¿Y SI LLEGÁRAMOS A CREER QUE
HABÍAMOS PERDIDO LA MEMORIA?
Es tanto el tiempo que ha pasado; son tantas e intensas las situaciones
vividas como las angustias compartidas y los secretos guardados, que si bien
han transcurrido los días fue tan vertiginoso el desfile del espanto que
aprendimos a clamar hacia adentro que se acortaran las horas y los momentos.
¿Cómo era aquello?
No es grato evocarlo ahora
desde un encierro no deseado e impuesto por una mísera partícula que a lo mejor
algún pariente mayor consideró insignificante provocando su enojo. Esa
porquería nos cambió la vida, nos incorporó términos ahora ya comunes como
virus, barbijo, contagio, cuarentena, pliegue de codo, alcohol en gel, distancia
social y otras que se agregaron a embole, aburrimiento, claustrofobia, tedio, raíces
del pelo, salvoconducto, rompecabezas, crucigramas y toda la gama de
entretenimientos televisivos incluyendo a los más insoportables y evaluados en
el nivel de porquería.
Envidiamos a los que tienen en
sus casas amplios patios, balcones a la calle o terraza propia.
¿Cómo era aquello? Nos volvemos
a preguntar…
La tos, el estornudo, una
inocente febrícola o no distinguir olores como café, vinagre o chocolate nos empujaban
hacia la aspirina, el té de limón con miel y los inclinados por la hipocondría
apelaban al médico o al servicio de emergencia para insultar después porque
demoraban por lo menos dos horas.
¿Cómo era aquello? Y seguíamos
con la laguna en la memoria…
La salida al centro, el asado
con los amigos, el café de la confidencia, el sexto al truco, el chinchón, el
antiguo ludo, el estanciero o la simple caminata barrial habían ingresado a
esas brumas que conducen al olvido. Nos aburría a veces leer a Borges o a
Lugones porque las revistas de la farándula eran más entretenidas y en el peor
de los casos plumereábamos aquel viejo y atesorado ejemplar de “El Eternauta” y
lo devorábamos por vigésima vez. Leídos ya todos los libros de la casa, hasta
la ya desaparecida guía telefónica pasaba a ser material de entretenida lectura.
¿Cómo era aquello? Era lo que
nos ocupaba la mente, el alma, las evocaciones y algunas lágrimas.
Y llegó el día tan ansiado que
era como cualquier otro día, pero sin virus, sin gel, sin barbijo, sin lejanías
ni temores. Sin angustias por el futuro pero con el lacerante dolor de lo
perdido.
Habíamos dado el paso vital e
histórico de sobremorir, a sobrevivir.
Y cuando experimentamos aquello
que rondaba en las tinieblas del drama; en los predios de las desgracias; en
los confines de la resignación, llegó ese calor de cuerpo a cuerpo con húmedo
jadeo y sin palabras, porque ya no eran necesarias.
Así pudimos traer al presente,
a nuestro presente, que así eran los abrazos.
Gonio Ferrari
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado