Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” edición n° 603 del 12/01/20, que emitieran en
dúplex AM580 y la 88.5FM ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.
Recordar: “¿Estamos mal pero vamos bien?”
ES MOMENTO OPORTUNO
PARA BOSQUEJAR
UN PANORAMA DE LA
REALIDAD INNEGABLE
A lo mejor es una ventaja en el ejercicio del populismo, eso de ocuparse
de los trabajadores, sus condiciones laborales, sus angustias, sus demandas,
especialmente porque la dirigencia sindical como “columna vertebral” del
movimiento peronista ganó posiciones enfrentando a los gobiernos opositores.


Pero los problemas quedaron y crecieron aquí.
Resumiendo, habrá que ver cómo reaccionan las
bases; el obrero a quien le importa un corno quien gobierna sino que su
preocupación es mantener a su familia y tener una vida digna. Ese trabajador
tan multitudinario como anónimo no está “colgado” de la dirigencia y merece
recuperar lo que dice que perdiera en los últimos años.


Cuando no haya más subsidios
porque generan inflación (término que se dejó de usar); cuando se acerquen las
clases y haya que “ponerse” con los precios que aplicarán empresarios y
comerciantes ajenos a la sensibilidad social; cuando veamos que nuestra moneda
se sigue depreciando y que no haya sueldos que alcancen, veremos llegado el
momento tan temido cuando es que se agota la paciencia.

Y cuando se me ocurre rememorar
aquellos tiempos que cité unos minutos atrás, en que el movimiento obrero era
la columna vertebral del peronismo, en una cerrada comunión entre dirigentes y
trabajadores, relación que ahora se advierte adelgazada, jamás olvidemos la
sentencia de Juan Domingo Perón: “Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen
tronar el escarmiento”.
Y otra más terminante aún: “la
lucha será con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”.
Quieren boleto a $ 50. Y habría menos subsidios
SEGURO QUE SI
CONGELAN SU PRECIO LA
REACCIÓN SERÁ
EMPEORAR EL SERVICIO
Los lacrimógenos empresarios
del transporte urbano de pasajeros de Córdoba vienen gastando un exceso de
paquetitos de pañuelos descartables, desde que se enteraron que el precio del
boleto, ahora de unas monedas más de 31 pesos, el más caro del país, puede
llegar a congelarse por 120 días.
Y para colmo, cuando en runrún
que viene desde Buenos Aires, allí donde atiende Dios, adelanta que es muy
probable que los subsidios de los que goza esa lucrativa rama del comercio que
tiene como rehenes a miles y miles de usuarios, tendían a un destino de
freezer, las lágrimas pasaron a llanto desenfrenado y grito pelado.
Y esto, por dos razones: una,
que los márgenes gananciales se verán ampliamente reducidos si es que no ocurre
algo parecido a un estancamiento de los precios en combustibles, repuestos,
neumáticos y otros insumos fundamentales, aparte de los impuestos que deben
oblar.

Lamentablemente y por las
añejas experiencias que venimos padeciendo los cordobeses, a la sartén por el
mango -y los mangos también, como predica María Elena Walsh- la tienen los
capitostes de la FETAP, pésimamente acostumbrados a manejar el sistema a la
conveniencia de su rentabilidad.


Y que la gente nueva de la Muni
tome conciencia que el servicio de ómnibus en la capital cordobesa, se viene
deteriorando pese a las cíclicas bravuconadas de incorporación de coches nuevos
y otras distracciones.
Bastaría con un eficiente
control municipal de las frecuencias que no peque de ciclotímico, para hacer
respetar los pliegos y los acuerdos.
Y si los empresarios siguen
diciendo que pierden plata, la solución es muy simple: que cambien de rubro y
se dejen de joder.
No era necesario tal atractivo turístico
LA CALENTURA POR LA
SITUACION ACTUAL Y
UN PUENTE QUE NOS
SALE DEMASIADO CARO
Si. Ya lo sé.
Me dirán que la empresa
adjudicataria de la construcción del flamante y llameante puente peatonal de
Villa Carlos Paz se hará cargo del costo de maquillar la calzada con adoquines
de cemento para evitar percances de serias quemaduras, especialmente en los
días de la temporada veraniega, cuando el sol castiga sin clemencia y la
reverberación del mismo sol, calienta por arriba y por debajo a todo lo largo
el nuevo paso, hasta transformarlo en una experiencia dolorosa y torturante,
más aún porque era evitable.
Lo era si en los estudios
previos a la construcción se hubieran tomado en cuenta esos detalles y si es
por sintetizarlo en una figura análoga, es como poner los pies como con los
lechoncitos a la parrilla, que cocinamos -se dice a dos fuegos- tanto abajo como
arriba.
Se optó como primera reacción
para salir velozmente al cruce de las críticas, anunciar que se cancelaba su
utilización, mientras algunos cráneos adelantaban que con una, dos o más manos
de una pintura especial “atérmica” o algo parecido, se terminaban los
problemas.

Y que el costo del grave error
cometido lo afrontaría la empresa a la que se confió la construcción del nuevo
y promocionado paso.
Supongamos que es cierto, que
los empresarios responsables se pondrán, como vulgarmente se dice, con la
readecuación y con los costos emergentes de las seguras acciones judiciales que
emprenderán los afectados o sus mayores.
Entonces sería oportuno preguntar
si lo mismo sucedió con la nueva Terminal de Ómnibus, modelo veneciano, que se
inundaba con cada lluvia, con el mismo problema que padece la flamante sede de
la Unicameral; con el Camino del Cuadrado que fue pagado varias veces porque
redundaba en fallas y seguramente con otras obras del modelo cordobesista que
fueron hechas con miras precomiciales más que por necesidades de la gente.

De todas maneras, los cordobeses
siempre tienen margen para reírse incluso de sus propios dramas: algunos
rebautizaron ese puente que en la placa está designado como “del Bicentenario”,
con el nuevo nombre de “Puente Pancután”.
¿Quién debe responder por eso
que a veces elegantemente se califica como “mayores costos” o “daños
colaterales”?
Los Reyes Magos y la Megacausa
NO ERA TAN SOLO
CUESTION DE PEDIR
SINO DE NO PERDER LAS ESPÉRANZAS
En la causa
del Registro de la Propiedad de Córdoba, los Reyes Magos, pese a sus
fantásticos dones, han pedido un poco de tiempo para poder
cumplir los utópicos pedidos de los familiares, que con mucha
esperanza les solicitaron en su cartita una Justicia sin
abusos, sin condenas anticipadas, sin comisiones especiales, sin opiniones
preconcebidas, sin tergiversaciones, sin abultados expedientes, sin
arbitrariedad, sin íntima convicción, sin privilegios y sin intereses.
Pareciera que
aún para estos virtuosos acomodar la justicia cordobesa a lo que
indican las leyes es todo un desafío y por ello, para acompañar la espera,
dejaron como regalitos: voz y convicción para seguir reclamando la
libertad robada por la prisión preventiva, palabras para denunciar las
condenas anticipadas, discernimiento para encontrar la verdad escondida y
valor para no doblegarse ante la extorsión.
También, razón
para exigir imparcialidad fuera de la comisión especial, sentido común para
enfrentar las opiniones preconcebidas, objetividad para desarmar la íntima
convicción, sano juicio que posibilite enfrentar la
arbitrariedad, rectitud para anular los
privilegios, luz para defender la letra de la Constitución y
paciencia, mucha paciencia, enormes volúmenes de paciencia, para esperar una
Justicia verdadera, transparente, desinteresada e insobornable.
Además y ya
que estamos, bastante humor y óptima salud para el aguante.
Porque hace
tiempo un viejito protestón y guerrero de la paz ya nos enseñó a nosotros y al
mundo entero que perder la paciencia es perder la batalla.
Esa era la
fuerza y la convicción que guiaban y empujaban al Mahatma Ghandi.
Un curioso paso del insulto al piropo…
EL TAN DENOSTADO
F.M.I. ES AHORA Y CASI
COMO SIEMPRE, UNA
ENTRAÑABLE AMISTAD
No es de ahora ni de los
últimos años, pero nuestras relaciones -y en muchos casos lo correcto sería
decir “dependencia”- con o del Fondo Monetario Internacional, hurgando en la
memoria estimo que se remonta al 18 de diciembre de 1958, en la carta que suscribieran
el ministro de Economía de nuestro país, Emilio Donato del Carril con el
Director General del organismo foráneo, Per Jacobbson.

Se cumplieron compromisos
algunas veces, otras veces se dejó de pagar, caímos en default, no nos prestaba
nadie un peso salvo el bueno de Chávez que lo hacía al 14 por ciento,
existieron tiempo atrás temores que nos embargaran la Fragata Libertad con
guardiamarinas recién egresados incluidos, en fin, mil alternativas distintas
que marcaron a fuego las relaciones bilaterales.
Pero también existieron
desacuerdos, erróneas interpretaciones, intereses contrapuestos y el componente
ideológico que interviene inexcusablemente en este tipo de operaciones por
montos siderales.
Por eso desde un sector
opositor a cada gobierno, se descalificaba al FMI mientras que desde otros se
lo aplaudía y agradecía esa generosidad no siempre bien entendida, porque bien
sabemos que los buitres son insaciables.
Lo curioso es el cambio que a
veces se opera en la concepción de una situación, de acuerdo a qué vereda sea
la que ocupa el contendiente con el Fondo Monetario Intramuscular, como muchos
lo llaman porque siempre, siempre nos vacuna.
Desde la derecha -incluso en
tiempos de la derecha peronista- era la panacea, la buena intención, la
colaboración con nuestro crecimiento pero desde la vereda de enfrente, era la
entrega incondicional del país, la vigencia de los vendepatrias y traidores a
la Patria y otras descalificaciones que, hay que comprenderlo, golpeaban con
fuerte impacto en los sectores más postergados de la sociedad que son en muchos
casos la mayoría.

Ese es uno de los grandes
contrasentidos argentinos, más emparentado con el gataflorismo que con la
realidad histórica.
Veremos qué dice de ahora en
más la izquierda combativa y paqueta atrincherada en Puerto Madero, si llegáramos
al caso de insolvencia por cualquier causa achacable a nosotros y a quienes nos
gobiernan: el FMI pasaría otra vez de las tantas, a ser declarado enemigo
mundial de las clases postergadas, de los desheredados, de quienes son
indefensos por pobreza e indigencia.
Mientras tanto y lo estamos
avizorando, doña Kristalina (se escribe con “K” inicial) de apellido Georgieva,
jefa máxima del organismo internacional de la usura, será a la distancia y en
su momento y en una de esas, nuestra denostada y obligada ministra de economía.
“Piquetería rentada” en
descanso estival
ES
LLAMATIVA LA CALMA SOCIAL COMO
SI
LA CRISIS HUBIERA SIDO SUPERADA
Uno de los más
recientes “clásicos argentinos” ha sido sin dudas la acción organizada desde
distintos sectores tanto sindicales, ideológicos y empresariales, de las
protestas planificadas e instrumentadas por grupos perfectamente identificados
-dejando de lado aquellas situaciones en que los respaldaba la ley en sus
demandas- que apelaban a métodos violentos, coercitivos, vandálicos y ofensivos
contra la sociedad, que no salía de su asombro por la indemnidad con la que
actuaban.
Aparte, esas movilizaciones
demandaban gastos importantes que individualmente, cualquier persona
descontenta no podía afrontar, por lo que pasaron a ser manifestaciones
alentadas por su incorporación al que se dio en llamar “campo rentado”, que
para muchos participantes de las protestas y demandas, tanto hombres como
mujeres, mayores y menores, representaba una entrada segura de algunos pesos y
en otros casos, de mercadería.

Y resulta que ahora es como si
la crisis ya no existiera; como si todas las heladeras estuvieran rebosantes y
no existieran motivos que llevaran a la protesta ni al descontento, dejando en
claro que parte de esa reacción se debe a un cierto grado de justificada esperanza
que anida en los sectores populares.
Los piquetes ya no existen, los precios siguen
subiendo burlándose de esa promoción que los califica como “cuidados”, la
presión impositiva es casi salvaje, combustibles y servicios siguen en alza
como si gobernara Macri, la devaluación encubierta supera el 30 por ciento,
cobró vigencia el festival de libertades instrumentado por una Justicia adepta,
la inflación sigue horadando la economía nacional y la familiar, los salarios
siguen decayendo en su poder adquisitivo y es como si las cosas hubieran cambiado
radicalmente, en beneficio de la comunidad.

No quiero caer en la trampa de
sostener que se advierten progresos en el estado de las finanzas hogareñas
porque mucho se dijo que cambiaba, advertir que no son pocos, y lo vemos a
diario en los medios periodísticos de toda laya aunque poco y nada cambió, pero
no deja de ser un placer, que han podido ahorrar como para abarrotar playas,
hoteles, ómnibus, aviones, cruceros y otros sitios de turismo durante la crisis
terminal que se nos abatiera, para gozar las vacaciones.
Aunque muchos “piqueteros”
hayan perdido su fuente de trabajo anterior, en la actual calma social y
sindical, sin conflictos y por falta de actividad y convocatoria a la protesta,
debieran agradecer que al menos entonces, añitos atrás, algunos manguitos
pudieron guardar mientras vivían en crisis.
El sobrenombre, dueño de la identidad
TODOS SABÍAMOS
QUE ERA EL “ÑATO” PAEZ
PERO
NO MUCHOS QUE SE LLAMABA ENRIQUE
Cuando el apodo supera al nombre para quedarse, afirmarse y expandirse
es que se trata de una persona a lo mejor no tan importante ni trascendente
pero ampliamente querible. Un tipo osado y profesionalmente intachable hizo de
la imagen quieta o en furibundo y ruidoso movimiento su razón de ser y de
existir, en muchas ocasiones tuteándose con el peligro sin tomarlo muy en
cuenta.
Pocos conocen que fue
ilustrador gráfico y de los buenos, creativo y detallista porque entre otras cosas supo
pensar en tinta china y plumín uno de mis informes periodísticos de décadas
atrás.
Fue uno de
los enviados especiales a Comodoro Rivadavia en aquellos años oscuros de la
guerra por Malvinas, en representación del desaparecido diario “Los Principios”
que por entonces me tocara dirigir. Una
persona excepcionalmente solidaria, más allá de la difundida sentencia popular
que los muertos malos no existen, porque era genuinamente bueno y con elevado
sentido de la amistad en cuyo campo y por su buena siembra supo cosechar
sólidos y añejos afectos.
Y por esa
férrea certeza que nadie tiene comprada la eternidad terrenal, un mal se lo
llevó y por allí uno piensa en la caridad de algún Supremo que lo alejó del
sufrimiento -que marcó de dolor y nostalgias a buena parte de su vida- con
aquella presencial y horrenda pesadilla de un río embravecido que le arrancara
a casi toda su familia.
Símbolo icónico de rally y
de cualquier otro deporte; era su barbada estampa colgado a un costado del
helicóptero o en el borde de una tribuna; era el fervoroso ladrón de imágenes
que enriquecieron la posteridad y los archivos.
Era Enrique
“El Ñato” Páez, amigo, colega, compañero, pintor de instantes, enfermizo
competidor consigo mismo, loco por el riesgo quien hoy partió adelantándose en
el camino de todos y dejando adioses para no dejarse ver más, con su
incuestionable condición de inolvidable.
Bueno y justo
sería retratarlo en pocas palabras: quien todo sabe sufrir, a todo puede
atreverse.
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