que “Soldado que huye, sirve para otra guerra” y no me parece que sea prolija e inexorablemente aplicable a nuestra cotidiana y controvertida realidad.
   Pero pese a mi empeño, no pude conseguir certeza en cuanto a la autoría de esta última y célebre oración, porque seguramente su mentor se expresaba con sentido bélico y no político y los historiadores contemporáneos no la tienen registrada.
   Recientemente con un simple llamado a la cordura, la Sra. Presidente de todos … y todas consiguió sacarse algunas piedritas que le molestaban en sus zapatos que pese a no caminar en campaña, la llevan a la búsqueda de algún poder como para capear los temporales, terremotos y tsunamis que sobrevendrían si la conducción nacional mutara de signo partidario.
   La desbandada por obediencia debida fue y es una patética muestra de sumisión y falta de personalidad, aparte de configurar una peligrosa carencia de convicciones en los señalados. Ni siquiera hizo falta que les gritaran para hacerles arriar banderas y aguardar vientos favorables cuando pronto llegue el rigor de la “dedocracia”.
   Varios claudicaron en sus ansias y esperanzas de llegar a la residencia de OIivos con sucursal en Balcarce 50 pero en todos los casos por la edad de la mayoría de los autopostulados, es para pensar que se resignan con la esperanza del fracaso de quien venga y poder reemplazarlo en el 2020 como salvadores de la Patria, así la rueda de auxilio se llame Cristina, Máximo, Sergio o Mongo.
  Sin embargo la situación está tan empiojada que cualquiera que acceda al poder, sea del color que fuere, deberá enmendar situaciones y remendar mucho de lo mal que se gestionó  porque sus prioridades pasarán a ser la recuperación de la productividad por encima de planes y subsidios, la seguridad que reemplace a la angustia, la honestidad a la corrupción, la verdad sobre la mentira en cuanto a nuestra deuda externa y el regreso a la tolerancia que desaloje al autoritarismo de ver como enemigo al adversario.
   Si esas son las metas de cualquier gobernante, bien podrá decirse que ese soldado, que una vez huyó porque las armas del enemigo eran demasiado agresivas, ahora vuelve agitando una bandera blanca de paz, trabajo y armonía porque no quiere recrear una guerra tan desigual como la que le tocó vivir.

   Y es probable que haga suya esa frase de Valery, cuando dice que “La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen, pero que no se masacran”.

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