1 de julio de 2019

A 45 años…


EL EMBLEMÁTICO CASO DE PERON,
QUIEN  FUE  MITO ANTES DE MORIR
   Aquel gris día inicial de julio de 1974 moría una parte de la vívida historia argentina para parir, simultáneamente, un mito que nos viene acompañando y así lo seguirá haciendo por los años y los años. Que seguirá siendo utilizado por unos, bastardeado por otros, amado y odiado.
   Con sus iniciales banderas que abrevaran allá lejos y en el tiempo en la derecha europea, fue Perón quien primero aplicó masivamente aquella desusada costumbre de la justicia social que produjo un saludable cambio en la calidad de vida de los argentinos. Tres veces elegido por abrumadoras mayorías para ocupar la más alta magistratura del país, supo industrializar y regalar progreso, ubicándonos dentro de las principales potencias del mundo.
   En cuanto a otros aspectos de su vida o de su gestión, no son pocos los argentinos que le endilgan la culpa de los males actuales, de las crisis, de los desencuentros, de las caprichosas y ciclotímicas variaciones ideológicas.  
   No son pocos, asimismo, los que recuerdan pero prefieren no mencionar, aquellas amistades que lo rodearan, tan nefastas de un extremo a otro como lo fueron López Rega, Mario Firmenich y muchos otros referentes del caos y de la violencia. Es probable que Perón sea el personaje histórico más controvertido entre los argentinos; el que despierta pasiones y odios: el paladín de las lealtades para unos y el artífice de las traiciones para otros.
   Y como si se quisiera cubrir una parte de la historia con un manto no siempre piadoso, es imposible borrar de sus páginas que antes que político, Juan Domingo Perón, histórico jinete del caballo pinto, fue militar de alma y General de la Nación. Así las cosas, sin pretender ser reduccionista, se me antoja que de ninguna manera se lo puede soslayar como padre de un movimiento inicial y popular, que con el tiempo se transformó en religión, en culto, en fanatismo…
   Por eso llama la atención la bruma que ahora rodea su memoria, que es ese fantasma parecido al olvido.
   Sus retratos ya no son tantos.
   La marcha casi no se canta, porque ahora al capital no hay que combatirlo, sino acostumbrarnos a convivir con él.
   Los principios sociales se vieron y aún se ven eclipsados por el clientelismo, la dádiva y el aliento al subsidio.
   Pero no me parece justo, en homenaje a la historia, que no haya tantos actos recordatorios que exalten la figura y la memoria del tres veces presidente, a 45 años -casi medio siglo- de su muerte.
   Porque a veces la superficialidad ideológica, la ambición desmedida, la enfermiza apropiación de consignas y estandartes y la vocación por la impunidad que lucen muchos de los vivos que arrebataron sus banderas, suelen ser más fuertes que el respeto por los grandes muertos.
   Se los puede endiosar, se los puede odiar, pueden ser ejemplos o pésimos modelos a evitar.
   Pero olvidarlos no deja de ser una injusticia.
Gonio Ferrari


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