7 de enero de 2020

¿SABÍAN QUE SE LLAMABA ENRIQUE?

   Cuando el apodo supera al nombre para quedarse, afirmarse y expandirse es que se trata de una persona a lo mejor no tan importante ni trascendente pero ampliamente querible. Un tipo osado y profesionalmente intachable hizo de la imagen quieta o en furibundo y ruidoso movimiento su razón de ser y de existir, en muchas ocasiones tuteándose con el peligro sin tomarlo muy en cuenta.
   Pocos conocen que fue ilustrador gráfico y de los buenos, creativo y detallista porque entre otras cosas supo pensar en tinta china y plumín uno de mis informes periodísticos de décadas atrás. Fue uno de los enviados especiales a Comodoro Rivadavia en aquellos años oscuros de la guerra por Malvinas, en representación del desaparecido diario “Los Principios” que por entonces me tocara dirigir.
   Una persona excepcionalmente solidaria, más allá de la difundida sentencia popular que los muertos malos no existen, porque era genuinamente bueno y con elevado sentido de la amistad en cuyo campo y por su buena siembra supo cosechar sólidos y añejos afectos.
   Y por esa férrea certeza que nadie tiene comprada la eternidad terrenal, un mal se lo llevó y por allí uno piensa en la caridad de algún Supremo que lo alejó del sufrimiento -que marcó de dolor y nostalgias a buena parte de su vida- con aquella presencial y horrenda pesadilla de un río embravecido que le arrancara a casi toda su familia.
   Símbolo icónico de rally y de cualquier otro deporte; era su barbada estampa colgado a un costado del helicóptero o en el borde de una tribuna; era el fervoroso ladrón de imágenes que enriquecieron la posteridad y los archivos.
   Era Enrique “El Ñato” Páez, amigo, colega, compañero, pintor de instantes, enfermizo competidor consigo mismo, loco por el riesgo quien hoy partió adelantándose en el camino de todos y dejando adioses para no dejarse ver más, con su incuestionable condición de inolvidable.
   Bueno y justo sería retratarlo en pocas palabras: quien todo sabe sufrir, a todo puede atreverse.
   ¡Click!

Gonio Ferrari

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