DE LA CAMPAÑA PREELECTORAL
Hay veces que los anuncios, por la manera que tienen de ingresar a la consideración pública, asumen un significado enorme aunque solo sean la velada confesión de algo que antes no se hizo por alguna razón, y ahora es aconsejable impactar a la ciudadanía diciendo que se hará.
Ni más ni menos es lo que está ocurriendo con la puesta en marcha de algo parecido a una brigada policial provincial de lucha contra el narcotráfico, como si ese flagelo que está destruyendo sistemáticamente a la sociedad con todas sus implicancias fuera un fenómeno reciente o desconocido.
Pero hay que entender los tiempos, su valor y su utilización.
Una cosa son los tiempos de la gente, plagados de angustias, zozobras e interrogantes porque el crecimiento de esa malvada actividad delictiva es tan demencial, que el menos avispado de los queridos cordobeses conoce dónde y quienes la practican, a la vuelta de cualquier esquina.
Pero los tiempos de los políticos son distintos, emparentados con el oportunismo, la obtención de ventajas y la generación de impactos mediáticos que conmocionen a la ciudadanía, tomando siempre en cuenta la proximidad de un acto eleccionario.
Es cuando se arreglan y limpian las calles, se pintan las señales, se agilizan los trámites, se colocan piedras fundamentales, se inauguran pomposamente tramos de obras paralizadas durante excesivo tiempo, regresan las moratorias y se acrecientan los subsidios y las “ayudas humanitarias”.
O sea que el lanzamiento de una fuerza especial, para combatir algo casi invulnerable y ya aposentado al amparo de una impunidad que el poder no ignora aunque la otorgue, desnuda la manipulación de una dramática realidad ahora atacable solo por conveniencia electoralista.
No es nuevo ni se pretende descubrir la pólvora, el sostener que la mala policía y su mala conducción y la mala dependencia del poder, saben acabadamente la ubicación de las cocinas, las puertas de entrada de las sustancias base, los lugares de distribución y la trama de venta al menudeo.
Tanto es así que cuando días atrás fueron los vecinos de un sector de la ciudad quienes aportaron un listado de kioskos de venta, ese gesto fue tomado como altruista y solidario con el prójimo, en lugar de reconocer la propia desidia o la perniciosa vigencia del “vistagordismo” o la liberación zonal.
Las elecciones están cerca y hay que moverse, es la consigna que para el gobierno imponen las circunstancias.
Nada mejor entonces que buscar los flashes, los micrófonos y las cámaras para anunciar “urbi et orbe” ooootra vez, “la lucha frontal contra el narcotráfico” sin darse cuenta que con eso están firmando su propio diploma a la ineptitud y la inoperancia que lucen antigüedad superior a una década.
No hay caso: la demagogia muestra una envidiable lozanía.
La única fuerza imbatible, tan vieja como la espalda pero prolijamente escondida hasta el momento de ser aplicada en beneficio de la ciudadanía, no es otra que el imperio y la fuerza de la ley.
Hace tiempo que el cordobesismo tendría que haberla desempolvado.
Gonio Ferrari
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