LIZY TAGLIANI, UN CAMINO QUE BUSCA
LLEVARNOS A LA CHOLULA ESTUPIDEZ
Como si los argentinos no
tuviéramos de qué preocuparnos, ahora nos enteramos que el imbécil farandulismo
enquistado en la TV portuaria nos abruma con un episodio intrascendente que
pretende llegar a ser la noticia del mes que se está despidiendo, por encima de
todo lo demás que absorbe nuestra atención.
Resulta que Lucas, “el” pareja
con pretensión de casamiento, le habría robado a su novia/o transexual -Lisy- varios
miles de dólares, algunas joyas y otros objetos, cuando estaban ya muy cerca de
zambullirse ambos en el disfrazado “himeneo” que les aportaría -lógicamente en
un país cholulo- la fama necesaria para continuar luciendo plumas, conchero
mentiroso, depilación definitiva que no existe y voz con timbre de camionero
trasnochado, todo lo cual conforma la imagen deplorable de la decadencia artística.
Esto no es de ninguna manera un
segregacionista acto de discriminación, sino que intenta ser la pintura de una
realidad que busca colocarnos un velo de oscuridad sobre las situaciones
críticas que están viviendo algunos sectores, atribuibles innegablemente a la
famosa y malhadada herencia sumada a los errores irredimibles que está cometiendo
el gobierno nacional en su gestión.
¿Es tan importante que un flaco
macilento con pretensiones de marquesina le haya afanado a su “prometida/o”
aprovechando la confianza que la estrella le brindara?. ¿Es válido derrochar
tantos espacios en la pantalla de la TV de todos los canales para divulgar una conventillera
pavada de tales características?
Si las respuestas a estas dos
elementales preguntas son afirmativas, deberemos volver a pisar la tierra y
asumir que estamos enfermos de algo que nos afecta el raciocinio y que no es
nuevo: sería la manera de confirmar ese diagnóstico, si le sumamos el hecho que
por mucho tiempo, el mismo cholulismo mediático transformó en símbolo de la
femineidad a un disfrazado y no operado muchacho chaqueño quien exige que lo
traten como “señora” porque “se casó”.
No se trata de homofobia si o
de homofobia no, porque el correcto y objetivo sentido, si usamos el cerebro
desapasionadamente, nos indica aquello tan viejo de que los límites en el mundo
artístico aparte de la calidad, están en el buen gusto.
Y en la TV también.
Gonio
Ferrari
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