Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos” del 10/5/2015, emitido por AM580 Radio Universidad de Córdoba.
NARCOTRÁFICO, PARTE DE LA CAMPAÑA
Se ha puesto en marcha algo parecido a una brigada policial
provincial de lucha contra el narcotráfico, como si ese flagelo que está
destruyendo sistemáticamente a la sociedad con todas sus implicancias fuera un
fenómeno reciente o desconocido.
Hay que entender los tiempos, su valor y su utilización.
Una cosa son los tiempos de la gente, plagados de angustias, zozobras e interrogantes porque el crecimiento de esa malvada actividad delictiva es tan demencial, que el menos avispado de los queridos cordobeses conoce dónde y quienes la practican, a la vuelta de cualquier esquina.
Los tiempos de los políticos son distintos, emparentados con el oportunismo y la generación de impactos mediáticos que conmocionen a la ciudadanía, tomando siempre en cuenta la proximidad de un acto eleccionario.
Es cuando se arreglan y limpian las calles, se pintan las señales, se agilizan los trámites, se colocan piedras fundamentales, se inauguran pomposamente tramos de obras paralizadas, regresan las moratorias y se acrecientan los subsidios y las “ayudas humanitarias”.
O sea que el lanzamiento de una fuerza especial, para combatir algo casi invulnerable y ya aposentado al amparo de una impunidad que el poder no ignora aunque la otorgue, desnuda la manipulación de una dramática realidad ahora atacable solo por conveniencia electoralista.
No es nuevo sostener que la mala policía, su mala conducción y la inoperancia del poder conocen la ubicación de las cocinas, las puertas de entrada de las sustancias base, los lugares de distribución y la trama del menudeo.
Tanto que cuando días atrás fueron los vecinos de un sector de la ciudad los que aportaron un listado de kioskos de venta, el gesto fue tomado como altruista y solidario con el prójimo, antes que reconocer la propia desidia o la vigencia del “vistagordismo” o la liberación zonal.
Las elecciones están cerca y hay que moverse, es la consigna que para el gobierno imponen las circunstancias.
Nada mejor entonces que buscar los flashes, los micrófonos y las cámaras para anunciar “urbi et orbe” otra vez, “la lucha frontal contra el narcotráfico” sin darse cuenta que están firmando su propio diploma a la ineptitud y la inoperancia, que llevan más de una década.
La demagogia, está visto, tiene una envidiable lozanía.
La única fuerza imbatible, tan vieja como la espalda pero prolijamente escondida hasta el momento de ser aplicada en beneficio de la ciudadanía, no es otra que el imperio y la fuerza de la ley.
Hace tiempo que el cordobesismo tendría que haberla desempolvado.
Hay que entender los tiempos, su valor y su utilización.
Una cosa son los tiempos de la gente, plagados de angustias, zozobras e interrogantes porque el crecimiento de esa malvada actividad delictiva es tan demencial, que el menos avispado de los queridos cordobeses conoce dónde y quienes la practican, a la vuelta de cualquier esquina.
Los tiempos de los políticos son distintos, emparentados con el oportunismo y la generación de impactos mediáticos que conmocionen a la ciudadanía, tomando siempre en cuenta la proximidad de un acto eleccionario.
Es cuando se arreglan y limpian las calles, se pintan las señales, se agilizan los trámites, se colocan piedras fundamentales, se inauguran pomposamente tramos de obras paralizadas, regresan las moratorias y se acrecientan los subsidios y las “ayudas humanitarias”.
O sea que el lanzamiento de una fuerza especial, para combatir algo casi invulnerable y ya aposentado al amparo de una impunidad que el poder no ignora aunque la otorgue, desnuda la manipulación de una dramática realidad ahora atacable solo por conveniencia electoralista.
No es nuevo sostener que la mala policía, su mala conducción y la inoperancia del poder conocen la ubicación de las cocinas, las puertas de entrada de las sustancias base, los lugares de distribución y la trama del menudeo.
Tanto que cuando días atrás fueron los vecinos de un sector de la ciudad los que aportaron un listado de kioskos de venta, el gesto fue tomado como altruista y solidario con el prójimo, antes que reconocer la propia desidia o la vigencia del “vistagordismo” o la liberación zonal.
Las elecciones están cerca y hay que moverse, es la consigna que para el gobierno imponen las circunstancias.
Nada mejor entonces que buscar los flashes, los micrófonos y las cámaras para anunciar “urbi et orbe” otra vez, “la lucha frontal contra el narcotráfico” sin darse cuenta que están firmando su propio diploma a la ineptitud y la inoperancia, que llevan más de una década.
La demagogia, está visto, tiene una envidiable lozanía.
La única fuerza imbatible, tan vieja como la espalda pero prolijamente escondida hasta el momento de ser aplicada en beneficio de la ciudadanía, no es otra que el imperio y la fuerza de la ley.
Hace tiempo que el cordobesismo tendría que haberla desempolvado.
“LA TOTA ” ASCIENDE A LAS GRANDES
LIGAS
Pocos son los que pueden escandalizarse
por ver a un hombre vestido de mujer, porque hasta en los lugares públicos los
vemos tomados de la mano o haciéndose arrumacos con otra persona, ya sea -al
decir policial- un masculino o una femenina.
La exacerbación mediática de la condición transexual, gay, lesbi y tantas otras formas de mudar de apariencia, ha encontrado un campo propicio para su propagación popular quitándole en consecuencia esa aureola tabú que campeaba años atrás en el seno de la sociedad con relación a los “marchatrás”, “degenerados”, “pucheros”, “tortas” y todos los otros eufemismos que se utilizaban para rotular a los que descontentos con su sexo de cuna, optaban por mutarlo desde la piel hacia afuera.
A paso lento se fueron incorporando a una sociedad pacata y conservadora como la nuestra, se blanquearon situaciones que eran sospechas de la chismografía feriera y vecinal, la igualdad de géneros posibilitó documentarse a su elección y ya estaban individualmente como uno más de la comunidad, hasta el punto de obtener empleos tanto privados como estatales en su nueva condición física aunque por la prohibición de ciertas cirugías en el país, conservaban -y conservan- sus atributos originales que a muchos les sobran y a otras les faltan.
Tal escenario ya entrado el siglo 21 con sus alucinantes progresos tecnológicos, la explosiva vigencia de las redes sociales y esa inédita manera de relacionarse surgida de la pérdida del diálogo superado por el chat, la curiosidad, la inmediatez y las citas casi a ciegas, generadoras de misterios … y de sorpresas.
Por eso se hace difícil definir a Miguel del Sel, una de las patas del exitoso trío cómico que marcara una etapa en los tablados del país y del exterior apelando a la escatología o a la cochinada lisa y llana, generalmente innecesaria.
Toda fama salvo honrosas y contadas excepciones, es dueña de su propio tobogán.
Miguel del Sel, actor y profesor de educación física ingresó a la política, llegó a diputado nacional, pero sus actitudes “artísticas” se transformaron en un collar de calefones que lo sumergieron en una vocación por lo grotesco que nada tiene que ver con la fama ni con el respeto.
Este candidato a gobernador de Santa Fé en nombre de la derecha macrista, lógicamente se ha lanzado a la campaña proselitista con múltiples contactos periodísticos, con agenda abierta, con todos temas trascendentes.
El politicómico confesó que "Mi viejo me metía unos cintazos espectaculares y yo salí buen tipo. Cuando me porté mal en la escuela San Cayetano, venía el cura, me llevaban a la dirección, me metían dos varillazos en las patas y terminé abanderado", recordó.
De paso cuestionó que se haya quitado poder al profesor y "antes el papá era cómplice del maestro y ahora es cómplice del chico que se porte mal".
Sentido didáctico y pedagógico si los hay, en este caso primo hermano de la violencia y del autoritarismo, aunque es cierta esa fractura operada en la conducta de muchos niños y jóvenes amparados por esa perniciosa complicidad que tienen con sus docentes, ahora compinches, alejados de la vieja tarima desde donde certificaba su autoridad e imponía modales y disciplina…
Los chicos y jóvenes de ahora -para comodidad de sus mayores- en su mayoría han colocado una especie de barrera informática con los padres y están más apegados a la play, al celular, a la tablet, a twitter y al face, pero no por eso son merecedores del castigo corporal que preconiza Del Sel.
Antaño el coscorrón, el tirón de orejas, la penitencia atrás de la puerta, ¡a la cama sin comer!, la privación de golosinas, sin los juegos en la plaza ni el paseo del domingo con cine incluido, dieron lugar a otras penas y castigos, pero jamás se justifica la violencia que pese al parentesco suele ser generadora de traumas insuperables.
Volviendo a Del Sel, quien se viste de mujer sin ser gay pero quiere ser gobernador, es oportuno comentar que su humorismo es una expresión de creatividad no siempre graciosa y a veces patética, pornográfica, escatológica o desubicada que genera aplausos y en otras ocasiones provoca lástima.
Del Sel, “La Tota ”,
no ha hecho otra cosa que trasladar su ordinariez “artística” al escenario de
la política, allí donde hay que cuidarse como de hacer pis en la cama y rumiar
por lo menos dos veces lo que se piensa decir.
Y al decir lo que dijo, seguramente olvidó que estaba actuando nada menos que como serio candidato a gobernar una provincia.
¿La gente dejó de confiar en los políticos?
Es bastante probable, porque la verdad sea dicha, políticos genuinamente serios, eran los de antes …
La exacerbación mediática de la condición transexual, gay, lesbi y tantas otras formas de mudar de apariencia, ha encontrado un campo propicio para su propagación popular quitándole en consecuencia esa aureola tabú que campeaba años atrás en el seno de la sociedad con relación a los “marchatrás”, “degenerados”, “pucheros”, “tortas” y todos los otros eufemismos que se utilizaban para rotular a los que descontentos con su sexo de cuna, optaban por mutarlo desde la piel hacia afuera.
A paso lento se fueron incorporando a una sociedad pacata y conservadora como la nuestra, se blanquearon situaciones que eran sospechas de la chismografía feriera y vecinal, la igualdad de géneros posibilitó documentarse a su elección y ya estaban individualmente como uno más de la comunidad, hasta el punto de obtener empleos tanto privados como estatales en su nueva condición física aunque por la prohibición de ciertas cirugías en el país, conservaban -y conservan- sus atributos originales que a muchos les sobran y a otras les faltan.
Tal escenario ya entrado el siglo 21 con sus alucinantes progresos tecnológicos, la explosiva vigencia de las redes sociales y esa inédita manera de relacionarse surgida de la pérdida del diálogo superado por el chat, la curiosidad, la inmediatez y las citas casi a ciegas, generadoras de misterios … y de sorpresas.
Por eso se hace difícil definir a Miguel del Sel, una de las patas del exitoso trío cómico que marcara una etapa en los tablados del país y del exterior apelando a la escatología o a la cochinada lisa y llana, generalmente innecesaria.
Toda fama salvo honrosas y contadas excepciones, es dueña de su propio tobogán.
Miguel del Sel, actor y profesor de educación física ingresó a la política, llegó a diputado nacional, pero sus actitudes “artísticas” se transformaron en un collar de calefones que lo sumergieron en una vocación por lo grotesco que nada tiene que ver con la fama ni con el respeto.
Este candidato a gobernador de Santa Fé en nombre de la derecha macrista, lógicamente se ha lanzado a la campaña proselitista con múltiples contactos periodísticos, con agenda abierta, con todos temas trascendentes.
El politicómico confesó que "Mi viejo me metía unos cintazos espectaculares y yo salí buen tipo. Cuando me porté mal en la escuela San Cayetano, venía el cura, me llevaban a la dirección, me metían dos varillazos en las patas y terminé abanderado", recordó.
De paso cuestionó que se haya quitado poder al profesor y "antes el papá era cómplice del maestro y ahora es cómplice del chico que se porte mal".
Sentido didáctico y pedagógico si los hay, en este caso primo hermano de la violencia y del autoritarismo, aunque es cierta esa fractura operada en la conducta de muchos niños y jóvenes amparados por esa perniciosa complicidad que tienen con sus docentes, ahora compinches, alejados de la vieja tarima desde donde certificaba su autoridad e imponía modales y disciplina…
Los chicos y jóvenes de ahora -para comodidad de sus mayores- en su mayoría han colocado una especie de barrera informática con los padres y están más apegados a la play, al celular, a la tablet, a twitter y al face, pero no por eso son merecedores del castigo corporal que preconiza Del Sel.
Antaño el coscorrón, el tirón de orejas, la penitencia atrás de la puerta, ¡a la cama sin comer!, la privación de golosinas, sin los juegos en la plaza ni el paseo del domingo con cine incluido, dieron lugar a otras penas y castigos, pero jamás se justifica la violencia que pese al parentesco suele ser generadora de traumas insuperables.
Volviendo a Del Sel, quien se viste de mujer sin ser gay pero quiere ser gobernador, es oportuno comentar que su humorismo es una expresión de creatividad no siempre graciosa y a veces patética, pornográfica, escatológica o desubicada que genera aplausos y en otras ocasiones provoca lástima.
Del Sel, “
Y al decir lo que dijo, seguramente olvidó que estaba actuando nada menos que como serio candidato a gobernar una provincia.
¿La gente dejó de confiar en los políticos?
Es bastante probable, porque la verdad sea dicha, políticos genuinamente serios, eran los de antes …
No es necesario optar por algún día en
especial para corroborar el grado de anarquía que se vive en las calles de la
capital cordobesa, que por algún tiempo supo ser ordenada.
Es atendible el pretexto del crecimiento del
parque automotor como asimismo la enorme cantidad de motocicletas que
condicionan al tránsito en general.
Lejos ha quedado aquello de la prioridad del
peatón para cruzar esquinas, y la ocupación de las sendas demarcadas para los
caminantes son prolijamente ocupadas o desconocidas, incluso por vehículos
tales como los del transporte urbano, ambulancias o patrulleros.
La ausencia casi endémica de inspectores
contribuye al desorden que se observa tanto en las calles como en las
peatonales, con la vigencia impune de los vendedores ambulantes la mayoría de
los cuales, lejos de ser artesanos representan a corporaciones dedicadas a la
truchada de productos de marca, al contrabando o a la mercadería de dudosos
orígenes.
Todo esto sucede en una ciudad carente de
autoridad que haga cumplir reglas básicas de convivencia, lo que ha hecho
perder el disfrute del paseo, de la caminata o de la concurrencia a plazas
ahora ocupadas por mercados persas que anulan bancos, fuentes y juegos
infantiles.
Es probable que algo mejore con miras a la
elección de autoridades municipales, en una intención de rescatar la vieja
imagen de la Córdoba
vivible y gozable y no la de ahora, donde reinan la anarquía y el desquicio
urbanos.
No es esta la Córdoba que amamos y de la
que tan orgullosos nos sabíamos sentir.
LORENZETTI
Y FAYT, PRESIONADOS
Es tan evidente el perverso juego de
presiones que se ejerce sobre la Corte
Suprema de Justicia de la Nación desde diferentes sectores del gobierno y
de manera especial contra dos de sus miembros, que ya nadie se aventuraría a
jurar en la existencia de absoluta independencia entre los poderes del Estado.
Para estos casos es previsible el juego de
intenciones que se barajan en cuanto a las motivaciones de los pedidos de
renuncia, de apartamientos y de otras maneras de alejarlos de la Corte , que van desde los
enojos como forma de obsecuencia, hasta los miedos por futuras o utópicas
acciones penales que se podrían interponer contra encumbrados funcionarios.
Los únicos que están contentos por este
desenfadado y autoritario accionar son
los opositores, desde el momento que con justa razón interpretan que la
ciudadanía asiste a una casi inédita expresión despótica, en lo que va de
nuestro retorno a la democracia.
Hasta doña Hebe, que por lo general se habla
encima, se apropió de una autoridad por la que nadie la votó, y no encontró
otra manera de ofender de las tantas que conoce, tratando de mono a Lorenzetti
y de momia al nonagenario Dr. Fayt.
Es cierto aquello que lo que no mata,
fortalece, y más cuando la ofensa proviene de alguien que no puede hablar de
justicia, de dignidad ni de honestidad.
Y cuando se observa tamaña desesperación por
operar para llegar a la conformación de una corte, digamos adicta y dócil, es
cuando más se fortalecen las sospechas.
Pretender garantizar la impunidad, suele
convertirse en un búmerang que se expresa en las urnas.
Retomando la causa del Registro y sus
particularidades, otra de ellas ha sido la forma de clasificar los delitos para
atribuir penas.
Sólo para ampliar nuestra cultura general y
sin entrar en detalles reservados para los académicos diremos que el Código
Penal al hablar de delitos menciona las figuras de concurso real y concurso
ideal.
El concurso real se aplica cuando una misma
persona comete varios delitos independientes que se juzgan en el mismo momento
y la diferencia con el ideal no es cosa menor porque esta figura permite sumar
los montos de las penas individuales, aún cuando no deben sobrepasar un máximo
de 25 años.
En la causa del Registro los imputados
fueron acusados en “combo” con la figura de "concurso real",
atribuyéndoles a todos un mismo conjunto de delitos, aún cuando muchos de ellos
no hubiesen estado jamás en el lugar en quje se cometieran y amparándose en
esta acusación, se les pronosticaron condenas astronómicas que, en algunos
casos, llegaron hasta el absurdo de más de cien años.
La antítesis entre lo “ideal” definido
como modelo perfecto que debe servir de norma y lo “real”, o lo que
verdadera y efectivamente ocurre, acompaña el devenir de la humanidad y no es
ajena al Poder Judicial cordobés, menos aún en esta causa.
Expresaba José Ingenieros que sin ideales es
inconcebible el progreso y la evolución humana y que cuando los ideales se duermen
se entra en la mediocracia.
La fuerza de esta reflexión nos autoriza a
seguir buscando Justicia.
MURIO
CARLOS “EL BRUJO” ESCHOYEZ
Conversar con Carlitos Eschoyez significaba,
al menos para mi, abrir a cada instante y con cada frase, recuerdo o sentencia
de vida, una caja de sorpresas.
Carlos Eschoyez, dueño y señor de
nubarrones, soles, vientos y tormentas, se adelantó en el camino e inició el
viaje inexorable después de haber cumplido con un objetivo fundamental, que es
servir al prójimo, trabajar con fervor y ser una buena persona.
Lejos en la distancia quedó su Chaco natal y
su placer por desentrañar lo impenetrable de su geografía.
Carlos se aquerenció en Córdoba, dejó
semillas, crió plantas y transformó una ocupación que por lo general la gente
pasaba por alto, en material de permanente consulta para cualquier actividad
que se quisiera encarar: avizorar el tiempo, sus variaciones y caprichos.
Nos dejó a los 81 años, precisamente él, un
hombre del tiempo pero sin tiempos, entusiasta de la creatividad en lo suyo,
que fue transmitiendo generosamente a una joven legión de seguidores.
Y por allí andará, con un destino que
imagino de bonanza y placeres, cobrando los intereses que generaron las
inversiones terrenales que hiciera en su condición de buen tipo.
Y como tal, asesorando a San Pedro.
Un viejo santo, dueño de todos los cielos,
los relámpagos y los truenos, que jamás habrá imaginado que contaría con un
brujo para que lo orientara.
INÚTILES
RAZZIAS POLICIALES
Parece que lo importante para recobrar algo
de la buena imagen que alguna vez tuvo, la policía no hace otra cosa que
mostrarse; hacerse ver; las balizas siempre encendidas aunque haya barrios que
las ven solo de vez en cuando.
Es la única manera de entender el
significado, la importancia y la conveniencia que desde la fuerza se asigna a
los previsibles e inútiles controles en los puentes, o a quedarse estacionados
frente a los precintos, como si se estuvieran preparando para un desfile.
La consigna entonces es mostrarse; es ser
noticia por lo que la gente ve, escondiendo la otra cara que es la cantidad de
delitos que no informan o los graves hechos que se atesoran en las paredes de
la jefatura.
Y no me pidan ejemplos, porque sobran, más
allá de los robos, o el estallido de un cajero automático ocurrido hace pocas
horas, otro de los hechos prolijamente guardado.
Las razzias en barrios humildes, acción
rediviva del estilo militar de cualquier dictadura, sirven solamente para lo
que apuntamos antes: a mostrarse y hacer creer que con eso hacen prevención,
deteniendo a indocumentados o ciegos, en una acción tremendamente más ofensiva
que útil a la sociedad.
Con sentido demagógico, sería entonces
aconsejable, si quieren ser noticia, que allanaran también barrios coquetos o
cerrados, porque el hecho de vivir allí no le otorga certificado de honestidad
a nadie.
La única acción preventiva, comprobada por
los hechos y por la historia, es la costumbre del gato y del ratón.
Los ratones no salen de sus cuevas cuando
saben que el gato los está esperando.
Eso es lo que debe hacer la policía: evitar
que los ladrones salgan de sus madrigueras porque la policía sabe donde están,
y no parar nunca de recorrer la ciudad, centro y barrios, gastando la nafta que
pagamos todos.
Así nadie dejará de verlos, que es lo que
quieren.
LOS
BARRABRAVAS ESTÁN ADENTRO
Debo aclarar antes que nada, que no soy
fanático de River ni de Boca y que mi corazón deportivo late por los colores y
la historia de un club cordobés, por encima de cualquier preferencia foránea.
Soy simplemente un amante del buen fútbol
que se emocionó con las travesuras de Maradona, las diabluras de Bochini, los
tiros libres de Willington o la modernizada magia de Messi.
Por eso es que me duele cuando se trata del
fútbol violento.
No me refiero a los barrabravas, al decir de
los malos dirigentes, incontrolables lo que es mentira, porque basta el ejemplo
de lo que lograron los ingleses con los hooligans.
Me preocupa la violencia adentro de la cancha,
la que protagonizan los jugadores muchas veces con la silenciosa complicidad de
los malos árbitros, esos que se aterran con solo pensar en otorgarle un penal a
los visitantes, en los últimos minutos de un empate.
Me dolió ese mal modelo del anti fútbol que
privilegia la plancha por encima de la gambeta, la patada voladora más que la
filigrana del balón casi atado a los pies o el codazo alevoso que intenta
neutralizar a un cabeceador.
A todo eso tuve la desgracia de ver en el último
partido entre Boca y River o River y Boca, ante un árbitro más cagón que
permisivo, excesivamente tolerante frente a infracciones que se cometían a un
metro de su silbato.
Esa actitud, es más peligrosa que la de los
barrabravas.
Simplemente, porque el soplapitos esconde
una autoridad que no sabe ejercer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado