Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del 24/05/15 que emite AM580 Radio Universidad de
Córdoba.
SEGURIDAD TARDÍA
Qué perversa y percudida
manía que adorna a los gobernantes, cuando piensan que la gente es imbécil y le
prometen cosas que no fueron capaces de hacer en más de una década de gestión.
Es lo que está ocurriendo con el artífice
del cordobesismo no tan solo en materia de seguridad, porque en el último año
viene corriendo un maratón de inicios de obras, muchas de las cuales han
resultado más costosas en la publicidad lanzada para hacerlas ver metro a
metro, que en su realización.
Así y bajo el mismo signo político vimos el
faro sin mar, la veneciana estación terminal de ómnibus, el deficiente camino
de El Cuadrado, las escuelas y los barrios que se llenan de grietas antes que
de ocupantes, el crecimiento de la marginalidad desatendida, la superpoblación
de la planta de personal, la confiscatoria tasa vial a los combustibles, la
impune instauración del narcosistema y otras lindezas que agobian a los
cordobeses.
Una de las más brutales deudas del gobierno
con la sociedad es la penosa carencia de una política integral de seguridad que
prevenga y nos proteja, reemplazándola por marketing que muestra más
patrulleros, más personal, más armas, mejor tecnología y lamentablemente muchos
menos resultados porque las estadísticas serias no mienten, como ocultan hechos
desde la propia policía.
En pocas palabras y a la hora de la campaña
donde todo vale, De la Sota
cree que culpando a los jubilados por sus protestas, en el sentido que con esas
demandas le quitan el pan al resto de la comunidad, es un manotón de ahogado en
su propia indiferencia hacia los más viejos y de tomar por estúpidos a los que
menos tienen.
La seguridad es la gran materia pendiente en
ese intento de graduación para llegar a la Presidencia de la Nación.
Ir a la guerra con la pólvora mojada, solo
asegura una derrota indigna y con poder residual en la historia.
NO HAY PRÓTESIS CEREBRALES
Aunque los cordobeses no somos inventores
del humor, algo sabemos en cuanto a crearlo incluso en situaciones adversas o
dramáticas. Uno de los más negros ejemplos es la rica e inagotable fuente que
aportan los velatorios.
Y quien dijo que el humor de Córdoba ha
muerto, seguramente no quiso llegar tan lejos en cuanto a un enfoque negativo
del tema y siendo indulgentes, nos hizo pensar que quiso decir, a lo mejor, que
ese distintivo de nuestra personalidad se encuentra en estado de letargo o si
se quiere ser “fashion”, sostener que está en “stand bye”.
¡Hay tantos exponentes de ese arte
genuinamente mediterráneo de la región central!
Cosechan fama, candidaturas, premios y
cospeles en el país y en el exterior.
Todo esto, para asegurar que no será un
porteño el que nos enseñe ese arte de la graciosa creatividad, a veces
intelectualizada y hasta el colmo plagiada sin pudor y sin medida y en tal
sentido aún flota la imagen de Hortensia, que alimentó durante años a los graciosos
de la TV nacional.
Por eso, cuando Randazzo dijo lo que dijo,
que no me venga ahora a decir que lo dijo en otro sentido, porque no hay peor
copiador de nuestro humor, que un porteño queriéndose hacer el cordobés: lo
dijo con una pretendidamente suave y aplaudida inocencia, cargada -al menos
para los que gustamos del humor respetuoso- de inocultable mala leche.
Y cuando acosado por el repudio generalizado
ante el atropello, buscó disculparse con un pretexto infantil, más se hundió
porque desnudó una carencia absoluta de criterio e inteligencia a la hora del
discurso político, dado que si fuera lúcido y sensato hubiera elegido cualquier
atajo para evitar la palabra “manco” o algún otro vocablo que no supusiera
burla o menoscabo.
Obviamente y por disciplina corporativa, la
prensa “K” concentrada salió en su defensa y su disculpa, en una causa más
indefendible que la de Videla, de Hitler o de Stalin.
Ni siquiera una de las más calificadas y
leídas voces del modelo nacional y popular -acusada en un libro de reciente
aparición de “haberles metido el perro”- saltó a la palestra intentando
justificar al candidato estrella en sus dichos, que no persiguieron otro
objetivo precomicial que descalificar torpe y vilmente a un adversario.
Desde el poder se optó por lo acostumbrado
de no reconocer jamás una culpa propia, transfiriéndola a los “medios
concentrados de la opo”.
Sciolli con el penoso episodio se ahorró la
pegatina de miles de afiches, porque le hicieron el favor de colaborar en su
campaña, dándole una mano de la que se burlaron.
Y Randazzo, bendecido y santificado, debe
haber aprendido a fuerza de papelón y ofensa, que existen prótesis de mano pero
deberá aguardar un tiempo hasta que alguien invente la de cerebro.
INTENDENCIA
MUNICIPAL INTERNA
La planta del personal municipal ha superado
largamente los diez mil empleados y ahora la pretensión del ávido e insaciable
sindicato, inventor del estado de conflicto permanente, es la incorporación de
casi dos mil más.
Cuando es lógico pensar que el gremio lo
hace en un arranque de altruismo, los mal pensados -entre los que estoy-
sostienen o sostenemos que el propósito subalterno es el incremento en el
número de cotizantes que fortalecen la caja sindical.
Por eso la virulencia de la demanda
constante, cuyos pretextos se van superando con el sacrificio de los vecinos,
para aparecer otros perfectamente diagramados por la perpetuada conducción
sindical.
¿Quién puede ser entonces el intendente
interno de esa ciudad con más de 10 mil habitantes que es el Palacio 6 de
Julio?
Seguramente cualquiera que tenga ansias de
poder, con un ejército reducido que cuenta con cientos de miles de rehenes,
garantía para alcanzar cada capricho disfrazado de reclamo.
La pipa de la paz que alguna vez se pensó
que estaban fumando la dirigencia y el intendente, nunca tuvo el tabaco
suficiente para más de un par de bocanadas.
Después, cada después de uno de los cientos
de paros parciales, nos encontramos con el mismo caos de siempre, la vagancia
institucionalizada y un puñado de empleados responsables y sacrificados que
deben avergonzarse por el resto que han hecho un culto del no hacer nada.
Es probable que en el estado que el joven
Mestre recibió la comuna, necesite otro mandato para poner las cosas en orden
tanto afuera como adentro de la municipalidad, pero es su obligación apurarse y
actuar con firmeza.
Será la única manera de evitar que los
cordobeses de la capital sigamos hipotecando nuestros tributos, que ahora solo
sirven para alimentar a quienes poco lo merecen.
¿CADENA
NACIONAL O CAMPAÑA?
Es bueno, legal, constitucional y apropiado,
que se recurra a la cadena oficial para la difusión de los actos de gobierno, y
toda otra utilización de medios concentrados puede ser considerada inapropiada,
aunque para cierta Justicia sea lícita pese a las dudas de interpretación.
La diputada macrista Patricia Bullrich
pretendió silenciar a la Sra. Presidenta
mediante una presentación judicial -que fue prolijamente rebotada- cometiendo
uno de los peores errores en democracia: la práctica de la censura.
Justo sería asignar a los partidos políticos
gratuitamente, espacios en cadena para
que divulguen sus propuestas y si me dicen que eso ocurre solo en la campaña
formalmente iniciada, la memoria me hace ver que esa cadena, en el 95 por
ciento de su abuso y en la última década, fue utilizada como vehículo
partidista e ideologizante o para atacar a la oposición más que para la
difusión de la gestión oficial.
Por fortuna -siempre hay que buscarle el costado
positivo a las cosas- la gente del Chaco o de Formosa, de las villas dispersas,
o los miles de postergados, desocupados, suspendidos o indigentes, pueden
enterarse que Buenos Aires cuenta con un centro cultural casi único en el mundo,
que no hizo Macri, o que inauguraron una panadería en Burzaco o que una fábrica
cordobesa amplió su planta para fabricar maquinaria cuyos imprescindibles
componentes importados ahora siguen con trabas para entrar al país.
Es entonces cuando esa propaganda partidista
se vuelve en contra y basta con mirar los índices de audiencia en los horarios
la mayoría centrales, que se utiliza la red nacional.
Obviamente que el espadachín Aníbal
Fernández, jurador serial, defiende la postura oficial porque es uno de los
justificadores por excelencia y necesidad, quien cree y piensa que todos esos
mensajes arrasan con la audiencia.
Y es cierto: hacia el apagado, logrando con
ello que para mucha gente -los números no mienten- la cadena más que un vehículo de conocimiento,
sea una condena a no ver el culebrón, o los noticieros.
El principio de no contradicción establece
que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido.
Formulado por los filósofos griegos, y para
muchos innato en el ser humano, constituye un pilar fundamental en el
razonamiento científico y el Derecho también lo aplica bajo el nombre de lógica
jurídica.
En la causa del Registro una única comisión
especial juzga a todos los imputados alegando que como se trata de causas
distintas, no existe el riesgo de que se vea comprometida la imparcialidad.
Sin embargo, cuando algún imputado pretende
recusar a un juez, le responden sin ponerse colorados, que no porque se trata
de una misma causa y ya hace años alguien lo hizo.
Una más que se suma a otras irregularidades
descriptas. Ni la lógica, ni la ciencia, ni el sentido innato permiten entender
esta entelequia cordobesa denominada megacausa.
En esta semana siguen los alegatos de un
nuevo juicio, pese a que los imputados son los viejos de siempre.
Resulta difícil entender cómo un Poder
Judicial abarrotado de trabajo y demorado en el enjuiciamiento de delitos
graves por los que la sociedad tanto reclama, no es capaz de resolver la
situación de un individuo acusado de un delito no peligroso de una vez y para
siempre, volviendo a reeditar el mismo proceso una y otra vez.
Casi un despilfarro de recursos, que
difícilmente persiga Justicia.
CANDIDATURA
RELÁMPAGO
Hubiera bastado con ubicarse en cualquier
parada de ómnibus de cualquier punto de la ciudad entre las 6 y las 7 de la
mañana, o al mediodía, o al atardecer, y preguntarles a los usuarios sin
distinción de edad, sexo, condición social o inclinación política, que les
inspirada ese muchacho Peñaloza, ex secretario general de la UTA.
Cada uno de los consultados recordaría
entonces el dinero que perdió por puntualidad y presentismo, las horas de clase
desperdiciadas, las consultas médicas malogradas o la simple y programada
asistencia al cine o a recorrer la peatonal.
Peñaloza no pudo controlar su propia interna
y sucumbió en una conducción que se caracterizó por su prepotencia e
insensibilidad, con relación al padecimiento de miles y miles de trabajadores,
más trabajadores que él, que debieron morder su bronca frente al tentador
capricho de la angurria.
Peñaloza, más allá del ámbito de los
choferes de la UTA ,
no está en condiciones de prometer nada, como cualquier político, porque su
reciente pasado ya lo está condenando no al olvido, porque es difícil olvidar
tanto daño, sino al rechazo.
Sin dudas este otro muchacho Accastello no
lee los diarios de la capital encerrado en su feudo, porque de lo contrario no
hubiera cometido la imprudencia que luego intentó salvar con el clásico “¿no me
diga”? que no convenció a nadie.
Por lo que se advierte, en muchos políticos
con pretensiones de ascenso, todavía prevalece una absurda ignorancia acerca de
personajes a los que esos políticos tienen la obligación de conocer.
Sobre todo, cuando quieren mostrarlos a la
gente como parte del pueblo y capaces de legislar en beneficio de todos.
Y nada más antipopular que perjudicar de
cualquier manera a los trabajadores.
El
25 DE MAYO Y NUESTRA LIBERTAD
Mañana celebramos más de dos siglos como
Nación y la realidad pone en duda que hubiéramos aprovechado las lecciones de
nuestra propia historia.
Los políticos coinciden, pensando a la Patria como la construcción
de una gigantesca obra para nuestro bienestar y para todos los hombres de buena
voluntad que quieran habitar su suelo.
Y cada 25 de Mayo desde que me acuerdo, hoy
a 205 años de aquella gesta, vuelvo a considerar oportuno pensar en voz alta qué
es la Patria ,
desde mi simple condición de ciudadano.
Debe ser la Patria el paraíso donde podamos
vivir en paz y en libertad porque representa decencia, trabajo, sacrificio.
Es honestidad a ultranza; entrega, amor por
las raíces y generosidad con nuestro prójimo.
Buscar el bien común.
Gobernar y obrar sin soberbia ni
autoritarismo.
La transpiramos en la calle, en las escuelas
y en el surco.
No es de civiles ni de militares, sino de
argentinos.
Trabajemos unidos, codo a codo y empecemos
ya, desde arriba hacia abajo, para que la desunión y los desencuentros no sigan
siendo más rápidos que los relojes.
Por eso, viene como anillo al dedo una
declaración que quiero compartir con mi audiencia.
“Los medios de protección
que la Constitución
nos proporciona, son la libertad y los privilegios y recompensas conciliables
con la libertad.
Los argentinos hemos sido ociosos por
derecho y holgazanes legalmente.
Se nos alentó a consumir sin producir.
Nuestras ciudades capitales son escuelas de
vagancia, de quienes se desparraman por el resto del territorio después de
haberse educado entre las fiestas, la jarana y la disipación.
Nuestro pueblo no carece de alimentos sino
de educación y por eso tenemos pauperismo mental.
En realidad, nuestro pueblo argentino se
muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimientos
prácticos y de ignorancia en el arte de hacer bien las cosas.
Sobre todo se muere de pereza, es decir de
abundancia.
Quieren pan sin trabajo, viven del maná del
Estado y eso les mantiene desnudos, ignorantes y esclavos de su propia
condición.
El origen de la riqueza son el trabajo y el
capital.
¿Qué duda cabe que la ociosidad es el
manantial de la miseria?
La
ociosidad es el gran enemigo del pueblo en las provincias argentinas.
Es preciso marcarla de infamia: ella
engendra la miseria y el atraso mental de los cuales surgen los tiranos y la
guerra civil, que serían imposibles en medio del progreso y la mejora del
pueblo”.
¿Quién dijo todas estas verdades?
Fue Juan Bautista Alberdi, en marzo de 1855
firmando con el seudónimo “Figarillo”.
Han pasado 160 años y es como si lo hubiera
dicho ayer.
REÑIDERO MEDIÁTICO
Días pasados se cruzaron fuerte, sin
concesiones y sin anestesia el ministro de inseguridad de la Nación , Sergio Berni y el
inventor del cordobesismo, José Manuel de la Sota.
Y le digo titular de la cartera de
inseguridad porque es lo que hay, porque es imposible manejar, en este caso
seguridad, porque no existe.
Parecía un festival de negaciones de la
realidad porque ambos aparecían como ángeles, pero que marcan tarjeta en el
infierno no por ignorancia de los problemas que padecemos sino por la comodidad
coyuntural de desconocer su pavorosa vigencia.
En suma, de poco sirvió como hecho positivo
y superador dado que cada uno empecinado en sostener su propio y falso
discurso, quiso hacernos creer que el narcotráfico no existe, que las pistas
clandestinas están controladas, que la venta de drogas es un invento mediático
y que el índice de criminalidad está estancado desde hace años.
Fue una especie de ring radiotelevisado
donde los contendientes, como si estuvieran espalda contra espalda, se
empecinaran en gritar fantasías a las cámaras y los micrófonos, cada cual para
su rincón de adeptos.
La poca seriedad de todos los argumentos
exhibidos fue el estilo que prevaleció en una pelea casi callejera, de esas
donde reinan los empujones, las acusaciones y las mojadas de orejas que no
llevan a las trompadas, que es lo que se impone en las artes boxísticas y en el
debate con argumentos.
Un papelón a dos puntas donde sería
exagerado juzgar que se trató de un empate.
Porque los dos, entre amagues y amagues por
momentos patéticos y olvidables, perdieron por nocaut.
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